A la luz de la Vela
Concierto de La Vela Puerca
Fecha:
sábado,
18 de mayo.
Lugar:
sala
Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: La Vela Puerca, formación
integrada por Sebastián Teysera Enano y Sebastián Cebreiro Cebolla, a las voces, Nicolás
Lieutier Mandril, al bajo, Carlos
Quijano Coli, al saxo, Alejandro
Picone Ale, a la trompeta, Santiago
Butler y Rafael Di Bello, a las guitarras, y José Canedo Pepe, a la batería. Como
teloneros, abrieron noche Cero a la Izquierda.
Incidencias: presentación de
Piel y Hueso, nuevo CD de la banda.
Casi dos horas de duración, bises incluidos. Asistencia aceptable, cerca de
media sala. Público muy participativo que disfrutó de la actuación.
Tras tantear el terreno tres
años atrás en el denominado Iruñea Free
Musikaldia, festival auspiciado por la Federación de Peñas de Pamplona, los
uruguayos La Vela Puerca, en el marco de una mini gira estatal de presentación
de su ultimo trabajo, pisaron suelo navarro nuevamente, convenciendo y
complaciendo sobradamente a cuantos acudieron al concierto. A un público que en
buenísima parte de los casos demostró conocer, y más, la trayectoria del grupo,
a la vista de cómo fueron recibidos los músicos y de cómo fueron secundadas la
práctica totalidad de las canciones.
Tras la comparecencia de los
locales Cero a la Izquierda, banda que, de manos de su actuación, marcó en su calendario otra fecha
para el recuerdo dentro de este, su gran año, alrededor de las 23.00 horas
comparecieron los capitaneados por el
Enano y el Cebolla, siendo saludados al estilo más genuinamente
sudamericano; bajo el ondear de alguna bandera de su país, con un apasionado y
repetido cántico, a modo de mantra: Vamos,
vamos la vela, vamos la vela de mi corazón…
En su intento de enganchar
desde el minuto, la banda, además de nuevas composiciones, presentó
principalmente viejas credenciales sonoras, dando lo mejor de sí con todas ellas.
Y en la diana, lo realmente importante. Y cuando decimos con todas, es con todas,
a juzgar por cómo fueron saludadas, coreadas y aplaudidas: tanto las de estreno,
como las dos con las que arrancaron, (Sobre
la sien, Y así vivir) como las de
discos anteriores que sonaron enlazadas con ellas, conformando un primer bloque
de canciones: Colabore y Haciéndose pasar por luz, especialmente
recibida esta última.
Acerca de los temas
escuchados, alrededor de veinticinco en total, diremos que lucieron muy vitamínicos
y pegadizos; dejando entrever una esencia muy punkrockera -por momentos- que, imbuida
por el espíritu de La Polla de principios de los noventa (la época más rockera
de los de Agurain), matizada por ritmos latinos y vestida de color fiesta por
los vientos, denotó magnético empuje y gancho propio. Capacidad para poner a
bailar o, al menos, para mantener atentos a propios y extraños. Y apoyándose en
el crossover de sensaciones y ritmos
exhibido, ser ricos dichos temas en substancia musical, llegando a sonar
puntualmente cuatro guitarras sobre el escenario y hasta tres voces. ¿Los más celebrados,
a tenor de cómo fueron no ya recibidos, sino cantados por la sala? Caldo precoz, Zafar (todo un himno, allende el océano), De atar o De tal palo.
Transcurrida la mitad de la
actuación llegó uno de los momento más especiales de la velada, al menos para
ellos: la comparecencia de Kutxi Romero, cantándose La sin razón. ¿Más momentos cumbre en lo que a colaboraciones hizo
referencia? El protagonizado camino de
las postrimerías de la noche por el igualmente integrante de Marea César
Ramallo, quien aportó sus 6 cuerdas en otro de los temas.
Fundados en 1995, considerados
una de las bandas más populares de Uruguay (no en vano sus últimos trabajos,
incluido Piel y hueso, han alcanzado
distinciones como las de Triple o Doble Platino), La Vela Puerca se encendió
en Tótem recientemente, incendiando con
fuerza e iluminando la noche con sus canciones. Bien,
bien.
