Espectacular
concierto de Combichrist
Fecha: domingo, 23 de enero
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Combichrist, banda integrada por Andy Laplegua, a la voz, Z-Marr, a sintetizadores, samplers y teclados, Joe Letz, a la batería, y Trevor Friedrich, a las percusiones. Como teloneros abrieron noche Mortiis.
Incidencias: Concierto de presentación de Making Monsters, último CD de la banda. Cerca de 2 horas y media netas de música en directo. Asistencia discreta, público llegado principalmente de comunidades limítrofes que disfrutó de la velada.
Los noruegos Combichrist colmaron con el presente concierto las expectativas en ellos depositadas por el centenar largo de personas que, llegado de fuera en su mayor parte, acudió a Tótem, reverdeciendo las buenas vibraciones que dejaron en los bolos que ofrecieron en 2009-2010, abriendo para Rammstein. Sin que compareciera grupo invitado alguno –más allá de los anunciados en el cartel-, la velada arrancó con la actuación de los igualmente noruegos Mortiis, proyecto musical de Håvard Ellefsen, quien, secundado por dos guitarristas y baterista, llenó su parte de noche… de techno-metal-core -si se nos permite la etiqueta-, personal estilo donde los haya claramente marcado por tintes de black metal & metal gótico, darkwave, rock post-industrial & ambiental y glam; con una forma de hacer música que, rica en connotaciones futuristas y apocalípticas, se mostró férreamente sostenida sobre un premeditado y, a nuestro juicio, exagerado uso de los graves, dando la sensación de que con los mismos se buscara reemplazar al bajo… incluso tratando de recrear su sonido extrayéndolo del bombo de la batería; y lo cierto es que el pase del cuarteto gustó: además de por la música brindada, por su impactante puesta en escena, con el encargado de los efectos luminotécnicos jugando todo el tiempo con luces (imprescindibles las mismas en una actuación así, en pro, valga la redundancia, del lucimiento del hecho musical) y sombras, creando sugerentes ambientaciones desde la mesa. Y acto seguido, tras los 45 minutos de que dispusieron, sobre un entarimado delimitado a derecha e izquierda por una espectacular batería colocada de canto y por un no menos espectacular set de percusiones (escoltando ambos a sintetizadores y teclados), a continuación, en ésta, la noche de los estilos de nombres largos –tal y como la podríamos definir-, de manos de los esperados Combichrist, la hora del techno body music. Del metaltronic –si se nos permite el posible acrónimo- o música electrónica con alma de metal, hecho musical que, erigido sobre sintetizadores y teclados siempre, espectacularmente apuntalado por baterista (cómo lució su forma de tocar, sentado de canto como estuvo), y por el percusionista, y rubricado de manera redonda por la bronca voz del cantante, entre brillantísimos juegos de luces nuevamente, se reveló ora más atmosférico, ora más que propicio para el baile, destacando a este respecto composiciones como Rain Of Blood, Electro Head (por lindes sonoras cercanas a las exhibidas por Prodigy, temas con los que despegó totalmente la actuación) o Bobby Beet, más próximo al sonido de Rammstein, rítmicamente hablando; ¿la diferencia respecto a la música facturada por los alemanes? Que aquí no sonaron guitarras –básicamente-; y sí, al igual que Mortiis, Combichrist gustó a los presentes, a un público que lució curiosos looks –incluso gorras de plato en algunos casos- y que, en las primeras filas principalmente, tal vez animado a ello por los más que dinámicos vocalistas (no dejando ambos de danzar impulsivamente de un lado a otro del escenario) incluso bailó ciertamente entregado. Sacudido por una velada que, se mire como se mire, con el único lastre de la asistencia, lució espectacular.
Siguen estando ahí
Concierto de Barón Rojo
Fecha: sábado, 22 de enero
Lugar: Sala Tótem , Atarrabia.
Intérpretes: Barón Rojo, formación integrada por Armando de Castro a la guitarra y a los coros, Carlos de Castro, a la guitarra y a la voz, Gorka Alegre, al bajo, y Rafa Díaz, a la batería. Como teloneros abrieron noche Dream Walker.
Incidencias: asistencia discutible, 2 horas de duración, bises incluidos; público de media de edad alta que cantó y disfrutó de la velada.
