Universos, atmósferas y planetas
Concierto de Lisabö
Fecha: sábado, 24 de de marzo.
Lugar: sala Movie, Aizoáin.
Intérpretes: Lisabö, banda integrada por Karlos Osinaga y Javi
Manterola, a las
guitarras y a las voces, Ionyu y
Joseba, a los bajos, y Eneko Aranzasti e Iban Zabalegi a las baterías. Como teloneros, abrieron velada Muy
Fellini.
Incidencias:
presentación de Animalia
lotsatuen putzua, nuevo
disco de la banda; 1 hora de duración, bises aparte. Asistencia
aceptable, medio aforo; público participativo.
Lisabö llenaron Movie, y cómo, con
su ruidosa belleza; con su personal mundo erigido alrededor de atronadoras
atmósferas sonoras, tan sugerentes como estruendosas las mismas, y lo hicieron
una vez que Muy Fellini, en constante estado de maquinación de curiosos virajes
musicales, habituales de todo tipo de carteles –últimamente-, hicieran lo
propio en clave de reinvención: tributando a Los Planetas.
Vistiendo con inusual intensidad,
en clave de folk rock, parte de las canciones del seminal LP Súper 8 del referencial grupo de Granada,
la pareja artística integrada por Jon y Edu, sin colaboraciones externas de
ningún tipo dicha noche; sobre un escenario marcado por la presencia de hasta
¡tres! baterías, salió totalmente airosa del trance, logrando el nihil obstat de los presentes: de un
público que siguió con interés la hora de actuación de un dúo que, en otro
orden de cosas, tuvo a bien regalar un tema inédito suyo, llamado a ser
registrado próximamente como single. Y a continuación, con la laboriosidad, la
persistencia y la tenacidad por bandera, Lisabö a escena: la constatación del
trabajo bien hecho por parte de una banda que, sigilosamente, cual hormiguita;
sin hacer mucho ruido (fuera de su hábitat natural, los escenarios) ha
conseguido hacerse incluso con la pole
position en tops como el de Rockdeluxe, publicación que ha otorgado
a su Animalia
lotsatuen putzua la distinción de
disco del año.
Al abrigo de dos sets de baterías
ligeramente ladeados, instalados a pie de suelo, el euskal rock de sangre espesa,
ejecución al filo y corte genuinamente alternativo del sexteto (teñido de
noise, postpunk y, cual si de especias sonoras se tratase, de cuantos
ingredientes estilísticos se quieran añadir) se materializó por medio de un implacable
bombardeo de vatios y decibelios, dando lugar sin barreras, lejos de limitador
acústico alguno, a un hecho musical que fue a un tiempo vehículo y objeto del
viaje en si mismo: un auténtico aquelarre, una orgía sonora tan contundente
como consistente, fuese cual fuese la canción brindada, razón por la que no
citaremos ninguna: toda vez que, incluso superponiéndose entre sí –cual si de nebulosas
de paso que llegaran y se marcharan se trataran- todas llevaron a los presentes
al paroxismo, quedando arrastrados y atrapados por el atmosférico –y
estratosférico- universo de la banda. Así pues, ¿en qué derivó la actuación? En
un catártico y espectacular ejercicio de brutalidad musical, fraguado por medio
de un derroche de energía descomunal. Sin recorte alguno en ninguno de sus
frentes sonoros, ruido, ritmo, pegada y distorsión a toda máquina: con los
bateristas extrayendo volutas de madera de sus baquetas al igual que chispas de
sus hachas los guitarristas (desconocemos cual de los dos baterías destrozó
más) y con los encargados de hacer sonar tanto las seis cuerdas de acero como
sus cuerdas vocales, cual carrileros a sangre y fuego, subiendo –la
temperatura- y haciéndolo directamente al ataque alternándose a los micros,
prestos a envolver con sus desgarradoras voces y rematar las interpretaciones
siempre. Y todo ello, en una noche en la que todo sonó por partida doble; con
la evidente y rotunda complicidad de los bajistas (uno de ello, Joseba, el de
Dut y Kuraia), traduciéndose en desquiciante furia desbocada en su conjunto:
puros huevos de gallina de baserri en unos tiempos como estos, de granjas
avícolas de cinco estrellas y guantes higienizados. Así las cosas, qué tornado.
Qué fuerza constructiva la manifestada por el mismo. Qué modo de construir
diques sonoros por el mero placer de construirlos. Qué grandes Lisabö, en
resumen. Qué bestialidad…
Como un trueno
Concierto de Los del Rayo
Fecha: jueves, 22 de marzo.
Lugar: Black Rose, Burlata
Intérpretes: Los del Rayo, formación
integrada por Juan Carlos, a la voz, Leo, a la guitarras, José, al bajo,
y Alonso, a la batería.
