25 años de pura vida… y una reflexión
Concierto de Sepultura
Fecha: lunes, 5 de abril.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Integrantes: Sepultura, banda formada por Derrik Green, a las voces y a la percusión, Andreas Kisser, a las guitarras y a las voces, Paulo Pinto, al bajo, y Jean Dolabella, a la batería. Como teloneros, comparecieron Armed for Apocalypse, Hamlet y Crowbar.
Incidencias: concierto de presentación de A-Lex, último CD de Sepultura, celebrado en el marco de un festival itinerante. Éstos actuaron durante hora y ½, bis incluido. Buenísima asistencia. Público participativo.
Procedente de Francia, la presente gira comandada por Sepultura protagonizó el lunes de Pascua el pistoletazo de salida en lo que recorrer el Estado se refiere, traduciéndose dicho arranque en todo un acontecimiento.
La velada, de claro espíritu festivalero, arrancó bajo el apocalíptico buen hacer de Armed for Apocalypse, quienes con su sludge metal o sludgecore (surgido de mezclar doom metal y hardcore punk), dejaron buen sabor de boca tras la media hora de que dispusieron, resultando la mejor banda de las tres teloneras en liza; la que mejor sonó para no haber podido probar sonido tan siquiera: algo que, fuera de toda duda, afectó principalmente al pase de Hamlet, de escasos 35 minutos de duración… Y para olvidar. Y es que, todo un regalo en un principio para ellos y su gente la posibilidad de girar con Sepultura, el mismo se mostró claramente envenenado, dejando a la banda al pie de los caballos. Sí, pese a la fuerza y actitud con la que intentaron defender sus temas, extraídos de La puta y el diablo y Revolución 12111. Y esto, lo visto, a pesar de que sepamos cómo funcionan estas giras, nos dio que pensar; pese a que sepamos que los teloneros casi siempre se ven obligados a tocar sin probar. Y es que, ¿quién es el pagano de ello, los grupos afectados? No, aunque pueda parecerlo; no, toda vez que saben lo que hay, tendiendo además, para más inri, a repetir dichos esquemas (por decirlo de forma suave) cuando ellos son cabezas de cartel; ¿quiénes, entonces? Los asistentes, quienes pagan entradas para ver a unas cuántas bandas… Se supone que, si no en idénticas condiciones técnicas (algo realmente imposible, pues en el metal, por muy rupturista que parezca el género, como en todo en la vida, también hay clases) sí, al menos, en condiciones dignas: ¿quiénes? Los seguidores de Hamlet el lunes 5, muchos de los cuales no dieron crédito a lo visto. Así pues, por ello hemos tratado de explicar lo ocurrido. Por ellos. Por una cuestión de respeto hacia ese público. Y finalmente, tras los veteranos Crowbar, quienes no convencieron a casi nadie con sus metálicos zarpazos, bastante oscuros y difusos y de extrema lentitud (siendo punto y aparte los recurrentes e interminables speeches en inglés de su frontman), tras el último de los peones, Sepultura a escena, los verdaderos amos del tablero. Con Derrik conduciendo la nave a la perfección, bajo espectaculares juegos de luces y un sonido, ahora sí, perfecto, damos fe de que los músicos que actualmente defienden la camiseta de Sepultura acertaron a deleitar a los presentes con su repertorio, ¿calentando motores? No, poniéndolos al rojo directamente desde el principio ora con temas nuevos, los menos dicha noche, ora con viejos; y, dentro de este bloque, ya con algunos como Sepulnation, grabados por el citado vocalista (quien en 1998 sustituyera al histórico Max Cavalera), ya con míticos e imprescindibles como Arise (segundo en sonar), Refuse/ Resist, Attittude, Troops of doom, Slave new World, Territory (de los más grandes de su discografía), Innerself (cómo marcaron bíceps con éste; pero de culturista –queremos decir-) o, en los bises, con el mítico y señero donde los haya Roots Bloody Roots, musicada bandera del poderoso hecho musical de Sepultura, de más que tribales y selváticas connotaciones. De una banda que, fundamental para entender los derroteros del metal desde los 80, pletórica, se encuentra actualmente celebrando sus 25 primeros años de vida: de pura y esplendorosa vida, como el pasado lunes, reflexiones aparte (aunque necesarias), se encargaron de demostrar.
