MARTXA, MARTXA CON NUESTRA FANFARRE!! (QUE USTEDES LO PASEN BIEN) )

31/12/13

CRÍTICAS DE DICIEMBRE: QUIQUE GONZÁLEZ, DOVER, BITTER HONEY, THE QUEREBOYS, ZEA MAYS, ÚLTIMOS REYES, KENZAZPI + O.S.E. Y TALCO

Sí se puede

Concierto de Quique González

Fecha: viernes, 27 de diciembre.
Lugar: auditorio de Barañáin.
Intérpretes: Quique González, a las guitarras, a la armónica y a la voz, acompañado por Pepo López, a las guitarras eléctricas, Alejandro Boli Climent, al bajo y al contrabajo, Edu Ortega, a la mandolina y al violín, y Edu Olmedo, a la batería.
Incidencias: presentación de Delantera mítica, nuevo CD del artista. 2 Horas de duración, bises incluidos. Lleno prácticamente, público que disfrutó de la actuación.

Años y años de brega y fatigas y 9 trabajos discográficos después, Quique González (Madrid, 1973) completó el aforo elegido para la presentación de su último CD, el del auditorio de Barañáin, demostrando que, imprescindible factor suerte aparte, a base de tesón y constancia, de buen hacer y perseverancia, sí se puede. Que si se está en la brecha obrando cual hormiguita (y más en un mundo como el de la música, tan dado a la proliferación de tantas especies de cigarras), los sueños pueden hacerse realidad: y así quedó confirmado el pasado viernes, tanto por la actuación ofrecida como por la respuesta brindada por los presentes: por un público cuya asistencia a sus conciertos, en los últimos años, no ha dejado de crecer.
Sobre un escenario ornamentado con la búsqueda de la proximidad como primer objetivo, en medio de una indisimulada expectación, los músicos activaron la llave de contacto sobre las 22.15 horas, y lo hicieron con tres de los temas de estreno: uno de ellos el electrizante y eléctrico Dónde está el dinero, con González también a la guitarra eléctrica. Rebosando rodaje la banda tras casi un año de carretera y gira, perfectamente defendidas las canciones en directo (el madrileño, además, siempre ha sabido rodearse de músicos más que solventes) el concierto recorrió con generosidad su ya extensa discografía, deteniéndose primeramente en temas de Daiquiri Blues como Restos de stock o Cuando estés en vena, antes de tomar tierra en Kamikazes enamorados (Palomas en la quinta), Pájaros mojados o Salitre 48, representado tan referencial trabajo por La ciudad del viento y 39 Grados, en un primer momento. Y todo ello bajo una iluminación que, diseñada ex profeso por el equipo técnico de la sala, dio una exclusiva y exquisita dimensión a las interpretaciones.
Pasado el ecuador del concierto, buscando mayor intimidad con el respetable, Quique se quedó en escena acompañado únicamente por su guitarra y su armónica, brindando dos temas de Pájaros mojados, Reloj de plata y Pequeño rock and roll, poniendo dicho par  de joyas sobre la recta final a la noche: a una velada que concluyó oficialmente con tres pesos pesados del repertorio de Quique (Hotel Los Ángeles el último de ellos), y de manera extraoficial, con dos tandas de bises. Con seis interpretaciones más, destacando Tenía que decírtelo (primer single de Delantera mítica, álbum con amplia representación en el setlist) o el legendario Salitre, primera en ser cantada a viva voz por el respetable: un público que, eso sí, nunca escatimó aplausos ni palmas.
Un buen día, finales de los 90, Quique González apostó todo por la música, doble o nada. Sin nada que perder y ¿todo? O algo por ganar. Y poco a poco, laboriosamente, fue saliendo airoso del envite. Como se hacen las cosas buenas, poco a poco. Dándoles tiempo. Y así, no habiendo otra fórmula, ha llegado hasta donde está, habiendo pasado de comerse la cabeza –posiblemente- en su sancta sanctórum de Madrid, la sala Galileo Galilei (¡cuántas noches habrá visto sus actuaciones!) a comerse aforos –directamente-, demostrando con ello que, al igual que en tiempos pretéritos, en los actuales también es posible sacar la cabeza: algo que siempre ha sido difícil para todos, artistas actualmente consagrados –e incluso mitificados- incluidos. Y de todos los estilos. Así pues, certificando un muy buen estado de forma –artístico-, muy bien González.



