Carretera, rock & roll y manta
Concierto de Motorsex
Fecha: viernes, 22 de enero.
Lugar: Inferno Taberna, Iruñea.
Intérpretes: Motorsex, trío integrado actualmente por Niko, al bajo y a la voz, Xenen, a las guitarras, y Bernar, a la batería.Incidencias: concierto de 1 hora de duración que comenzó con 60 minutos de retraso. Asistencia aceptable.
Muchos de los actuales músicos matarían por tener en la recámara la batería de clásicos de los hermanos Vázquez, Niko y Bernar, dos de los fundadores de M.C.D. en 1979 y, actualmente, desde 2003, bajista y baterista de Motorsex: por la posibilidad de poder tocar inoxidables hits a diario o de estar poco menos que en permanente “estado de celebración” –si se nos permite-, ya, haciendo continuas giras relacionadas con cualquier aniversario de la banda (el de su fundación, el de la publicación de determinados discos, tan al uso en nuestros días) ya, publicando constantemente viejo material… en nombre de lo anterior. Algo que, ojo, tampoco es censurable, toda vez que, por lo que sea, cada cual administra sus tiempos, su carrera y su legado como quiere. Sin embargo Niko, último de los fundadores de M.C.D. en sus filas, huyendo en parte de eso, abandonó en 2003 dicha banda, organizando pronto un nuevo grupo con los siguientes objetivos: desprenderse del rol de superviviente de lo que se dio en llamar Rock Radical Vasco y, de paso, del lastre que era para él tener que tocar, casi por obligación, determinadas canciones cada noche. No ya mantener, sino pasear continuamente el muerto. Con el fin de articular un nuevo proyecto que le permitiera tocar sin tener que rendir constantemente pleitesías ni tributo alguno a su pasado; ¿su nombre? Motorsex, denominación que surge de juntar los de Motörhead y Sex Pistols y en cuyo seno, curiosamente, volvió a coincidir con otros dos de los en su día fundadores de M.C.D., Bernar y el guitarrista Joakin. Detractores de la dinámica de, en su opinión, “editar infumables discos de los que sólo son audibles los dos primeros temas”, los “motores sexuales” cuentan con seis singles y un CD recopilatorio, En crudo, registrado así, en crudo. En un directo grabado con público… ¡en un estudio de grabación!
Así las cosas, sin concesión alguna al pasado, eso fue lo que ofreció Motorsex en el Infernu, un crudísimo y trepidante repaso de los temas de sus singles. Bueno, crudo pero caliente, incandescente a un tiempo, como vino a denotarlo el sudor de los músicos, a flor de piel. Reconvertidos en trío, el formato básico del rock & roll, desde el abandono de Joakin, el pase se tradujo en el disparo a bocajarro de trece detonaciones que, con bala, ricas en auténtico punk killer, sonaron como trece tiros, destacando La veo, Perdido en el norte (totalmente acedecera), Motorsex (dejando caer que ellos, ahora mismo, son los Motörhead del punk rock), Somebobo o Animal, última en sonar antes de que, como bises, lo hicieran sendas versiones del Me gusta ser una zorra, de Vulpes (banda fundada por las hermanas de Niko y Bernar), y del Bomber, de Motorhead.
Tras terminar en Bilbao sus respectivas jornadas laborales, los Motorsex, carretera, rock & roll y manta, se acercaron el viernes hasta Iruñea, traduciéndose su incursión en el Infernu en todo un tsunami sonoro. En un maremoto de killer punk de muchos grados de entrega, buen hacer y efectividad, al límite como se mostraron durante su bestial hora de actuación: de disparo de cortos, efectivos y agresivos pildorazos –desde el prisma musical-, siendo los tres adjetivos sinónimos en este contexto. Ah, y dejando claro lo siguiente –asimismo-: que aunque recordar el pasado, mirar hacia atrás es una opción (e incluso vivir del mismo, sobretodo con ciertas edades) puede haber vida en el horizonte. Que también es posible mirar hacia delante. Que, hayas sido lo que hayas sido en otros tiempos, no hay que resignarse a ser una vieja gloria para siempre. Así pues, ¡bien por el motor sexual!