Incidencias: Hora y 20 minutos de
duración, bises incluidos. Asistencia discreta, público que disfrutó de la
actuación.
Los del Rayo, legendaria
formación de Alsatsu que a finales de los años ochenta y principios de los
noventa animó, y de qué modo, la escena rockera de Nafarroa (y provincias
limítrofes), subieron el jueves al escenario de Black Rose, cayendo de su mano
sobre el mismo el rayo por excelencia del rock, plasmado a la perfección en el
logotipo de AC/DC: quedando desatada sobre dicho entarimado toda una tormenta
de rock & roll. Y es que los de Sakana, sonando como un trueno,
protagonizaron un poderoso concierto, damos fe; desgranando un repertorio que
orbitó alrededor de los dos trabajos que llegaron a grabar, un EP, Por la cara, publicado en 1989, y un LP
completo, Miedo al miedo, sacado a la
luz en 1991 por GOR, representando dicho disco la primera referencia del sello
auspiciado en dicho 1991 por Marino Goñi y el primer álbum producido por El
Drogas: un trabajo, este último, que aportó la práctica totalidad de cuantas
canciones sonaron dicho día, veinte en total, destacando a idéntica altura del
nivel esgrimido por los músicos la ausencia de uno de los hits del grupo por
excelencia, Hijos de la Extremadura,
algo que sorprendió a los asistentes.
Con tres de los cuatro miembros
originales, guitarrista, bajista y baterista, presentes en la actual alineación
titular, comandados por Juan Carlos, frontman cuyo timbre demostró encajar como
un guante en el hecho musical, Los del Rayo pusieron las cartas sobre el tapete
con un torrencial tema instrumental, dando paso el mismo a sendos temas de Miedo al miedo (Castígame e Y poco más) y
de su segundo disco, Un caso perdido
y Me gusta hacer el amor: canciones
que, al igual que las veinte que sonaron en total; sin miedo y sin perder
frescura, mostraron por la cara su primigenia brutalidad –actualmente traducida
en contundencia-, luciendo con descaro. Sí, a pesar del poso ganado con los
años, muy presente en las mismas; en los temas de una banda a la que, a tenor de
sus letras, bien podríamos denominarla “los Barricada de Sakana” –si se nos
permite, pese a estar su sonido más escorado hacia el rock americano y hacia el
punk-. A tenor de lo sugerido por sus letras, concebidas a medio camino entre
el sabor genuinamente callejero y el regusto más sensual. Por unas canciones
interpretadas con arrojo (destilando harro,
puro orgullo en su conjunto), entre las que destacaron, como siempre, Niños guapos, Dejaré de estar colgado, Preso
en tus besos y, ya en los bises, La
vida es así.
De vuelta a los escenarios de
forma extraoficial desde octubre de 2010 -tras muchísimos años de parón- y, de
manera más o menos oficial, desde finales de 2011 (toda vez que si el gusanillo pica de verdad no queda otra que
volver a las andadas; al regazo de esa sarna que, puro gusto, dicen que no
pica), Los del Rayo demostraron fuerza, ganas y
actitud en esta, su briosa madurez, dejando claro que por algo han
vuelto al circo del rock & roll: a esa auténtica carrera de obstáculos y de
fondo que viene a ser entregarse en
cuerpo y alma a su veneno, lo cual puede llevar a buena parte de cuantos
rockeros parten de la línea de salida ya, a desistir momentáneamente (son
muchos los llamados y pocos los elegidos),
ya, con el paso de los años, a reengancharse a la carretera nuevamente.
A volver a la pelea. A rockeros como Los del Rayo, banda que pudo y debió haber
sido más, mucho más. Haber escrito muchas más páginas en la enciclopedia del
rock foral. Grupo que, de regreso –más que de vuelta, expresiones no
siempre sinónimas-, dejó buen sabor de
boca en el Black.
Vida tras Skalariak
Concierto de The Kluba
Fecha: jueves, 15 de marzo.
Lugar: AKE, Txantrea
Intérpretes: The Kluba, banda formada por Juantxo JSK, a la voz y a las guitarras, Vidal
Soler, a la guitarra y a los
coros, Berenguer, a la batería, Xavi Jamaica, al contrabajo, Eli P. Nicolau, al violín, y Pep Garau, a la trompeta.
Incidencias: presentación de Amor, odio y ruido, nuevo CD de la
banda; 1 hora de duración, bises aparte. Asistencia discreta, público que
disfrutó de la actuación.
The Kluba, formación de porte
ska-billy creada con la intención de fusionar el rock & roll de los años
cincuenta con el ska de los sesenta, proyecto surgido en 2009 sobre la
burbujeante capacidad creativa y las ganas de volver a los escenarios del
recordado Juantxo Skalariak, visitó
el que hasta la disolución de la citada formación fuera uno de sus escenarios
de cabecera, el de AKE, y lo hizo con un inspiradísimo CD bajo el brazo: Amor, odio y ruido, segundo de los por
él registrados desde que quedara finiquitada la banda madre.
