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12/8/15

criticARTE AGOSTO: RATOS DE PORAO, LILA DOWNS, KIKE SUÁREZ & LA DESBANDADA, NAT SIMONS Y EL DROGAS RYHTM & BLUES BAND, THE BUTTSHAKERS...

Bailable, festivo y vacilón

Concierto de The Buttshakers

Fecha: sábado, 8 de agosto.
Lugar: Casa de Cultura, Burlata.
Incidencias: 4ª y última jornada de la presente edición del Burlada Blues Festival. Como teloneros abrieron noche Lone Rhino Club. Asistencia muy buena. 2 Horas y ½   aproximadamente de música en directo

Concluyó la IX edición del Festival que ha puesto a Burlata en boca de todos; en la ruta internacional del blues, y, como perfecto colofón, lo hizo presentando sobre el escenario de la Casa de Cultura a dos grandes formaciones: Lone Rhino Club y The Buttshakers, bandas que encandilaron totalmente a los presentes; a un público que, dándose cita en importante número, certificó el buenísimo estado de salud de la ya veterana cita estival.
Los encargados de abrir fuego fueron los catalanes Lone Rhino Club, banda fundada en 1987 y que, liderada por el todoterreno Julio Lobos a la voz, teclas, armónica y a la  turuta, creó ambientaciones de genuino colorido para abrir boca… Y más, ya, recreando a ritmos de boogie boogie y blues & roll temas propios (extraídos de una discografía integrada por 4 trabajos al menos), ya, de trayectorias artísticas de grandes referentes del género. Incluso de Georges Brassens & Paco Ibañez, encontrando acomodo en el repertorio la versión hecha por el segundo de su La mauvaise réputation. Y, con tamaño  arsenal de argumentos desplegados, Lone Rhino Club se metieron al personal en el bolsillo, protagonizando un concierto propio de un cabeza de cartel; y no solo por su duración, cercana a la hora y media.
Radicados en Lyon y con vocalista de un lugar tan sugerente para estos menesteres como St, Louis, Missouri (colosal Clara Thompson sobre el escenario), el soul rock de esencia rhythm and bluesera de The Buttshakers pronto se hizo con el control de la situación; desde que el engranaje entró en acción, quedando inoculada de inmediato su infecciosa (más que únicamente contagiosa) concepción de lo que ha de ser un concierto: un acontecimiento de corte eminentemente bailable, festivo y vacilón. Y de este modo, por parámetros cuyas connotaciones demostraron lindar con las más características de artistas como Tina Turner o The Blues Brothers, sacaron adelante la actuación; derrochando una intensidad y una pulsión perfectamente plasmadas en la actitud de la cantante (moviéndose como un resorte todo el tiempo) y el trepidante hacer de los vientos, protagonizando trombonista y saxofonista grandes momentos e incluso excitantes duelos a sus respectivos instrumentos.  Consiguiendo el sexteto en su conjunto  –así las cosas- que los presentes, si no bailando abiertamente (sabido es lo que nos cuesta soltarnos al respecto en esta tierra) sí que dieran el visto bueno a la sesión amagando hacerlo, principalmente ellas; dando animosas palmas –en general- o, como no podía ser de otro modo, pidiendo más, una vez llegado el final.
Un año más, y ya van nueve desde que en 2007, de manos del impagable hacer de Miguel Rubio, diera comienzo la presente aventura musical, el blues en sus distintas variantes lució cual acontecimiento social de primer orden en Burlata; coloreando los fines de semana previos a las fiestas de la localidad. Y el año que viene, tras el Udazkena Blues a celebrarse en otoño, la décima edición del ciclo. Bien. Que la música no deje de sonar.



De otra manera

Concierto de El Drogas Ryhtm & Blues Band

Fecha: viernes, 7 de agosto.
Lugar: parque Uranga, Burlata.
Incidencias: 3ª jornada de la presente edición del Burlada Blues Festival. Como teloneros abrieron noche No More Blues. Asistencia muy buena, alrededor de 2.000 personas. Horas y 40 minutos de duración, bises incluidos.