Última estación,
Atarrabia/Villava
Concierto de Hoey and the
Mussels
Intérpretes: Hoey and the Mussels, formación integrada por
Colm Candon, a la voz, a la guitarra acústica y a la armónica, Stephen, a la
guitarra eléctrica, Patxi Antón, al bajo, y Javi Egiluz, a la batería, además
de diez invitados puntuales.
Fecha: viernes, 17 de
mayo.
Lugar: Casa de
Cultura de Atarrabia.
Incidencias: último
concierto de la banda. Hora y ¾ de duración, bises incluidos. 2/3 largos
de aforo. Público que aplaudió con fuerza
las interpretaciones.
7 años después de que
comenzaran su andadura, el viaje emprendido por Hoey and the Mussels llegó dicho viernes a su final, abandonando el
cuarteto la escena como los grandes. Como lo que, desde el prisma artístico,
han demostrado ser en estos años, saliendo por la puerta grande… y dejando tras
de sí cierta sensación agridulce: y es que, entre otras cosas, no deja de ser
una pena que una banda así, para poder ofrecer un concierto en condiciones
(sobre un escenario profesional y con pago de entrada de por medio), haya
tenido que anunciar su fin: algo que, crisis económica aparte, dice mucho de los
actuales tiempos. De la apatía de buena parte del público potencial en general.
Con
la presencia en numerosos momentos de Germán San Martín a los teclados y al acordeón (quinto miembro de la banda tantas
noches), la ceremonia de despedida dio comienzo con viejos temas como My dance unalone, de Home, su primer CD, o My own
favourite scarab tale, del segundo, compareciendo a una con la interpretación
de un nuevo tema de Daemon dozen el primer invitado de la noche: el
violonchelista Tom Theobald, quien también tomó
parte en la siguiente pieza en sonar. A lo grande, con un buen número de
músicos respaldando la celebración, a continuación compareció el guitarrista
Dani Ulezia (Fabric & ghost), prosiguiendo
el desfile de invitados, todo un valor añadido para la velada, con las
presencias de Txetxu Brainloster, Antonio Armendáriz (quien colaboró en dos
temas, uno de ellos, Barry Mullets
washing day, de the humours of
privilege, tercer CD del grupo), Jon Ulezia, el Flako y Txus, de la banda
de El Drogas (Solf power) y, ya en
los bises, en una misma canción, Raúl Elizalde y Berti, de Astrovandals este
último, ofreciendo el cuarteto propiamente dicho cuatro composiciones únicamente,
en todo el concierto.
Tras
años y años de batallas, incluso de ganar algunas (pensamos que cada CD
publicado ha representado una pequeña victoria para el grupo); después de
sentar cátedra con sus canciones y de haberse mantenido todo el tiempo posible
en el alambre, Hoey and the Mussels colgaron finalmente sus instrumentos,
repitiéndose una década después la historia ya vivida por Colm, Patxi y Stephen
en So Blind, su anterior formación: el final de un nuevo proyecto, ante la falta
de perspectivas. Hoey and the Mussels, contagiados por el rock americano de
regusto más atemporal y perenne y unos de los más preclaros voceros que
artistas como Neil Young, Tom Waits, Bruce Springteen o Bob Dylan han tenido a
este lado del Atlántico.
Malos
tiempos no, peores, he aquí cómo son los que corren a día de hoy para la
lírica. Para el arte, en general. Cosa de una época como esta, en la que a
mayor calidad por parte de los artistas, menor acostumbra a ser la curiosidad
suscitada y, por ello, menores sus logros. Cosa de estos tiempos en los que la
oferta es inmensamente superior a la demanda y los mass y el gran público tienden a valorar más los edulcorantes
artificiales que la miel; a artistas mediocres de consumo inmediato, más que a los
verdaderos orfebres; así las cosas, ¿de
qué sirve remar y remar si nunca se acaba el mar? Normal, llegados a
determinado punto, que las bandas tengan que claudicar.
En
fin, fue bonito mientras duró; y que nadie lea aquí un epitafio. Toda vez que
lo mejor siempre está por llegar, esperemos que este trance, la llegada de la
banda a su última estación, no sea para sus músicos sino una especie de
tránsito hacia algo mejor.
Bienvenidos al futuro
Concierto de Gaur Ez
Intérpretes: Gaur Ez, formación integrada por Jule, a la voz, Idoia
y Alfredo, a las guitarras, Xabi, al bajo y a los coros, y Julen, a la batería
y segundas voces.
