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3/10/13

criticARTE,, OCTUBRE: STEVE VAI, DE 2 EN BLUES BAND, RIVERSIDE, MUY FELLINI..MiICK RALPHS BLUES BAND, SUZZANE VEGA...


Sensibilidad, luminosidad

Concierto de Suzanne Vega

Fecha: domingo, 13 de octubre.
Lugar: sala de Cámara de Baluarte, Iruñea.
Intérpretes: Suzanne Vega, a la voz y a la guitarra acústica, acompañada por Gerry Leonard, a las guitarras eléctricas y a las programaciones.
Incidencias: presentación de Solitude standing: live at the Barbican, último CD de la artista. Hora y media de duración, bises incluidos. Lleno prácticamente, público de media de edad alta llegado en algunos casos desde fuera de Navarra.

Organizada por la Fundación Baluarte, la temporada de conciertos 2013 2014 quedó inaugurada de manos de la estadounidense Suzanne Vega, (Santa Mónica, Los Ángeles, 1959), reconocida cantante que casi consiguió completar el aforo de la sala de Cámara,  recinto al que fue finalmente trasladado el concierto, programado en un principio para la sala principal: una actuación que más que por el repertorio llamado a ser brindado, bonito y de muy agradable escucha, causó general expectación por la presencia en la ciudad de la compositora de Luka, as que, una noche más, guardó celosamente en la manga hasta el final: y dicho esto ateniéndonos a la realidad, sin ánimo de hacer de menos a cuantas canciones sonaron ni, en ningún caso, a su calidad: tanto a la atesorada en las mismas como refiriéndonos a la que mostraron en directo.
Perfectamente arropada por su fiel escudero Gerry Leonard, toda una garantía a las seis cuerdas; mostrándose agradecida y especialmente comunicativa todo el tiempo, la legendaria songwritter brindó un repertorio articulado sobre canciones inéditas y composiciones extraídas del corpus conformado por cuantas ha publicado desde 1985, quedando todo ello coronado por sus dos grandes éxitos, tal y como era de prever. Un concierto que giró alrededor de unas composiciones cuya plasmación en directo, en su conjunto, resultó exquisita; normal –por otra parte-, siendo Suzanne portadora de una voz como la suya, realmente cautivadora. Angelical. A prueba de bombas como las representadas por el paso del tiempo –por ejemplo-. Del paso los años, de esos que tampoco parecen haber pasado, y en el caso contrario, para bien, por temas como el ya citado Luka, insuperable cima de su carrera y penúltima en sonar, o Tom´s diner: composición sita en el segundo cajón de su particular podio de éxitos y también reservada para el final.
Esgrimiendo buenísimas maneras artísticas, ella y su partenaire construyeron la velada  creando a partir de distintos cromatismos sonoros sugerentes mundos paralelos. Vistiendo a un tiempo las canciones con ropajes de diferentes y complementarios calibres, ya acústicos, ya, eléctricos. Unos a 125 y otros a 220. Disparando rítmicas chiribitas con forma de notas musicales que dieron lugar a  sugerentes atmósferas, a cuyos lomos cabalgaron ambos tras un mismo objetivo: iluminar la voz de Suzzane y buscar que luciese lo mejor posible, verdadero espejo y reflejo de su alma dicha voz. De la de sus canciones. Perfecta vía de transmisión del pulso de las mismas. Y a fe que lo consiguieron, a juzgar por las continuas ovaciones con que les premiaron los presentes.
Mirando por el retrovisor pero también hacia delante. Haciendo gala de su creatividad, de estar deseosa de hacer partícipes a sus seguidores de tan inagotable caudal, Suzzane Vega pasó por Iruñea -procedente de Santa Cruz de Tenerife y camino de Ávila-, y lo hizo de la mejor de las maneras: arropada por unas canciones de diferentes raigambres sonoras pero unidas por un latido común, una misma temperatura emocional. Pura sensibilidad y luminosidad a flor de piel. Y sí, gustó. Gustaron cuantas sonaron. Muy bien.