El Drogas y su Ryhtm & Blues Band, formato concebido por el imprescindible músico para potenciar y saciar sus querencias más escoradas hacia el glam y el ryhtm & blues, llenaron hasta la bandera el parque en la 3ª jornada del Festival, protagonizando una actuación que colmó las expectativas de todos: músicos, público y organización.
La noche, con puntualidad inglesa, arrancó de manos de No More Blues, multiformación que caldeó ánimos y espíritus con un pase, en esencia, erigido sobre versiones, desplegando los músicos y dando lugar –a un tiempo- a un colorista abanico de ritmos y sabores: swing, jazz (en lo que a las formas se refiere: de excelsos desarrollos las interpretaciones en aras de dar protagonismo al mayor número de músicos posible), soul & funky, rock and blues…
Y acto seguido, en expectante loor de multitudes; a la hora de las brujas, el momento  más esperado por todos: el de la comparecencia de Enrique Villarreal y los suyos luciendo, haciendo lucir dicha noche, si no totalmente nuevos, sí renovados ropajes a sus canciones.
Por sendas sonoras marcadas por evidentes guiños al rock más carismático de los Stones, perfectamente coloreado el lienzo por las voces de dos coristas, Selva Barón y Patricia Greham, y por la inmensidad de Germán San Martín a los teclados, la actuación se centró principalmente en la revisión de composiciones de los CD Alzheimer e Y Glam de Demasiado tonto en la corteza, el triple álbum debut de El Drogas de 2013, no faltando temas de antiguas formaciones por él lideradas como Txarrena (Poca luz, primera en sonar, en formato electroacústico; Así, Empujo pa´ ki, Todo lo enamora la noche) o Barricada, banda de la que apenas sonaron tres: Solo quiero tu boca, No sé qué hacer contigo o, ya en la recta final, Que no me silbes, elegantemente revestidas y reconducidas todas ellas.
Así pues, nuevos arreglos para nuevas canciones en su mayoría, he aquí qué dio de sí la velada; una noche que presentó al legendario rockero pamplonés… En su actual salsa, en el marco de su impenitente salsear: a ras del suelo, únicamente separado del mismo por la altura del escenario, explorando –y recorriendo- nuevos caminos sonoros. Y haciéndolo como ha de llevarse a cabo dicha tarea, al tocar; así pues, ¿qué decir para terminar?
Que El Drogas, con canciones en la mochila para dar y tomar; para tocarlas y trastocarlas a su libre albedrío creativo, volvió a poner los puntos sobre las íes con su música, plasmada de otra manera. Y, hay cosas que nunca cambian, haciéndolo a su manera –paradójicamente-, luciendo especialmente reinona al frente de la troupe de músicos que le acompañó. Llegados a este punto, ¿temas a destacar de los de Demasiado tonto en la corteza? Cordones de mimbre, con mención especial para los trabajadores de la residencia Landazábal, de Burlata; Sin reverencias, con Emilio Galeano en el recuerdo; o, cómo no, Debajo de aquel árbol, del primer disco del triple, y, todo un trío de ases (en una noche con muchos en la manga), Ya no anochece igual, Con tu presencia o Quién puede verla del tercero, compacto del que sonaron prácticamente todos. Incluso Otros tragos, espectacular broche final, con Germán San Martín al acordeón y sus compañeros, Brigi Duque incluido, alrededor suyo, dando todos ellos por concluido el concierto bajando en cadeneta, a sus sones, a la zona del público. Un concierto… espectacular.

Amazona del folk rock

Concierto de Nat Simons


Fecha: viernes, 7 de agosto.
Lugar: recinto de la Ciudadela, Iruñea.
Integrantes: Nat Simons, a la guitarra acústica, a la armónica y a la voz, acompañada por un banda integrada por tres músicos.
Incidencias: primer concierto del ciclo Indie Alternativa, organizado por el Ayuntamiento, enmarcado en la programación veraniega Ciudadelarte Verano 2015. 1 horas de duración, bises aparte. Asistencia muy buena.