Mostrando la cara más colorista y
ambiciosa de su concepción del ska, ante una asistencia a la que, una noche
más, sólo podemos calificar de discreta (y más estando quien estaba llamado a
actuar, el que fuera carismático frontman de Skalariak), la noche quedó
activada con el instrumental que abrió el álbum debut de The Kluba, publicado
tres años atrás, sonando acto seguido un primer tema nuevo, Mi voz: puerta de acceso del CD al que
siguieron tres de su ópera prima, African
team, Brindo (de indisimulable
sabor a country rock, puro rock & roll ranchero perfectamente dibujado por
el violín) y Entre tinieblas: estos
dos últimos, tras una primera concesión al repertorio de su anterior grupo,
representada por Oligarquía, ofrecido
con nuevos arreglos. Acto seguido el protagonismo fue para un bloque de
canciones nuevas integrado por seis de ellas, entre las que destacaron la más
que festiva ¡Qué calor!, Anti-cowboy, Colapso capital, Vámonos
o la que da título al CD, Amor, odio y
ruido, temas que dejaron claro lo siguiente: que The Kluba están aquí para
quedarse. Que la banda tiene necesariamente que despegar; hacerse con un nombre
entre el gran público, disponiendo de semejante repertorio y estando lo
rodados, preparados y fogueados que demostraron estar. Y es que dicho jueves
escuchamos auténticos temazos: a caballo entre el swing y guiños a bandas como
Stray Cats; con el latido de fondo del espíritu de The Clash y marcados por el
country y por esos aires jamaicanos tan característicos y tan presentes en el
mundo de Juantxo, unas canciones irremisiblemente condenadas a tirar del grupo
hacia arriba. ¿Más ejemplos? Borracho de
la vida (con los Mano Negra y lo que se denominó Barcelona Sound muy de
fondo; en clave skatalítika, claro está) Ska
Billy train, representando en su día los raíles llamados a sostener las
bases sonoras del convoy representado por los temas del CD debut, o Rude rockers llamando. Finalmente, la
actuación pareció terminar con un nuevo guiño a Skalariak, Despídeme, pero no fue así: todavía sonarían dos pelotazos más, Puto alcohol (de ellos, igualmente) y un
nuevo hit en potencia, Nunca vas solo.
Buscando un día, o más
–posiblemente-, tratando de encontrar días o noches divertidas en los actuales
tiempos de penumbra; trabajando la palabra cantándole a la fiesta (sin
olvidarse de pensar en la revuelta), The Kluba pasó por Iruñea cual huracán de
buenas vibraciones, y lo hizo destilando a pie de escenario sensación de
libertad y policromatismo en todos los sentidos, escribiendo así una nueva
página de su destino. De su destino rebelde ahora y siempre, de manos de sus
nuevas canciones: de concepción realmente libre desde el prisma creativo y
espíritu de corte totalmente positivo, dejando claro Juantxo por su parte que hay
vida, mucha vida, tras Skalariak. Que ahí sigue, dispuesto a hacerse oír. A
seguir haciendo ruido. ¡Feliz travesía!
Al calor del mejor hardrock
Concierto de Three Seasons
Fecha: miércoles, 14 de marzo.
Lugar: El Bafle, Iruñea.
Intérpretes: Three Seasons, trío integrado por Sartez, a la guitarra y a
la voz, Olle, al bajo, y Chrille, a la batería. Como teloneros, abrieron noche Arenna.
Incidencias: presentación de Life´s road, primer CD de la banda. Hora y 20 minutos de duración, bises aparte.
Asistencia aceptable.
Sensacional, he aquí cómo resultó la noche de rock & roll que el
miércoles, un día tan inusual para dichos menesteres, brindó el Bafle a la
ciudad: y tanto en lo referido a la actuación de los suecos Three Seasons,
banda revelación actualmente en su país, como a la de los gasteiztarras Arenna,
quienes dejaron a considerable altura el pabellón.
Con un elogiable primer disco bajo el brazo, Beats of Olarizu, transitando con insultante aplomo por las sendas
del stoner rock, los alaveses pusieron las cartas con forma de canciones sobre
la mesa con rapidez, haciendo gala de estar más que preparados para mayores
empresas; y todo ello marcando músculo tema a tema de manos de una concepción
del stoner intensa, vibrante. Marcando territorio los músicos por medio de
pasajes y nebulosas tan sugerentes como pantanosas. Arenosas. Así las cosas,
¿qué más decir de ellos? Que, demostrando no ser unos recién llegados, su
presencia fue todo un lujo, estando a la altura de los cabezas de cartel, como
pronto pudimos comprobar.