Concierto de Motorsex
Fecha: viernes, 22 de enero.
Lugar: Inferno Taberna, Iruñea.
Intérpretes: Motorsex, trío integrado actualmente por Niko, al bajo y a la voz, Xenen, a las guitarras, y Bernar, a la batería.Incidencias: concierto de 1 hora de duración que comenzó con 60 minutos de retraso. Asistencia aceptable.
Muchos de los actuales músicos matarían por tener en la recámara la batería de clásicos de los hermanos Vázquez, Niko y Bernar, dos de los fundadores de M.C.D. en 1979 y, actualmente, desde 2003, bajista y baterista de Motorsex: por la posibilidad de poder tocar inoxidables hits a diario o de estar poco menos que en permanente “estado de celebración” –si se nos permite-, ya, haciendo continuas giras relacionadas con cualquier aniversario de la banda (el de su fundación, el de la publicación de determinados discos, tan al uso en nuestros días) ya, publicando constantemente viejo material… en nombre de lo anterior. Algo que, ojo, tampoco es censurable, toda vez que, por lo que sea, cada cual administra sus tiempos, su carrera y su legado como quiere. Sin embargo Niko, último de los fundadores de M.C.D. en sus filas, huyendo en parte de eso, abandonó en 2003 dicha banda, organizando pronto un nuevo grupo con los siguientes objetivos: desprenderse del rol de superviviente de lo que se dio en llamar Rock Radical Vasco y, de paso, del lastre que era para él tener que tocar, casi por obligación, determinadas canciones cada noche. No ya mantener, sino pasear continuamente el muerto. Con el fin de articular un nuevo proyecto que le permitiera tocar sin tener que rendir constantemente pleitesías ni tributo alguno a su pasado; ¿su nombre? Motorsex, denominación que surge de juntar los de Motörhead y Sex Pistols y en cuyo seno, curiosamente, volvió a coincidir con otros dos de los en su día fundadores de M.C.D., Bernar y el guitarrista Joakin. Detractores de la dinámica de, en su opinión, “editar infumables discos de los que sólo son audibles los dos primeros temas”, los “motores sexuales” cuentan con seis singles y un CD recopilatorio, En crudo, registrado así, en crudo. En un directo grabado con público… ¡en un estudio de grabación!
Así las cosas, sin concesión alguna al pasado, eso fue lo que ofreció Motorsex en el Infernu, un crudísimo y trepidante repaso de los temas de sus singles. Bueno, crudo pero caliente, incandescente a un tiempo, como vino a denotarlo el sudor de los músicos, a flor de piel. Reconvertidos en trío, el formato básico del rock & roll, desde el abandono de Joakin, el pase se tradujo en el disparo a bocajarro de trece detonaciones que, con bala, ricas en auténtico punk killer, sonaron como trece tiros, destacando La veo, Perdido en el norte (totalmente acedecera), Motorsex (dejando caer que ellos, ahora mismo, son los Motörhead del punk rock), Somebobo o Animal, última en sonar antes de que, como bises, lo hicieran sendas versiones del Me gusta ser una zorra, de Vulpes (banda fundada por las hermanas de Niko y Bernar), y del Bomber, de Motorhead.
Tras terminar en Bilbao sus respectivas jornadas laborales, los Motorsex, carretera, rock & roll y manta, se acercaron el viernes hasta Iruñea, traduciéndose su incursión en el Infernu en todo un tsunami sonoro. En un maremoto de killer punk de muchos grados de entrega, buen hacer y efectividad, al límite como se mostraron durante su bestial hora de actuación: de disparo de cortos, efectivos y agresivos pildorazos –desde el prisma musical-, siendo los tres adjetivos sinónimos en este contexto. Ah, y dejando claro lo siguiente –asimismo-: que aunque recordar el pasado, mirar hacia atrás es una opción (e incluso vivir del mismo, sobretodo con ciertas edades) puede haber vida en el horizonte. Que también es posible mirar hacia delante. Que, hayas sido lo que hayas sido en otros tiempos, no hay que resignarse a ser una vieja gloria para siempre. Así pues, ¡bien por el motor sexual!