Fecha: jueves, 16 de
mayo.
Lugar: Black Rose, Burlata.
Incidencias: presentación
del primer CD de la banda. 1 Hora de duración, bises incluidos. Asistencia
aceptable. Público joven que disfrutó de la actuación.
Gaur
Ez, los BAP!! del siglo XXI con voz femenina al frente –digámoslo sin
tapujos salvando todas las distancias-, comienzan
su andadura en 2005, sin prisa pero sin pausa, brindando sus primeras
actuaciones en 2010 y viendo publicado su primer CD a finales de 2012: un trabajo
cuyas canciones fueron dicho jueves el eje central de su actuación en Black
Rose.
En busca de su
particular piedra filosofal (en lo referido a su sonido) desde finales de la
anterior década, tras años y años a su ritmo, combinando diferentes ambientes y
sonidos, la banda está presentando
actualmente su sorprendente apuesta sonora, arriesgada y valiente donde las
haya; una propuesta erigida sobre unos temas que bailaron todo el tiempo con diferentes
intensidades, marcadas por todo tipo de volantazos rítmicos. Navegando en todo
momento a caballo entre los postulados de un post-hardcore de lo más experimental y,
cosa del idioma elegido para expresarse, un euskal rock de corte ciertamente
alternativo. Ah, y de novísimo cuño todo ello. ¿El resultado de tales
combinaciones? Unas composiciones con sello propio que dieron lugar a un universo artístico trabajadamente personal. Y es
que ahí es nada lo que suponemos que han tenido que trabajar estos músicos para
dar vida a semejante colección de temas: imprescindibles labores de aprendizaje
aparte, tanto en su composición como a
la hora de ensayar de cara a plasmarlos en directo.
El
concierto arrancó de manos del tema que bautiza al grupo, marcando su
interpretación las tónicas artísticas llamadas a definir la velada: los ya
sugeridos contrastes de todo tipo, con
la voz principal aportando calor y componente melódico al hecho musical.
Contrarrestando Jule con su forma de cantar, caliente y sutil, los acerados y
acelerados impulsos musicales de la banda, presididos en algunos momentos por
la voz gutural esgrimida por el baterista. Así pues, caricias versus arañazos y
zarpazos, he aquí cómo podríamos definir lo comentado, estableciéndose desde
dichos primeros compases el ying yang
llamado a presidir la actuación.
A
continuación, apoyándose en ese equilibrio, comenzaron a forjarse las imprevisibles
atmósferas llamadas a definir la noche, ora más transparentes, ora más opacas;
unas veces más pétreas, otras, más porosas, antes de agrandarse definitivamente
y envolverlo todo de manos de composiciones como Ezinegon, Zuengana noa o Itxoiten, ofrecidas antes de los bises:
tiempo extra en el que sonó una versión del Kukutza,
de Zea Mays (a ritmo de dance rock, qué gran colofón) y el definitivo y de
factura propia Agur.
Recuperando
la fecha que, por motivos de causas mayores, tuvo que ser suspendida en
febrero, aprovechando la ocasión –posiblemente- para foguear repertorio de cara
a su participación, el próximo sábado, en la cuarta edición de Arrikurock, Gaur Ez descargaron con arte
y energía sus composiciones; unas canciones que, repletas de atractivos
recovecos y matices, demostraron ser a las canciones de corte tradicional lo
mismo que los actuales barrios dormitorio a los cascos viejos de las ciudades.
Bueno, y sobre el escenario, demostrando los músicos ser jóvenes pero, tal y
como se decía en los años noventa, estar sobradamente preparados. Ser parte del
imprescindible relevo generacional: un grupo, Gaur Ez, llamado a recordarnos
que nos vamos haciendo viejos. Mayores, si se prefiere. A decirnos con
argumentos, como se dicen las cosas, que el futuro ya está aquí. Hablando de lo
que estamos hablando, a decírnoslo tal y como lo hicieron, con razones con
forma de canciones. Sean bienvenidos…
Mayo, tiempo de ‘Maiatza’ (I)
Conciertos de Cabezafuego y Joseba Irazoki.
Fecha: sábado, 11 de mayo
Lugar: Peña Euskal Herria, Burlata.