Fuego sí, pero controlado

Concierto de Dover

Intérpretes: Dover, formación integrada por Cristina, a la voz y a la guitarra, Amparo, a la guitarra y a los coros, Samuel, al bajo, y Jesús, a la batería.
Fecha: viernes, 20 de diciembre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Incidencias: presentación de Dover come to me, enmarcada en la gira conmemorativa del vigésimo aniversario de la banda. Más de medio aforo. Alrededor de hora y media de duración, bises incluidos.

En 1997 vio la luz el segundo disco de los por entonces todavía bisoños –nadie les llamaba prometedores- Dover, Devil come to me; pero para sorpresa de todos, el trabajo, en pocos meses, demostró un mayúsculo potencial, revelándose como un cañonazo en la línea de flotación de la escena que rompió moldes, haciendo posible que los deseos de dos hermanas se hicieran realidad. Los sueños de las hermanas Llanos, Cristina y Amparo, dos entusiastas de Nirvana que, ideólogas de Dover desde finales de 1992, dieron que hablar por vez primera ante una significativa audiencia en abril de 1994: ante la de Radio 3, al día siguiente de que fuese encontrado muerto Kurt Cobain. Estas, procediendo como dos oyentes normales, llamaron a un programa de dicha emisora y, totalmente emocionadas, entonaron el tema Rape me de dicha banda, cautivando a cuantos las escucharon. Semejante joya todavía puede escucharse en Youtube. Pues bien, tanto tiempo después, el pasado viernes, Dover recaló en Tótem, embarcando a los centenares de personas que llenaron más de media sala en un auténtico viaje en el tiempo de manos de la actuación ofrecida. De manos de un concierto que si bien, estuvo a la altura de las expectativas, nos mostró a una banda menos fogosa que antaño; ¿Cosa del paso del tiempo? Y es que el grupo, en forma, sí, calentó la sala, pero pese a la expectación reinante en ningún momento la incendió ni encendió totalmente a los presentes, a pesar de que el público disfrutara del espectáculo: quedando la acción de las otrora pirómanas de todo tipo de escenarios en fuego… pero controlado.
Haciendo gala del post-grunge de intrínseco regusto melódico que siempre llevaron por bandera, ante una sala que, pese a tratarse de una noche difícil para la programación de música en directo, presentó un buen aspecto, la actuación se centró en la revisión de principio a fin de los temas del laureadísimo y súper ventas Devil come to be, sonando la práctica totalidad de los hits incluidos en el mismo. Haciéndolo con un sonido que, en verdad, no terminó de convencer, luciendo un tanto traslúcido. Pero además de temas como los de dicho álbum (mención especial para Serenade –por ejemplo-, su pasaporte hacia el éxito total) también encontraron su espacio algunos de Sister, su primer LP, disco publicado en 1995 que en su tiempo pasó sin apenas pena ni gloria (pese a que actualmente muchos reivindiquen su escucha) o de Late at night, el tercero.  Composiciones como DJ o Flashback de este último o, camino de la conclusión, Angelus o She will, del primero. Camino de una recta final que, culminada por King George (incluida en otro CD, I was dead for 7 weeks in the city of Angels), dio paso a unos bises para los que quedó reservado lo mejor: con permiso de Cherry Lee, los bombazos con nombre propio y sin fecha de caducidad titulados Devil como to be y Loli Jackson, portadores por excelencia del ADN músico-emocional del grupo.
Tejedoras en su particular rueca de personalísimas y arrebatadoras melodías, bendecidas desde 1997 por el Diablo o, quién sabe, por el aura de Kurt Cobain, Cristina y Amparo dejaron buenas sensaciones en Tótem al frente de su banda; de una formación que, a pesar de todo, se reivindicó con solvencia en su visita a Iruñerria. El pacto firmado por las Llanos tal vez con Satán continúa funcionando.