Mirando hacia delante
Concierto de Ja ta Ja
Fecha: miércoles, 20 de enero.
Lugar: AKE, Iruñea.
Intérpretes: Ja ta Ja, formación actualmente integrada por Ángel Ocray, a la voz, Javier Ruz y Rafa Borja, a las guitarras flamencas, Txo, al bajo eléctrico, Oso, a la guitarra flamenca y a la flauta travesera, y Manex, a la batería y al cajón.
Incidencias: actuación de hora y media de duración, bises aparte. Muy buena entrada, público participativo.
Tras registrar un disco en 2009 con Kutxi Romero como sorprendente jefe de filas, presentarlo en directo allá donde fueron requeridos para ello y, finalmente, dar ambas partes por concluida la experiencia, los Ja ta Ja saltan estos días a la palestra por encontrarse calentando motores nuevamente, estando asimismo de actualidad por haber sufrido una significativa reconversión: reestructuración que, buscando dirigir su torrente artístico por cauces netamente musicales, ser más grupo musical –en una palabra- que multidisciplinar proyecto de difícil concreción escénica, se ha traducido en la entrada de Ángel Ocray a las voces y en la salida, entre otros antiguos componentes, de Naiara Ruz, María y Jakim, sus otrora cantantes y bailarinas. Ya sobre el escenario, la renovada formación repasó durante hora y media el CD que alumbraron de la mano de Kutxi, Raigambre, comenzando por Mi mula nunca duerme (tras una intro instrumental de tantos octanos como genuino sabor arábigo-andaluz) y concluyendo, ante la demanda de los presentes, con un popurrí de rumbas ofrecido en total clave festiva, tras su sensacional versión del Maneras de vivir. Uno de los centros de todas las miradas, evidentemente, fue el nuevo vocalista, Ángel Ocray, conocido y reconocido artista de la escena flamenca de Iruñea que, planta y timbre, maneras y tablas a espuertas, aportó un toque más ¿flamenco? No; más calorro a las canciones. Agitanado, desde el prisma artístico. ¿Que cómo tuvo lugar su encuentro con la banda? Arrieros son… y en el camino se han encontrado –suponemos-, tomando el dicho por su lado bueno.
Pasando con total naturalidad del inmortal aire andaluz, de sus aires, verdaderamente sentidos y raciales, a parajes de sabor netamente rockero, creando pasajes, enredaderas musicales que, cual plantas trepadoras, se aferraron, y cómo, a los presentes, el regalo para el sentido del oído que vino a ser la actuación pronto deparó la primera comparecencia de Kutxi sobre el escenario: de un Kutxi que, tras hacerlo dicha vez en Donde menos duela (ofrecida al alimón con Ocray) volvió a cantar en Delirio (alud de humo), Despeñasueños y, con la actuación y él ya zambullidos en la recta final, en las versiones que cerraron la noche, una del Manhattan de Enrique Morente y Lagartija Nick (versión, a su vez, de un tema de Leonard Cohen) y en el ya reseñado Maneras de vivir, espoleta que activó en 2007 la temporal entente Kutxi Romero & Ja ta Ja. ¿Otros temas a destacar? Caldo de tallos o Una cama herida, composiciones que, al igual que el resto, transmitieron enormes dosis de sentimiento y credibilidad: y así lo entendieron los presentes, un público que, en algunos casos, cabeceó en clave de rock al tiempo que tocaba palmas (con fuerza y de manera totalmente espontánea)… y a tiempo. Ah, y con la misma naturalidad con la que fluía el, a caballo entre el flamenco y el rock siempre, perfectamente articulado hecho musical.
Año nuevo, vida nueva… al menos para Ja ta Ja, banda que si hace un año por estas fechas, comandada por Kutxi Romero, estaba ultimando el lanzamiento de Raigambre, (seminal disco a descubrir por muchos todavía), ahora, doce meses después, se dispone a retomar su camino lejos del vocalista de Marea; a seguir mirando hacia delante… con nueva voz al frente y nuevos bríos. Con el otrora magma artístico característico de sus primeros tiempos más encauzado. Tratando de canalizar de forma más definida el inmenso caudal de arte que atesoran. A ver si les va bien en su nueva singladura.