Blues en muy buena compañía

Concierto de Mick Ralphs Blues Band

Fecha: viernes, 11 de octubre.
Lugar: Casa de Cultura de Burlata.
Intérpretes: Mick Ralphs, a las guitarras, acompañado por Sam Kelly, a la batería, Son Maxwell, a la voz y armónica, Jim Maving, a la guitarra, a los coros y a segundas voces,  y Dicky Baldwin, al bajo. Como teloneros abrieron noche Rojillos Blues Band.
Incidencias: presentación de Should know better: live in Musician, último CD de la banda. Asistencia tal vez discreta, público de ambos sexos y edades preferentemente maduras que completó un tercio de aforo. Hora y media de duración, un bis aparte.

Procedente de Avilés y camino del Calella Rockfest, validando, haciendo bueno aquello de “vivo en la carretera” que, décadas atrás, cantara en un viejo blues Miguel Ríos, el legendario Mick Ralphs hizo parada y fonda en Burlata para hacer sonar las cuerdas de su guitarra, satisfaciendo plenamente a los centenares de personas que apostaron por su concierto; por el del que fuese miembro fundador de Bad Company y Mott the Hoople,  perfectamente arropado dicha noche por su banda de blues.
La velada prendió con el voluntarioso buen hacer de los locales Rojillos Blues Band, quienes tintaron acertadamente la noche, al rojo vivo, con su animada rhythm and blues  de idéntico color. Con coloristas vetas de rock sureño, rojo pasión el mismo, de manos de temas de referentes suyos como Lynyrd Skynyrd o The Allman Brothers -por citar algunos-, antes de ceder protagonismo a los cabezas de cartel.
Con la sombra de Bad Company sobrevolando el recinto y buena parte de los presentes, mirando por el rabillo del ojo, tratando de encontrar vestigios de la misma, el talludito quinteto comandado por Ralphs hizo básicamente lo que de ellos se esperaba, tocar blues de altísimo octanaje. Derrochar genuino regusto a rhythm and blues y demás afluentes habituales del género (slow blues, rock & blues, boogie boogie…) por medio de un repertorio de diferentes  gradaciones y cadencias, dando lugar a un sugerente viaje musical… a tiempo través. A la vista de la perenne vigencia del género, a través del tiempo dicho viaje -más que en el tiempo-, con el líder de la banda muy en segundo plano durante toda la velada (a decir verdad, el verdadero protagonista a las seis cuerdas fue el segundo guitarrista: suyos fueron los momentos más brillantes de la noche) y el vocalista ejerciendo de perfecto maquinista de la locomotora: un cantante que, muy por las lindes de Joe Cocker, encargado asimismo de hacer sonar la armónica, se llevó de calle a la concurrencia por la cercanía de la que hizo gala, estableciendo ocasionalmente vistosos duelos musicales con el guitarrista Jim Maving, siempre en primerísima línea. Y todo ello bajo la atenta mirada de Mick Ralphs, guitarrista que, sin ser lo que se entiende por un guitar-hero, dejó alto el pabellón, transmitiendo complicidad y complacencia todo el tiempo y derrochando maneras y esencia. Esencias, lo realmente importante. Dejando claro que a estas alturas de su vida (recordemos que el citado tiene 69 años) su pasión por la música en directo, ante todo, es una manera de vivir. Que, seguramente, sigue viviendo noche a noche como lo ha hecho siempre, para la música. Para sentir la emoción por ella generada a flor de piel, más allá de que viva o no de ella. Del blues en este caso, desde el prisma mediático y comercial, el hermano pobre del rock & roll. Bien, y llegados a este punto, acerca de los repertorios de Bad Company y Mott the Hoople, las exitosas formaciones de Mick Ralphs en el pasado, ¿algo que apuntar? Que, de manera simbólica, la banda hizo un guiño al de la primera, ofreciendo un tema en los albores del conciertoFeel Like Makin’ Love, y otro en sus postrimerías, el recordado hit Can’t Get Enough, motivo suficiente para algunos de cara a dar por amortizada la velada: una noche de blues, juegos de palabras mediante o no,  disfrutada y vivida en buenísima compañía.