Desde que Three Seasons accedieron al entarimado, haciéndose con su
correspondiente parte de la noche de inmediato. En formato trío, el más
incontestable estando de por medio el rock & roll, los de Suecia tiñeron
desde el principio de hardrock genuino la velada, comenzando con un
instrumental de más que elaborado, genuino y característico sabor; facturado a
la antigua usanza, viniendo a ser uno de esos temas que, a la vista de su
esencia y de la urgencia de los tiempos que corren, en los conciertos de las
actuales formaciones del género apenas se dejan escuchar. Y de esta guisa
transcurrió la actuación, entre composiciones presididas por diferentes
ambientes (eso sí, psicodelia o rhythm´n´ blues de por medio, pintados siempre
en clave hardrockera, algo a lo que también contribuyó decisivamente el timbre
del vocalista), de interesantes desarrollos y de corte musical inequívocamente
setentero. Entre unas canciones que, cómo no, nos trajeron a la memoria por
momentos grandes momentos de grandes como Deep Purple, Led Zeppelin, Jimi Hendrix, The Doors, Black
Sabbath o Gov’t Mule. Unas composiciones, tal y como hemos sugerido líneas más
arriba, más propias de otras épocas que de la presente; de tiempos pasados para
el hard -a todas luces mejores- en los que, por ejemplo, a la hora de componer
canciones, lo más importante no era controlar su minutaje. En los que lo que primaba
era el dar rienda suelta a la creatividad, independientemente de valorar si
alguien pincharía o no en las emisoras de radio la canción. Unas canciones las
de Three Season que, además de la sensación de estar viajando en el tiempo, nos
dejaron la de encontrarnos ante algo grande.
Que una noche cualquiera de
marzo, víspera de día laborable –por más señas-, una banda como Three Seasons
visitara Iruñea debería ser noticia; y no sólo a toro pasado: he aquí la razón
por la que nos resistimos a dejar pasar de largo su concierto, ocasión más que perfecta para tomarle el pulso a la
siempre interesante escena nórdica y de cuya afluencia de público no nos vamos
a quejar, a tenor del interesante grupo de rockeros de espíritu que hicieron
acto de presencia. Unos asistentes que respondieron con fluidez a las
inequívocas señales enviadas por los músicos, inmediatamente convertidas en
lazos de complicidad: de cercanía con una banda que, vayamos terminando, carne
de festivales como Azkena Rock, dejó la siguiente impresión en el ambiente:
cosa de la juventud de sus miembros, que todavía tiene por delante kilómetros y
kilómetros por recorrer y, si nada se tuerce, discos y discos por grabar.
Volverán.
Irradiando rock´ n´roll
Concierto de Radioplebe
Fecha: sábado, 10 de marzo.
Lugar: AKE, Iruñea.
Intérpretes: Jorge Pus, a la voz y a las guitarras, Iñigo CPU BREACKER, al saxo, a los coros y a
los teclados, Gaizka, al bajo, e Iñaki, a la batería.
Incidencias: presentación de Estrellados del rock, nuevo CD de la banda. 40 minutos de duración,
bises aparte. Asistencia discreta.
De lo más escorados hacia el rock´ n´ roll en lo que al aspecto musical
respecta, claramente influidos por el
punk en lo relativo a las letras de las canciones; por el influjo del
punk más clarividente e irónico escrito en castellano, Radioplebe puso volumen
en AKE a sus nuevas composiciones el último fin de semana; ¿el motivo? La
presentación en sociedad de las mismas, unos temas que suenan como tiros tanto
en directo como en disco: como enérgicos e incendiaros disparos llamados, tras
llevar a moverse y a reflexionar a sus oyentes, a alojarse en sus cerebros,
algo que al menos en lo que atañe al encargado de redactar estas líneas, sucedió.
¿La pena? Continuando con la metáfora de la que nos vamos a servir para
redactarlas, la discreta presencia de radioyentes sintonizando con las nuevas
o, en algunos casos, regrabadas
canciones de la banda. Pese a tratarse de un sábado y de no haber muchos más
espectáculos de este tipo en la ciudad, que el local no registrara una mejor
afluencia a propósito de esta, la
primera plasmación en vivo de Estrellados del rock.