Concierto de Ja ta Ja
Fecha: miércoles, 20 de enero.
Lugar: AKE, Iruñea.
Intérpretes: Ja ta Ja, formación actualmente integrada por Ángel Ocray, a la voz, Javier Ruz y Rafa Borja, a las guitarras flamencas, Txo, al bajo eléctrico, Oso, a la guitarra flamenca y a la flauta travesera, y Manex, a la batería y al cajón.
Incidencias: actuación de hora y media de duración, bises aparte. Muy buena entrada, público participativo.
Tras registrar un disco en 2009 con Kutxi Romero como sorprendente jefe de filas, presentarlo en directo allá donde fueron requeridos para ello y, finalmente, dar ambas partes por concluida la experiencia, los Ja ta Ja saltan estos días a la palestra por encontrarse calentando motores nuevamente, estando asimismo de actualidad por haber sufrido una significativa reconversión: reestructuración que, buscando dirigir su torrente artístico por cauces netamente musicales, ser más grupo musical –en una palabra- que multidisciplinar proyecto de difícil concreción escénica, se ha traducido en la entrada de Ángel Ocray a las voces y en la salida, entre otros antiguos componentes, de Naiara Ruz, María y Jakim, sus otrora cantantes y bailarinas. Ya sobre el escenario, la renovada formación repasó durante hora y media el CD que alumbraron de la mano de Kutxi, Raigambre, comenzando por Mi mula nunca duerme (tras una intro instrumental de tantos octanos como genuino sabor arábigo-andaluz) y concluyendo, ante la demanda de los presentes, con un popurrí de rumbas ofrecido en total clave festiva, tras su sensacional versión del Maneras de vivir. Uno de los centros de todas las miradas, evidentemente, fue el nuevo vocalista, Ángel Ocray, conocido y reconocido artista de la escena flamenca de Iruñea que, planta y timbre, maneras y tablas a espuertas, aportó un toque más ¿flamenco? No; más calorro a las canciones. Agitanado, desde el prisma artístico. ¿Que cómo tuvo lugar su encuentro con la banda? Arrieros son… y en el camino se han encontrado –suponemos-, tomando el dicho por su lado bueno.
Pasando con total naturalidad del inmortal aire andaluz, de sus aires, verdaderamente sentidos y raciales, a parajes de sabor netamente rockero, creando pasajes, enredaderas musicales que, cual plantas trepadoras, se aferraron, y cómo, a los presentes, el regalo para el sentido del oído que vino a ser la actuación pronto deparó la primera comparecencia de Kutxi sobre el escenario: de un Kutxi que, tras hacerlo dicha vez en Donde menos duela (ofrecida al alimón con Ocray) volvió a cantar en Delirio (alud de humo), Despeñasueños y, con la actuación y él ya zambullidos en la recta final, en las versiones que cerraron la noche, una del Manhattan de Enrique Morente y Lagartija Nick (versión, a su vez, de un tema de Leonard Cohen) y en el ya reseñado Maneras de vivir, espoleta que activó en 2007 la temporal entente Kutxi Romero & Ja ta Ja. ¿Otros temas a destacar? Caldo de tallos o Una cama herida, composiciones que, al igual que el resto, transmitieron enormes dosis de sentimiento y credibilidad: y así lo entendieron los presentes, un público que, en algunos casos, cabeceó en clave de rock al tiempo que tocaba palmas (con fuerza y de manera totalmente espontánea)… y a tiempo. Ah, y con la misma naturalidad con la que fluía el, a caballo entre el flamenco y el rock siempre, perfectamente articulado hecho musical.
Año nuevo, vida nueva… al menos para Ja ta Ja, banda que si hace un año por estas fechas, comandada por Kutxi Romero, estaba ultimando el lanzamiento de Raigambre, (seminal disco a descubrir por muchos todavía), ahora, doce meses después, se dispone a retomar su camino lejos del vocalista de Marea; a seguir mirando hacia delante… con nueva voz al frente y nuevos bríos. Con el otrora magma artístico característico de sus primeros tiempos más encauzado. Tratando de canalizar de forma más definida el inmenso caudal de arte que atesoran. A ver si les va bien en su nueva singladura.
