Concierto de Kike Suárez y La Desbandada
Fecha: jueves, 4 de agosto.
Lugar: terraza del Caballo Blanco, Iruñea.
Intérpretes: Enrique Suárez, a la voz, acompañado por Esther, a los coros y a las voces, Goyo, a las guitarras, Javier, al bajo, y Fernando, a la batería.
Incidencias: concierto enmarcado en el ciclo organizado por el Mesón del Caballo Blanco. 1 Hora y 1/2 de duración, bises incluidos. Muy buena asistencia.
Protagonista de una multidisciplinar y politoxicómana carrera musical que, iniciada en los primeros años noventa, desde diferentes frentes, se traduce en un auténtico ejercicio de supervivencia escrito noche a noche, escenario a escenario, el polifacético Kike Suárez (Hortaleza, Madrid, más conocido como Kike Babas al frente de King Putreak y The Vientre) pasó por el Caballo Blanco, protagonizando un efervescente concierto. Un arrebatador espectáculo, en la provocativa línea de los por él habitualmente brindados.
Tras arrancar con un tema inédito, el repertorio hizo dos primeras paradas en sendas pistas de Carta Blanca, primer CD de los comandados por Kike: el chotis Nana de la mantis (recuperado del cajón de sastre de The Vientre), y Nuestra jerga, prosiguiendo recorrido con tres nuevas revisiones de temas de King Putreak (Planeta mentira), los ya citados The Vientre (La clencha) y, suponiendo su interpretación una de las grandes sorpresas de la noche, la de una legendaria versión de Tahúres Zurdos, Five years, el tema con el que la banda de Aurora Beltrán honró a David Bowie en su primer LP. A continuación sonó un viejo hit de The Vientre reescrito para La Desbandada, Todo lo hago fatal, prosiguiendo viaje con el inédito Cenicienta dijo basta (creado a partir del cuento La Cenicienta que no quería comer perdices, best seller de Nuria López y Miriam Cameros, con más que recomendable web de idéntico título) y con el ascenso a dos de las cimas de esa cordillera de canciones que, con la creativa impronta de Kike siempre presente, es Carta blanca: Vuela sirena y La Chari, brillantemente introducido por Esther por medio de la interpretación de una copla, Espabilá, e igualmente rematado en clave de desenfadada rumba con Virgen de la Caradura, antes de que la citada vocalista tomara el protagonismo principal ofreciendo una especial versión de La Fina, de Leño. El Fino –más bien- a la vista de la operación de cambio de sexo lucida por el tema. Y de esta guisa llegamos a la recta final, sostenida –en un primer momento- con el imborrable momento teletienda vivido (¡qué show el montado por el de Hortaleza con el fin de vender discos y libros, trabajos que, no desvelaremos cómo, pero le fueron quitados de las manos!) y acto seguido, con interpretaciones de nuevos y viejos temas como Trampas, caídas y fantasmas, La última vez (precedido por una desgarrada y desgarradora lectura con la sordidez de los bis a bis carcelarios de fondo) y el incendiario Razón y corazón.
Con raíces más que echadas en el underground madrileño más profundo, Suárez o Babas, Babas o Suárez… tanto la monta, la monta tanto. Tanto o más la sigue montando. La fiesta, el jaleo, he aquí qué hemos querido decir. Kike Suárez -tal y como ahora se hace denominar-, toda vez que se cerró el círculo y el nombre verdadero se convirtió en sobrenombre artístico, después de que aquel, a ojos de todos, pasara por el de verdad. El nombre de un artista que el pasado jueves defendió su proyecto con idéntica fuerza, naturalidad (incluso antes de subir al escenario se cambió de ropa, pantalones incluidos, sentado al filo del mismo) y decisión que antaño, dejando claro que, tal y como participó al mundo desde el título del segundo CD compartido de King Putreak y The Vientre, por ahí siguen yendo los tiros. Ya sabéis por dónde… y directos al cerebro, rezumando acidez, visceralidad, amoral canalleo, alcantarilla y vida, mucha vida: por las lindes de la expresión artística más afilada, transgresiva y provocadora. Y más ahora si cabe, contando con total carta blanca para hacerlo.
