Tempestuosos, temperamentales
Concierto de Khous
Lugar: salas On Off, Berrioplano.
Intérpretes: Kupi, a la guitarra, Eneko, al bajo, Iñaki, a la voz, y Aritz, a la batería. Como teloneros, abrieron la noche Xilum.
Incidencias: concierto de presentación de Loturak, 2º CD de la banda. Asistencia aceptable; Hora y 15 minutos de duración, bises incluidos.
Finalmente, el pequeño escenario de On Off fue el privilegiado testigo de la puesta de largo de Loturak, el CD más internacional de Khous. La velada comenzó a calentar motores con la proyección de un documental articulado sobre las sensaciones vividas en Londres por los cabezas de cartel, ciudad a la que se desplazaron para registrar el disco, quedando verdaderamente abierta la caja de los decibelios, sobre las 22.15 horas, de manos de Xilum. Ganas y energía en estado semibruto, el quinteto ofreció un pase que, impulsivo y voluntarioso por igual, se mostró erigido sobre un metal alternativo de diferentes intensidades… A falta de cierto acabado, claro está. De ver terminada la canalización de las ganas y energía desplegadas, algo que, terminar de despegar, tal vez lleguen a lograr: como en tantos y tantos casos, trabajo y bajera de por medio, el tiempo lo dirá. Y a continuación, ya con unas cuántas horas de vuelo a sus espaldas, desde ese epicentro metálico que sigue siendo Berriozar, los casi referenciales Khous a por todas. Prestos a sacar bíceps como mejor saben hacer, desde los escenarios.
Ante un número interesante de personas, demostrando tener cierto poder de convocatoria (al menos como para arrastrar a sus seguidores hasta el límite de Berrioplano en una noche como la de dicho sábado, marcada por las inclemencias meteorológicas y futbolísticas), Khous abrió fuego con Ekialdeko Hotsak, contando el cuarteto para su factura con el concurso de un par de percusionistas adicionales. Aunando fuerzas metálicas y melódicas por igual, la joven realidad de Berriozar –más que banda de jóvenes promesas, toda vez que eso son ya Khous, una realidad- prosiguió su controlada detonación de descargas sonoras con el también nuevo Zer Dio?, tema que, al igual que las siguientes deflagraciones ofrecidas, ya de canciones nuevas, ya, viejas (como Oztopoak Gainditzen, ofrecida en tercer lugar) para estas alturas de la actuación, dejaron claro lo siguiente: que el cuarteto tiene todo atado y bien atado. Que, llamados a hacer grandes cosas, sus músicos saben sobradamente lo que quieren… y en ello están. Y en ello demostraron estar, mostrando descaradamente sus cartas; yendo una vez más a por todas con su ¿inusitada? No, acostumbrada; con su habitual pasión a sus distintos instrumentos, trazando esas atmósferas metálicas ya características suyas, de altísima densidad y fuerza… y aderezadas por samplers si la canción así lo pide; si así lo requieren los pelotazos de metal de ultimísima hornada como cuantos sonaron dicho sábado, imposible citarlos todos; todas las explosiones de metal del siglo XXI detonadas con la fuerza y la actitud del metal del siglo XX. De un metal con nervio y pulsión propia, tal y como denotaron los músicos a la hora de tocar haciendo gala de una actitud que, como siempre que los vemos, volvió a traernos a la memoria la de un grupo referente dentro del metal auskaldun: la de los Pi.l.t de 1996, banda que, por cierto, dio con un gran hit a las primeras de cambio, el recordado Hill Da Jainkoa, dándose de bruces con lo que, a nuestro juicio, le ha faltado de momento a Khous para terminar de arrancar con fuerza: un hit que les aúpe definitivamente a su lugar.
Khous pasó por On Off desplegando su pasional intensidad metálica una vez más, grupo… aficionado -tal y como se definen en el documental previamente exhibido-, aunque ¡ay!, a cuántas bandas profesionales les gustaría tocar así. Sonar así. Transmitir así. En ese orden. Tener un directo tan convincente, tempestuoso y temperamental.
En el nombre de Queen
Espectáculo denominado ‘Queen Symphonic Rhapsody’
Lugar: pabellón Anaitasuna, Iruñea.
Intérpretes: Karelia Symphonic Orchestra, dirigida por César Álvarez, más una rock band respaldada por Jon Stevens, Mick Wilson, Tony Harnell, y Sheila Wheat, a las voces, y por Eva, Selva, Sonia y Andoni, a los coros.
Incidencias: cerca de ¼ de aforo; público de edad madura que se mostró participativo. 2 Hora y 10 minutos de duración, con descanso de 20 minutos incluido.
Pura actualidad todavía a día de hoy –toda vez que, llegado el momento, las personas son las que fallecen, no su obra-, Queen, banda inmortal donde las haya, continúa gozando de buena salud; levantando pasiones, damos fe (pese a que la asistencia registrada dicho sábado no lo corroborara del todo) y su legado, en determinados momentos… al público de sus asientos: cosa de unas canciones como las que sonaron, no ya imperecederas o por las que no pase el tiempo, sino con vida propia.