Concierto Homenaje al Jujano
Fecha: jueves, 8 de abril.
Lugar: AKE, Txantrea.
Incidencias: Hora y ¼ de duración, lleno todo el tiempo. Público preferentemente cuarentón que revivió los temas ofrecidos, premiándolos con sentidos aplausos. Como broche final, incluidos también en el homenaje, comparecieron Los Parachutes.
En homenaje a Eduardo Saldise, castañero de día en la plaza de San Francisco –entre otras formas de buscarse la vida- y entre finales de los 80 y buena parte de los 90, rockero de noche al frente de bandas como Mal Temple, Los Jujanos o Los Mierdosos, en tributo y recuerdo de su memoria, un grupo de compañeros de acordes y fatigas organizó el pasado jueves este acto, evento al que, toda vez que también conocimos al Jujano, tuvimos a bien asistir.
La banda montada para la ocasión, integrada por legendarios de la escena musical local como Aouita, ex componente de Mala Fama –entre una interminable lista de grupos-, al bajo, Josean y Montxo, a las guitarras, y Rubén, a la batería (históricos éstos de formaciones como Tijuana in Blue en distintas épocas, Escarabajos o Kojon Prieto y Los Huajolotes -entre otras-), ofreció temas de las tres bandas con las que Eduardo compartió noches de fiesta, escenarios e ilusiones, contándose además para la llegada a buen puerto de la velada con varios vocalistas: Piluca (ex Mal Temple, Los Huajolotes y, posteriormente, en bandas como las de Amparanoia o Tonino Carotone, alternándose el micrófono la citada con Montxo durante buena parte de la noche), Jabiero Etxeberria (ex Mala Fama, Skalariak y en Vendetta a día de hoy, encargado de abrir fuego con el histórico hit Los Abuelos), Trijenio (ex La Lengua de Trapo, actualmente en Txarrena y mierdoso ocasional, con perdón, entre muchísimos más grupos, encargado de cantar, junto con Alberto, la inolvidable El Club de la Neuronas Muertas), Mikel, perteneciente a Los Jujanos, quien cantó varios temas en la recta final, entre ellos el himno Somos Los Peores, o el ya nombrado Alberto, actual frontman de Aitona Demonds. ¿Otros temas a destacar? El inmenso blues ofrecido por la torrencial Piluca, perfectamente secundada por Fermín (otrora El Hombre Invisible en Los Huajolotes), a la trompeta, y los míticos y desvergonzados Arango y Vamos todos a Mendillorri cantados por Jabiero, de Mal Temple ambos hits: célebre y ácida versión éste último del Lets spend the night together, de los Rolling, dedicado en los 90 al citado barrio, por entonces en construcción. El equivalente al Bustintxuri de nuestros días. Los temas, muy marcados por la influencia de los Stones, supuraron a borbotones rock & roll convenientemente condimentado con marcados síntomas de funk y rhythm´n blues; rock infeccioso jujano… en estado bruto –si se nos permite-, caracterizado por unas letras que, ricas en buenas vibraciones, de lo más irreverentes y mordaces, nos trasladaron por momentos a los 90. A la Calderería del Terminal y el 10 o a la Navarrería del Zuriza; ¿irónicas, las mismas? No, ácidas siempre, como el humor del TMEO, otro de los referentes de la época. Ricas en humor ácido, surrealista y corrosivo. Finalmente, tras el concierto homenaje propiamente dicho, tras una actuación en la que, a la vista de su evidente componente emocional, lo que realmente puntuó fue la presencia de compañeros y amigos de Eduardo a ambas alturas del escenario, tomaron el relevo y la alternativa los debutantes Parachutes, cuarteto que quiso sumarse a la presente ceremonia ofreciendo dos temas de Los Mierdosos, entre otras interpretaciones; estar igualmente presente en este tributo a uno de los suyos. De los nuestros. Del rock: de ese rock & roll callejero de rompe y corte de mangas –más que rasga-… y escasas pretensiones, más allá de servir de válvula de escape; allá donde esté el Jujano, si se enteró, inmensa sonrisa en ristre, seguro que disfrutó.
