Bailable,
festivo y vacilón
Concierto
de The Buttshakers
Fecha:
sábado, 8 de agosto.
Lugar: Casa de Cultura, Burlata.
Incidencias:
4ª y última jornada de la presente edición del Burlada Blues Festival. Como teloneros
abrieron noche Lone Rhino Club. Asistencia muy buena. 2 Horas y ½
aproximadamente de música en directo
Concluyó
la IX edición del Festival que ha puesto a Burlata en boca de todos; en la ruta
internacional del blues, y, como perfecto colofón, lo hizo presentando sobre el
escenario de la Casa de Cultura a dos grandes formaciones: Lone Rhino Club y
The Buttshakers, bandas que encandilaron totalmente a los presentes; a un
público que, dándose cita en importante número, certificó el buenísimo estado
de salud de la ya veterana cita estival.
Los
encargados de abrir fuego fueron los catalanes Lone
Rhino Club, banda fundada en 1987 y que, liderada por el todoterreno Julio
Lobos a la voz, teclas, armónica y a la
turuta, creó ambientaciones de genuino colorido para abrir boca… Y más,
ya, recreando a ritmos de boogie boogie y blues & roll temas propios
(extraídos de una discografía integrada por 4 trabajos al menos), ya, de
trayectorias artísticas de grandes referentes del género. Incluso de
Georges Brassens & Paco Ibañez, encontrando acomodo en el repertorio la
versión hecha por el segundo de su La mauvaise réputation. Y, con tamaño arsenal de argumentos desplegados, Lone
Rhino Club se metieron al personal en el bolsillo,
protagonizando un concierto propio de un cabeza de cartel; y no solo por su
duración, cercana a la hora y media.
Radicados en Lyon y con vocalista de un lugar
tan sugerente para estos menesteres como St, Louis, Missouri (colosal Clara
Thompson sobre el escenario), el soul rock de esencia rhythm and bluesera de The Buttshakers pronto se hizo con
el control de la situación; desde que el engranaje entró en acción, quedando
inoculada de inmediato su infecciosa (más que únicamente contagiosa) concepción
de lo que ha de ser un concierto: un acontecimiento de corte eminentemente
bailable, festivo y vacilón. Y de este modo, por parámetros cuyas connotaciones
demostraron lindar con las más características de artistas como Tina Turner o
The Blues Brothers, sacaron adelante la actuación; derrochando una intensidad y
una pulsión perfectamente plasmadas en la actitud de la cantante (moviéndose
como un resorte todo el tiempo) y el trepidante hacer de los vientos,
protagonizando trombonista y saxofonista grandes momentos e incluso excitantes
duelos a sus respectivos instrumentos.
Consiguiendo el sexteto en su conjunto
–así las cosas- que los presentes, si no bailando abiertamente (sabido
es lo que nos cuesta soltarnos al respecto en esta tierra) sí que dieran el
visto bueno a la sesión amagando hacerlo, principalmente ellas; dando animosas
palmas –en general- o, como no podía ser de otro modo, pidiendo más, una vez
llegado el final.
Un año más, y ya
van nueve desde que en 2007, de manos del impagable hacer de Miguel Rubio,
diera comienzo la presente aventura musical, el blues en sus distintas variantes
lució cual acontecimiento social de primer orden en Burlata; coloreando los
fines de semana previos a las fiestas de la localidad. Y el año que viene, tras
el Udazkena Blues a celebrarse en
otoño, la décima edición del ciclo. Bien. Que la música no deje de sonar.
De otra manera
Concierto
de El Drogas Ryhtm & Blues Band
Fecha: viernes, 7 de
agosto.
Lugar: parque
Uranga, Burlata.
Incidencias: 3ª jornada de
la presente edición del Burlada Blues
Festival. Como teloneros abrieron noche No More Blues. Asistencia muy buena,
alrededor de 2.000 personas. Horas y 40 minutos de duración, bises incluidos.
El
Drogas y su Ryhtm & Blues Band, formato concebido por el imprescindible
músico para potenciar y saciar sus querencias más escoradas hacia el glam y el
ryhtm & blues, llenaron hasta la bandera el parque en la 3ª jornada del
Festival, protagonizando una actuación que colmó las expectativas de todos:
músicos, público y organización.
La
noche, con puntualidad inglesa, arrancó de manos de No More Blues,
multiformación que caldeó ánimos y espíritus con un pase, en esencia, erigido
sobre versiones, desplegando los músicos y dando lugar –a un tiempo- a un
colorista abanico de ritmos y sabores: swing, jazz (en lo que a las formas se
refiere: de excelsos desarrollos las interpretaciones en aras de dar
protagonismo al mayor número de músicos posible), soul & funky, rock and
blues…
Y
acto seguido, en expectante loor de multitudes; a la hora de las brujas, el
momento más esperado por todos: el de la
comparecencia de Enrique Villarreal y los suyos luciendo, haciendo lucir dicha
noche, si no totalmente nuevos, sí renovados ropajes a sus canciones.