Con los músicos dispuestos a distintas alturas sobre el escenario, la velada arrancó con Innuendo, prosiguiendo con Under Preassure, Somebody To Love (primer tema en ser seguido con palmas por los presentes, un público que vibró con todos los temas) y Show Must Go On, ofrecidos por un cantante diferente cada uno poniendo de manifiesto lo siguiente: el hecho de que para suplir la ausencia del insustituible Mercury se requiera la presencia de ¡4! personas, el perfecto maridaje logrado por los componentes sinfónico y rockero del hecho musical… y la constatación de que, como la materia prima es buena, todo tipo de adaptaciones le van como anillo al dedo; unas adaptaciones de las que, con permiso con los ropajes que lucieron, diremos que guardaron bastante fidelidad a los temas originales. Posteriormente, el show continuó con One Vision y We Will Rock You –entre otras-, con Stevens cantando ésta última entre las sillas de la cancha, antes de concluir la primera parte con A Kind Of Magic; para la segunda, con los cantantes entremezclándose en algunos casos –como principal novedad-, quedaron pesos pesados como Friends Will Be Friends, Radio Gagá, Bohemian Rhapsody (la joya de la corona de la Reina ahora y siempre, con momentos de lucimiento para el coro, los 4 cantantes y para el guitarra solista, qué grande a lo largo de toda la velada), o We Are The Champions, mega hits que, como siempre, terminaron de encandilar a la audiencia; como ayer, hoy y como mañana –seguramente-; así pues, pese la discreta respuesta de la ciudad, (entendible por diferentes factores), valorando el espectáculo desde el prisma netamente artístico, muy bien.
Festival Joven Día de Navarra 2010
Conciertos de Telefunkens, M Clan y Fito & Fitipaldis
Lugar: pabellón Anaitasuna, Iruñea.
Incidencias: festival enmarcado en los actos de celebración del Día de Navarra. Lleno, localidades agotadas; 5 Horas netas de música en directo. Público preferentemente joven que se mostró entregado con Fito & Fitipaldis, de 2 horas de duración.
Éxito total, a todos los niveles (desde los prismas artístico, organizativo o de asistencia), he aquí la frase que mejor define qué deparó la presente edición del Festival. Y es que este año, además, el evento tuvo sabor a festival: tras lo de algunos años anteriores, cierta lógica el cartel. Con puntualidad exquisita, en medio de un ambiente monocolor, monopolizado por el rojo de las banderas de Navarra y de los cientos de banderines desplegados, a Telefunkens les tocó tratar de encender la calefacción, algo que hicieron con inusitada soltura; denotando comodidad, para nada nerviosismo, estando como estaban sobre su primera gran cita. Haciéndolo mediante un psse que transmitió ganas, fe y lo más importante, credibilidad. Acto seguido, con el pabellón luciendo aún parte de sus mejores galas –en lo referido a asistencia-, salió M Clan, banda que, en su segunda comparecencia en el denominado Festival Joven, con 7 nuevos músicos respaldando a los ‘supervivientes’ Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez, aprovechó para presentar su CD Para No Ver El Final. Ante un público básicamente espectador, la actuación comenzó con tres de los temas que lo integran, Calle Sin Luz, Para No Ver El Final y Basta De Blues, demostrando los mismos profundas raíces sureñas, luzcan los ropajes que luzcan: magníficamente tintados por un trío de vientos, teñidos de soul, en los casos de la mayoría de los nuevos; de unas composiciones con especial presencia el jueves, aunque no restaran espacio a legendarias como Llamando A La Tierra o Maggie Despierta, éxitos que, pese a ser brindados también en el arranque, no lograron calentar la noche, más allá de las primeras filas; no, pese a los intentos de Tarque llamando, si no a la tierra, sí al gentío a participar en el concierto, algo que, junto con el hecho de que el grueso del público fuera llegando durante su hora y 40 minutos de duración, dejó claro sobremanera a quiénes querían ver básicamente los presentes: a Fito & Fitipaldis, cuyo guitarrista y puntal principal del actual proyecto de Cabrales, el ex M Clan Carlos Raya, salió a tocar junto a sus antiguos compañeros en los bises. Y a continuación, tras semejante primer plato (totalmente a la altura del principal desde el punto de vista artístico), ante un recinto en ebullición, totalmente abarrotado, el concierto por excelencia. El que todos habían ido a ver, tal y como ya hemos sugerido.
Perfectamente respaldado por su actual plantel de ‘fitipaldis’, Fito se metió nuevamente en el bolsillo a todo el mundo con sus temas: con esas canciones que, de magnetismo tan increíblemente especial, terminan atrapando a todo tipo de gente por igual, dando lugar a un bucle recíproco de complicidad, damos fe, como pocas veces se da; ¿los mejores? Extraídos de sus tres últimos discos, Un Buen Castigo, Corazón Oxidado, Tarde O Temprano (ofrecido con Tarque, a la voz, y Ruipérez, a las guitarras; cómo sonó en sus manos, como si fuera de ellos), Soldadito Marinero (con el que pareció terminar la función), o las dos versiones ofrecidas: Todo A Cien y Deltoya, quedando patente en ambos casos la singular maestría de Fito para reconvertir en motivo de alegría cualquier tema de otros que toca. Bueno, al igual que las suyas, cualquier partitura que toca… con su varita mágica con forma de guitarra: como las de las canciones sonaron en los bises, Al Cantar, del repertorio de Platero y Tú (ofrecida por él en solitario) o la definitiva Acabo De Llegar: como marcar un nuevo gol tras una goleada, en el minuto 90, brillantísimo punto final. Brillantísimo broche a una noche que, aun con las carencias habituales (esto sigue siendo el Día de Navarra, que no de Navarra/Nafarroa), en esta ocasión, se mire como se mire, estuvo más a la altura de lo que supone conmemorar con música dicha festividad.
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