A degüello
Concierto de Non Servium
Fecha: viernes, 19 de noviembre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Non Servium, formación integrada por Carlos, a la voz,
Snoker e Ivi, a las guitarras, Gordo, al bajo, y Niño, a la batería. Como teloneros abrieron cartel 7 Balas y La Brigada del Vizio.
Incidencias: asistencia espectacular, lleno; público joven y de estética punk en su mayoría totalmente entregado.
Non Servium, expresión latina que da nombre al presente grupo, proviene de non serviam, frase que según la Biblia le dijo Satán a Dios cuando éste intentó comprarle: "no te serviré”; y desde 1997, año de la formación de la banda, esa es su filosofía, no servir a nadie. No ceder ni un milímetro ante nada ni ante nadie… ni concesión alguna, a tenor de la brutalidad que desplegaron a todos los niveles durante el incendiario concierto ofrecido en Tótem: a la vista del ambiente y del público que se dio cita dicho viernes, una especie de Fondo Sur de cualquier estadio o un inmenso gaztetxe la sala.
Botas y tirantes, crestas y cráneos rapados o semi rapados por doquier, la actuación arrancó con 7 Balas, de Errotxapea, compareciendo acto seguido los inkorrejibles (sic) zaragozanos La Brigada del Vizio, bandas a las que no pudimos ver por encontrarnos viendo a Benito Lertxundi; y tras ellas, a por todas desde Móstoles, lo que la totalidad del gentío llevaba horas esperando: la comparecencia de los indiscutibles cabezas de cartel, Non Servium. Con una contundencia y una agresividad fuera de toda duda por bandera, ante un terreno más que abonado para ello, los comandados por Carlitos salieron a saco, ofreciendo un concierto que, pura incandescencia musicada, no dejó indiferente a nadie, conectando totalmente con los presentes: algo bastante fácil de conseguir, habida cuenta de que la conexión, el puente público-grupo, ya estaba más que hecho de antemano, tal y como lo delataba la caldeada atmósfera de la sala.
Con el crestudo Carlos sin dejar de moverse (eso sí es una cresta, la que lucía dicho vocalista, no las de CR7, aunque creen más tendencia), de jalear ni de dedicar constantes arengas a su público, la actuación, entre la velocidad del punk y la fiereza del oi!, se apoyó en los temas de sus referenciales trabajos Orgullo Obrero, NSA La Santa Familia y El Imperio Del Mal, demostrando los temas brindados, por activa y por pasiva, el porqué de su alto poder… de convocatoria, en primer lugar: siendo cantados por todos la totalidad de las composiciones detonadas; por el gentío congregado, llegados sus integrantes incluso de diferentes puntos del Estado. Y todo ello pese al carácter básico de los temas; a pesar de que, cual puñetazos en el fragor de una pelea, se mostraran de forma tan primaria… como efectiva: pura fibra, sin michelín alguno ni superfluo gramo de grasa los mismos, haciendo bueno lo que perfectamente podría decir algún refrán, al punk, punk… Más allá del chiste fácil; ¿aspectos a destacar del pase? En medio de la intensidad en que fue ofrecido, las versiones que sonaron, con dedicatorias de agradecimiento incluidas, de temas como Bahía De Pasaia, de Barricada, Nosotros Somos La Venganza (de los zaragozanos Animales Muertos, con cuyo cantante, Nacho, se contó en numerosas ocasiones durante el concierto) y el guiño al Ratas De Ciudad, de Vómito, a propósito del tema Ratas, de factura propia.
Hijos de la ira y de la agresividad, Non Servium arribó en Tótem desde las llamas del infierno, lanzándose al cuello de cuantos asistieron por medio de una descarga… brutal –directamente-. Por medio de un voraz y eufórico directo que, por lo menos al arriba firmante, le retrotrajo a la memoria la fuerza y la agresividad de los punks y skins de los 80 como pocas bandas son capaces de hacer, a día de hoy. Mediante un pase salvaje (en absoluto estamos exagerando, hubo que estar allí para verlo)… ofrecido a degüello.
Snoker e Ivi, a las guitarras, Gordo, al bajo, y Niño, a la batería. Como teloneros abrieron cartel 7 Balas y La Brigada del Vizio.