Felino, intenso, suave
Conciertos de Eco y de Los Suaves
Fecha: viernes, 15 de enero.
Lugar: Sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Los Suaves, banda formada por Yosi a la voz, Alberto y Fernando a las guitarras, Charly al bajo y Tino a la batería. Como teloneros, abrieron noche Eco.
Incidencias: Muy buena entrada; público de ambos sexos y media de edad preferentemente alta que se mostró entregado y participativo; la velada comenzó a las 22.00 y se alargó hasta pasadas la 1.00, tocando Los Suaves cerca de 2 horas.
Con nuevo CD a punto de caramelo, "Adiós, adiós", Los Suaves, de nuevo sobre los escenarios, volvieron a la Tótem dos años después de su última visita, ofreciendo un concierto que quedará para siempre en el disco duro de quienes allí se dieron cita. Ante una asistencia un tanto escasa –en un principio-, la velada, al igual que entonces, comenzó con Eco, proyecto musical auspiciado por el guitarrista Alberto Cereijo y respaldado por el también suave Tino Mojón, quienes, acompañados por bajista y cantante, se movieron durante los 50 minutos de que dispusieron por las lindes de un estilo cercano al rock melódico metalizado; por una especie de personal híbrido de heavy/hard rock y canción melódica, orbitando las canciones ofrecidas, extraídas de Réplica, su primer CD, alrededor de la maestría del guitar hero Cereijo y del modo de cantar del vocalista; las composiciones, densas, ricas en sustrato musical y bien facturadas, denotaron, sin embargo, cierta falta de chispa –a nuestro juicio-, dificultando ello tal vez el despegue definitivo de la banda más allá del abrigo de Los Suaves. Y, recordemos, Réplica ya va por su tercer año de presentaciones en directo. ¿Lo mejor del pase de Eco? Visto lo visto, las versiones con que lo rubricaron, una de Al Alba, de Aute, y otra, sensacional, de altísimo octanaje, del mítico Burn de Deep Purple, poco o nada que ver ambas, también en lo que a reacción del público respecta, con los temas de autoría propia: y no sólo porque, respecto al principio del pase, la sala, para cuando sonaron, ya luciera una muy buena asistencia. Y acto seguido Los Suaves a seguir haciendo historia; a seguir demostrando, con el legendario Yosi al frente, cuál sigue siendo su casa… y por qué: el rock & roll.
Ese rock & roll teñido de indisimulable regusto hard que se muestra felino, como las garras de la gata del logotipo de la banda; intenso y suave, genuinamente suave… en un doble sentido de dicha voz, producto de sumar el magnetismo de la voz de Yosi, el de sus letras (cada vez más profundas, siempre a medio camino entre la reflexión y el pesimismo más existencial) y el de la en todo momento reconocible música que las arropa. Un rock, así las cosas, con el marchamo que comenzaran a imprimirle ¡30! años atrás los hermanos Domínguez grabado a sangre y fuego en el repertorio del grupo: los Domínguez, sus únicos miembros originales, el bajista Charly y el ya sesentón Yosi, quien, chaqueta de cuero y pantalones vaqueros -como siempre-, con su habitual sudadera con el logo de la banda –igualmente-, pese a puntuales equivocaciones a la hora de presentar algún tema o a cómo cantó algunas veces ofreció un concierto digno. Felino, intenso y suave, como su hecho musical, y digno, teniendo en cuenta lo que de él puede esperar su público, el cual, uno de los más fieles de la escena, se lo perdona todo –o casi todo- ya. Y es que, a estas alturas, en caso contrario no sería él. Enlazadas en diferentes bloques, la actuación se tradujo en la interpretación de temas del nasciturus CD –si se nos permite el término- y de clásicos de toda su discografía, como Palabras para Julia, Maldita sea mi suerte, Si pudiera, Mi casa, Dolores se llamaba Lola o El afilador –entre otros-, temas que, catárticos para todos –a ambas alturas del escenario-, de gran intensidad a todos los niveles, satisficieron y llenaron de buenas vibraciones a todos –igualmente-, dejando la sensación en el ambiente de haber vuelto a ver algo grande, en ésta nueva vuelta a la carretera de la banda. Bien, muy bien la misma. Los Suaves. Ellos. En su nivel.