Incidencias: actuaciones de alrededor de 1 hora de
duración Además de los citados, también subieron al escenario Little Suzzies y
Doctor Explosion. Asistencia buena.
Tras arrancar el sábado 4 la actual edición
de Maiatza Rock, la vigésima –por más
señas-, el día 11 tuvo lugar la segunda de las citas del incombustible ciclo,
deparando las actuaciones de Cabezafuego, Joseba Irazoki, Little Suzzies
y Doctor Explosion; eso sí, a la vista de lo que dieron de sí los conciertos
(por un lado, la presencia de dos artistas con muchísimas cosas que decir,
además de en el fondo, en las formas, actuando en solitario, y por otro, la de
dos bandas más al uso) hemos creído oportuno hablar en primer lugar de las
actuaciones de los primeros, dejando para fechas próximas las de los
legendarios Doctor Explosion y Little Suzzies.
Aunando atmósferas de
imprevisibilidad y marcado regusto propio, la velada arrancó con la
comparecencia del a todos los niveles inquieto Iñigo Cabezafuego, artista que
en el marco del No tengo tele Tour
actualmente está presentando las mimbres de su carrera en solitario: unas
canciones de fuerte personalidad e histriónicas y lucidas letras. Así pues,
dando rienda suelta en plan songwrritter
al artista que atesora en su interior el niño que lleva dentro, a lo Kabezabolo
–incluso, por momentos-, esto, presentar dichos temas, hizo guitarra eléctrica
en mano y pedales en los pies: uno de los pedales, llamado a accionar el
pequeño bombo del que entre otros útiles sonoros se acompañó, destacando entre
los mismos el radiocassette con el en uno de los temas se hizo los coros a sí
mismo, dando lugar a uno de los momentos de la noche. ¿Otros? Los deparados por
las versiones con las que se despidió, Los
violentos de Dios, de Bizardunak, ofrecida con el banjo a pie de sala, y Me gustaría llorar, de Los Bichos. Así
pues, inclasificable Iñigo una noche más, a su ritmo. A su bola, dando pié con
bola todo el tiempo y metiéndose totalmente al respetable en el bolsillo: algo
que también hizo Joseba Irazoki, polifacético músico donde los haya llamado a
presentar dicha noche su show One Man
Band, espectáculo sin fronteras ni banderas estilísticas en el que el
citado toca todo tipo de instrumentos: guitarras (con púa, slide-guitar o incluso con
¡baquetas!), bombo, armónica, platillo, pandereta, txistu… dando lugar juegos
con la distorsión mediante a ¿diferentes ambientes? No. A universos únicos -más
bien-, haciendo buena la máxima de que si sirve para emitir sonidos o marcar
ritmos, todo vale. ¿El resultado de lo visto? Todo un ejercicio de folk rock
teñido de genuina psicodelia norteña… Plasmado mediante unas piezas de corte
incluso bailable: poniendo de manifiesto las mismas, eso sí, ser a la música de
baile lo que las apuestas de hachas a las apuestas meramente deportivas.
Finalmente, su actuación encontró el mejor de los colofones de manos de la
presencia de Cabezafuego, con Joseba sobre sus hombros musicando el tema Maiatza
Rock, himno oficioso si no ya oficial del festival.
Derrochando descaro, carisma y
discursos musicales propios, haciéndolo sin ningún tipo de recortes,
Cabezafuego y Joseba Irazoki dieron la campanada con los conciertos por ellos
protagonizados, totalmente alejados de postulados tradicionales y aptos
preferentemente para melómanos extremos. Y sí, nos alegró constatar lo
siguiente, que en unos tiempos tan previsibles como estos, todavía queden
artistas que se atrevan a salirse del guión. A destrozar lo convencional.
Artistas capaces de sorprender a propios y extraños con sus propuestas, incluso
al arriba firmante, labor harto difícil a la vista del número de bandas que
cada semana ve en directo. Y estos dos, todo un punto y aparte en el cartel, lo
hicieron, trasladando a los presentes la sensación de estar siendo testigos de
algo único: una gratísima sensación, razón por la que consideramos conveniente
dedicarles un capítulo aparte. Próximamente, en este espacio, Doctor Explosion
y Little Suzzies.