Noche de sensaciones encontradas 

Concierto de Muy Fellini


Fecha: viernes, 4 de octubre.
Lugar: Bar Subsuelo, Iruñea.
Intérpretes: Muy Fellini, dúo integrado por Juan Maraví, a las guitarras, y Edu Ugarte, a la batería.
Incidencias: presentación de Fragmentos de una explosión, último trabajo del dúo. Hora y 10 minutos de duración, bises aparte. ½ aforo aproximadamente.

Atípica a la vista del cruce de caminos desde el que Edu y Juan plantearon el presente concierto, he aquí cómo se nos antojó la velada. Una actuación, por doble motivo, a todas luces especial: por ser la última del dúo y por presentarse los músicos antes sus incondicionales con nuevo disco bajo el brazo. Así pues, cosa de la presentación de las nuevas canciones y de su inesperada despedida, podemos afirmar que ellos y cuantos se dieron cita en Subsuelo vivieron una noche rica en sensaciones encontradas. Cosa de la puesta de largo de Fragmentos de una explosión, motivo de alegría (5º trabajo del dúo si tenemos en cuenta discos propiamente dichos y grabaciones de diferentes pulgadas)… y de la disolución de la pareja protagonista de estas líneas, Muy Fellini. Del final de la trayectoria del dúo capaz de sonar como una banda, rara avis de la escena allá por 2009 que optimizando recursos al máximo, en apenas cuatro años, dejó de ser un ilusionante proyecto para transformarse en una asentada realidad. En un estandarte del mejor pop independiente, en unánime opinión de público y crítica.
Soltura y melodías bañándolo todo, determinación mediante y su habitual holgura en directo, la actuación estuvo presidida por la interpretación de los temas del nuevo disco, unas composiciones que, joyitas sonoras de intención, fueron interpretadas de forma totalmente echada hacia adelante, como siempre fue en Muy Fellini. Y al referirnos como joyitas sonoras a las mismas no diremos en referencia a ellas “con forma de canciones”; y no lo haremos por la siguiente razón, porque ello demostraron ser cuantas sonaron, canciones con todas las de la ley. Pese a que su construcción en directo se apoyase solamente en dos puntales. Y en dos tan atípicos como guitarras y batería, en vez de en un número mayor.
A propósito de esto, antes de continuar, diremos que para algunas de las interpretaciones se contó con un tercer punto de apoyo, María Fernández. Y con un  instrumento igualmente atípico en contextos como este, la viola, útil sonoro que, por su carácter inusual, imprimió nuevas y sugerentes tonalidades a la noche. Sinfónico regusto a la esencia de cuantas melodías tatuó.
De variadas hechuras y texturas -en líneas generales-, de diferentes latidos y cadencias, los temas lucieron idéntica intensidad e incandescencia, conformando de manos del remanso de ritmos y melodías generado un oasis de claras connotaciones pop: ora de corte indie, ora de pop más guitarrero. Incluso denotando electrizante marchamo rockero en algunos de los casos. Evidentemente, dentro de la totalidad de cuantos sonaron, hay que volver a incidir en las verdaderas protagonistas de la noche, las nuevas composiciones, unas canciones de efímera vida en directo que, llamadas a ser flores de un día, brillaron en esta, su única noche, como fugaces haces de música y emociones.

Bastándose y sobrándose como siempre para llenar el escenario de sensaciones, Juan Maraví y Edu Ugarte rubricaron la exquisita trayectoria de Muy Fellini el pasado viernes en Subsuelo, su centro de operaciones por excelencia, y lo hicieron dejando una bonita estela tras de sí. ¿Volveremos a saber de ellos alguna vez? Ojalá que sea así.