Ciñéndose exclusivamente a la
presentación del CD propiamente dicha, la velada arrancó con No hay mus, tema dominado por la
presencia de unos teclados que, realmente rocanroleros, muy en su sitio durante
toda la actuación, llegaron a recordarnos por momentos incluso a los de grandes
del rock ibérico como Sex Museum. Sí, luciendo a idéntica altura que las
guitarras –incluso-, en lo referente a protagonismo y calidad. Siguiendo el
guión preestablecido en el CD, los comandados por Jorge, presencia al frente de
los suyos, talento y actitud, encararon acto seguido Pater Penis, tema que discurrió por lindes sonoras más funkies y
que precedió al que da título al trabajo: de intención más que irónica su
letra, con las denominadas estrellas del rock de fondo que, como ya cantaran
los Tijuana en 1985, no lo son. Y así, de esta guisa fue repasado el disco,
brillando con luz propia temas como Tanto
bío bío tanto (cantado en el compacto por el seminal Evaristo Páramos), La cuna de la civilización y De género degenerado, antes de que
llegara la noche a su final de manos de otros dos, al igual que el penúltimo de
los citados, recuperados de una anterior grabación: el vitamínico y festivo Virgencita de la Papa y Emitiendo, declaración de principios que
ahí continúa, siendo uno de los banderines de enganche de la banda. Antes,
contémoslo todo, de que concluyera la actuación con una propina que, como si se
buscara apuntalar la vertiente más punk de la banda, incluyó incluso una
sorprendente versión de un tema de RIP.
Emitiendo a contracorriente, como
siempre, Radioplebe demostró ser una realidad musical de nuestros días, más que
una promesa del rock, tal y como, de manera tal vez sardónica, presentó Jorge a
los suyos a propósito de Estrellados del
rock; una formación, Radioplebe, que de manos del rock por ellos defendido,
aunque sea despacio, tiene que hacerse con su espacio. Con su hueco, y más que
en el dial, sobre los escenarios. Ampliar su radio de acción, algo realmente
necesario en unos tiempos como estos, en los que tanto se utiliza el nombre del
rock en vano: de becerros de oro por doquier, flagrante carencia de
autenticidad en tantos casos… Y de tanto rock de radiofórmula, por denominarlo
de forma diplomática. Así pues, a tenor de lo visto, esto esperamos de
Radioplebe. Rock´ n´ roll, sencillamente. Del pueblo y para el pueblo, tan
fácil y tan difícil. Sólo eso, rock´ n´ roll, y ello encontramos. Bien, dicho
sábado.
Podium para tres
Rock a tres bandas,
actuaciones de Tako, La Fuga y Los Suaves
Fecha: viernes, 9 de marzo.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Incidencias: más de cuatro horas y media de música en
directo; muy buena asistencia. Público de ambos sexos y de edades
preferentemente maduras que disfrutó de la velada, mostrándose más o menos
participativo en función de cada actuación.
Tres en uno, qué mejor solución para que no
resulte tan duro aflojar los bolsillos en los tiempos que corren; tres grupos,
tres, retomando la gira que, en aras de sumar e intentar capear lo mejor
posible la actual coyuntura económica, emprendieran en octubre de 2011: y tres
cajones en el podium para ellos, he aquí qué deparó la presente noche.
Por riguroso orden de aparición, el tercer lugar
de dicho podium fue para los legendarios Tako, avanzadilla del presente
triunvirato; escudándose en un rock vigorosamente nutrido de substancia musical
y de energía, Tako aprovecharon la cita para reivindicarse e intentar ampliar
su círculo de seguidores; para dejarse ver -y notar- en un cartel cuya cabecera
demostró tener dueños de antemano, a tenor de la actitud detonada por los
presentes: Los Suaves, formación cuya presencia volvió a poner de manifiesto
algo de sobra conocido, que su casa sigue siendo el rock & roll.
Destilando ganas en busca de reivindicar y
reafirmar sus raíces más guitarreras, estando las guitarras como están, mucho
más presentes en esta nueva etapa de la banda, La Fuga pusieron todo el corazón
sobre el escenario, brindando un repertorio que alternó temas de sus dos
diferenciadas eras; hits como Buscando en
la basura (negociando gasolina) o Majareta,
con los que empezaron, con canciones extraídas del primer CD registrado con el
navarro Pedro Fernández al frente, como Cicatrices,
Sola o Ganas; ¿lo mejor? El hecho de volver a comprobar que su actual
directo huele y sabe a rock; a rock & roll guitarrero sin trampa ni cartón,
en la línea del facturado en los noventa por bandas como Platero y Tú: hueco,
por cierto, todavía libre, el dejado por la otrora formación de Fito y Uoho; el hecho de que Alfredo Piedrafita
subiera a participar en Arde el viernes,
a tenor de cómo fue recibido por la sala; ¿la pena? Que, salvo las primeras
filas, la mayor parte del público demostró estar esperando como agua de mayo la
actuación de Yosi y los suyos: y más tras la cancelación de su concierto un año
atrás por estas fechas; bueno, y el sonido, que le jugó una mala pasada a la
Fuga, antojándosenos el volumen un tanto bajo. Camino del final, tras regalarse
todo un baño de masas, los afincados en Reinosa dieron la sensación de terminar
con su excelsa versión del Heroína de Los Calis, pero no; aún
faltaban los bises, rematados, cómo no, con la referencial P´aquí p´allá.