Palabra de rock

Concierto de The Quireboys

Intérpretes: The Quireboys, formación integrada por Jonathan Gray Spyke, a la voz y a la armónica, Guy Griffin y Paul Guerin, a las guitarras, Keith Weir, a los teclados, Mailing Pip, a la batería, y Nigel Mogg, al bajo. Como teloneros abrieron noche Bitter Honey.
Fecha: domingo, 15 de diciembre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Incidencias: presentación de Beautiful curse, nuevo CD de The Quireboys. Hora y ¼, bises aparte. Asistencia discreta, público participativo.

Las puertas de Tótem se abrieron de par en par con domingo, día del Señor –por excelencia-, para recibir a unos auténticos señores, los históricos The Quireboys; formación que recaló en dicha sala para poner punto final a su segunda incursión por el Estado, en este 2013 que se nos va.
La velada arrancó de manos de Bitter Honey, sorprendente cuarteto radicado en Arrasate al que le tocó en suerte comenzar a endulzar la noche, sacando adelante dicha labor apoyándose en un hardrock genuinamente setentero que dijo mucho del grupo. Y  Bueno. Mucho, y bonito. Y así lo entendieron los en buena parte talluditos asistentes, un público fiel –tal y como lo es el del hardrock-… mas  tan apasionado y agradecido como reducido dicha tarde noche. Un público que protagonizó una asistencia, si se nos permite la expresión, de domingo.
A continuación, tras salvar Bitter Honey los muebles de la mejor de las maneras (esto es, abrir cartel un domingo a las 19.30 horas), los esperados The Quireboys fueron quienes se hicieron con las riendas de la noche, protagonizando desde el principio una incontestable actuación. Un concierto que, además de una cita con la historia, fue todo un lujo: pura palabra de rock –canción a canción-, desde Black mariah, primera en sonar (de su CD Well oiled) hasta 7 O´clock, última en hacerlo antes de los bises. Sin parar quieto ni un segundo el legendario vocalista (pañuelo a lo pirata anudado a la cabeza, jugando todo el tiempo con el pie de micro y aferrándose al mismo como si le fuese en ello la vida) el segundo tema brindado fue Too much of a good thing, primer single del CD que se presentaba, quedando claro de este modo por dónde iban a ir los tiros en lo referido a repertorio; cómo iba a desarrollarse la actuación, con la banda intentando hacer paradas en lo más significativo de su discografía, además de en lo nuevos temas. En canciones con solera como There she goes again, This is rock & roll (el grito de guerra de la noche) o Hey you –por ejemplo-, perfectas tarjetas de presentación del grupo: de una formación que, dando a entender que su nuevo material es tan válido como el antiguo, no escatimó la presencia de canciones nuevas, encontrando su espacio temas como Diamonds and dirty Stones, 27 Years o el que da título al trabajo, composiciones que también aportaron su parte a la hora de convertir por momentos la parte delantera de Tótem en una caliente caldera.

Responsables de que generaciones enteras se hayan enganchado al rock & roll, esa droga intangible –desde el prisma material- pero cautivadoramente tangible desde el espiritual, The Quireboys, pasión, profesionalidad y entrega, sedujeron y cautivaron a  cuantos se acercaron a Tótem con su concepción del viejo género, claramente marcado por el hard, el blues y el glam, toques además de AOR mediante, claro está. A un público que, no hay mal que por bien no venga, disfrutó por partida doble de la velada a la vista de la asistencia registrada. Muy bien, nada que objetar.

Vitalistas, revitalizantes

Concierto de Zea Mays

Fecha: sábado, 14 de diciembre
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Zea Mays, formación integrada por Aiora Rentería, a la voz, Piti Imaz, a la guitarra, Rubén González, al bajo, y Asier Basabe, a la batería. Como teloneros abrieron  la velada Oppium.
Incidencias: presentación de Da, séptimo CD de la banda. Hora y media de duración. Asistencia discreta, alrededor de dos centenares de personas. Público participativo.