De altura. A gran altura

Concierto de Riverside

Fecha: domingo, 29 de septiembre.
Lugar: Baluarte, Iruñea.
Intérpretes: Riverside, formación integrada por Mariusz Duda, a la voz y al bajo, Piotr Grudziński, a la guitarra eléctrica, Piotr Kozieradzki, a la batería, y Michał Łapaj, a los  teclados, sintetizadores y al Hammond. Como teloneros abrieron noche Maqana.
Incidencias: concierto de presentación de Shrine of New Generation slaves, 5º CD de la banda, incluido en la gira The new generation tour. Hora y ¾ de actuación. Asistencia buena, público principalmente de sexo masculino que disfrutó de la velada.

Los seguidores del rock progresivo tenían el pasado domingo una ineludible cita en la sala de Cámara de Baluarte, respondiendo a dicha convocatoria de manera… Aceptable, creemos. Positiva, habida cuenta del aforo completado: más de la mitad de dicha sala.
Llamada a ser protagonizada por dos formaciones polacas, la presente noche de rock cobró cuerpo con Maqana, quienes, desplegando connotaciones de solemnidad y grandeza, crearon en cuestión de segundos la ambientación perfecta para que comenzase la ceremonia musical. Enseñando garras al unísono y arañando con sus instrumentos por doquier, la actuación de la banda estuvo presidida por envolventes atmósferas de rock de corte alternativo, quedando conjugadas dichas atmósferas a la perfección con señas de identidad del rock progresivo como los cambios de densidad de las composiciones: santo y seña del género. Así las cosas, entregándose al máximo durante sus ¾ de hora; aprovechando hasta el último segundo de su tiempo, Maqana demostraron no haber venido solo a pasar la tarde, cumpliendo satisfactoriamente su objetivo: hacerse con el beneplácito de los presentes, un público que, especialmente cautivado por vocalista y guitarrista, aplaudió todas y cada una de sus composiciones.
A continuación, tras tan sorprendente –en opinión de muchos- y gustoso aperitivo; después de 20 minutos de descanso para readecuar el escenario, llegó el momento por todos esperado. La actuación de Riverside, el imán con magnetismo propio del cartel.
Fundados en Varsovia en 2001, considerados por crítica y público como una de las actuales referencias indiscutibles del rock progresivo, Riverside cumplió sobradamente las expectativas, haciendo lo que de ellos se esperaba: protagonizando un atronador y esplendoroso concierto de rockmetal progresivo. Dando lugar –sugerentes atmósferas luminotécnicas e instrumentales mediante- a un poderoso espectáculo de luz y sonido  erigido sobre pasajes de diferentes densidades y volúmenes: detallados y detallistas dichos parajes por demás, brillando siempre al servicio de la canción. De unas composiciones extraídas del CD que se presentaba, como las que abrieron la lata –entre otras-, o bien más añejas, como el tema instrumental Realllity dream III (demoledor, sencillamente) u otros como Livin in the past (haciendo gala del poderío de serie atesorado por la banda) o Egoist, hedonist, brindados entre unas ambientaciones lumínicas que casaron a la perfección con los destellos sonoros –pronto transformados en fogonazos- lanzados por los músicos; por guitarrista, bajista (grande el también vocalista, dibujando a pie de pedalera todo tipo de efectos sobre el lomo de su bajo en Escalator Shrine, último tema antes de los bises) y, mención especial para él, por el teclista: por un músico que aportó imprescindibles tonos psicodélicos a los temas e incluso recurrió a un theremin para iluminar el primero de los dos que sonaron a modo de bolas extra: unos músicos, los cuatro –en suma- que, en perfecta conjunción astral, dejándose llevar por su música, se llevaron incontestablemente al público a su terreno canción a canción, viviéndolas y disfrutándolas de primera mano. Catapultando tema a tema hasta más y más altas cotas la velada. ¿El resultado? Una noche de rock de altura. De verdadera altura. Una noche para el recuerdo en la que el rock progresivo rayó a gran altura.


De primerísima división

Concierto de De 2 en Blues Band


Fecha: viernes, 27 de septiembre.
Lugar: Casa de Cultura de Burlata.
Intérpretes: De 2 en Blues Band, respaldados ocasionalmente por Arantza y Zuriñe a los coros y por The Broken Horns, trío integrado por Alberto Arteta, al saxo tenor,  Ion Celestino, a la trompeta, e Iñaki Rodríguez, al saxo barítono.
Incidencias: presentación de Groovin´ the blues, tercer CD de la banda. ½ Hora de retraso y hora y media  de duración, bises aparte.

