Un gran
día nada más y nada menos
Concierto
de El Drogas
Fecha: sábado, 2 de julio.
Lugar: recinto de La Ciudadela, Iruñea.
Incidencias: concierto celebrado bajo la denominación de ‘Un día
nada más’. Entradas
agotadas, alrededor de 6.000
personas. 6 Horas y 30 minutos de duración en total.
A escasas jornadas de que, chupinazo
mediante, Iruñea estalle en blanco y rojo, El Drogas y los suyos trajeron –más
que anticiparon- la fiesta a la capital de Nafarroa, protagonizando un grandioso concierto en La Ciudadela se
mire como se mire: una actuación única, especial e irrepetible de cerca de 5
horas y media brutas de duración. Un evento llamado a celebrarse un día nada
más pero, como los grandes días llamados a quedar en la memoria de quienes los
vivieron, con su buena porción de noche incluida, alargándose la cita hasta las
2.00 de la madrugada; hasta que a modo de espectacular final, en pleno loor de
multitudes sobre y bajo el escenario, terminaron de sonar los acordes de En blanco y negro, perfecto broche a una
noche para no olvidar.
Ligero de equipaje –totalmente prescindible
el mismo a la vista de su bagaje musical-, la cosa, ya de entrada, pintó muy
bien, con El Drogas apareciendo guitarra en mano de entre los árboles en medio de
la Ciudadela, dando la bienvenida a los primeros en llegar como no podía ser de
otra manera: con el tema Sean bienvenidos.
A este le sucedieron Voy muriendo
(brindada por Villarreal al piano) y El
lobo feroz, composición que dio paso a Sofokao
y Llegan los cuervos, haciendo de
enlace este tema entre lo que estaba
aconteciendo allí y lo que iba a suceder
en el escenario instalado delante de la sala de Armas de la Ciudadela: el
concierto llamado a ser ofrecido por El
Drogas arropado por la denominada Banda de la (Des)Memoria, formación integrada
por Txus Maraví, el Flako y Brigi Duque que, en un momento dado, al tiempo que
el maestro de ceremonias la ofrecía en acústico, comenzó a tocarla en
eléctrico, haciendo que el todavía no muy numeroso público se acercara a la carrera
a la nueva localización: un público que, en algunos casos, no logró acceder en
su totalidad a la Ciudadela hasta cerca de dos horas después de iniciada la
velada, a tenor de las colas que se generaron en el exterior.
Seguro de sí mismo, ya sobre dicho
segundo escenario, El Drogas remató Llegan
los cuervos recordando que allí al
lado, cerca de dicho enclave, fueron asesinadas numerosas víctimas de las
sacas, sonando acto seguido nuevos temas de La
Tierra está sorda como Las siete de
la tarde, Es una carta o Infierno de piedra: canciones reescritas y
arregladas de otra manera respecto a como las conocimos que, envueltas en
nuevas ambientaciones, cautivaron sin remisión al público presente. Unos temas
como Por la libertad, Pétalos o Desfilan, última en sonar, de latido
imperecedero por gracia o por desgracia: según los valoramos desde el prisma
artístico o ateniéndonos al país en el que vivimos. Y a buen entendedor no
hacen falta más palabras.
TRAGOS
CON SABOR A RYHTM BLUES
Ya
sobre el mastodóntico escenario principal, Villarreal cambió de marcha y de
formato musical, pisando a fondo el acelerador arropado por la Ryhtm & Blues Band: banda concebida por él para dar rienda suelta a sus
querencias más escoradas hacia el glam y el ryhtm & blues, reforzada por
las voces de Selva y Patricia y los teclados de Germán San Martín. Así pues, por dichas sendas
sonaron de inicio temas como Ya no
anochece igual (perfecto banderín de enganche para el presente bloque), Así o Solo quiero tu boca, haciendo las delicias del gentío: lo mismo que
las canciones que fueron viendo salir a los primeros invitados, composiciones,
por citar algunas, como Con tu presencia
(brindada con Rulo), Sueños rotos
(con el violín de Ara Malikian tirándole los tejos con su impronta especial), La hora del carnaval (toda una sorpresa
su recuperación, brindada junto con Álvaro y Ovidi de Los
Zigarros), Oveja negra (con Carlos Tarque, de M-Clan), Que
no me silbes, con Luz Casal… Pero si algunas colaboraciones brillaron con
luz propia fueron las de Fito Cabrales (Nada
sin ti) y Rosendo Mercado, el artista recibido de forma más calurosa,
colaborando el incombustible rockero de Carabanchel en Empujo pa´ki y coincidiendo con Fito y Carlos Tarque en la
interpretación de Frío, todo un
homenaje al recientemente fallecido Manolo Tena. ¿Más temas a destacar? Debajo de aquel árbol, Animal caliente (junto con No sé qué hacer contigo
espectacularmente coreadas por los presentes), Todos los gatos y Otros tragos,
con la que cerca de las 0.00 horas concluyó esta parte del concierto: canciones
todas las brindadas y por brindar que, habida cuenta de su camaleónica esencia,
dejaron clara su capacidad de poder lucir trajes del corte sonoro que cada
ocasión requiera. Escorados incluso hacia el metal, como se vio en el bloque
final.
UN, DOS, TRES, ¡FUEGO!
Pero,
pese a estar siendo la noche de elevado calibre, estando El Drogas de por
medio, aún era posible una nueva vuelta de tuerca. Todavía quedaba la traca
final, quedando materializada esta por las últimas canciones llamadas a ser
descerrajadas: por unas detonaciones que sin reverencias ni miramientos, agrupadas
bajo la denominación de Los disparos del
Dr Gas, elevaron el octanaje con la complicidad de invitados como Vito, de
Sinkope (Todos mirando), Julieta
& La Chula Potra y Brik Paco, de Benation (Víctima), Carlos Escobedo, de Sôber (La silla eléctrica), Yosi, de Los Suaves (Tentando a la suerte), Kutxi Romero (Barrio conflictivo, con qué cariño recibió el público al de
Berriozar) o Gorka Urbizu, quien aportó cuerdas de acero y vocales a Bahía de Pasaia y No hay tregua, con el gentío llevando a los músicos en volandas, como
siempre fue, a la hora de cantar esta última. Llevándolos hacia un final apoteósico
marcado por Azulejo frío y En Blanco y negro, con los presentes
totalmente entregados....
En
continuo proceso de maquinación desde finales de 2011 (imaginación al poder al
servicio de la función artística y de las canciones), El Drogas se sacó con un
par todas posibles espinas con la presente actuación, toda una demostración de
acción directa. Y lo hizo protagonizando una fiesta de exaltación del rock en
todos los sentidos. Haciendo, si se nos
permite, toda una apología ¿del consumo? No, de la sobredosis –incluso-, a
tenor de la duración de este concierto. Toda una apología de su mejor versión en
estado de gran pureza: “Conmigo no se juega”. “Os vais a enterar”. “Si no
quieres taza… ¡5 tazas y media!”. Tantas
como horas de concierto, he aquí qué pareció decir el que fuese ideólogo y
fundador de Barricada, agitador por naturaleza entonces y siempre: Enrique
Villarreal, El Drogas, en constante reinvención desde que en 2011 se viera
abocado a vivir su situación límite particular. Esto pareció decir con el
presente evento, denominado ‘Un día nada más’. Un gran día, nada más y nada
menos. Nada más.
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