Finalmente, ante un público enfervorizado;
comandados por el hombre que de ninguna manera podrá dejar el rock (declaración
con forma de canción que Yosi minutos después proclamó), sobre las 0.00 horas
comparecieron los de Ourense, comenzando la fiesta del rock con el esperado No puedo dejar el rock, tema que, a
manera de rúbrica general de la sesión, dejó claro lo siguiente: que a pesar
del tiempo transcurrido desde que cerrara el paraíso (cualquier tipo de ellos
en estos días de oscuridad y pesimismo, ya reales o artificiales), siempre nos
quedará la música en directo. El rock de verdad, recordándonos que es posible la evasión: como
el cantado por patriarcas como Yosi, poblada cabellera y pobladas barbas
blancas, chaqueta de cuero y eterna y sempiterna sudadera con el logotipo de su
banda: ¡Qué vacilón se mostró durante buena parte de la velada! El rock
desgarrado y desgarrador plasmado en hits como Palabras para Julia, Ese día
piensa en mí (tal vez el epitafio musicado del carismático vocalista), Dolores se llamaba Lola o, encarando los
bises, acompañado al micro por ese alumno aventajado suyo que es Kutxi Romero, Mi casa…: unos temas que, todos cuantos
sonaron, escritos –y vividos- a sangre y fuego, así fueron vividos por la sala,
catapultando al grupo a lo más alto del podium. Sin dejar indiferente a nadie,
muy grandes los gallegos una vez más.
Caluroso diciembre
Concierto de Leiva
Fecha: sábado, 3 de
marzo.
Lugar: sala Tótem,
Atarrabia.
Intérpretes:
Leiva,
a la voz y a las guitarras, acompañado en directo por Juancho, a los coros y a
las guitarras, Manuel Mejía, al bajo, César Pop, a
los coros, al Hammond, a la acordeón y a la guitarra acústica, Luismi Huracán Ambulante, a la percusión, Tuli, al saxo, Alvarito, a la trompeta,
y Roberto, a la batería. Como teloneros comparecieron Almas Mudas.
Incidencias:
presentación
de Diciembre, primer CD en solitario
del artista. Hora y ½ de duración. Varios centenares de personas, público que
se mostró participativo.
Calor, he aquí qué vivimos
el primer sábado de marzo en Tótem de manos de la llegada de Diciembre; de Diciembre… con mayúscula: A una con la irrupción de Leiva y su trouppe de músicos con motivo de la
presentación en sociedad de Diciembre,
álbum debut en solitario del citado, uno de los artífices, compositores y
cabezas pensantes de Pereza; polifacético, inquieto y versátil
multiinstrumentista que compareció rodeado por siete excepcionales músicos. Por
un plantel que, de auténtico lujo, dejó entrever a los presentes, desde el
minuto uno, la magnitud de su actual apuesta musical, grandiosa a priori y sin
reparar en medios artísticos la misma, para los tiempos que corren. Una
apuesta, a tenor de lo visto, totalmente a la altura de la valía de las
canciones.
Tras arrancar la velada con
el descarado y solvente hacer de los zaragozanos Almas Mudas, la noche, la
segunda de Leiva y los suyos defendiendo estas canciones, comenzó a lucir en
todo su esplendor pasadas las 23.30 horas, momento en el que estalló de manos
de Nunca nadie: hit en potencia de Diciembre que dio paso a otro tema
nuevo, Penaltis, antes de que el
grupo hiciera una primera concesión al repertorio de Pereza brindando el
célebre Animales: una banda, en otro
orden de cosas, integrada por los músicos habituales de las giras de Leiva y
Rubén y reforzada para la ocasión por Juancho, de Sidecars, y por un
trompetista adicional; por un músico, Alvarito, que formando tándem con Tuli, plasmó a la perfección uno de los
hechos diferenciales del repertorio de Leiva respecto al de Pereza: el toque
soul que puso la rúbrica al hecho verdaderamente reseñable, el corte más
rockero de las canciones. El porte verdaderamente rocanrolero de cuantas, con
la marca de la casa por bandera, arregladas sin cortapisa alguna, sonaron en
directo, haciéndolo por lindes marcadamente setenteras y stonianas, en buena parte de los casos. ¿Más temas por unas u otras
razones dignos de ser destacados? Supervivientes,
Sudando la tristeza (trayendo el momento de sabor acústico de la sesión) o Vis a vis, el gran tema escrito por KikeBabas -por nombrar algunas de las nuevas-, y las versiones ofrecidas: Como lo tienes tú y Súper hermanas, de Pereza; El
caso de la rubia platino, de Joaquín Sabina (autor por quien Leiva
exteriorizó su admiración) y Ya no tengo
problemas, de Sidecars, último tema en sonar –en apariencia- bajo cuyo
desarrollo, tan desenfadado como extenso, incluso en clave de fiesta funkie,
fueron presentados los músicos. Pero, como denotó la entrega de la sala, la
cosa no podía terminar aún, por lo que todavía sonaron tres temas más: EmE, el esperado single del disco nuevo,
y dos de Pereza: el segundo de ellos, Lady
Madrid.
