Heydi en clave de tigresa
Concierto de Heydi
Fecha: miércoles, 28 de marzo.
Lugar: Black Rose, Burlata
Intérpretes: Vanesa
Linares, Heydi, a la voz, acompañada por Aitor Berdiel y Salva Criado, a las guitarras y a los coros,
Mikel Bassquez, al bajo y a los coros, y Mateo
Cirer, a la batería.
Incidencias: presentación de 20 Acordes para 11 días, nuevo CD de la
banda. 1 Hora de retraso, hora y 10 minutos de duración, bises incluidos.
Asistencia discreta, público curioso que se mostró participativo.
Con casi todos los números, a
priori, de su parte; con todo prácticamente a favor -desde el prisma artístico-
para que los catalanes Heydi se hubiesen dado un baño de masas (a tenor del
espectáculo musical presenciado, un pase de esos que dejan huella), dicho baño
no llegó finalmente a producirse por la más que discreta asistencia registrada:
siendo achacable la misma tal vez a una extraordinaria conjunción de factores,
presidida por el adelanto del concierto al miércoles, en aras de, a la vista
del deseo de actuar mostrado por la banda, secundar el paro del jueves sin
cancelarlo; y si a ello le sumamos la alarmante falta de curiosidad del actual
público potencial, el hecho de que en lo que atañe a asistencia a conciertos
como este apenas haya relevo generacional o la cada vez más generalizada falta
de capacidad económica para salir de casa que a todos nos afecta… Para qué
decir más. Así pues, a este respecto, poco más que añadir: donde sí que lo
hubo, muchísimo más que comentar, fue en lo referido a la actuación y a la
actitud mostrada por los músicos: para quitarse el sombrero la misma,
comenzando por su decisión de salir de Barcelona contra viento y marea en una
semana tan difícil como esta, con el fin de actuar dicho miércoles en Burlata y
el viernes, en Donostia.
Revelándose como una excepcional
vocalista, puro sentimiento de por medio y puro corazón; perfectamente
secundada por una banda… soberbia –directamente-, demostrando los músicos su
condición de excepcionales ya tocando juntos, ya, por separado, Heydi se ganó
uno a uno al respetable repasando los temas de su tercer trabajo, su disco más
personal; un CD en el que desnuda totalmente sus sentimientos por medio del uso
de sugerentes armonías y de su aterciopelada voz, tan rica en fuerza como en
matices y colores. Por medio de un hecho musical erigido sobre una concepción
del rock & roll que se mostró rica en connotaciones glam y en otras propias del mundo del cabaret, quedando envuelto
por una sugerente aureola más que característica de dicho espectáculo músico-teatral:
algo que quedó totalmente de manifiesto con la actitud de tigresa con la que
Vanesa encaró buena parte del concierto, no dudando a la hora de abandonar el
escenario para cantar de modo tan personalizado como insinuante algunas de sus
canciones cara a cara a los presentes. Llegando a hacerlo incluso sentada en la
barra: unas composiciones que se sucedieron orbitando entre unos medios tiempos
brindados en total increscendo –en lo
que a intensidad hace referencia, con la misma perfecta y progresivamente
activada y detonada-, como Dónde estoy,
Cosas que decir, Me dejaste de lado o la desgarradora versión de El jinete, del gran José Alfredo,
facturadas denotando cercanía y proximidad y enarbolando siempre la elegancia
como principal bandera, y a caballo de la fuerza propiamente dicha del rock
& roll, como El rey de las arañas,
primera en sonar, o Tiempos mojados,
pistoletazo de salida hacia la explosiva recta final. Unos temas en su conjunto
que, consistentes y con verdadera substancia musical y emocional, de raigambre
y ejecución tal vez un tanto provocativa para una ciudad tan puritana como
esta, dieron lugar a un show que, en cierta medida, se nos antojó de espíritu
bastante próximo a los de Doctor Deseo. A una actuación que, poderosa se mire
como se mire, mereció una mejor respuesta, en verdad.
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