Fitoterapia para todos
Concierto de Fito & Fitipaldis
Fecha: viernes, 16 de abril.
Lugar: Campo de fútbol de Burlada.
Intérpretes: Fito & Fitipaldis, banda integrada por Fito Cabrales, a la guitarra y a la voz, Carlos Raya, a las guitarras, Alejandro Boli Climent, al bajo, Javi Alzola, al saxo y a las percusiones, Joserra Senperena, a los teclados y al acordeón, y Daniel Griffin, a las baterías. Como telonero, abrió noche La Cabra Mecánica.Incidencias: concierto de presentación de Antes de que cuente diez, nuevo CD de Fito & Fitipaldis. 2 Horas y ½ de duración. Buenísima asistencia, alrededor de de 8500 personas que, de todo tipo y condición, participaron y disfrutaron de la velada.
Para ellos, para ellas; para niños y jóvenes, adultos y mayores. Para hijos, padres y madres, ya en feliz comandita (en caso de ser menores los primeros, cuántos ejemplos de ello vimos el viernes), ya por separado. Para parejas de cualquier edad y estado, casados o solteros. Para separadas y separados. Para gentes de cualquier condición e idéntica sed de emociones musicales… amantes del rock & roll en general, sin más artificios: para todos, así demostró ser una vez más el reclamo de Fito & Fitipaldis. Su hecho musical. Los efectos del mismo: las sesiones de Fitoterapia que, como la presente, están brindando actualmente los citados a lo largo y ancho del Estado, las cuales, una vez más, están triunfando allí por donde van. Y, como el refresco del color de la cocacola, de modo incontestable. La velada se inició con la puntualísima comparecencia de La Cabra Mecánica, banda que, todo un lujo para sus seguidores su presencia, en ésta, su gira de despedida, volvió a hacer con sus temas del mundo una verbena… antes de ponérselo por montera Y tras su hora de actuación, tras brindarnos por última vez la posibilidad de degustar su pura carne de canción (agur, Lichis, ongi etorri, Miguelito), sobre las 22.00 horas, lo que todos estaban esperando: la hora de Fito & Fitipaldis. Sobre un espectacular escenario en el que, por primera vez en lo que a este artista se refiere, no faltó ni provocador o pasillo frontal (vaya que si lo aprovecharon los músicos, sacándole chispas en distintos momentos de la velada para gozo y disfrute de las primeras filas), la sesión musical ofrecida resultó redonda. Catártica a todos los niveles… Y para todos, público y músicos incluidos, a la vista de cómo disfrutaron de la misma. De los rostros de satisfacción con los que, pasadas las 00.30 horas, abandonaron escenario y recinto, el perfectamente acondicionado recinto, tras haber participado con avaricia del generoso festín musical: de un menú preparado con ingredientes extraídos ya del CD que se presentaba (sólo echamos en falta Los huesos de los besos, segundo single de Antes de que cuente diez), ya de los restantes, brillando con especial luminosidad, a tenor de sus novedosas intros musicadas (demostrando la banda que, pese a estar ahí, en el olimpo –poco menos-, se lo sigue currando a pie de obra), hits como Un buen Castigo, Me equivocaría otra vez o Quiero beber hasta perder el control, que, con Raya al lap steel, sonó enlazado con el instrumental La Cuisine de Bernard; ¿más temas ya, nuevos, ya no, a destacar? Me acordé de ti, Catorce vidas son dos gatos (qué buenas vibraciones las transmitidos por ambos), Barra americana (cantado por Lichis, tema que le fue como anillo al dedo), Tarde o temprano (de sonoridad muy sureña, tal vez excesivamente próxima a M-Clan, nuestro único pero al mismo), Soldadito marinero (cómo la corearon los presentes, resistiéndose a que acabara) y, ya en la recta final, la versión del gran Al Cantar, de Platero y Tú (hubo covers de todas las bandas en las que ha participado o con las que en algún momento se ha implicado Fito: Todo a Cien, Abrazado a la Tristeza, Deltoya…), Corazón Oxidado y, cómo no, Acabo de llegar, tema que, en medio de un nuevo derroche de arte, ganas y maneras (una de las constantes de la noche), cerró el concierto: la presente terapia de grupo. Del grupo. Del grupo humano que se dio cita. El presente espectáculo de música en directo… concebido y articulado en torno a la música en directo. La presente sesión de Fitoterapia para todos, Fito & Fitipaldis, claro está, también incluidos en la misma. Una vez más, chapeau!