Killer Rock al corte
Concierto de Los Carniceros del Norte
Lugar: AKE, Txantrea.
Intérpretes: Los Carniceros del Norte, banda integrada por Txarly Usher, a la voz, Nando Fausto, al bajo, H Zombie, a la guitarra, y Gorka, a la batería.
Incidencias: actuación de 50 minutos de duración, bises aparte. Lleno, público de media de edad alta que, curioso y participativo, siguió el pase con interés.
Comandados por el legendario Txarly (fundador en 1988 de La Casa Usher, formación vizcaína con cierta repercusión en los primeros 90 que, con parón entre 1994 y 2004 incluido, dio que hablar hasta 2006), liderados por un frontman –más que únicamente vocalista- que micrófonos en mano, apoyándose en proyecciones de fondo al hilo del contenido de cada tema, se metió totalmente su papel, Los Carniceros del Norte despiezaron un repertorio que orbitó alrededor de los tres trabajos con que cuentan, el CD 13 Cuchilladas y los EP Poe Is Dead (editado en conmemoración del 160 aniversario del fallecimiento de Edgar Allan Poe, uno de su grandes referentes) y Sangre, comenzando bolo con canciones como Llamando A Las Puertas Del Infierno, El Hombre De Los Rayos X o Muertos Vivientes, de total agrado de los presentes. Unas canciones que, puros tajos de punk-rock actitud tintados de rock siniestro, a caballo entre el rock´ roll energy más echado hacia delante y el after punk (claramente influenciadas por Parálisis Permanente, The Damned, Joy Division, Dead Kennedys o Lords Of The new Church) fueron servidas al público de forma natural, sin aditivo ni clenbuterol alguno. Sin empanado ni guarniciones -más allá de lo estrictamente necesario-, llamando la atención la analítica de su caudal lírico por la sangre, los cadáveres, los muertos desenterrados y el número de enterrados vivos detectados: por unas letras llenas de muerte… o lo que es lo mismo: de lo más vivas. Y así lo entendieron quienes acudieron a la cita, un público que respondió con efusión a la carnicería musicada perpetrada, protagonizando en las primeras filas incluso pogos… y no porque nadie se quisiera colar.
Cuenta la leyenda que a finales del 2006 unos jóvenes ya no tan jóvenes celebraron una reunión secreta en el interior de una cámara frigorífica, buscando retomar la esencia de la frescura y lo directo como fuente de liberación: he aquí cómo surgieron Los Carniceros del Norte, banda que al corte, cuero negro; poso, descaro e imagen a borbotones, propinó el miércoles unas cuántas cuchilladas sonoras de alta tensión y gradación desde el ring de AKE, protagonizando un concierto de rock & roll… del de verdad. Una descarga de esas cuyas salpicaduras sonoras, cuya verdad, te recuerda al día siguiente dónde estuviste el anterior, en un concierto: en un señor concierto de rock, algo cada vez más difícil de encontrar en estos tiempos de utilización del nombre del rock en vano, de transgénicos y transgresión aparente –en demasiadas ocasiones-… y, en los peores casos, de músicos de pop camuflados bajo pieles del rock. En un concierto de rock de bar de toda la vida, de gaztetxe o centro social, en esta época de tanto despiste y presunto rock de bares chics, casas de la juventud y centro comercial. Inferbal y demencialmente bien, los carniceros.
Hoguera de sensaciones y canciones
Concierto de Rulo y la Contrabanda
Fecha: Sábado, 6 de noviembre.
Lugar: Sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Raúl Gutiérrez Rulo, a la voz, a la armónica y a la guitarra, acompañado por Fito y Dani Baraldés, a las guitarras, Quique Mavilla, al bajo, y Karlos Arancegui, a la batería.
Incidencias: concierto de presentación de Señales De Humo, primer CD del artista. 2 Horas de actuación, dos bises incluidos. 2/3 de asistencia, público de ambos sexos que participó de la noche y se mostró siempre por la labor.