Como suele pasar, cosas de estar vivo, Kike se está haciendo mayor, y he aquí, por las sendas de un rock de autor tan maduro como lisérgico, el resultado: nueva banda y nuevo retoño discográfico, el primero. Carta blanca, que así se llama el artefacto, consta de 13 balsámicas dosis que, con el inconfundible marchamo de su autor, si bien muestran formas más estilizadas y depuradas, más alejadas del exceso que las por él esgrimidas en The Vientre o King Putreak –principalmente-, mantienen inalterables sus contenidos: llenos de vida tan cruda como real –en todos los sentidos-… y de amoral realismo de asfalto, por ahí siguen yendo los tiros; 13 pildoritas, en suma, que marcadas por la habitualmente exquisita presencia de la función lírica, resultan de elevada pureza… pese a los cortes que presentan: chotis, tango, rumba, aires de vals, de polka…
NO SE VAYAN TODAVÍA, QUE AÚN HAY MÁS
Sí, pues, además del año pasado y este por el Caballo Blanco, en noviembre de 2008, Kike y la Desbandada pasaron por el Black Rose, de Burlada: he aquí la crítica de cuanto aconteció entonces en el escenario...
Lisérgica madurez
Concierto de Kike Suárez y La Desbandada
Fecha: viernes, 14 de noviembre.
Lugar: Black Rose, Burlata.
Intérpretes: Enrique Suárez, a la voz, acompañado por Esther, a los coros y a las voces, Goyo, a las guitarras, Javier, al bajo, y Fernando, a la batería.
Incidencias: asistencia discreta, público integrado por cerca de medio centenar de personas que, curiosas, disfrutaron de un concierto de hora y media de duración, bises incluidos.
Tras poner punto final en diciembre de 2007 a King Putreak y haber hecho lo propio anteriormente con The Vientre (cual caras de una misma moneda, sus bandas más señeras), el polifacético, funambulista –en parte- y multidisciplinar Kike Babas mostró en Black Rose las cartas de su nuevo proyecto musical. Se mire como se mire, uno de los más arriesgados, personales y maduros de cuantos le hemos visto comandar. De punta en blanco y chistera, respaldado por unos más que solventes músicos (“yo, como vosotros, he venido a disfrutar de ellos”, he aquí cómo los presentó) el de Hortaleza, en medio de un ambiente de inequívoca complicidad, ofreció un buen número de temas de los llamados a integrar su próximo primer CD: unas composiciones, desde el prisma lírico, erigidas sobre historias ricas en calle, sensaciones y, digámoslo así, sabor a substancias de ésas que tanto apasionan al madrileño y, desde el musical, presididas por un rock de autor verdaderamente maduro y personal; por un hecho musical con nombre propio –más allá de alias o denominación artística alguna-, innegable regusto lisérgico y, según la tradicional receta de Kike, aderezado por variadas vetas de vals, chotis, rumba y tango. Unos temas, en suma, con pulso, y que, salpicados de cambios de ritmos, en los inicios de la noche sonaron enlazados entre sí, algo que cambió cuando, a una con el transcurrir de la velada, ese agitador de mentes y provocador nato que responde a los nombres de Kike Suárez o Kike Babas se fue soltando, metiéndose cada vez más en su papel. Conforme fue aflorando, cada vez con más fuerza, el maestro de ceremonias que lleva dentro, cosa en la que, posiblemente, tuvo que ver el reseñable número de gente que finalmente se juntó, un público que se mantuvo fiel al devernir de los músicos en todo momento; sí, pese a no conocer el repertorio con la salvedad de las revisiones ofrecidas del de King Putreak, Planeta mentira, o del de The Vientre: Chotis a una, Clencha o Virgen de la Caradura, potencial hit todavía en estado latente que nunca llegó a explotar; y es que otro gallo le hubiera cantado de haber sido interpretado por Amparanoia o por el Lichis, por ejemplo. En cualquier caso, todo un lujo volver a oír dichos temas, en otro orden de cosas.
Un paso adelante. Un nuevo paso adelante en la carrera de Suárez/Babas: un pasito pequeño para él ... y para la humanidad –posiblemente-, algo que a él le será indiferente, con toda seguridad. A un artista que, una de las caras del underground madrileño más genuino, volvió a demostrar ser un tipo de ésos que vive para esto, más allá de hacerlo de esto. Por y para el arte en sus distintas vertientes, polifacético y multidisciplinar como lo hemos definido y tal y como lo da a entender su obra, plasmada en un intenso legado elaborado sólo o en compañía de Kike Turrón (su pareja artística de toda la vida) e integrado por discos, biografías por ambos rubricadas, libros de cosecha propia, centenares de artículos y entrevistas que han llevado y continúan llevando su firma en multitud de fanzines y revistas o los videoclips y vídeos dirigidos por dicho par. Eso sí, un paso tan pequeño como necesario –a todas luces- para seguir dando rienda suelta, canalizando su creatividad. La peculiar concepción del hecho artístico del ahora Kike Suárez, el otrora y siempre Babas: fuera de toda duda, de otra dimensión la misma. Suerte con La Desbandada
peazo de desbandá...tremendos...aupa Kike genuinos
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