Tras el intento fallido de actuar en el pabellón Anaitasuna en 2010 con la ‘formación original’, los incombustibles hermanos De Castro lo hicieron en Tótem al frente de la por ellos denominada ‘formación regular’, saldándose la visita con distinta suerte, según cómo se mire: de forma totalmente exitosa desde el punto de vista artístico (cosa de la nueva demostración de pundonor, profesionalidad y buen hacer dada por el cuarteto) mas de forma discreta en lo referido a la asistencia registrada, si no mala, sí floja –a nuestro juicio-, estando quienes estaban sobre el escenario: más que los hermanos del rock & roll –tal y como se proclaman los ‘barones’ en uno de sus temas más conocidos-, los padres del heavy metal genuinamente estatal.
La velada arrancó con Dream Walker, sexteto de casa que POSO (*) –pese a la juventud de sus integrantes-, pose en su justo punto (imprescindible la misma dentro de su concepción del rock, a caballo entre el powermetal progresivo, el glam y el heavy tradicional) y actitud, brindó un pase redondo. Y acto seguido, tras semejante cóctel de bienvenida, Barón… al rojo vivo, prestos, como siempre, a darlo todo. A dejar claro que, pese a las controvertidas rotaciones de músicos en sus filas, siguen estando ahí, dejándose la piel sobre los escenarios, algo que hicieron el sábado alternando temas imprescindibles de su repertorio (una vez más, los más celebrados por la audiencia), con otros más prescindibles –en opinión de todos, no ya únicamente del firmante de estas líneas-, como La Voz De Su Amo o Tu Infierno, con los que empezaron. ¿Lo mejor del concierto? Las nuevas y trabajadas introducciones de varios de los hits emblemáticos que sonaron, el afán de agradar de los guardianes de las esencias de la nave, Carlos y Armando de Castro (ya haciendo sonar sus hachas –directamente-, ya moviéndose al alimón sobre las tablas y hasta bailando de forma acompasada), y, principalmente, la maestría del segundo a las seis cuerdas, algo que dejó patente mediante los excelentes solos con los que se adornó durante todo el concierto. Bueno, y siguiendo con lo mejor de la velada (los únicos ‘peros’ ya han quedado sugeridos, enseguida profundizaremos en ellos), su recta final, con hits tan legendarios como Los Rockeros Van Al Infierno, Resistiré o Siempre Estás Ahí cerrándola… con permiso del Stand Up And Shout, de Dio, en claro homenaje al seminal cantante meses atrás fallecido.
Parafraseando un conocido título del grupo, diremos que el Barón voló sobre Iruñerria, atronando y hechizando con su atemporal, brutal y característico sonido a sus incondicionales: a un público que, aunque como siempre, estuvo ahí, compareció en un número ciertamente discutible; ¿Por la coincidencia con el concierto de Accept en Bilbao? ¿Tal vez porque los De Castro no están acertando a gestionar las giras del grupo? Y es que tanta actuación de ‘vuelta al ruedo’, tanto exprimir la vaca sin aportar nada no ya nuevo, sino a la altura del perenne e imperecedero material viejo, puede que esté pasando factura al tirón del grupo; y si a ello añadimos el hecho de que, en función de indisimulables especulaciones crematísticas, la banda está dispuesta a tocar con diferentes formaciones (algo inaudito en la historia del rock & roll, un grupo con dos alineaciones posibles a la vez) queda aclarada la cuestión. El porqué del discreto tirón de un nombre tan grande como el de Barón Rojo, cuyos pilares indiscutibles, pese a todo (su más que discutible gestión del histórico grupo incluida) demostraron seguir ahí. Como siempre. Así pues, sólo por eso, pese a todo –asimismo-, ¡larga vida al Barón!
(*) POSO, he aquí lo que tuvo que leerse en la crítica publicada en DIARIO DE NOTICIAS en lugar del "POSEE" que se leyó, por causas ajenas al firmante de la misma. Ya hemos pedido disculpas al grupo...
Recidivas recaídas
Fecha: domingo, 23 de enero
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Combichrist, banda integrada por Andy Laplegua, a la voz, Z-Marr, a sintetizadores, samplers y teclados, Joe Letz, a la batería, y Trevor Friedrich, a las percusiones. Como teloneros abrieron noche Mortiis.
Incidencias: Concierto de presentación de Making Monsters, último CD de la banda. Cerca de 2 horas y media netas de música en directo. Asistencia discreta, público llegado principalmente de comunidades limítrofes que disfrutó de la velada.