Vitalista, revitalizante: así se mostró en Tótem Zea Mays, formación bilbaína que tras años y años de peregrinaje por todo tipo de escenarios abriendo campos; explorando nuevas posibilidades sonoras para el euskal rock, se ha ganado por derecho el ser reconocida como una de las bandas más sugerentes del país. Uno de nuestros grupos más elegantes y con menos corsés a la hora de crear, habiéndose hecho a pulso con dicho título desde 1997, año en el que comenzaron a facturar sus discos: erigidos primeramente sobre un rock de porte marcadamente experimental (plasmado en trabajos como Zea Mays, Elektrizitatea, Harrobian, Sortuz – grabitatearen aurka o Morphima) y reconducido desde 2010, año de la publicación de su laureado Era, hacia lindes cada vez más influenciadas por la electrónica. Y así lo dieron a entender en la noche de la presentación de Da, su más reciente colección de canciones.
La velada arrancó con los igualmente vitalistas y revitalizantes Oppium, joven formación con epicentro en Araba que, por las sendas del indie-rock con un indisimulado regusto a The Clash, denotó maneras y cultura musical. Y acto seguido, tras tan acertado preámbulo, los comandados por Aiora al escenario, llamados a disfrutar y hacer disfrutar de su noche por igual.
Derrochando personalidad e inconfundibles señas de identidad (marcadas a fuego por la voz de la citada y por las guitarras de Piti: en Zea Mays, apuntémoslo, no hay sintetizadores), en medio de una cuidadísima puesta en escena, la velada arrancó con Gaur, puerta de entrada de Da, prosiguiendo con los electrizantes & electrónicos ritmos del igualmente tema nuevo Hurbil y con los más que cautivadores de Llunetan, sonando los mismos antes de los de la canción cima del CD, representados por el tema que le da título. Entre constantes explosiones de sensaciones y sonidos, cálida lava musicada la deparada por la práctica totalidad de las canciones, el volcán de sensaciones que deparó la noche también trajo temas de más viejos; composiciones que, invariablemente, se crecieron y recrecieron siempre antes de terminar volcando sus ansias en los estribillos,  brillando con luz propia, claro está, la interpretación del hit Negua joan da ta camino de la conclusión del concierto. Y de paso, no terminado con dicho tema (a continuación sonó Bi bihotz, bi ero, del CD nuevo, concluyendo el concierto con el reivindicativo Kukutza III) demostrando el grupo haber sabido sobrevivir, salir adelante a la perfección tras firmar un éxito como ese, sin que se les atragantara la resaca de la canción. Y todo ello bajo unos juegos de luces que contribuyeron decisivamente a envolver las interpretaciones bajo un aura especial, dando con sus luminosos jugos más color si cabe al ya de por sí colorista hecho musical. 
Al igual que nos alegró ser testigos de booms como los protagonizados en su día por Berri Txarrak o Kenzazpi, nos alegra –y reconforta- ver que bandas como Zea Mays van encontrando su hueco. Haciéndose con él, y que el mismo, lo realmente importante, se va agrandando día a día. Zea Mays, constatación y ejemplo de trabajo bien hecho. Bordeando siempre los ribetes alternativos cercanos al rock más que los del rock alternativo, trabajando sin prisas, malas consejeras casi siempre, y sin pausa. Pasito a pasito, disco a disco. Despacio –si se quiere- pero con buena letra, haciéndose poco a poco con su espacio. Protagonizando una carrera de fondo que, ascendente en nuestros días, nadie sabe dónde terminará. Suerte con las presentaciones de Da.



Cuando la rabia es el motor

Concierto de Últimos Reyes

Fecha: viernes, 13 de diciembre.
Lugar: Terminal, Iruñea.
Intérpretes: Últimos Reyes, trío integrado por Iván, a la voz, a las guitarras y a los coros, Txus, a la voz, al bajo y a los coros, y Pirata 47, a la batería.
Incidencias: presentación de La rabia del no!, nuevo CD de la banda. Hora y 30 minutos de duración; medio aforo, público variado que disfrutó de la actuación.