Por
sendas sonoras marcadas por evidentes guiños al rock más carismático de los
Stones, perfectamente coloreado el lienzo por las voces de dos coristas, Selva Barón y Patricia Greham, y por la inmensidad
de Germán San Martín a los teclados, la actuación se centró principalmente en
la revisión de composiciones de los CD Alzheimer
e Y Glam de Demasiado tonto en la corteza, el triple álbum debut de El Drogas
de 2013, no faltando temas de antiguas formaciones por él lideradas como
Txarrena (Poca luz, primera en sonar,
en formato electroacústico; Así, Empujo pa´ ki, Todo lo enamora la noche) o Barricada, banda de la que apenas
sonaron tres: Solo quiero tu boca, No sé qué hacer contigo o, ya en la
recta final, Que no me silbes,
elegantemente revestidas y reconducidas todas ellas.
Así
pues, nuevos arreglos para nuevas canciones en su mayoría, he aquí qué dio de
sí la velada; una noche que presentó al legendario rockero pamplonés… En su
actual salsa, en el marco de su impenitente salsear: a ras del suelo,
únicamente separado del mismo por la altura del escenario, explorando –y
recorriendo- nuevos caminos sonoros. Y haciéndolo como ha de llevarse a cabo dicha
tarea, al tocar; así pues, ¿qué decir para terminar?
Que
El Drogas, con canciones en la mochila para dar y tomar; para tocarlas y
trastocarlas a su libre albedrío creativo, volvió a poner los puntos sobre las
íes con su música, plasmada de otra manera. Y, hay cosas que nunca cambian,
haciéndolo a su manera –paradójicamente-, luciendo especialmente reinona al frente de la troupe de músicos que le acompañó.
Llegados a este punto, ¿temas a destacar de los de Demasiado tonto en la corteza? Cordones
de mimbre, con mención especial para los trabajadores de la residencia
Landazábal, de Burlata; Sin reverencias,
con Emilio Galeano en el recuerdo; o, cómo no, Debajo de aquel árbol, del primer disco del triple, y, todo un trío
de ases (en una noche con muchos en la manga), Ya no anochece igual, Con tu
presencia o Quién puede verla del
tercero, compacto del que sonaron prácticamente todos. Incluso Otros tragos, espectacular broche final,
con Germán San Martín al acordeón y sus compañeros, Brigi Duque incluido, alrededor
suyo, dando todos ellos por concluido el concierto bajando en cadeneta, a sus
sones, a la zona del público. Un concierto… espectacular.
Amazona del folk rock
Concierto de Nat Simons
Fecha: viernes, 7 de agosto.
Lugar: recinto de la Ciudadela, Iruñea.
Integrantes: Nat Simons, a la guitarra acústica,
a la armónica y a la voz, acompañada por un banda integrada por tres músicos.
Incidencias: primer concierto del
ciclo Indie Alternativa, organizado
por el Ayuntamiento, enmarcado en la programación veraniega Ciudadelarte Verano 2015. 1 horas de duración, bises
aparte. Asistencia muy buena.
En activo desde 2013, mejor artista
estatal de 2014 para los oyentes del programa Toma 1 de Radio 3, la cantante, guitarrista y compositora Nat Simons abrió nuevo ciclo musical en la Ciudadela,
enardeciendo, enamorando con sus canciones a cuantos asistieron a la cita: a un
respetable que siguió la actuación en silencio y sin apenas moverse de sus
asientos, en un contexto como este (público de media de edad alta y evento de
carácter gratuito), inequívocas señales de aprobación.
En
una tarde de chaqueta, ante un público que, una jornada más, abarrotó el aforo;
perfectamente respaldada por guitarrista, baterista y teclista (faltó el
bajista, sonando las notas del bajo reproducidas desde los teclados), la para
muchos no muy conocida songwritter sorprendió
con un muy fino concierto. Con una actuación erigida sobre los temas de sus trabajos Home on high y de Trouble Man (EP recientemente publicado)… Y sobre los siguientes puntales, una voz dulce y
cautivadora por demás (totalmente acorde para una música como la por ella
defendida), y las leves e igualmente dulces cadencias de sus composiciones, tramadas
y trazadas por lindes sonoras con raíces en el rock sureño y el folk americano
más genuino, tintado de inherente blues & derivados todo ello. Por unos
parámetros propios del folk & roll vaquero –si se nos permite la expresión-,
sin perder nunca de vista las canciones dichos derroteros pese a la diversidad
de la que hicieron gala; sí, principalmente en lo referido a tratamiento musical
y producción artística: unos temas que, llegados a este punto, demostraron a un
tiempo ser punto de partida y de llegada. Faro y referencia, no dejando
indiferente a nadie.