En activo desde 2013, mejor artista estatal de 2014 para los oyentes del programa Toma 1 de Radio 3, la cantante, guitarrista y compositora Nat Simons abrió nuevo ciclo musical en la Ciudadela, enardeciendo, enamorando con sus canciones a cuantos asistieron a la cita: a un respetable que siguió la actuación en silencio y sin apenas moverse de sus asientos, en un contexto como este (público de media de edad alta y evento de carácter gratuito), inequívocas señales de aprobación.
En una tarde de chaqueta, ante un público que, una jornada más, abarrotó el aforo; perfectamente respaldada por guitarrista, baterista y teclista (faltó el bajista, sonando las notas del bajo reproducidas desde los teclados), la para muchos no muy conocida songwritter sorprendió con un muy fino concierto. Con una actuación erigida sobre los temas de sus trabajos Home on high y de Trouble Man (EP recientemente publicado)… Y sobre los siguientes puntales, una voz dulce y cautivadora por demás (totalmente acorde para una música como la por ella defendida), y las leves e igualmente dulces cadencias de sus composiciones, tramadas y trazadas por lindes sonoras con raíces en el rock sureño y el folk americano más genuino, tintado de inherente blues & derivados todo ello. Por unos parámetros propios del folk & roll vaquero –si se nos permite la expresión-, sin perder nunca de vista las canciones dichos derroteros pese a la diversidad de la que hicieron gala; sí, principalmente en lo referido a tratamiento musical y producción artística: unos temas que, llegados a este punto, demostraron a un tiempo ser punto de partida y de llegada. Faro y referencia, no dejando indiferente a nadie.
Presta a cabalgar –tal y como lo delataron sus botas de montar- a lomos de unas composiciones que, en la tarde noche pamplonesa, brillaron cual pildoritas para paladares exquisitos, Nat Simons deslumbró en su primera visita a Iruñea, dejando claro cual embajadora –además de amazona del folk rock- el porqué de reconocimientos como el citado para abrir estas líneas: haciendo ver a cuantos se acercaron a la Ciudadela que, más que únicamente emergente, es una artista de rabiosa y creciente actualidad. Una cantante cuya cotización ha de subir como la espuma. Estuvimos allí, que en cuestión de poco tiempo podrán decir cuantos privilegiados fueron testigos del concierto; claro que sí.


Pedigrí, tablas y visceralidad

Concierto de Kike Suárez y La Desbandada 

Fecha: jueves, 6 de agosto.
Lugar: terraza del Caballo Blanco, Iruñea.
Intérpretes: Kike Suárez, a la voz, acompañado por Begoña Larrañaga, a la acordeón, a los teclados y a los coros, Goyo, a las guitarras y a los coros y segundas voces, Javito, al bajo, y Fernando, a la batería.
Incidencias: concierto enmarcado en el ciclo organizado por el Mesón del Caballo Blanco. Presentación de Sueño a la vista, nuevo CD del artista. Más de 2 horas de duración, bises incluidos. Muy buena asistencia.

Kike Suárez, el Babas de anteriores vidas artísticas, cumplió un nuevo año con la tradición de rendir visita a El Caballo Blanco, luciendo cual amo y señor en su patria, el escenario; cual dueño de unos sueños con forma de canciones… poco a poco hechos realidad. Haciéndolo mediante un concierto que, dedicado a la memoria del inolvidable Josetxo Ezponda, derramó en generosa abundancia pedigrí, tablas y visceralidad.

Tras protagonizar mientras la banda tejía la intro un streep tease de ida y vuelta que, después de desvestirse como quien no quiere la cosa, le llevó a enfundarse el traje de faena (obrando sobre el escenario como si estuviese en un vestuario: pura personificación de la informalidad y la naturalidad); Kike, vestido ya para la ocasión (traje de basurero, chistera y coloristas boas de plumas rubricando el conjunto), brindó un repertorio de tinte y sabor característicos, luciendo de igual a igual canciones de toda su trayectoria; unos temas que, recuperados en algunos casos de lo mejor de los repertorios de los por siempre añorados King Putreak y The Vientre, se alternaron en feliz comandita con cuantos sonaron de sus discos firmados como Kike Suárez, tres hasta el momento: Carta Blanca, el recopilatorio De calle y beso (la luna me sabe a sangre) y Sueño a la vista. Y todos ellos encontrando acomodo de forma felizmente equilibrada: desde Ángeles, de estreno, primero en sonar (con la legendaria Begoña Larrañaga, uno de los bastiones de la banda, aportando toque angelical a la voz de Kike), hasta No sabemos del cielo, último en hacerlo tras una disparatada recta final. Con Begoña, la que fuese acompañante de Enrique Urquijo en Los Problemas, ejerciendo de perfecto contrapunto al hacer de un Suárez histriónico –por momentos-, exagerado (siempre) y exquisitamente explosivo a la hora de interpretar los temas. De cantarlos y representarlos, algo que, si bien no en estado de éxtasis exactamente, sí hizo en estados próximos al paroxismo, sacándolos adelante actitud punk de muchos quilates a espuertas. Como en los viejos tiempos, denotando, lo mismo que los músicos, gran soltura, frescura y seguridad. Rodaje -en una palabra-… e ingentes dosis de provocación, algo que en los actuales tiempos tanto echamos en falta: provocación como la que llevó a tan inigualable frontman a ponerles los puntos sobre las íes a quienes permanecían sentados en la terraza poniéndolos directa y obligatoriamente en pié de baile, bajo las notas de dos temas, La Chari y Virgen de la Caradura, brindados en feliz medley antes de que la noche, ya en irrefrenable loor de multitudes, enfilara el final con Nuestra jerga y Cenicienta dijo basta, una de las canciones más afortunadas de Kike. ¿Más temas a recordar? Inclasificables todos ellos desde el prisma musical, Planeta mentira, Clencha o Todo lo hago fatal, del legendario libro CD B.N.C.A.; Vuela sirena, La Última vez (brindado tras un impactante  recitado con el submundo carcelario de fondo) o Nuestra jerga, de Carta Blanca; y Carlitos y su gitana, Cien años de soledad y Los meses de erre, de los nuevos, canciones que dieron forma a un repertorio que, parafraseando el verso del mítico hit Caídas, trampas y fantasmas, dejó claro lo siguiente: que ahí dentro, en el cancionero de Kike Suárez, sigue oliendo a vida. Imprescindible el de Hortaleza, un verano más.