De 2 en Blues Band es un grupo de primera. De Primera División, y dentro de dicha categoría, de la parte alta de la tabla. Un grupo de zona Champions: así lo corroboraron el viernes 27, protagonizando un incontestable concierto con motivo de la presentación de su nuevo CD. Tirando desde distintos frentes la casa por la ventana, dando lugar a una actuación de auténtico lujo, a la vista del repertorio brindado y de la alineación presentada: con los seis integrantes del equipo titular, Miguel, Mariano, Patxi O´Clock, Skualo, Sergio y Alfredo, lujosamente reforzados para la ocasión por un trío de vientos, The Broken Horns, y por una pareja de coristas… inconmensurables todos ellos. Por cinco músicos adicionales que, además, en ningún momento se limitaron a ser comparsas del sexteto, contribuyendo decisivamente al engrandecimiento del hecho musical. Bueno. Bien. Siendo conscientes del nivel atesorado por De 2 en Blues Band (tantísimas ocasiones demostrado desde que en 1990 comenzara a fraguarse el proyecto), sabemos que lo que acabamos de decir es mucho decir, pero aun habiéndolo pensado en frío, habiendo reflexionado sobre el tema horas después del concierto, no nos desdecimos de lo dicho. Y todo ello en una noche, sobre el papel, difícil en lo referido a lograr una buena asistencia de público, cosas de la inusual bonanza meteorológica o de la coincidencia con San Fermin Txikito: razones de más para que haya que dar necesariamente por buena la asistencia.
Estratégicamente dispuesta sobre el escenario la, si se nos permite, pequeña bigband (batería y teclados a ambos lados, frente a frente, sobre sendas plataformas, lo mismo que, rematando el mismo, coristas, sección de vientos y bajista, quedando en primera línea vocalista, guitarrista y armonicista), los músicos plasmaron a la perfección su habitual concepción del blues, abierta, colorista; abiertamente marcada y coloreada la presente noche tanto por el toque de soul aportado por los vientos como por el regusto negroide brindado por las coristas, ganando sugerentes matices la esencia de las composiciones. Su evidente alma de blues, género que, tocado por semejantes maestros,  en ningún caso hizo bueno tópicos como los que relacionan dicha música con la melancolía y la tristeza: mostrándose de lo más vivaz y vitalista de manos de las afortunadas vueltas de tuerca que acertaron a dar a todas y cada una de las composiciones, denotando, en suma, ingentes dosis de energía positiva.
Acerca de las mismas, diremos que lucieron densas y ágiles a un tiempo, con la masa corporal de cada una perfectamente redistribuida: fibrosas, sin grasas de más y con la musculatura en su punto, esto es, sin estridencias ni michelines, dando lugar los músicos a un refrescante mar sonoro cuyo cadencioso oleaje, a juzgar por los aplausos, resultó del total agrado de los presentes: unos músicos entre los que, sin ánimo de desmerecer a nadie (misión imposible, al igual que reseñar el buen hacer de todos), destacaron Skualo, con sus dedos corriendo con su consumada maestría tras las teclas; tras los teclados. El incombustible Miguel, manteniendo voz, timbre y actitud tantísimos años después, y Mariano y Patxi, haciendo de las suyas todo el tiempo. Cositas buenas de las suyas, poniendo las notas de color al hecho musical global.
A la música de una banda, De 2 en Blues Band, que en medio de una excelsa pulcritud sonora; de una excelsa y bendita pulcritud, volvió a dejar claro qué es el blues para ellos: su manera de vivir. De sentir. De vivir y sentir tanto la música como la vida en general. Una noche más, de primerísima división.