Tras el éxito cosechado el pasado día 7 junto con Gatillazo y Vómito en Oteiza, su localidad natal, con motivo de la presentación de su último CD, Últimos Reyes rindieron el viernes pasado visita al Terminal, uno de sus campos de operaciones por excelencia; ¿el motivo? Presentar La rabia del no!, tercer disco de su colección, y continuar reivindicando su derecho a hacerse con un hueco en la república independiente del punk rock.
La actuación arrancó con dos anfetamínicos chutes musicales extraídos de Perversamente sencillo, su recordado segundo trabajo (Pase lo que pase y Otro puto día), encontrando pronto su espacio el primero de los nuevos temas en ser detonado, La rabia del no!: temas que rezumando genuino regusto ochentero, ya de entrada dejaron claro lo siguiente, que la existencia de bandas como Eskorbuto marcó y continúa marcando el camino del grupo, antojándosenos el paso de los de Santurtzi por la Tierra, por el infierno no demasiado dulce que vino a ser su existencia, referencial para estos Últimos Reyes: para un trío que, tras haber crecido –tal y como cantaron en uno de dichos temas- escuchando, además, “a los Zika y a los RIP” (y a La Polla, a los Flitter o a los Clash –añadimos nosotros-), demostró una noche más haber asimilado a la perfección la herencia recibida. Tan imprescindible legado: imagen y aplomo, actitud y contenido a espuertas, habiéndoselo llevado a su terreno a la perfección. Haberlo hecho suyo hasta el punto de haberse convertido en los mejores voceros de bandas como la de Joe Strummer a uno y otro lado del Ega, el particular Río Grande de Tierra Estella.
Soñando historias a ras de suelo (con forma este de escenario), combinando mala leche con genuinos acordes y melodías, la detonación de nuevas composiciones continuó con el sardónico –más que solamente irónico- Tu nuevo hogar, con el tándem integrado por Txus e Iván llevando de forma alterna el peso de las voces y los coros (perfectamente propulsados por el veterano Pirata 47 a la batería) y prosiguiendo los tres disparando misiles como los más que explícitos Lo más kabrón o Romper y kemar, canciones que en medio de un ambiente de fiesta punk de indisimulado regusto dejaron inequívocas muestras del rebote del veterano trío para con la sociedad. Con la actual forma de encarar la vida por parte de la mayoría, más acostumbrada, en palabras de Iván, “a roncar y siestear”.
Llegados a este punto, el concierto encauzó su última parte con temas de estreno como La indiferencia o con otros más viejos como Oda a la cerveza, y lo hizo bajo unas atmósferas presididas por connotaciones de corte cada más destroy -conforme se iban sucediendo las canciones-; haciendo ver –así las cosas- que en la imperfección formal radica buena parte de la credibilidad del punk. De su perfección espiritual, quedando preparada de dicho modo la alfombra roja para una recta final que, versiones mediante, hizo saber a los presentes cómo es un día cualquiera en Oteiza (todo un guiño a Parálisis Permanente)… o que el recuerdo de bandas como los ya citados Cicatriz y Eskorbuto, Botes de humo, Os engañan –respectivamente- continúa totalmente vigente.
Incisivos, con mordiente. Inconformistas, provocativos, así vimos a Últimos Reyes, depositarios de la esencia del mejor punk vasco de los 80 y dignos portadores del testigo: con argumentos renovados con forma de canciones, rabiosos y más que preparados para seguir en la pelea.



De alto octanaje emocional

Concierto de Kenzazpi + Euskadiko Orkrestra Sinfonikoa

Fecha: miércoles, 4 de diciembre.
Lugar: Auditorio Baluarte, Iruñea..
Intérpretes: Orquesta Sinfónica de Euskadi y Kenzazpi, banda formada por Eñaut, a la guitarra acústica y a la voz, Beñat, a la guitarra eléctrica, Igor, al bajo y a los coros, Iñaki, a los teclados y al acordeón, y Ion, a las baterías.
Incidencias: actuación integrada en el ciclo klasikat. Pesentación del último CD de la banda, grabado junto con la O.S.E. Hora y 40 minutos, bises incluidos. Lleno.