Puro chocolate para el alma

Concierto de Lila Downs


Fecha: sábado, 1 de agosto.
Lugar: Café Zentral Teatro, Iruñea.
Intérpretes: Lila Downs, acompañada por una banda de ocho músicos.
Incidencias: presentación de Balas y chocolate, último CD de la artista. Hora y ½ de duración, bises incluidos. Aforo completo, público de ambos sexos y de toda edad y condición que se mostró efusivo.

La mundialmente conocida -y reconocida- Lila Downs (Oaxaka, Mexico, 1968) la armó a todos los niveles en el Zentral, llenando el recinto de gente y de inmejorables vibraciones el primer sábado de agosto; triunfando se mire como se mire en una jornada, a tenor de los diferentes conciertos organizados en Iruñea e Iruñerria, realmente complicada para ello: no en vano confluyeron dicho día el inicio de los ciclos Ciudadelarte y Cultur (en la Ciudadela y Baluarte respectivamente)… o la segunda jornada del Burlada Blues Festival, citas a las que no pudimos asistir.
En loor de multitudes, bajo una expectación propia de las grandes citas; perfectamente secundada por 8 músicos, la cantante, compositora e intérprete ofreció una actuación erigida sobre las canciones del CD que actualmente está presentando, Balas y chocolate, endulzando desde el principio del mejor modo posible los paladares auditivos del gentío: saciando sin posibilidad de vuelta atrás sus almas desde que abrió su colorista espita de músicas y ritmos con Una cruz de madera, primer tema en sonar; himno para el velorio perfecto inmediatamente jaleado por el público, cautivado desde ya por las notas del acordeón y por el contagioso danzar de un par de esqueletos desde sendas pantallas laterales. Acto seguido, de corrido, llegó la hora de la cumbia, alternándose en feliz maridaje desde entonces, en una suerte de consentido trío, cumbias y corridos con el son, principales puntales los tres de la actuación.
Y todo ello, con Lila bailando y cantando de manera portentosa, deliciosamente facturado; impecablemente materializado el hecho musical por un despliegue de instrumentos que, de lo más colorista, lució cual lo que fue, la paleta perfecta para tintar de sonidos las canciones; unos temas entre los que, hechizo y magnetismo a raudales, destacaron Balas y chocolateLa farsante (cantada por los presentes); Vámonos (del gran José Alfredo Jiménez, trayendo consigo su interpretación un vistoso duelo de  acordeones entre los Estados de Sonora, México, y de Texas), Viene la muerte echando parejo, de letra y espíritu ahítos de vida y de muerte; con ambos acontecimientos, de capital importancia a la hora de dar sentido a la existencia, tratados de igual a igual, tal y como es norma no ya en la cultura mejicana, sino en el día a día de aquellas latitudes en general, o, qué más añadir al respecto, la vitamínica Son de difuntos, última en sonar antes del final. De unos bises ¿pedidos? No, exigidos de forma clamorosa, deparando dicho tiempo extra interpretaciones tan exitosas como Zapata se quedaPaloma negra (dedicada a la imprescindible Chabela Vargas) y Cumbia del mole, dorado broche final.
Genuino calor y colorido para encarar agosto, una muy vitalista Lila Downs plasmó por vez primera su goloso repertorio en Iruñea: su a un mismo tiempo experimental y espectacular concepto de la canción de autor & raíces, saliendo totalmente airosa del envite. Protagonizando un concierto llamado a quedar como uno de los acontecimientos musicales del verano. Volverá la de Oaxaca, sí, con sus canciones las almas a llenar, puro chocolate para aquellas. Volverá, ya lo verán.

