Con cuerpo, con volumen
Concierto de Disturbio
Fecha: jueves, 23 de febrero.
Lugar: Black Rose, Burlata.
Intérpretes: Disturbio, banda formada por Edorta, al bajo y a la voz, Iñaki y Erik, a las guitarras y a los coros, y Goiko,
a la batería
Incidencias: presentación de Daños y perjuicios, 4º CD del grupo. Hora y 20 minutos de duración,
bises incluidos; asistencia aceptable, público que disfrutó
de la velada.
Procedentes de la reserva punk-rockera de
Agurain, los alaveses Disturbio la liaron, y cómo, en Black Rose,
protagonizando lo que se entiende por un auténtico concierto de rock &
roll. Con puntuales briznas de heavy metal reivindicando de fondo, vía punteos,
la vigencia del legendario género, una descarga de punk rock de concepción
totalmente callejera y corte eminentemente guitarrero, con las hachas de seis
cuerdas realmente afiladas y aceradas. Con las notas extraídas de las mismas,
briosamente empastadas, canalizando a la perfección el torrente musical y
escupiendo a degüello rock & roll, tal y como cantaron en la última
canción, Escupe rock&roll,
precisamente. Con dichas cuerdas de
acero, tejiendo primorosamente la alfombra sonora para la voz de Edorta,
dibujando con trazo grueso una actuación con cuerpo y volumen de verdad. De
mucho cuerpo y de mucho volumen. De sonido tan voluminoso como brutal, sin
miedo, sin medias tintas ni concesión alguna de por medio: al pan, pan, y al
rock, rock, a fin de cuentas.
Ante un público integrado en buena medida por
seguidores del grupo llegados de la zona de Sakana, Disturbio brindó un
concierto erigido alrededor de temas propios de los cuatro álbumes con que
cuentan, disfrutando los músicos tanto como los asistentes… o más. Y vaya que
si los presentes, un público ganado de antemano, disfrutaron de las canciones:
de unos temas, veinte en total, cuyas maneras musicales nos llevaron a
acordarnos de Los del Rayo (formación alsasuarra que vuelve a estar de
actualidad) y, principalmente, Reincidentes, dicho esto con el fin de apuntar
referencias para los profanos, más que para alimentar comparaciones: unas
composiciones entre las que destacaron Atrako
(con la sombra del yernísimo real planeando sobre su dedicatoria) y Doctor infierno, del CD Pólvora; Dame fuego (muy en la onda de
los Barricada de No sé qué hacer contigo)
o Silban las balas, de Muy Tóxico, su tercer CD, y Napartheid suntsitu, Revolution o Alerta!!, de su última grabación.
A ritmo de enérgico y aplastante punk rock,
género con gran aceptación en la denominada llanada alavesa; portando una
antorcha igualmente exhibida por referentes de la zona como Desterrados,
Sálvate Si Puedes, Kaos Etíliko, Kaótiko o Rockaína, Disturbio cautivó a
cuantos se dieron cita en Black Rose, formación que carretera, manta y rock and
roll, mucho rock and roll a sus espaldas, está ejerciendo actualmente de vivero
de músicos -en cierta medida- de Gatillazo, a la vista de la banda en que, por
diferentes circunstancias, han terminado recalando Txiki y Ziga, quienes fueran
guitarrista y baterista suyos: el segundo de los citados, hermano de Tripi
(titular de las baquetas de los comandados por Evaristo), como sustituto de
urgencia del citado, convaleciente de un aparatoso accidente laboral. ¿Lo mejor
del concierto? La constatación de que tras muchos años de trabajo, la cosa va.
De que el grupo suena y mucho, tras años y años trabajando los músicos a
turnos: de mañana o de tarde en la bajera y de noche o madrugada sobre los
escenarios. ¿Lo peor? La poca curiosidad del público potencial de Iruñerria,
que dejó pasar la oportunidad de disfrutar de un gran grupo de punk rock: y sin
entrar a valorar la habitual ausencia de veinteañeros entre los presentes; de
la preocupante falta de relevo generacional en los conciertos, endémico mal de
la escena que constatamos noche a noche. Por lo demás, gran noche de punk-rock.
Nada que objetar.
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