Mayo, tiempo de ‘Maiatza’ (y II)
Mayo, tiempo de ‘Maiatza’ (y II)
Conciertos de Little Suzzies y Doctor Explosion
Fecha: sábado, 11 de mayo
Lugar: Peña Euskal Herria, Burlata.
Incidencias: actuaciones de alrededor de 1 hora de
duración, enmarcadas en la 2º jornada de Maiatza
Rock. Asistencia buena, más o menos lleno todo el tiempo.
Decíamos ayer, he aquí cómo podríamos haber comenzado,
emulando a Fray Luis de León… Bien; tras haber contado recientemente cómo
transcurrió la primera parte de la velada del pasado sábado, con las actuaciones
de Cabezafuego y Joseba Irazoki de por medio, vayamos con la segunda, llamada a discurrir
por senderos más convencionales.
Little Suzzies comenzaron su actividad sísmico-musical
a mitades de 2010, cuando Montxo y Josean,
viejos conocidos por haber formado parte de legendarias bandas de Iruñea (Los
Jujanos, Mal Temple, Tijuana in Blue, Kojon Prieto y los Huajolotes, Impecables
o Zopilotes Txirriaos –el primero de ellos-, y Tijuana in Blue, Los Baches, Escarabajos
o Aitona Demons, el segundo) se juntan con José, experimentado guitarrista
leonés con pasado en Los Flechazos y afincado en Ezcarotz. ¿El objetivo del incipiente
grupo? Tras reclutar un baterista, tocar rock & roll. Y esto hicieron
básicamente en la Peña Euskal Herria. Facturar rock & roll de atemporales y
clásicas querencias; rock pirenaico con señeras hechuras propias, derrochando
gusto a raudales los guitarristas por medio de la energía generada. Como no
podía ser de otra forma, tocar rock indisimuladamente contundente sobre la pétrea
base conformada por Montxo, al bajo, y el baterista, dando a entender que, en
casos como el de estos músicos, la experiencia no es un grado, sino más: el termómetro
entero. Y así lo dieron a entender mediante las once canciones que brindaron, de
ejecución más que perfecta y, salvo tres versiones (de Neil Young y The Rolling
Stones dos de ellas), todas de factura propia, dejando su actuación
perfectamente caldeado el terreno para Doctor Explosion.
Fundados en Gijón en 1989, preclaros
referentes de lo que dio de sí en el Estado la década de los noventa, el grupo
indie que más bebió de los años sesenta demostró estar viviendo una segunda
juventud por medio de su concierto; de un show que ante todo fue una fiesta. Disparando
con bala, tirando a dar y haciendo blanco en todo momento, el carismático Jorge
Explosion surfeó enérgicamente sobre
su tabla con forma de guitarra, ofreciendo el
power trío por él comandado
temas de toda su discografía. Unas composiciones cantadas en inglés y en
castellano cuya raigambre, erigida sobre una explosiva combinación de garage
punk setentero, melodías pop y regusto a rock´n´roll sixtie, encontró su
perfecta razón de ser en temas como Drácula
ye-yé (hit extraído de Aquellos
maravillosos 90: Tributo a Dr. Explosion, de 1996), Eres feo, chaval (incluido en el referencial El loco mundo de los jóvenes, publicado en 1994), Mata a la tuna (de The subnormal revolution, 1998) o Surf talibán, tema del CD Música
grabada, saltos y cánticos, de título surgido de una descacharrante
anécdota: de una visita de la policía al piso de Jorge; en vista de la
algarabía reinante en la fiesta de inauguración del mismo, los agentes le
multaron, aduciendo como causa de la sanción la existencia de “música grabada,
saltos y cánticos”. Bueno, y sobre la actitud del grupo en escena, ¿qué decir?
¿Que lo dieron todo? Y multiplicado por tres. Incluso con las tres voces,
incontestables, aportando otras tantas capas de pintura al hecho musical.
Tras arrancar el sábado 4 con
Putas de Hojalata, Memo y M.C.D., mañama, 18, concluirá la presente edición de Maiatza Rock, estando programadas las
actuaciones de Willis Drummond, Attikus Finch y Proyecto Pez: ciclo este, el
‘Maiatza’ de Burlata, que hace de mayo el mes de la iniciativa popular y la
música en directo por excelencia. Que en ello ha convertido el mes de mayo un
año más, y ya van diecinueve, desde 1994. Ya falta menos para el vigésimo
aniversario.