Fuera del techo protector de
la banda madre por primera vez en muchos años, Leiva, de manos de esta, su
sorprendente extensión artística, hizo bueno aquello de que restar, en
ocasiones, puede ser sumar. Sinónimo de dar nuevos pasos hacia adelante. Que de
la aparente división, de caminos -en este caso- y momentánea, también puede
surgir la multiplicación. De posibilidades, claro está. Y lo hizo
protagonizando una actuación de genuino regusto rockero que cautivó a los
presentes: a un público al que, ganado en casi todos los casos de antemano (si
se quiere), damos fe, convenció.
Embrutessíos.
Enduressíos
Concierto de O´ funk´ illo
Fecha: viernes, 2 de marzo.
Lugar: Sala Totem, Atarrabia.
Intérpretes: O´funk´illo, banda integrada por Andreas Lutz
a la voz, Pepe Bao al bajo, Rafa Kas, a las guitarras y a los coros, Moi, a los
teclados, y Chacho, a la batería.
Incidencias: presentación de Sesión Golfa, último CD de la banda. 2 Horas de duración.
Asistencia discreta; público que se mostró muy participativo.
O´funk´illo, el huracán de funky andaluz
embrutessío por
excelencia, se dejó sentir en Tótem dos años después de su última
visita, y lo hizo presentando dos importantes novedades: un nuevo guitarrista,
Rafa Kas, en sustitución del miembro fundador Javi Marssiano, y Sesión golfa, CD publicado en mayo de
2011 y prueba de que su regreso a las tablas no fue únicamente consecuencia de
querer dar una última vuelta al ruedo; de tratar de recoger los últimos
aplausos de su público, sino también de tener nuevas cosas que decir.
Luciendo actualmente en directo
un formato más reducido; prescindiendo de vientos y coristas, mostrando una
alineación más básica que la presentada en sus últimas visitas (resultando el hecho musical final realmente
rockero y, además de embrutessío,
sempiterna seña de identidad de la casa, ciertamente enduressío), la fiesta se materializó
desde el principio de manos de temas ya legendarios, como Riñones al Jerez, Groove
o Dinero en los bolsillos, ya, de
estreno, como Hasta las cejas, primer
single del disco nuevo: temas que en cualquier caso, con bajista y baterista
marcando a fuego los raíles llamados a sostenerlos, en todo momento hicieron
gala de un potencial sonoro a prueba de bombas –directamente-; de disponer de
mimbres más que suficientes para que los músicos, a su libre albedrío, abrieran
fuego abiertamente desde sus diferentes frentes… con un único objetivo: que el
público lo pasara lo mejor posible, más allá únicamente de sacar adelante la
canción. O dos, si se quiere: divertirse ellos en primer lugar en aras de la
consecución de dicho fin, agradar a los demás. Y a decir verdad vaya que si el
quinteto logró todo ello, divertirse y divertir –tanto monta monta tanto-,
poniendo en ultra festivo pie de baile a los presentes con temas de distintas
edades, como A´Jierro, A shuparla o Revolución urbana, por citar otro de los más recientes: de corte
claramente visionario el mismo a tenor de lo que estalló poco después de ser
grabado, el 15-M. Con unas composiciones
que, en cualquier caso, pese a mostrar en directo importantes y novedosos
desarrollos instrumentales, en ningún momento lucieron michelín alguno ni
dieron sensación de pesadez, no atragantándoseles al público, el cual,
integrado por irreductibles incondicionales, cantado y botando, espoleando y
siendo espoleado por la banda, se sintió trasladado incluso a otra dimensión en
un momento dado, vía un espectacular instrumental brindado por baterista y
teclista. A otro mundo. Al mismísimo epicentro del planeta Aseituna, girando los presentes desde entonces hasta el final de la
noche de forma definitiva a su alrededor.
En torno a un hecho musical
facturado por una banda que demostró capacidad más que sobrada de reinventarse;
de haber sabido darle una explosiva vuelta de tuerca a su directo,
transformándolo en algo más que difícil de intentar clonar. Agarrándonos a esto
último, no estar dispuesta la formación a ponérselo fácil al grupo llamado más
temprano que tarde a ser su extensión natural en estos tiempos: su
grupo-tributo llamado a versionearles. Y es que, visto lo visto, a día de hoy, ¿quién sería el osado de
intentar emular a Pepe Bao y los suyos? A un maestro que, principalmente, en
los bises, volvió a mostrarse intratable a la hora de hacer sonar su
instrumento. Inconmensurable, combinando metalizados aires de bulería, alegrías
y fandangos –por ejemplo-, antes de rematar faena junto a sus compañeros
llevando al éxtasis a los presentes con una salvaje versión de Pata Palo, por las sendas del funk-core
más voraz. De su más embrutessía y enduressía concepción: como todo, dicha
noche.