Los noruegos Combichrist colmaron con el presente concierto las expectativas en ellos depositadas por el centenar largo de personas que, llegado de fuera en su mayor parte, acudió a Tótem, reverdeciendo las buenas vibraciones que dejaron en los bolos que ofrecieron en 2009-2010, abriendo para Rammstein. Sin que compareciera grupo invitado alguno –más allá de los anunciados en el cartel-, la velada arrancó con la actuación de los igualmente noruegos Mortiis, proyecto musical de Håvard Ellefsen, quien, secundado por dos guitarristas y baterista, llenó su parte de noche… de techno-metal-core -si se nos permite la etiqueta-, personal estilo donde los haya claramente marcado por tintes de black metal & metal gótico, darkwave, rock post-industrial & ambiental y glam; con una forma de hacer música que, rica en connotaciones futuristas y apocalípticas, se mostró férreamente sostenida sobre un premeditado y, a nuestro juicio, exagerado uso de los graves, dando la sensación de que con los mismos se buscara reemplazar al bajo… incluso tratando de recrear su sonido extrayéndolo del bombo de la batería; y lo cierto es que el pase del cuarteto gustó: además de por la música brindada, por su impactante puesta en escena, con el encargado de los efectos luminotécnicos jugando todo el tiempo con luces (imprescindibles las mismas en una actuación así, en pro, valga la redundancia, del lucimiento del hecho musical) y sombras, creando sugerentes ambientaciones desde la mesa. Y acto seguido, tras los 45 minutos de que dispusieron, sobre un entarimado delimitado a derecha e izquierda por una espectacular batería colocada de canto y por un no menos espectacular set de percusiones (escoltando ambos a sintetizadores y teclados), a continuación, en ésta, la noche de los estilos de nombres largos –tal y como la podríamos definir-, de manos de los esperados Combichrist, la hora del techno body music. Del metaltronic –si se nos permite el posible acrónimo- o música electrónica con alma de metal, hecho musical que, erigido sobre sintetizadores y teclados siempre, espectacularmente apuntalado por baterista (cómo lució su forma de tocar, sentado de canto como estuvo), y por el percusionista, y rubricado de manera redonda por la bronca voz del cantante, entre brillantísimos juegos de luces nuevamente, se reveló ora más atmosférico, ora más que propicio para el baile, destacando a este respecto composiciones como Rain Of Blood, Electro Head (por lindes sonoras cercanas a las exhibidas por Prodigy, temas con los que despegó totalmente la actuación) o Bobby Beet, más próximo al sonido de Rammstein, rítmicamente hablando; ¿la diferencia respecto a la música facturada por los alemanes? Que aquí no sonaron guitarras –básicamente-; y sí, al igual que Mortiis, Combichrist gustó a los presentes, a un público que lució curiosos looks –incluso gorras de plato en algunos casos- y que, en las primeras filas principalmente, tal vez animado a ello por los más que dinámicos vocalistas (no dejando ambos de danzar impulsivamente de un lado a otro del escenario) incluso bailó ciertamente entregado. Sacudido por una velada que, se mire como se mire, con el único lastre de la asistencia, lució espectacular.
Concierto de Barón Rojo
Fecha: sábado, 22 de enero
Lugar:
Intérpretes: Barón Rojo, formación integrada por Armando de Castro a la guitarra y a los coros, Carlos de Castro, a la guitarra y a la voz, Gorka Alegre, al bajo, y Rafa Díaz, a la batería. Como teloneros abrieron noche Dream Walker.
Incidencias: asistencia discutible, 2 horas de duración, bises incluidos; público de media de edad alta que cantó y disfrutó de la velada.
Tras el intento fallido de actuar en el pabellón Anaitasuna en 2010 con la ‘formación original’, los incombustibles hermanos De Castro lo hicieron en Tótem al frente de la por ellos denominada ‘formación regular’, saldándose la visita con distinta suerte, según cómo se mire: de forma totalmente exitosa desde el punto de vista artístico (cosa de la nueva demostración de pundonor, profesionalidad y buen hacer dada por el cuarteto) mas de forma discreta en lo referido a la asistencia registrada, si no mala, sí floja –a nuestro juicio-, estando quienes estaban sobre el escenario: más que los hermanos del rock & roll –tal y como se proclaman los ‘barones’ en uno de sus temas más conocidos-, los padres del heavy metal genuinamente estatal.
