Orquesta
de maravillosa graduación
Concierto
de la M.O.D.A.
Fecha: jueves, 9 de
julio.
Lugar: plaza de Los Fueros, Iruñea.
Incidencias: 4ª actuación
del ciclo Plaza de los Fueros 2015. Presentación
de La primavera del invierno, 2º CD
de la formación. 1 Hora y 10 minutos de
duración. Asistencia moderada, público mayoritariamente que se mostró participativo.
En unos días como estos, en
los que ‘alcohol’ y ‘fiesta’ son términos sinónimos (la sanferminera
combinación de ambos factores obra en ciudadanía y visitantes maravillas), no podía faltar para rematar
faena la presencia de la M.O.D.A., formación procedente de Burgos que, con solo
cuatro años de vida y dos discos en su haber, se antoja ya imprescindible en
todo tornado festivo que se precie: y más si el vendaval es del calibre del de
Iruñea, de fuerza y fama mundial
Una vez concluida la sección
de fuegos artificiales, ante un público que en ningún momento rebasó el límite
marcado por el perímetro de los controles de luz y sonido; en una noche
fresquita, algo que se agradeció… a medias, la velada arrancó con la actuación
del último de los teloneros programados, Six Miles Wide, quinteto que,
reforzado a las guitarras por Iván (jovencísimo y sobresaliente guitarrista en
Impacto), ofreció media hora de genuino hardrock, convenciendo al personal con
sus canciones; con unos temas de firma propia que, haciendo gala de gancho y cautivador
veneno, delataron haber sido concebidos muy en la onda de los de bandas como
Motley Crue; ¿la pena? Que no hubiesen nacido los integrantes de Sex Miles Wide
décadas atrás. En otro tiempo. Y, a la vuelta de los años, que no hubiesen
formado el grupo en otro lugar. Por lo demás, en lo referido a técnica y maneras
esgrimidas a la hora de plasmar sus temas en directo, nada que objetar.
Camisetas blancas de
tirantes (y pañuelicos al cuello algunos de los músicos), los componentes de la
M.O.D.A. arrancaron actuación con el tema de estreno Nubes negras, título para nada premonitorio, sonado pronto Suelo gris, de ¿Quién nos va a salvar?, su primer disco grande; y así, recurriendo
a dichos trabajos (y a algún que otro tema incluido en sencillos que vieron la
luz previamente) vadearon la velada, trabajándose los burgaleses la noche canción
a canción intentando en un principio caldearla y agradar: darle fuego y agrandarla
finalmente con su música, buscando impulsar
hacia arriba, si no el mercurio, imposible tarea (los termómetros ya no
subirían de los 15 grados), sí la temperatura ambiente con su sugerente cóctel
musical, fruto de una maravillosa mezcolanza de ingredientes sonoros de
substanciosos colores y matices; de una mixtura estilística surgida de la
combinación de instrumentos como el acordeón, el banjo o la mandolina además de
otros más previsibles y esperados, aliñado todo ello por el hacer de diferentes
percusiones. Así pues, siendo esto así, a nadie extrañó que, desde el prisma
artístico, la temperatura subiese y subiese conforme se fueron sucediendo las
composiciones: los tragos largos con forma de canciones ofrecidos, de seductora
graduación, entonando en la recta final la banda totalmente a los presentes con
títulos tan esperados como los imprescindibles Nómadas o Los hijos de Johnny
Cash, rúbrica más que perfecta del clímax felizmente alcanzado. De la
consecución del objetivo final. Gustaron, en verdad.
Funky disco party
al rojo
Concierto de la
Fundación Tony Manero
Fecha:
sábado, 11 de julio.
Lugar:
Plaza del Castillo, Iruñea.
Incidencias:
6ª
actuación de las programadas en dicha plaza. Presentación del CD Superficial, último trabajo del grupo.
Hora y 40 minutos de duración. Asistencia masiva, público que disfrutó de la
velada.
La legendaria Fundación Tony
Manero desembarcó un año más en Sanfermines, haciendo suyas las ganas de fiesta
del gentío y quedando de inmediato los músicos impregnados por las mismas; poniendo en pie de
baile a los presentes incluso desde los momentos previos a los primeros
acordes: desde que, al filo de la media noche, sonase la intro pregrabada que
precedió al primer tema-sintonía de entrada, un instrumental que, de característico
regusto, fue el aperitivo perfecto para lo mejor: tal y como pronto
comprobamos, para lo que estaba por llegar.
En una nueva noche de
chaqueta (no precisamente en la cintura), sobre un escenario, con permiso de la
batería, tan despejado como repleta la plaza, los comandados por los
legendarios Miguelito
Superstar y Paquito Sex Machine dieron
inicio a su cometido, reactivar la fiesta, con un tres en uno que vino a ser el mejor reactivo de los posibles; con
tres temas que, extraídos de su último CD (Inevitable
y Lo haces tan bien –entre
ellos-), sonaron enlazados, quedando activado desde ya el mecanismo: el más que
perfecto engranaje de facturar funk ultra bailable, desenfadado y jovial, tanto
desde el prisma musical como desde el lírico: con la música aportando cuerpo
sonoro a unas letras concebidas igualmente para ello, para que únicamente fuese
preciso mover el esqueleto a su compás.