Conciertos de Eco y de Los Suaves
Fecha: viernes, 15 de enero.
Lugar: Sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Los Suaves, banda formada por Yosi a la voz, Alberto y Fernando a las guitarras, Charly al bajo y Tino a la batería. Como teloneros, abrieron noche Eco.
Incidencias: Muy buena entrada; público de ambos sexos y media de edad preferentemente alta que se mostró entregado y participativo; la velada comenzó a las 22.00 y se alargó hasta pasadas la 1.00, tocando Los Suaves cerca de 2 horas.
Con nuevo CD a punto de caramelo, "Adiós, adiós", Los Suaves, de nuevo sobre los escenarios, volvieron a la Tótem dos años después de su última visita, ofreciendo un concierto que quedará para siempre en el disco duro de quienes allí se dieron cita. Ante una asistencia un tanto escasa –en un principio-, la velada, al igual que entonces, comenzó con Eco, proyecto musical auspiciado por el guitarrista Alberto Cereijo y respaldado por el también suave Tino Mojón, quienes, acompañados por bajista y cantante, se movieron durante los 50 minutos de que dispusieron por las lindes de un estilo cercano al rock melódico metalizado; por una especie de personal híbrido de heavy/hard rock y canción melódica, orbitando las canciones ofrecidas, extraídas de Réplica, su primer CD, alrededor de la maestría del guitar hero Cereijo y del modo de cantar del vocalista; las composiciones, densas, ricas en sustrato musical y bien facturadas, denotaron, sin embargo, cierta falta de chispa –a nuestro juicio-, dificultando ello tal vez el despegue definitivo de la banda más allá del abrigo de Los Suaves. Y, recordemos, Réplica ya va por su tercer año de presentaciones en directo. ¿Lo mejor del pase de Eco? Visto lo visto, las versiones con que lo rubricaron, una de Al Alba, de Aute, y otra, sensacional, de altísimo octanaje, del mítico Burn de Deep Purple, poco o nada que ver ambas, también en lo que a reacción del público respecta, con los temas de autoría propia: y no sólo porque, respecto al principio del pase, la sala, para cuando sonaron, ya luciera una muy buena asistencia. Y acto seguido Los Suaves a seguir haciendo historia; a seguir demostrando, con el legendario Yosi al frente, cuál sigue siendo su casa… y por qué: el rock & roll.
Ese rock & roll teñido de indisimulable regusto hard que se muestra felino, como las garras de la gata del logotipo de la banda; intenso y suave, genuinamente suave… en un doble sentido de dicha voz, producto de sumar el magnetismo de la voz de Yosi, el de sus letras (cada vez más profundas, siempre a medio camino entre la reflexión y el pesimismo más existencial) y el de la en todo momento reconocible música que las arropa. Un rock, así las cosas, con el marchamo que comenzaran a imprimirle ¡30! años atrás los hermanos Domínguez grabado a sangre y fuego en el repertorio del grupo: los Domínguez, sus únicos miembros originales, el bajista Charly y el ya sesentón Yosi, quien, chaqueta de cuero y pantalones vaqueros -como siempre-, con su habitual sudadera con el logo de la banda –igualmente-, pese a puntuales equivocaciones a la hora de presentar algún tema o a cómo cantó algunas veces ofreció un concierto digno. Felino, intenso y suave, como su hecho musical, y digno, teniendo en cuenta lo que de él puede esperar su público, el cual, uno de los más fieles de la escena, se lo perdona todo –o casi todo- ya. Y es que, a estas alturas, en caso contrario no sería él. Enlazadas en diferentes bloques, la actuación se tradujo en la interpretación de temas del nasciturus CD –si se nos permite el término- y de clásicos de toda su discografía, como Palabras para Julia, Maldita sea mi suerte, Si pudiera, Mi casa, Dolores se llamaba Lola o El afilador –entre otros-, temas que, catárticos para todos –a ambas alturas del escenario-, de gran intensidad a todos los niveles, satisficieron y llenaron de buenas vibraciones a todos –igualmente-, dejando la sensación en el ambiente de haber vuelto a ver algo grande, en ésta nueva vuelta a la carretera de la banda. Bien, muy bien la misma. Los Suaves. Ellos. En su nivel.