Siguiendo en todos los sentidos la estela de las composiciones por él firmadas en La Fuga, así se mostraron las nuevas composiciones del ahora al frente de la Contrabanda; las once canciones que conforman su ópera prima, sonando todas ellas a lo largo de la noche: comenzando por No Sé y concluyendo, en el segundo y definitivo bis, con la tarjeta de presentación del CD, La Cabecita Loca, composiciones que como ya hemos apuntado no desentonaron para nada respecto a otras tan conocidas como En Vela (primera en sonar de las por Rulo rubricadas en La Fuga) o Malos Pensamientos; ¿las más destacadas de las nuevas, en este arranque? Todas –prácticamente-, siendo coreadas como fueron por buena parte de los presentes; por un público que no dudó en aclamar al cántabro ni en corear su nombre, llevando a la banda en volandas desde el primer minuto de concierto: la ya citada No Sé, Como A Veces Lo Hice Yo (llena de buenos deseos), Como Venecia Sin Agua, (de letra muy sabinera, la canción de la tristeza infinita -tal y como el propio vocalista la definió-) o Mi Cenicienta, de letra más que apropiada para terminar de exorcizar malos recuerdos: “habéis hecho la tarea, cabrones, os las sabéis todas; gracias por ponérnoslo muy fácil”, indicó emocionado el artista antes de emocionarse más adelante aún más tras la interpretación de la súper conocida Por Verte Sonreír, alargada por un tarareo del respetable… tan espontáneo como multitudinario: de un gentío que, puro empuje y pura pasión, cantó, dio palmas y botó durante todo el concierto. A continuación, de manos de un set acústico integrado por dos temas nuevos, se vivió el momento más intimista de la velada, dejándose oír a toda máquina acto seguido Despacito y, después de otras tres de estreno (Heridas Del Rock & Roll, la más especial del disco nuevo –entre ellas-), Majareta, todo un clásico y última sobre el papel. Pero, evidentemente, visto el ambientazo y las circunstancias, tenía que haber más, encontrando de este modo su espacio P´Aquí P´Allá (para cuya interpretación se contó con la presencia de Alfredo, de Barricada) y Buscando En La Basura, antes de dar rienda suelta a la más esperada de todas, La Cabecita Loca.
‘Rulando’ en solitario, lejos de dos de los que fueran sus compañeros hasta hace un año, perfectamente respaldado por una formación a la altura, comandada por Fito (su fiel amigo, guitarrista y escudero), vimos feliz a Rulo en su vuelta a la carretera, emocionado y agradecido; destilando ganas de vivir a espuertas nuevamente y buenas vibraciones; señales de humo y de vida –desde el prisma artístico- por medio del presente concierto: en busca del fuego purificador que termine de devolverle la ansiada estabilidad, toda una emocional hoguera el mismo de sensaciones y canciones.
Sólidos, incontestables
Concierto de Stuck Mojo
Fecha: lunes, 25 de octubre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Incidencias: primer concierto de los tres programados en el Estado bajo la denominación Here comes the monster; asistencia muy discreta, público bastante participativo. La velada arrancó a las 21.15 y concluyó a las 23.50, actuando las dos primeras formaciones 30 minutos cada una y Stuck Mojo durante 50.