Kenzazpi comparecieron en Baluarte como hasta el día anterior (el primer concierto de estas características tuvo lugar la víspera, 3 de diciembre, en Donostia) ningún grupo de pop rock euskaldun lo había hecho. Acompañados por una orquesta sinfónica. Por la Orquesta Sinfónica de Euskadi, consiguiendo llenar la Sala Principal del Palacio de Exposiciones y Congresos y protagonizando una actuación… Para el recuerdo –directamente-. De altísimo octanaje emocional, poniendo con su sensacional reinvención una nueva pica en Iruñea los liderados por Eñaut Elorrieta… y Fernando Velazquez, en esta ocasión: el director de la O.S.E. este último. Ofreciendo un concierto que, ante todo, fue todo un regalo para los sentidos. A la vista de las fechas en que estamos, el mejor de los regalos de Olentzero para el espíritu de cuantos se dieron cita en Baluarte, hasta el punto que tal vez se podría decir que el ya esperado carbonero adelantó unas semanas su visita, incluyendo dicho recinto en su listado de paradas.
Tras una introducción por parte de la Sinfónica que, de marcado regusto épico, sirvió para recibir entre fuertes aplausos a los capitanes de los dos grupos en liza (el sinfónico y el eléctrico: a excepción del batería, en primerísima línea del escenario los comandados por Eñaut), la velada quedó descorchada bajo los reescritos ritmos de Hegoak Astindu, con las notas del bajo y la guitarra coqueteando –en un primer momento- y haciendo perfecta pareja con sus primas hermanas extraídas de instrumentos de cuerda como los chelos, contrabajos y violines; fusionándose con ellas ante la complicidad de las del teclado y los vientos preparando la pista de despegue para que Eñaut volase, sobre tan fecundos pasajes. Cielo a través a partir de Hel nazazu eskutik, segunda en sonar.
Bajo una iluminación musical tan especial, el extraordinario viaje musicado deparó en un primer momento tres nuevas interpretaciones erigidas sobre tan cautivadora suma de armonías, siendo la más emotiva de todas Gernikan, con los Kenzazpi, hijos de dicha villa, convirtiendo la canción en un ejercicio de memoria histórica sobrecogedoramente escrito, parpadeantes luces rojas mediante e inquietante sonido de una sirena accionada de forma manual incluido. Con Eñaut, de rodillas tras el encargado de hacer sonar dicha sirena, dando lugar a una de las imágenes de la velada. Tras dicha interpretación la O.S.E se retiró momentáneamente, ofreciendo el grupo propiamente dicho 4 composiciones: para restar seriedad a la velada o, tal vez, para que los músicos liberaran tensiones; 4 temas rematados por el legendario Zenbat min (con Eñaut a la carrera por los pasillos de Baluarte) y Hemen gaude, dedicado a Mikel Laboa, Xabier Lete y a los recientemente cuestionados docentes del Modelo D, para quienes fue la gran ovación de la velada. Acto seguido, con  la OS.E nuevamente en el escenario, la noche depararía 6 nuevas interpretaciones (Haizea, Itsasoa gara o Ilargia entre ellas, cómo las cantó Baluarte), antes de encontrar el mejor final posible en unos bises, rematados por Zapalduen Olerkia.

De manos de Kenzazpi y la O.S.E., la música y la magia se encontraron en unos lugares comunes llamados canciones, demostrando encajar las mimbres aportadas por ambas partes a la perfección. Dando lugar a una fusión llamada a quedar inmortalizada para siempre en las retinas y oídos de cuentos la presenciaron. De lujo. Bravo por semejante reunión.

