Evaristo,
el rey de la baraja
Concierto
de Gatillazo
Fecha: domingo, 12 de
julio.
Lugar: Jai Gune, espacio festivo de Gora Iruñea!
Incidencias: actuación
enmarcada en un cartel que también albergó a Elenco y Aberri Txarrak. Hora y ½ de duración. Lleno, público de todas las
edades que se mostró entregado.
32 años después de su
primera actuación en Sanfermines (la cita, al frente de La Polla Records, fue
en 1983 en la plaza de los Fueros), Evaristo Páramos demostró con el
presente concierto algo, a estas alturas
de la película, ya sabido por todos; tanto por sus más fieles seguidores como
por quienes más de tres décadas después continúan tratando de silenciar su
presencia sobre los escenarios: seguir siendo el auténtico Rey de la baraja, y
lo hizo tal y como acostumbra desde los primeros años 80, protagonizando una
actuación que, totalmente electrizante, dejó un gratísimo sabor de boca.
El concierto de Gatillazo
derrochó fuerza y garra desde el principio, arrancando con la interpretación de
un primer bloque de canciones brindadas de tirón. Con tantos y tan rotundos
tantos hechos de saque como canciones ofrecidas, erigiéndose la actuación sobre
tres certeros bloques de temas extraídos básicamente del repertorio del actual
conjunto del legendario vocalista de Agurain; sin apenas concesiones al de La
Polla, conjunto del que se recuperaron únicamente Los 7 enanitos –primero en sonar pasados los 50 minutos de
concierto-; Delincuencia (de más que
rabiosa actualidad treinta y tantos años después de su composición); Txus, ofrecido en el marco de una
curiosa mezcolanza con una popular ranchera, y, tal y como parece ser norma en
Gatillazo, Odio a los partidos, definitivo
y definitorio colofón final. Y todo ello en medio de un ambiente, sentimos
tener que decirlo, mucho más sano y festivo que el respirado en otros
escenarios sanfermineros; sin rastro del
botellón masivo y sus consecuencias -en forma de orines y montañas de residuos por doquier- ni presencia
entre el público de todo tipo de buscavidas tratando de hacer sus particulares
agostos fuera de la legalidad y al amparo de la permisividad: entre un gentío
que llenó un recinto al que, en otro orden de cosas, es necesario acudir ex
profeso, toda vez que no está en el centro neurálgico de la fiesta. Ni tan
siquiera en el centro de la ciudad.
Al frente de Gatillazo,
Evaristo pintó de rojo un día como el domingo 12, negro en el calendario por el
fallecimiento de Javier Krahe, y, no dejando de moverse ni un segundo al ritmo
de sus corrosivas composiciones, lo hizo tal y como lo hubiese hecho el finado,
huyendo de comparaciones y salvando las distancias: disparando unas letras
cargadas de sorna e ironías. Unas canciones, imposible citarlas todas, de
esencia tan clarividente y visionaria como Jota
de la derrota, Vendido, Pijos powres, o Comunicado empresarial para la concordia y el bienestar social,
banda sonora más que acertada para el actual estado de las cosas… y de las
cosas del Estado, en este convulso y agitado siglo XXI. ¿Otras composiciones a
destacar? Señor Juez (primera en
sonar, cómo enervó al gentío), la siempre histriónica y celebrada Gora Mari, Santo rosario o Seguratass blindaos, auténticos seguros
de vida para los directos de la banda.
A continuación, tras un
espectacular show que, de manos de Correfoc, alternó música tradicional
catalana y pirotecnia; en una decisión no sabemos hasta qué punto acertada (¿no
habría sido lo propio que Gatillazo actuasen en último lugar?), llegó el
momento de Aberri Txarrak, banda de ingenioso nombre que aprovechó para
descerrajar los temas de su primer CD, quedando de esta forma cerrada la
velada. Una noche, como todas las protagonizadas por Evaristo, para recordar.
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