La velada arrancó con Dream Walker, sexteto de casa que POSO (*) –pese a la juventud de sus integrantes-, pose en su justo punto (imprescindible la misma dentro de su concepción del rock, a caballo entre el powermetal progresivo, el glam y el heavy tradicional) y actitud, brindó un pase redondo. Y acto seguido, tras semejante cóctel de bienvenida, Barón… al rojo vivo, prestos, como siempre, a darlo todo. A dejar claro que, pese a las controvertidas rotaciones de músicos en sus filas, siguen estando ahí, dejándose la piel sobre los escenarios, algo que hicieron el sábado alternando temas imprescindibles de su repertorio (una vez más, los más celebrados por la audiencia), con otros más prescindibles –en opinión de todos, no ya únicamente del firmante de estas líneas-, como La Voz De Su Amo o Tu Infierno, con los que empezaron. ¿Lo mejor del concierto? Las nuevas y trabajadas introducciones de varios de los hits emblemáticos que sonaron, el afán de agradar de los guardianes de las esencias de la nave, Carlos y Armando de Castro (ya haciendo sonar sus hachas –directamente-, ya moviéndose al alimón sobre las tablas y hasta bailando de forma acompasada), y, principalmente, la maestría del segundo a las seis cuerdas, algo que dejó patente mediante los excelentes solos con los que se adornó durante todo el concierto. Bueno, y siguiendo con lo mejor de la velada (los únicos ‘peros’ ya han quedado sugeridos, enseguida profundizaremos en ellos), su recta final, con hits tan legendarios como Los Rockeros Van Al Infierno, Resistiré o Siempre Estás Ahí cerrándola… con permiso del Stand Up And Shout, de Dio, en claro homenaje al seminal cantante meses atrás fallecido.
Parafraseando un conocido título del grupo, diremos que el Barón voló sobre Iruñerria, atronando y hechizando con su atemporal, brutal y característico sonido a sus incondicionales: a un público que, aunque como siempre, estuvo ahí, compareció en un número ciertamente discutible; ¿Por la coincidencia con el concierto de Accept en Bilbao? ¿Tal vez porque los De Castro no están acertando a gestionar las giras del grupo? Y es que tanta actuación de ‘vuelta al ruedo’, tanto exprimir la vaca sin aportar nada no ya nuevo, sino a la altura del perenne e imperecedero material viejo, puede que esté pasando factura al tirón del grupo; y si a ello añadimos el hecho de que, en función de indisimulables especulaciones crematísticas, la banda está dispuesta a tocar con diferentes formaciones (algo inaudito en la historia del rock & roll, un grupo con dos alineaciones posibles a la vez) queda aclarada la cuestión. El porqué del discreto tirón de un nombre tan grande como el de Barón Rojo, cuyos pilares indiscutibles, pese a todo (su más que discutible gestión del histórico grupo incluida) demostraron seguir ahí. Como siempre. Así pues, sólo por eso, pese a todo –asimismo-, ¡larga vida al Barón!
(*) POSO, he aquí lo que tuvo que leerse en la crítica publicada en DIARIO DE NOTICIAS en lugar del "POSEE" que se leyó, por causas ajenas al firmante de la misma. Ya hemos pedido disculpas al grupo...
Concierto de Escarabajos
Lugar: peña Karrikagoiti, Burlata.
Intérpretes: Escarabajos, formación integrada por Alfredo a la voz, Rubén y Josean, a las guitarras, Juan Luis, al bajo, y Rubén, a la batería.
Incidencias: actuación enmarcada en el ciclo Karrikakustik, organizado por la peña Karrikagoiti. Muy buena asistencia, público de edades maduras –preferentemente-. Hora y ½ de duración.