Guitarras con punto ‘G’

Concierto de Steve Vai

Fecha: viernes, 20 de septiembre.
Lugar: Auditorio Baluarte, Iruñea.
Intérpretes: Steve Vai, a las guitarras, acompañado por Philip Bynoe, al bajo, Dave Weiner a la guitarra rítmica y a los teclados, y,Jeremu Colson, a la batería.
Incidencias: 2 Hora y 50 minutos de duración, bises incluidos. Buenísima asistencia, público de distinta condición entregado y participativo.

Steven Siro Vai, Steve Vai (Nueva York, 1960), tal vez el más famoso guitar hero en activo,  la armó, y cómo, en Baluarte, llevando al respetable al paroxismo de manos de su hacer a las 6 cuerdas. Bueno, de su buenísimo hacer a cuantas cuerdas de acero hizo sonar durante cerca de las tres horas ininterrumpidas de concierto que ofreció, regalando a todos una noche para el recuerdo.
Con la presentación de los temas de The story of light, su nuevo CD, como excusa, sólidamente respaldado sobre el tablero por peones de primerísimo nivel (brillando con luz propia, por su espectacularidad, el baterista), Steve derrochó purismo y virtuosismo. Punta de velocidad y voracidad. Fuerza, actitud y estilo, dando lugar desde el principio  a un magnífico espectáculo de luz y sonido. Desde que el magma sonoro llamado a conformar el presente ejercicio de hardrock instrumental comenzara de forma explosiva a desbordarse entre el humo y los haces de colores. Desde el minuto 1 hasta que el caudal sonoro finalmente conformado, convertido en incandescente lava, terminara sobre  las 0.00 horas de salpicar al respetable.
Tal y como era de prever, las interpretaciones orbitaron alrededor de la maestría de Steve a la hora de tocar la guitarra, alternándose momentos de pronunciada crudeza y delicada ternura, los menos; instantes de calma y otros, los más, de premeditados excesos, siendo dicho arte a la hora de hacerla sonar, herramienta habitual de cualquier músico al servicio de la canción, el fin en sí mismo dicha noche. Mostrándose las composiciones al entero servicio del artista, en vez de al revés. Sobre el sonido plasmado, apuntaremos que, construido sobre poderosos riffs y solos de excelsa duración, aliñado todo ello por constantes armónicos y tappings, se tradujo en una ininterrumpida sucesión de  apasionados momentos de altísima exaltación de la guitarra, dando Vai todas las veces en la diana a la hora de encontrar su punto G. El punto G de las mismas. Escrito, claro está, con G de guitarra… Con G de gusto o de grandeza, llevando el citado cuantos modelos de guitarras utilizó, y de su mano, a los presentes, al clímax más absoluto. ¿Cómo? Sirviéndose para ello de unos temas que denotaron cuerpo y volumen en cualquiera de las acepciones de esta última voz. Máximo volumen.
Además, como buen americano, más allá de preocuparse solo del componente musical del show; de hacer sonar de forma sobresaliente sus guitarras, Vai no descuidó el cultivo de la cara propiamente espectacular del concierto, protagonizando, así pues, una actuación ágil, entretenida y dinámica. Incluso con momentos verdaderamente desenfadados, como cuando sacó al escenario a tres personas del público, haciéndoles protagonistas de los minutos más distendidos de la velada; cuando lució una guitarra con lucecitas azules en sus trastes o, directamente, como los por él protagonizados durante la espectacular performance con que sorprendió al respetable, cuando parecía imposible sorprenderle con nada más: cual si de un iluminado (en el sentido literal de la palabra) robot/fantasma se tratase, disparando notas desde la oscuridad en medio de un ambiente, cosa de la acción de los focos, cien por cien de discoteca; frontal en la cabeza e iluminados sus dedos, armado de una guitarra que lanzaba rayos láser

Steve Vai, el guitarrista que tocara con Frank Zappa, hizo rugir, gemir, llorar, hablar y cantar a cuantas guitarras pasaron por sus manos en Baluarte, emocionando y haciendo gozar y disfrutar con sus constantes demostraciones y cabriolas sonoras al respetable. Haciendo honor a su fama, de lo mejorcito que hemos visto últimamente.


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