Demoledor, rupturista, sugerente
Concierto de Tokyo Sex Destruction
Fecha: jueves, 22 de abril.
Lugar: cafetería de la UPNA, Iruñea.
Intérpretes: Tokyo Sex Destruction, banda integrada en directo por RJ Sinclair, RR Sinclair, RM Sinclair y JC Sinclair, respaldados por dos músicos de apoyo. Como teloneros, abrieron velada Out Of Noise.
Incidencias: concierto de presentación de The Neighbourhood, nuevo CD de la banda, enmarcado en el ciclo UPNA en concierto. 50 minutos de duración. Aceptable asistencia.
Tokyo Sex Destruction (Vilanova i la Geltrú, 2002), una de las bandas de rock independiente que más ha girado fuera del Estado, recaló en la cafetería del aulario, cerrando la presente edición del ciclo UPNA En Concierto de forma… Demoledora. Haciéndolo por medio de un concierto que, desde el primer minuto, demostró haber sido planteado descaradamente al ataque, sin prejuicios ni complejos. Ante un público, en opinión del frontman del sexteto, un tanto parado (“podéis acercaros, no somos gente violenta”; “sois la gente más silenciosa para la que hemos tocado; de aquí, al Liceo”, tal y como dijo con ironía tanto al principio como cerca del final), destilando los músicos todo el tiempo una energía que, con la excepción de casos contados en las primeras filas, vaya que si contrastó con la actitud del respetable, la velada se tradujo en la intensísima interpretación de buena parte de los temas del nuevo CD de los catalanes, unas composiciones que, orbitando en torno a una concepción del rock garagero tan personal como killer, con fuertes dosis de psicodelia, no dejaron indiferente a nadie: cosa de su lisérgico regusto, de la actitud con que fueron defendidas y de la presencia en su incendiario ADN de ingredientes como el punk, dando lugar la suma total a un hecho musical que, tan indefinible como bestia, presentado en la línea del crossover facturado desde los 90 en la escena catalana, llamó la atención por lo atractivo que resultó.
Magistralmente plasmado en canciones de incuantificable e inmensa sonoridad, dicho hecho musical se hizo rock orbitando en torno a un eclecticismo poco menos que total, tal y como lo dieron a entender los instrumentos para su factura utilizados: batería, percusiones, bajo, guitarra (saliendo de la misma, pura fragua con cuerdas, fuego más que chispas; pura incandescencia musicada) teclados… y ¡saxo, en algunos temas! Rock & roll en esencia, lleno de momentos de altísimo voltaje y gran intensidad progresiva que, progresivamente envolventes, se tradujeron en la creación de abrasivas atmósferas sonoras con forma de canciones: de viscerales y electrizantes composiciones que, de interesantes planteamientos siempre y no menos atractivos desarrollos instrumentales antes del desenlace, llevadas al directo con total libertad tanto desde el prisma estilístico como desde el referido a su duración (esto es, combinando sonidos, ritmos y expansión en el tiempo de dicho sumatorio con absoluta libertad), se estamparon contra nuestros tímpanos como lo que demostraron ser, verdaderos bofetones sonoros.
Con vitola y aureola de grupo clásico (cosa de las buenas vibraciones que transmite la presente banda, comenzando por su sugerente nombre) Tokyo Sex Destruction pasó como un ciclón por la UPNA, transformando la cafetería en improvisado club de garage y, a pesar de lo dicho del público, gustando y convenciendo a los presentes. A quienes, un jueves más, se dieron cita con motivo del presente ciclo, el cual, al igual que el de Jazz el miércoles 21, dicho jueves tocó a su fin. Así las cosas, como dijimos entonces, no nos queda otra que despedirlo. El año que viene, más.
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