Con un día de retraso, los Magos de Oriente hicieron honor a su nombre trayendo como regalo a los viejos rockeros de Iruñerria lo siguiente: el concierto de una banda que, si sus integrantes hubiesen sido ingleses y la hubiesen fundado, por ejemplo, en Liverpool… tal vez hubiera pasado a la historia como Beatles. Pero como aquellos nacieron a este lado del Atlántico y la crearon en Iruñea, la denominaron Escarabajos; la actuación de una formación que, creada en 1995, tocó con regularidad hasta 1999, viviendo sus momentos más gloriosos entre dicho año (cuando grabaron su CD, No Coleccionable) y 1998, consiguiendo poner su particular pica en Flandes actuando en un festival por aquellos tiempos referencial, el Doctor Music. El grupo se separó en 1999, pero sus integrantes, desde entonces, han sufrido distintas recaídas –musicales-, habiéndoles llevado éstas a juntarse de manera puntual en diferentes ocasiones; a protagonizar reuniones como las que les llevaron a tocar en el Akelarre -nueve años atrás, por estas fechas- o en el Caballo Blanco, en 2005. Y es que, habida cuenta de los extensísimos historiales musicales de quienes integran el quinteto; sabiendo que, fuera de toda duda, una de las principales características de esa patología conocida como rock and roll es su carácter recidivo (recidivo: repetición de una enfermedad después de terminada la convalecencia), estaba claro que Alfredo, Josean, los “Rubenes” y Juan Luis Etxeberria lo iban a volver a hacer. Juntarse. ¿Por qué? Porque no pueden dejar el rock. Al igual que tantos y tantos músicos, anestesiar momentáneamente el gusanillo sí, pero matarlo… No. Aliviar el mono sí, pero nunca superar la adicción.
En medio de un ambiente de gala, sobre un escenario bastante parecido al de un entrañable nacimiento (cosa del vistoso telar que lo ornamentaba y de las serpentinas de luces que coronaban su techo), la actuación, de intención acústica, se tradujo en la interpretación de un buen número de viejos temas convenientemente arreglados para la cita, denotando en todo momento ser más un reencuentro de viejos amigos y conocidos –independientemente de dónde se encontrara cada cual, ya, sobre, ya bajo el escenario- que un concierto al uso; y así lo entendieron todos, tanto los músicos (sentados todos ellos excepto Juan Luis… y, en ocasiones, Alfredo, impresionante el sombrero rojo que lució) como los presentes: un público que, bajo las notas de temas como Su Mirada (primero en sonar), Salta, Dame La Libertad, No Pares, Volver A Soñar, Solo, Tiempos Nuevos… o Por No Dormir Tan Sola –preferentemente-, hizo todo un viaje en el tiempo, reencontrándose de bruces con su pasado: cosa de la pertenencia de ,los mismos al único CD de la banda; ¿otros a destacar? Nunca Pasa Nada, de ese mismo CD (brindada con la colaboración del ‘fugado’ Pedro Fernández), La Lengua De Trapo (composición que diera origen al grupo así llamado, formado en 2000 por Alfredo y el Flako) o Falsa Farsa, también inédito -como muchos otros-, ofrecido con éste último a las voces: unas canciones, en su conjunto, de las que bien podemos decir que por ellas no han pasado los años, a la vista de cómo lucieron: más allá de cuestiones formales, manteniendo tensión y constantes musicales a la perfección.
Concluyó, con gran éxito, la primera tanda de conciertos acústicos organizada por la peña Karrikagoiti, ciclo por el que han pasado Barracus, Enemigos Íntimos y Pablo Líquido, y lo hizo con un gran presente: el concierto de Escarabajos. Si veis nuevas fechas en las agendas, haceros el regalo de ir a verlos.
Hator, hator neska mutil etxera!
Hatortxurock 12: actuaciones de Sorkun, Zea Mays, ZTK Rap, Vómito, Governors, Gatibu, Berri Txarrak, Kaotiko, Vendetta y Amaiur
Fecha: viernes, 7, y sábado, 8 de enero.
Lugar: Ardoi, Zizur Mayor.
Incidencias: actuaciones de alrededor de 1 hora de duración. Organización y puntualidad exquisitas. Buenísima asistencia, miles de personas mayoritariamente jóvenes que se mostraron muy participativas.
Pasó una nueva edición de Hatortxurock (para ver comunicado de valoración general hecho por sus organizadores, pintxar aquí), referencial cita de la música y la solidaridad que, de carácter itinerante poco menos –y no por decisión de la organización)-, de amplio recorrido en el tiempo y reconocido historial (premiado incluso por la Gala de la Música Navarra de 2008, denominada ‘Intendencias’ por estar patrocinada por DIARIO DE NAVARRA (*), este año tuvo lugar en Ardoi. Celebrado durante dos jornadas consecutivas, Hatortxurock, el verdadero festival joven de Navarra/Nafarroa -a tenor de la media de edad del público presente-, comenzó el viernes con los pases de Sorkun, en formato acústico, y Zea Mays, artistas que congregaron a cientos de seguidores, dejando un gran sabor de boca sus conciertos. Y ya, el sábado, el verdadero plato fuerte de la convocatoria, de mano de actuaciones como las de Vómito, Governors, Gatibu o, principalmente, Berri Txarrak, los verdaderos cabezas de cartel.