Sin posibilidad de vuelta
atrás, con el bajo ejerciendo de rotunda correa de
transmisión y la sección de vientos, colosal, disfrutando de sus momentos y
haciendo disfrutar a pleno pulmón, tan demoledora concepción de la mejor música
disco de los 70 y los 80 fue siempre de menos a más, luciendo en todo su
esplendor con temas tan esperados como Looking
for la fiesta, Supersexi girl o Sube el tocadiscos, verdaderos pesos
pesados de un repertorio que, tal y como era de esperar, hicieron bueno, y
cómo, el célebre dicho de que el “sábado en la noche se hizo para bailar”. Y todo ello ante un público que, si bien no exteriorizó sus aptitudes
para el baile en demasía ni mostró especial apetencia por cantar (ya se sabe
cómo las gastamos por aquí en lo referido a dichas materias), siguió la
actuación con interés y efusión: con más y mayor entrega en función de su
cercanía al escenario, mostrándose en todos los casos complacido y seducido por
los músicos; por los 9 componentes de una formación que reivindicando
la fiesta y la música como valores indispensables del ser humano –tal y como
acostumbran a proclamar, no dando en directo gato por liebre nunca-, salieron por la puerta grande nuevamente, encandilando en su regreso a
Iruñea al personal. ¿De modo superficial, ateniéndonos al título del CD que
vinieron a presentar? De ninguna de las maneras, imposible el juego de palabras.
De forma sensacional.
Sin alejarse del rock
& roll
Concierto de Alejo
Stivel
Fecha: lunes, 13 de julio.
Lugar: plaza del Castillo, Iruñea.
Incidencias: última cita de las programadas
en dicho espacio. Hora y ½ de duración, bises incluidos. Asistencia buena,
público de ambos sexos y de la quinta del artista, principalmente.
Sin alejarse de sí mismo, del rock & roll
y sus circunstancias con forma de canciones,
tanto propias como de artistas de su entorno artístico más inmediato. Y
sin separarse de las de Tequila en demasía, haciendo ver que la sombra de tan
legendaria marca continúa siendo… Imprescindible para él, más que únicamente
alargada: así compareció el seminal Alejo Stivel en la plaza del Castillo,
protagonizando una verbena rock –a tenor del repertorio brindado, integrado
básicamente por versiones- que satisfizo a los presentes: a un público que,
finalmente, se dio cita en interesante número.
Ante un plaza que, en lo que a limpieza hace
referencia, lució más presentable que en noches precedentes, Stivel, verdadero
icono del rock en castellano, abrió la espita al más genuino rock & roll
con Nada más, tema del grupo Mamá
incluido en su última grabación, Decíamos
ayer: el disco homenaje a un buen número de artistas de su quinta que, publicado en 2013, le sirve actualmente de
coartada para salir a la carretera.
Haciendo gala el cantante al frente de su
banda, con el reputado guitarrista Julián Kanevsky incluido en la alineación, de mantener timbre,
planta y maneras (verdaderamente importantes dichos vectores para seguir pisando
escenarios), el siguiente artista revisado fue Serrat, Hoy puede ser un gran día, recalando acto seguido el setlist en el
repertorio de Tequila, Rock and roll en
la plaza del pueblo: en la del Castillo de Iruñea –dicha noche-, enclave que
poco a poco fue caldeándose: al tiempo que el gentío fue aproximándose hasta el
escenario por la calle principal y adláteres... Y de esta guisa transcurrió la
velada, el acertado recorrido por el mapa de la memoria musical del Madrid de
la época de la denominada Transición, he aquí qué vino a ser la actuación: con
los músicos tratando de hacer del lunes otro sábado, parafraseando la conocida
canción de Paloma San Basilio. De la noche del lunes una como la de cualquier
sábado, de manos de temas como Sábado en
la noche –imprescindible, no podía faltar-, Enamorado de la moda juvenil, de los precursores Radio Futura; Qué demasiado (del cancionero del primer
Joaquín Sabina) o Qué hace una chica como
tú en un sitio como este, brindadas entre guiños a hits de la banda madre
de Stivel -incluidos o no en Decíamos
ayer- como Que el tiempo no te cambie
o Dime que me quieres, ofrecida por
partida doble: reescrita como balada (aportando el punto de necesario
romanticismo a la noche) y tal y como la conocimos, para dar de esta forma por
concluida la sesión. Pero, toda vez que faltaban temas clásicos por sonar y
que únicamente habían transcurrido 70
minutos desde el comienzo del concierto, estaba claro que tenía que haber más.
Que aquello no era el final, llegando en el tiempo extra lo mejor de la cosecha
propia de Stivel: grandes hits de Tequila como Necesito un trago, Me vuelvo
loco y Salta, recibidos como agua
de mayo por la plaza; por un público que en la presente cita, última de feria,
se dejó llevar por el viaje en el tiempo protagonizado por Alejo y sus
canciones. Correcta, sin incidencias ni turbulencia alguna la singladura. Nada
que objetar.
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