Piratas del ska-punk

Concierto de Talco                                               

Fecha: viernes, 22 de noviembre.
Lugar: sala Movie, Aizoáin.
Intérpretes: Talco, formación integrada por Dema, a las guitarras y a la voz, Ketto, al bajo, Nick, a la batería, Jesús, a la guitarra, Rizia, a la trompeta, y Cioro, al saxo  tenor. Como teloneros abrieron velada La Plebe.
Incidencias:. Hora y 15 minutos de duración. 2/3 de aforo en la actuación de dicho día. Público de ambos sexos y mayoritariamente joven que se mostró entregado.

Después de que la armaran, y de qué manera, el pasado marzo, los italianos Talco regresaron a Movie dispuestos a liarla nuevamente; y por partida doble, el viernes 22 (asistiendo nosotros dicha noche) y el sábado 23. Y no contentos con ello, lo hicieron con un objetivo añadido, grabar los conciertos de cara a la publicación de un CD registrado en directo.
Ante una muy buena asistencia dicho viernes, la noche calentó calderas y motores con la comparecencia de La Plebe, quinteto radicado en San Francisco, California, que, con 4 discos en su haber, representó todo un valor añadido para la velada: por su incendiario directo, puro vértigo y vorágine el grupo sobre el escenario (erigida su actuación sobre un punk-skatalítiko con fuerte presencia de los vientos, tan acelerado como incontestablemente facturado) y por la presencia de Juankar, el infatigable frontman de Boikot, al bajo, a los coros y a la voz, aportando el citado activista del punk rock estatal aplomo y credibilidad, desde un activísimo segundo plano. Y sí, gustaron, convenciendo totalmente a la parroquia. A un gentío más que predispuesto para sonidos como los de La Plebe y que, si bien se citó en la sala en menor número que en la anterior visita de Talco, se involucró en el concierto como entonces: como muy pronto íbamos a ver.
Con los termómetros llamados a medir emociones y expectación subiendo de forma imparable, los piratas italianos del más festivo ska- oi (piratas a tenor del logotipo que preside su bandera: dos trompetas cruzadas a modo de tibias bajo una calavera), lucieron desde los primeros compases como lo que son, embajadores perfectos del espíritu street punk más combativo, llevando la sala a la efervescencia en cuestión de segundos: en los poquísimos que tardó en subir la marea de manos de, al igual que los de la banda anterior, los más que activos vientos: músicos y animadores del cotarro por igual a la hora de jalear a los presentes: a un público que desde dicho minuto 1 cantó, dio palmas, bailó, botó y más –al mismo tiempo-, llegando en los momentos álgidos de la velada, torsos al aire los más entregados, a trazar espectaculares círculos en la parte delantera de la sala llamados a transformarse en explosivos pogos. En momentos como los deparados por unos temas que, de marcado regusto partisano y color rojo –en esencia-, como la esperanza del obrero, se han convertido ya en auténticos himnos callejeros, como La torre, Danza del autumno rosa, La mia citta, Gran gala, La machina del fango o San Martan, acentuando su vitamínico hálito la incontinencia general en lo referido a entrega y efusividad. Haciéndolo el  poderoso latido de unas canciones, he aquí buena parte de su magia, tan pegadizas como poco previsibles -en lo que a su factura y a su desarrollo hace referencia-, de contestatario regusto siempre.
Sorprendidos por el calor descubierto en Euskal Herria, Talco eligieron Movie para retratarse en directo: y acertaron. Plenamente, como lo dejó claro, por si lo comentado hasta este punto no hubiese sido suficiente, el momento de petición de los bises, solicitados por medio de un cántico del Hator, hator que, masivo y atronador, sorprendió y cautivó a los músicos. A una banda que lo siguió con interés, guardándose  hasta entonces en la manga la sorpresa que tenían reservada por su parte, la versión del Zu atrapatu arte de Kortatu con la que se despidieron: una vez publicado el disco, a ver si tenemos la suerte de volver a verlos en su presentación.




QUÉ GRANDES! QUÉ BUEN ROLLO TRANSMITEN ESTOS TÍOS!!

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