Bol de rock & roll
Concierto de Bol
Fecha: viernes, 8 de enero.
Lugar: Big Star Music Club, Atarrabia.
Intérpretes: Bol, banda integrada por Cristina, a la voz y a la guitarra, Guillermo, a las guitarras, Raúl, al bajo, e Ignacio, a la batería.
Incidencias: concierto de 1 hora de duración, bises incluidos. Lleno, prácticamente.
Formados en 1996 y disueltos en 2003, vencedores de los Encuentros de Jóvenes Artistas en 1999 y del Villa de San Adrián en 2001 (entre otros muchos certámenes), los Bol vuelven otra vez a estar de actualidad: cosa de su temporal vuelta a los escenarios para ofrecer dos o tres conciertos, siendo uno de ellos el que brindaron en el coqueto BSMC, de Tótem. Comandados por Cristina Martínez, actualmente en El Columpio Asesino, los de Lodosa/Sesma ofrecieron una actuación vigorosa y enérgica que, sostenida sobre temas de los diferentes trabajos que llegaron a registrar, resultó de lo más interesante para todos: tanto para su público de siempre, con el que están en proceso de reencuentro (clara mayoría el mismo el pasado viernes), como para quienes, como el arriba firmante, no llegamos a ver al grupo en sus años dorados. Y es que el que tuvo, retuvo –que se dice-, qué gran verdad. Así las cosas, más allá que presentar novedades, diremos que su hecho musical vino a desempolvar un repertorio que, como los buenos caldos, demostró haber aguantado bien, si no ganado, con el paso del tiempo. ¿Que en qué se tradujo el mismo? En la interpretación de unos temas con gancho y enjundia propia que, erigidos siempre sobre poderosas telarañas tan rockeras como melódicas, brillantemente trazadas por las guitarras y la voz (sobre la, en todo momento asimismo, también melódica línea de bajo), conformaron unas atmósferas pop-rockeras de densidades sonoras siempre impactantes: unas composiciones verdaderamente trabajadas, al detalle y con total preciosismo, tal y como lo dejaron claro en todo momento sus diferentes planteamientos, nudos y desenlaces, sin que nunca cabría decir la frase de “son todas iguales”, tan habitual en algunos conciertos por parte de los más profanos. Unas canciones de diferentes tonalidades y ritmos a las que, en resumen, habida cuenta de la arrolladora personalidad que denotaron, en caso de tener que encuadrarlas en algún estilo lo haríamos en un rock de autor. Dentro de un rock alternativo –si se quiere, aunque nos gusta más decir de autor- y, como tal, tan ecléctico en lo que a influencias se refiere (no faltó cierto espíritu de psicodelia, toques de post-punk ni vetas grunge, estilo totalmente en boga en los 90) como, en este caso finalmente, guitarrero y melódico. Plasmado en directo con fuerza y pulso propio. Intenso, en una palabra. Con vida y/o marchamo propio, el que acertó en toda ocasión a imprimirle Cristina, animal de escenario en toda regla que, totalmente echada hacia delante, marcó indefectiblemente con su voz y su presencia escénica la actuación: sí, y sin hacer de menos en ningún momento a los músicos restantes, totalmente sueltos, desinhibidos y disfrutando del momento durante toda la velada.
Bol caldeó la gélida noche del viernes en ésta su puntual vuelta a los escenarios, y lo hizo por medio de un repertorio que dejó claro el por qué de los éxitos que cosecharon durante su vida artística activa. Durante su prolífica carrera, a la vista de su curriculum. Y así lo entendieron los presentes, un público que disfrutó igual de los temas más legendarios del cuarteto que de las versiones que sonaron, una de Jimi Hendrix hacia el ecuador del pase y el Under Pressure, de Queen, en su desembocadura. Unos temas con los que, intensidad, fuerza y melodías a espuertas, unos más atmosféricos, otros, más rockeros y directos, en cualquier caso, volvieron a triunfar.