Brutal

Concierto de Ratos de Porao

Fecha: viernes, 31 de julio.
Lugar: Café Zentral Teatro, Iruñea.
Intérpretes: Ratos de Porao, formación integrada por Gordo, a la voz, Jâo, a las guitarras, Juninho, al bajo, y Boka, a la batería. Como teloneros abrieron noche Ketesnuko.
Incidencias: presentación de Século Sinistro, último CD de Ratos de Porao. Alrededor de medio aforo, público bastante efusivo. Hora y10 de duración, bises incluidos.

Estandartes y referentes a nivel mundial del mejor hardcore punk, los brasileños Ratos de Porao (Sao Paulo, 1981) pusieron patas arriba –literalmente- la sala de Alde Zaharra,  protagonizando una actuación antológica; una descarga sin tregua ni concesiones que cuantos se dieron cita, un público sobradamente conocedor del grupo, nunca olvidarán.
El honor de descerrajar el pistoletazo de salida recayó en los tudelanos Ketesnuko, veterana formación con más de 20 años de trayectoria que aprovechó para deflagrar los temas de Venganza, su más reciente CD, tarea que acometieron con rotundidad y aplomo. A sangre y fuego, no dejando indiferente a nadie: a un público que, presente en la sala en significativo número desde el inicio de su pase, se dio cita en cantidad aceptable –en líneas generales-, teniendo en cuenta la fecha y el lugar en el que se programó el concierto; el último día de julio y a cubierto (pago de entrada mediante),  factores estos que, claro está, dejaron claro que había ganas de ver a Gordo y los suyos en directo; a una formación que demostró seguir firme, aguantando el tirón.  
21 años después de una de sus últimas visitas a Nafarroa (en aquella ocasión actuaron en ¡Reverendos!), los legendarios Ratos de Porao ofrecieron un concierto demoledor. Como si quisieran dar a entender que el tiempo no hubiese pasado por ellos. Como si, más que únicamente a tocar, hubiesen venido a reivindicarse y a proclamar que, pese a sus más de 30 años de trayectoria… hay grupo para rato. Para tiempo, manteniendo el cuarteto como demostró mantener aptitudes y actitud, algo que exteriorizaron los músicos espectaculares saltos mediante –incluso-, en los casos de bajista y guitarrista.
Acerca del hecho musical, diremos que, al igual que las meteorológicas dicha jornada, las previsiones se cumplieron, dando lugar el cuarteto a un aguacero metálico de poderoso aparataje eléctrico. De inusitada y precisa factura, al filo, ejecutado al milímetro todo el tiempo bajo el denominador común de una contundencia que inoculó de inmediato su razón de ser a un público que, incendiada su predisposición ya desde la candente actuación de Ketesnuko, vivió en muchos casos en primerísima persona la efervescencia propia del micro clima generado, totalmente proporcional a la temperatura del volcán: a la del escenario, más y más alta cuanto más cerca del mismo se encontraban los presentes, con independencia de los temas que sonaron De unas composiciones entre las que brillaron dos por derecho propio, Crucificados pelo sistema y Periferia.
Padres (o unos de los máximos responsables) del sonido original de grandes como Sepultura o Soziedad Alkoholika (quienes les homenajearon digna y merecidamente en 1996 versionando Periferia en su disco Diversiones) la actuación de Ratos de Porao  pasó por Zentral cual si de un tornado se tratase, pareciendo concluir tras 55 minutos de devastación. Normal, tras haberlo dado todo a toda velocidad, sin posibilidad de esconderse ningún músico tras el hacer de los restantes; con fiera voracidad. Pero no: aún faltaban los bises, en este marco, los imprescindibles movimientos de réplica tras un terremoto como el vivido, de tan elevada intensidad. Y de esta forma, de igual modo fue  disfrutada la propina, quedando flotando en el ambiente un cúmulo de muy buenas sensaciones tras el final.

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