Calentando motores y más
Concierto de Hooten Hallers
Fecha: sábado, 27 de junio.
Lugar: parque Uranga, Burlata.
Intérpretes: Hooten Hallers, trío integrado por John Randall, a las guitarras y a la
voz; Andy Rehm, a la batería y a la
voz, y Kellie Everett, al saxo.
Incidencias: concierto conmemorativo del 5º aniversario de
la Asociación Burlada Blues Bar,
organizado por la mism. Asistencia
aceptable. Hora y 30 minutos de duración.
La Asociación de Blues de Burlata no pudo
celebrar mejor su 5º aniversario que como lo hizo el pasado sábado: con la
presencia a la vera del palacete de The Hooten Hallers, grupo llamado a
calentar ánimos, motores y ambiente de cara a su cita estival con su género
musical por excelencia, el blues. Con una nueva edición del Burlada Blues Festival, a desarrollarse
a vuelta de Sanfermines –prácticamente- en ese mismo marco.
Con el arbolado del parque como inmejorable
fondo del escenario, procedentes de Columbia y de gira actualmente por el
Estado, The Hooten Hallers llamaron la atención en primer lugar por lo atípico
de su alineación; por tratarse de un trío que, en línea sobre las tablas, sin
bajista y con saxofonista, cautivó igualmente a los espectadores con la para
nada desapercibida presencia de un baterista que tocó puesto en pie, destilando
actitud a espuertas: certificando el trío, y cómo, autenticidad a la hora de descerrajar
sus composiciones: y es que eso hicieron más allá únicamente que tocarlas,
disparar canciones ahítas de blues crudo y tórrido a un mismo tiempo; ricas en
fogonazos de primigenios sonidos y en
una concepción del rock & roll que, especialmente arenosa, lució ciertos
aires punk, transformando el incomparable parque Uranga en un momentáneo y
sugerente paraje propio de los kilómetros más polvorientos de la Ruta 66.
Trasladando hasta allí el trío con su música al imaginario colectivo.
El concierto representó un guiño, una especie
de visita a los orígenes del blues, destacando la no previsibilidad de la que
hicieron gala los músicos a la hora de sacarlo adelante; poniendo de manifiesto
los citados, tal vez, no haberse separado nunca en exceso de dichos orígenes, sorprendiendo
por y con el abanico sonoro desplegado: y todo ello pese a encontrarse de fondo
un estilo tan presuntamente previsible como el protagonista de estas líneas.
¿El resultado, así las cosas? Toda una ceremonia celebrada en el nombre del
blues erigida sin corsé sonoro alguno. De ningún tipo o raigambre. Una
actuación que, por las razones expuestas, sorprendió y gustó a cuantos se
dieron cita, un público, el de Burlata, cada vez más difícil de sorprender,
hablando de lo que estamos hablando: no en vano los habitantes de la localidad
llevan desde 2007 siendo testigos del devenir de un ciclo, el Burlata Blues Festival, llegado para
quedarse, pese a que entonces pocos lo supieran. Camino de las fiestas de
mitades de agosto, una programación desde entonces esperada como agua de mayo.
El pasado sábado, cuantos acudieron a la cita, disfrutaron.
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