Presta
a cabalgar –tal y como lo delataron sus botas de montar- a lomos de unas composiciones
que, en la tarde noche pamplonesa, brillaron cual pildoritas para paladares exquisitos,
Nat Simons deslumbró en su primera visita a Iruñea, dejando claro cual
embajadora –además de amazona del folk rock- el porqué de reconocimientos como
el citado para abrir estas líneas: haciendo ver a cuantos se acercaron a la
Ciudadela que, más que únicamente emergente, es una artista de rabiosa y
creciente actualidad. Una cantante cuya cotización ha de subir como la espuma. Estuvimos allí, que en cuestión de poco
tiempo podrán decir cuantos privilegiados fueron testigos del concierto; claro
que sí.
Pedigrí, tablas y
visceralidad
Concierto de Kike Suárez y La Desbandada
Fecha: jueves, 6 de agosto.
Lugar: terraza del Caballo Blanco, Iruñea.
Intérpretes:
Kike Suárez, a la voz, acompañado por Begoña
Larrañaga, a la acordeón, a los teclados y a los coros, Goyo, a las guitarras y
a los coros y segundas voces, Javito, al bajo, y Fernando, a la batería.
Incidencias: concierto
enmarcado en el ciclo organizado por el Mesón del Caballo Blanco. Presentación
de Sueño a la vista, nuevo CD del
artista. Más de 2 horas de duración, bises incluidos. Muy buena asistencia.
Kike Suárez, el Babas de anteriores vidas artísticas, cumplió
un nuevo año con la tradición de rendir visita a El Caballo Blanco, luciendo
cual amo y señor en su patria, el escenario; cual dueño de unos sueños con
forma de canciones… poco a poco hechos realidad. Haciéndolo mediante un concierto
que, dedicado a la memoria del inolvidable Josetxo Ezponda, derramó en generosa
abundancia pedigrí, tablas y visceralidad.
Tras protagonizar mientras
la banda tejía la intro un streep tease
de ida y vuelta que, después de desvestirse como quien no quiere la cosa, le
llevó a enfundarse el traje de faena (obrando sobre el escenario como si
estuviese en un vestuario: pura personificación de la informalidad y la naturalidad);
Kike, vestido ya para la ocasión (traje de basurero, chistera y coloristas boas
de plumas rubricando el conjunto), brindó un repertorio de tinte y sabor característicos,
luciendo de igual a igual canciones de toda su trayectoria; unos temas que,
recuperados en algunos casos de lo mejor de los repertorios de los por siempre
añorados King Putreak y The Vientre, se alternaron en feliz comandita con
cuantos sonaron de sus discos firmados como Kike Suárez, tres hasta el momento:
Carta Blanca, el recopilatorio De calle y beso (la luna me sabe a sangre)
y Sueño a la vista. Y todos ellos
encontrando acomodo de forma felizmente equilibrada: desde Ángeles, de estreno, primero en sonar (con la legendaria Begoña
Larrañaga, uno de los bastiones de la banda, aportando toque angelical a la voz
de Kike), hasta No sabemos del cielo,
último en hacerlo tras una disparatada recta final. Con Begoña, la que fuese
acompañante de Enrique Urquijo en Los Problemas, ejerciendo de perfecto
contrapunto al hacer de un Suárez histriónico –por momentos-, exagerado
(siempre) y exquisitamente explosivo a la hora de interpretar los temas. De
cantarlos y representarlos, algo que, si bien no en estado de éxtasis
exactamente, sí hizo en estados próximos al paroxismo, sacándolos adelante
actitud punk de muchos quilates a espuertas. Como en los viejos tiempos,
denotando, lo mismo que los músicos, gran soltura, frescura y seguridad. Rodaje
-en una palabra-… e ingentes dosis de provocación, algo que en los actuales
tiempos tanto echamos en falta: provocación como la que llevó a tan inigualable
frontman a ponerles los puntos sobre
las íes a quienes permanecían sentados en la terraza poniéndolos directa y
obligatoriamente en pié de baile, bajo las notas de dos temas, La Chari y Virgen de la Caradura, brindados en feliz medley antes de que la noche, ya en irrefrenable loor de
multitudes, enfilara el final con Nuestra
jerga y Cenicienta dijo basta,
una de las canciones más afortunadas de Kike. ¿Más temas a recordar? Inclasificables
todos ellos desde el prisma musical, Planeta
mentira, Clencha o Todo lo hago fatal, del legendario libro
CD B.N.C.A.; Vuela sirena, La Última vez
(brindado tras un impactante recitado
con el submundo carcelario de fondo) o Nuestra
jerga, de Carta Blanca; y Carlitos y su gitana, Cien años de soledad y Los meses de erre, de los nuevos,
canciones que dieron forma a un repertorio que, parafraseando el verso del
mítico hit Caídas, trampas y fantasmas,
dejó claro lo siguiente: que ahí dentro, en el cancionero de Kike Suárez, sigue
oliendo a vida. Imprescindible el de Hortaleza, un verano más.
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