Puro salvajismo
sonoro
Discordance Fest,
actuaciones de Allowance, Dawn of the Maya, Crisix y The Eyes.
Fecha: sábado, 25 de febrero.
Lugar: sala Movie, Aizoáin.
Incidencias: actuaciones de ½ hora de duración (en el caso de las dos
primeras bandas) y de ¾ de hora; asistencia discreta. Público joven que se
mostró entregado.
Los metalheads
de Iruñea y comarca tenían una importante cita, al menos sobre el pepel, con
los sonidos más duros el último sábado de mes, encuentro al que acudieron en
número… ¿discreto? Escaso, creemos (eufemismos aparte), viendo cuántas personas
asistieron a Movie. El centenar de aficionados, no más, que siguió las
actuaciones de Crisix y The Eyes, únicas que presenciamos: un público que se
atrincheró en el espacio más próximo al escenario, quedando delimitada la parte
de abajo de la sala por medio de un telón promocional de la actual gira de The
Eyes, cabezas a priori de cartel.
Indiscutibles cabezas en principio los
citados… A tenor de la descarga ofrecida por Crisix, intratable y jovencísima
escuadra que, con flamante álbum debut recién parido, The menace, y con una más que exitosa maqueta en la recámara, Demonsthrashion (no en vano han estado
tres años girando con la misma, llegando a actuar en dos ocasiones en el
prestigioso Wacken Open Air), puso de
manera brutal los puntos sobre las íes, dejando listón –y sonómetro, en caso de
que lo hubiera habido- a gran altura, de cara a la siguiente actuación: cosa
del hecho musical ofrecido, presidido por la velocidad del hardcore y por frenéticos punteos, teñidos de
característico regusto a speed metal. Consecuencia directa todo ello del
enervante thrashcore por ellos facturado, poderoso torrente de ritmos y
decibelios que, desbordándose, anegando la ribera frontal del escenario, motivó
enérgicos pogos e intentos de moshing
adelante, dejando el ambiente hirviendo de cara a la comparecencia de The Eyes:
banda que, a decir verdad, lo tuvo fácil a la hora de encarar su cometido,
rubricar de la forma más demoledora posible la velada, algo que, apoyándose en
los temas de Hold your axes, rip their
guns, su tercer y nuevo CD, hicieron sin problemas.
De manera tan rotunda como grandiosa, sí: de
ese modo sacaron adelante su pase, desde un entarimado que presentó en su parte
delantera dos pequeñas plataformas, llamadas a ser utilizadas por los
guitarristas en aras de dotar de una mayor vistosidad al hecho de blandir y
hacer sonar sus hachas, incandescentes en todo momento las mismas a la vista de
su actitud. Bueno, del arrojo de la banda en general. De un grupo que, en
perfecto estado de forma física y artística, se comportó en directo como si le
fuese la vida en ello. Así, yéndoles como a músicos como estos, en cierto modo,
podemos decir que les va: no en vano día a día y noche a noche se la dejan en locales
de ensayo, carreteras y escenarios, siendo en muchos casos su recompensa, el
premio tras horas y horas de kilómetros y de trabajo no remunerado, conciertos
catárticos como este: razón por la que no dejaron de incitar a los presentes a
moverse como ellos. De manera igualmente desenfrenada, con idéntico frenesí,
algo que al compás de las sacudidas sísmicas sonoras por ellos desatadas
tuvieron a bien hacer, protagonizando las correspondientes y esperadas réplicas a modo de respuesta.
Con sendos discos recientemente publicados
por Kaiowas Records como contundente tarjeta de visita, una semana después de
que lo hicieran Vita Imana, compañeros de escudería discográfica, Crisix
y The Eyes recalaron en Iruñerria, demostrando ser representantes punteros de
una generación de bandas metálicas que, explosiva, únicamente a la espera de
detonador, tienen necesariamente que explotar. Estar llamada alguna de ellas,
además de a salpicar la escena con su deflagración, a sacudir y despertar a los
aficionados a este tipo de sonidos, toda vez que nos resistimos a creer que,
actualmente, en Iruñerria, no haya más. Un mayor número de seguidores
dispuestos a sacudir las cabezas y darlo todo en conciertos como este. Como el
del sábado 25, aquí al lado. Puro salvajismo sonoro. Brutal.
CRISIX, LA REVELACIÓN!!
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