Tras detonar ZTK Rap el pistoletazo de salida desde una repleta carpa A, la velada propiamente dicha arrancó, ya en la carpa B, la grande (llamada a albergar la totalidad de los conciertos), con Vómito, quienes, sobre los cimientos por ellos forjados hasta 1995 –básicamente-, desde que volvieron a la carretera, no han hecho sino crecer. Con flamante nuevo CD en el morral, En La Zona Zero, los comandados por Klaus aprovecharon para presentar sus nuevos temas, aunque también para disparar a bocajarro composiciones míticas como Ratas De Ciudad, Ley De Vida, Bomba Nuclear o, cómo sonó en este marco, Fuerzas De Seguridad, dejando claro que continúan teniendo argumentos para vomitar. Para devolver la rabia por medio de canciones. Y acto seguido, ante algo más de media carpa (este año, por lo que fuera, acudió menos gente a la cita), los autores de la canción del festival a escena: Governors, quienes con guitarrista nuevo en sus filas, Keu Aguirretxe, de Etsaiak (sobresaliente músico que ya coincidiera con J. Sangre, el vocalista, en Fjord) llenaron su tiempo con temas de sus dos CD, antes de terminar con Kristal Kolpatuak, ofrecida junto con la cantante Amaiur. Contundentes, impulsivos y enérgicos, ¿qué más decir de ellos? Que con grupos así, fuera de cualquier duda, el rock euskaldun certifica su mayoría de edad. Con grupos como Governors o Gatibu, siguientes en comparecer y que, como siempre, sacaron a pasear lo mejor de su repertorio (sensacionalmente reflejado en Zuzenean Bizitzeko Gogoaun, nuevo CD/DVD registrado en directo) de la mejor forma posible, antes de rematar faena con Alex, con el respaldo del gentío, entonando a capella el Loretxoa, de Exkixu. Y acto seguido, el turno de Berri Txarrak, última banda que vimos y que, con la presentación de su nuevo baterista como principal novedad, dejó a los presentes más que satisfechos con la selección de temas ofrecida: en medio del fragor de las grandes citas y de un ambiente más que apropiado para ello, iniciada por Stereo.
Pasó una nueva edición de Hatortxurock, marcada por el aumento de la oferta (dos días de actividades en vez de uno), los habituales intentos de torpedear su desarrollo, un cierto descenso en el número de asistentes… y por el emplazamiento en el que se celebró, factor este último que tampoco debería marcar su devenir; ¿Que quedaba a desmano el recinto? Bueno; mas el hecho de que envíen lo más lejos posible un encuentro como éste, ¿es excusa para no asistir? Lo único que diremos al respecto es que, lo ubiquen donde lo ubiquen, Hatortxurock nunca estará lejos, siendo únicamente quienes lo ven así, como algo lejano, los que quedan lejos del festival. Así las cosas, jo ta ke (dale que te pego), seguro que sus más fieles seguidores siguen acudiendo año a año hasta donde sea preciso hacerlo, a la espera del Hatortxu final.
(*) No deja de ser curioso que mientras por un lado, DIARIO DE NAVARRA y sus medios afines o comparsas, premian por medio de tejemanejes como la denominada GALA DE LA MÚSICA NAVARRA la trayectoria de HATORTXUROCK (podéis comprobarlo pintxando el enlace insertado en la crítica), por otro lado, desde sus páginas, no dudan en tratar de disimular su impotencia atacando y criminalizando dicho festival, como ha venido sucediendo estos últimos días. ¿Apología del terrorismo en Hatortxurock? Vamos, hombre; también podríamos decir que habría podido haber de eso en ciertos conciertos patrocinados por dicho periódico, si nos guiamos por lo que puede corear el público a tenor de la interpretación de ciertas canciones. Aunque las letras de las mismas no tengan nada que ver con el denominado "terrorismo". En fin. Nada más, de momento; que HATORTXUROCK salió adelante: QUE CON SUS BILIS SE LO COMAN!!
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