Una nueva caravana metálica pasó por Tótem, haciendo en esta ocasión dicha sala de casilla de salida para un mini tour llamado a llevar a las tres bandas en liza, acto seguido, a Madrid y Barcelona.En medio de un ambiente… desangelado –directamente-, ante escasas decenas de personas, la noche arrancó con los británicos Black Swan, banda que entró a última hora en el pack por un grave contratiempo de salud a última hora de Jon Bodan, guitarrista de Halcyon Way, programados en un principio. Comandados por un vocalista impresionante, zigzagueando por las sendas del nu metal más característico, ese que alterna demoledoramente atmósferas de caña de distintos octanajes y parajes melódicos, de Black Swuan podemos afirmar que dio la de cal, representando la sorpresa de la noche y mostrándose como un grupo más que solvente durante su media hora. Demoledoramente solventes con sus canciones, las cuales, con abundantes cebos todas ellas, con cepos y argumentos musicales más que suficientes para atrapar a cualquiera, cautivaron totalmente al público, conformando un entrante o primer plato ciertamente poderoso. Digno de ser servido en cualquier mesa del Norte: algo que, desgraciadamente, no podemos decir de los temas de la segunda banda en liza, los franceses Lies, a la vista de cómo se mostraron sus canciones: un tanto largas, con muchos y diferenciados pasajes rítmicos; abiertas a tantas y tan variadas tonalidades metálicas (hubo incluso samplers e indisimulables matices industriales) que, más que riqueza cromatística, las mismas denotaron en su acabado cierta falta de definición. Mucha dispersión y poca concreción. Y si a ello le añadimos que la banda nos pareció un tanto justa, no queda sino afirmar que, de su mano, llegó la de arena, perdiendo fuelle por momentos la velada y enfriándose la ya de por sí fría sala. Y a continuación, tras la pertinente remodelación de escenario y el chequeo de sonido de última hora, lo que los poquísimos presentes estaban esperando: la comparecencia de la seminal formación estadounidense Stuck Mojo, banda que protagonizó un concierto tan intenso y contundente como breve. Excesivamente breve, creemos: o ¿tal vez será que estamos mal acostumbrados? Recurriendo a lo mejor de su discografía, la explosión de música en directo de los de Atlanta aunó a la perfección el espíritu más genuino del rap -y el ganstarap- y la esencia metálica, revelándose como una poderosa y segurísima apisonadora; y así lo entendieron sus seguidores, moviéndose todo el tiempo al compás de la energía descargada por los músicos: lo mismo que éstos, haciendo sonar sus instrumentos con inusual fiereza al compás del rítmico aguacero de decibelios por ellos generado. De un hecho musical que, sólido, rocoso e incontestable, cual si de un inmisericorde bombardeo se tratase, vaya que si hizo mella en todos: en un público que, entusiasmado, botó y cantó en todo momento, protagonizando uno de los presentes, vocalista de un grupo local, la anécdota de la jornada al subir al escenario y cantarse un temas con el gigantón Nelson… saliendo más que airoso del trance. Y poco más que añadir; poca gente y muchas nueces –que bien podría haber dicho el refranero-. Ruido, pese a la brevedad de la actuación, ni mucho ni poco, tratándose de lo que se trataba: el suficiente.
Metal de muchos quilates
Fecha: viernes, 5 de noviembre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Incidencias: concierto enmarcado en el Return of Babylon Tour, de presentación de Babylon, nuevo CD de la banda; asistencia buenísima, rozándose el lleno. Público de ambos sexos que se mostró muy participativo. W.A.S.P. actuó durante hora y 15 minutos, bises incluidos.
Sobre un escenario rematado por dos pantallas laterales (flanqueando ambas la espectacular batería), entre haces de luces disparados por los móviles y bajo el sonido atronador de flashes pregrabados de hits de la banda, sirenas y rotores de acechantes helicópteros; con las primeras esquirlas metálicas, fruto de semejante bombardeo de luces y sonido, impactando de lleno en los presentes, la actuación arrancó bajo los sones de The Real Me, sonando acto seguido uno de los primeros éxitos de la noche, el gran L.O.V.E. Machine, y, acto seguido, dos pildorazos del disco que los estadounidenses están presentando, Crazy y Live To Die Another Day: temas todos ellos que, entre imágenes y vídeos proyectados en las pantallas, se sucedieron bajo un volumen brutal, avivando, en el caso de los más viejos, las llamas que un día hicieron que prendieran en las entrañas de una generación; ¿más momentos de puro poderío metálico a destacar, en una noche rica en ellos? Los deparados por canciones sin fecha de caducidad como Wild Child, The Idol (siendo el baterista y el guitarrista los únicos músicos en la segunda mitad del tema; con D. Blair haciendo en el estremecedor e intenso solo central el amor con su guitarra –directamente-, con un hacha, puro espectáculo yanki, con lucecitas encendidas en su lomo), I Wanna Be Somebody (demoledora, he aquí cómo fue la interpretación de la más coreada y esperada de la velada, última en sonar) y, tras ¡55! minutos de reloj, ya en los bises, los brindados por la impresionante Chainsaw Charlie (Murders in the New Morgue), antes de acabar, en loor de multitudes, con Blind In Texas.
La noche de heavy metal programada en Tótem no pudo acabar mejor que deparando lo que se entiende por un auténtico concierto de heavy metal: de muchísimos quilates el mismo, en verdad
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