Totalmente enganchado al rock & roll
Concierto de El Drogas
Fecha: sábado, 27 de abril.
Lugar: sala Kube, Tafalla.
Intérpretes: El Drogas, a la voz y ocasionalmente a
las guitarras, acompañado por el Flako,
al bajo y a los coros, Txus, a las guitarras, y Brigi, a la batería.
Incidencias: último concierto de la gira Te cantamos las 40. 3 horas y ¾ de
música en total. Alrededor de medio aforo. Público que terminó entregado.
Dando a entender por activa y por pasiva, en
acústico y en eléctrico, que lo de los recortes no va con él para nada, El Drogas la lió en todos los sentidos
en Tafalla, cantando generosamente las cuarenta a cuantos acudieron a la Kube.
Las cuarenta… y más, si tenemos en cuenta el número de canciones con el que, en
compañía de Txus –guitarras acústicas los dos en ristre-, saludó Villarreal a
los presentes.
Con los pies en el suelo ambos músicos -en el
sentido literal de la expresión-, en un improvisado hall, la velada arrancó de
manera totalmente informal –así las cosas-, denotando Enrique y Txus con su
forma de actuar una cercanía idéntica a la que la banda ha compartido con el
público en los últimos años, actuando por calles y plazas de Iruñerria por
sorpresa. Sorprendiendo el pasado sábado durante media hora de igual modo a los
presentes, con dicho aperitivo. Y a continuación, tras regalar un último tema
en su versión más genuina, Mañana será
igual; después de semejante cóctel de bienvenida (esto es, de decirles a
los suyos “sean bienvenidos” de la mejor manera posible), llegó el plato fuerte
de la noche: la hora de la verdad. La de cantar las cuarenta, labor llamada a
ser afrontada dicha noche por los músicos por última vez.
Detonando las canciones con total presteza y
precisión, el cuarteto abrió fuego con Sofokao,
sonando a partir de ahí de manera alterna temas extraídos de la carrera de
Villarreal en su conjunto, ora, realmente legendarios (Barrio conflictivo, Bahía de
Pasaia, Nada sin ti), ora, de más
reciente factura, como Así, Solo quiero tu boca, Pétalos o En punto muerto. Haciéndolo con nuevos arreglos los recuperados de
su anterior formación, canciones como Contra
la pared, Tentando a la suerte, No hay tregua o La silla eléctrica: junto con otras de Azulejo frío como Todos los
gatos, Con tu piel o la que le
dio título al CD, las más efusivamente recibidas: eso sí, con permiso de las
que no vamos a citar, imposible nombrarlas todas, siguiéndoles a poca distancia
temas como Cerocomasiete, Todos mirando, El lobo feroz (con El Drogas
simulando ser el mismo), Empujo pa´ ki
o, cómo no, Frío, impecablemente
facturadas por una formación que volvió a demostrar ser un auténtico dream team, perfectamente ensamblado por
Enrique. Y en un tiempo record, con Txus ejerciendo en todo momento de amo y
señor de su área, rematando a la perfección con las seis cuerdas todo tipo de
jugadas; haciéndoles hablar a las guitarras –directamente-. Rugir o gemir en
función de la ocasión: sobre la granítica base rítmica tejida por El Flako y Brigi, pura pared de
ladrillo, encontrando en todo momento como sólo él sabe hacer el punto G de las
mismas. Así pues, agarrándonos a argumentos estrictamente musicales, no quedó otra
que rendirse ante el hacer de los cuatro. Frente a la seguridad, la confianza y el poco menos que
insultante poderío desplegado por el actual proyecto liderado por Villarreal, nexo
de unión e hilo conductor de todas las canciones ofrecidas que, demostrando
estar totalmente enchufado, enganchado al rock & roll; dando a entender
estar dispuesto a seguir enganchando al legendario género a cuantos se le
acerquen, vaya que si puso los puntos sobre las íes en Tafalla, demostrando
nuevamente por medio del carisma derrochado que, al igual que ocurriera en cuantos
proyectos anteriores ha comandado, él es el pegamento que da cohesión al
invento: a una formación que dejó claro estar en su mejor momento. No faltarle
nada, ni canciones, ni motivación ni ganas. Cuarenta canciones y dos horas y
tres cuartos después, ser grandes e imprescindibles, una noche más.
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