Concierto de Bol
Fecha: viernes, 8 de enero.
Lugar: Big Star Music Club, Atarrabia.
Intérpretes: Bol, banda integrada por Cristina, a la voz y a la guitarra, Guillermo, a las guitarras, Raúl, al bajo, e Ignacio, a la batería.
Incidencias: concierto de 1 hora de duración, bises incluidos. Lleno, prácticamente.
Formados en 1996 y disueltos en 2003, vencedores de los Encuentros de Jóvenes Artistas en 1999 y del Villa de San Adrián en 2001 (entre otros muchos certámenes), los Bol vuelven otra vez a estar de actualidad: cosa de su temporal vuelta a los escenarios para ofrecer dos o tres conciertos, siendo uno de ellos el que brindaron en el coqueto BSMC, de Tótem. Comandados por Cristina Martínez, actualmente en El Columpio Asesino, los de Lodosa/Sesma ofrecieron una actuación vigorosa y enérgica que, sostenida sobre temas de los diferentes trabajos que llegaron a registrar, resultó de lo más interesante para todos: tanto para su público de siempre, con el que están en proceso de reencuentro (clara mayoría el mismo el pasado viernes), como para quienes, como el arriba firmante, no llegamos a ver al grupo en sus años dorados. Y es que el que tuvo, retuvo –que se dice-, qué gran verdad. Así las cosas, más allá que presentar novedades, diremos que su hecho musical vino a desempolvar un repertorio que, como los buenos caldos, demostró haber aguantado bien, si no ganado, con el paso del tiempo. ¿Que en qué se tradujo el mismo? En la interpretación de unos temas con gancho y enjundia propia que, erigidos siempre sobre poderosas telarañas tan rockeras como melódicas, brillantemente trazadas por las guitarras y la voz (sobre la, en todo momento asimismo, también melódica línea de bajo), conformaron unas atmósferas pop-rockeras de densidades sonoras siempre impactantes: unas composiciones verdaderamente trabajadas, al detalle y con total preciosismo, tal y como lo dejaron claro en todo momento sus diferentes planteamientos, nudos y desenlaces, sin que nunca cabría decir la frase de “son todas iguales”, tan habitual en algunos conciertos por parte de los más profanos. Unas canciones de diferentes tonalidades y ritmos a las que, en resumen, habida cuenta de la arrolladora personalidad que denotaron, en caso de tener que encuadrarlas en algún estilo lo haríamos en un rock de autor. Dentro de un rock alternativo –si se quiere, aunque nos gusta más decir de autor- y, como tal, tan ecléctico en lo que a influencias se refiere (no faltó cierto espíritu de psicodelia, toques de post-punk ni vetas grunge, estilo totalmente en boga en los 90) como, en este caso finalmente, guitarrero y melódico. Plasmado en directo con fuerza y pulso propio. Intenso, en una palabra. Con vida y/o marchamo propio, el que acertó en toda ocasión a imprimirle Cristina, animal de escenario en toda regla que, totalmente echada hacia delante, marcó indefectiblemente con su voz y su presencia escénica la actuación: sí, y sin hacer de menos en ningún momento a los músicos restantes, totalmente sueltos, desinhibidos y disfrutando del momento durante toda la velada.
Bol caldeó la gélida noche del viernes en ésta su puntual vuelta a los escenarios, y lo hizo por medio de un repertorio que dejó claro el por qué de los éxitos que cosecharon durante su vida artística activa. Durante su prolífica carrera, a la vista de su curriculum. Y así lo entendieron los presentes, un público que disfrutó igual de los temas más legendarios del cuarteto que de las versiones que sonaron, una de Jimi Hendrix hacia el ecuador del pase y el Under Pressure, de Queen, en su desembocadura. Unos temas con los que, intensidad, fuerza y melodías a espuertas, unos más atmosféricos, otros, más rockeros y directos, en cualquier caso, volvieron a triunfar.
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