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16/7/15

SANFERMINES 2015: TIEMPOS DE CAMBIO (MÁS QUE DE MEROS RECAMBIOS)


“Este es el tiempo del cambio / el futuro se puede tocar,” cantaba Miguel Ríos en los albores de la década de los 80, años de ilusión y esperanza para la sociedad civil tras 40 años de espera. En espera de tiempos mejores. Pues bien, después de unos cuántos años de Barcinato y previsibles recambios, podemos decir que los nuevos tiempos, ahora mismo, están ahí, al alcance de la mano. Así pues, a ver si entre todos somos capaces de enterrar y desterrar errores del pasado… En todos los sentidos, haciéndolo también con la discriminación y los agravios comparativos sufridos estos últimos Sanfermines por determinados artistas, como los que han pasado por el Jai Gune: silenciados y ninguneados incluso por el programa oficial de las fiestas, auténtico regalo envenenado de la corporación saliente. Siendo esto así, a ver si somos capaces de cambiar determinados vicios adquiridos en lo relativo a la programación musical. En resumidas cuentas, que el más que deseado cambio vaya  más allá de sustituir en Los Fueros a Alaska por Mario Vaquerizo…

Pero, al hablar de cambios, hay que hacerlo mirando de reojo a las redes clientelares y  a los consiguientes intereses creados tras tantos años de Ayuntamientos Upenitas; así pues, nada de confianzas, pues la empresa se presume difícil. Y es que no es que queden  cosas por hacer, sino todo, más bien. El encuentro por disputar, toda vez que lo ganado por la ciudadanía en las últimas elecciones no fue el partido, sino el derecho a poder saltar al campo, y seguro que los gobernantes salientes (y su cohorte de amigos) no van a poner fácil el asunto. En ningún orden. Así pues que nadie baje la guardia, pues nada  van a regalar: de todos es sabido qué es lo único que, procedente del cielo, cae gratis a los pobres: palos y agua. Nada más.

LA IKURRIÑA EN EL AYUNTAMIIENTO: LA PLASMACIÓN VISUAL DEL CAMBIO

La presente edición de los Sanfermines arrancó con toda una declaración de intenciones, la izada en el Ayuntamiento de la Ikurriña tras 34 años de ausencia, comenzando de inmediato la granizada de críticas por parte de los detractores de la bandera: de una enseña verdaderamente sentida en Nafarroa, entre otras cosas, por haber sido en su día un emblema de la lucha antifranquista. Nosotros, llegados a este punto, creemos que el ya lejano día 6, para que la jornada hubiese sido perfecta, solo faltó lo siguiente: que los encargados de lanzar el chupinazo hubiesen sido los arrantzales barbudos de 2013; aquellos intrépidos ciudadanos que, en una acción comparable a las de colectivos como Solidarios con Itoiz, la colocaron en la plaza, dejando al Poder con infinitos palmos de narices.

EL CAMBIO TAMBIÉN HA DE LLEGAR A LA PROGRAMACIÓN SANFERMINERA: AGUR, JAI GUNE, AGUR!

Viendo la programación de los principales escenarios, daría la sensación de que presuntamente, desde la corporación en retirada; en previsión de perder las elecciones, se hubiese apostado a la hora de fraguar la programación musical por llevar a cabo lo que se conoce por política de tierra quemada, consistente en destruir absolutamente todo lo que pudiese resultar positivo para el enemigo; para el adversario político llamado a ocupar su puesto -en este caso-, una vez perdidas las elecciones. Esto es, por apostar por hacer bueno aquello de cuanto peor, mejor. Y no hay más que ver lo organizado y el sentir popular, para reafirmarnos en lo dicho.

¿Sobraba alguien en la programación, así las cosas? Tampoco lo creemos. En la línea de lo dicho por el alcalde sobre la presencia de las banderas el 6 en el Ayuntamiento (no sobraba ninguna, pero faltaba una), pensamos que sobrar, nunca sobra nadie; para gustos, colores. Ni siquiera Mario Vaquerizo y sus Nancys, rubias, morenas o teñidas. Lo que sí vamos a decir es que en los principales escenarios faltaron nombres verdaderamente respetados y queridos por el público, como los de algunos artistas incluidos en la programación del Jai Gune, tal y como lo ha dado a entender un año más el gentío peregrinando noche a noche hasta allí para verlos en acción. Para ver a unas bandas que han protagonizado una programación tan completa como ignorada por Instituciones y ciertos Medios de comunicación. Y aún diremos más, no habiendo sido capaces en tres años los responsables de la Mancomunidad ni tan siquiera de incluir dicha expresión, Jai Gune, en el panel frontal de la fantasmagórica Linea 8, la de las barracas. Un espacio, el Jai Gune, al que, por cierto, le deseamos una pronta desaparición: fuera de cualquier duda, la mejor señal del triunfo de la normalidad en próximos Sanfermines. Así pues, ojalá que el próximo año no haya que montar dicho recinto. Que en Pamplona 2016, imprescindibles cambios mediante, las cosas sean de otra manera. Y sobre lo de las Nancys Rubias y su triunfo en Los Fueros, ¿qué decir? Aparte de que “hay gente pa tó” (y más en Pamplona por San Fermín), que no lo cuestionamos, aunque para nosotros eso, su espectáculo, no sea lo que se entiende por un concierto musical. Eso, lo suyo, será otra cosa. Eso sí, puesto que tampoco sabemos exactamente qué, no opinaremos al respecto.


PAMPLONA 2016: MÁS HÁBITOS Y CONSTUMBRES A CAMBIAR

Por el bien de la fiesta y los conciertos, creemos que el cambio también ha de alcanzar sí o sí a otros modos y maneras por desgracia tan presentes en la Fiesta, como la venta ilegal de bebidas en rededor de los principales escenarios y, cómo no, al botellón indiscriminado, siendo esta la única forma de terminar con el vertedero incontrolable en el que durante 9 días se convierte la ciudad. Además, viendo cuadrillas y cuadrillas asistiendo presuntamente a los conciertos perfectamente pertrechadas de botellas, daría la sensación de buena parte de la gente asiste a los mismos como la mayoría de quienes lo hacen a los toros: por disfrutar de las diferentes ambrosías, en primer lugar. Una única noche estuvimos en Los Fueros, siendo más que suficiente para sufrir el descaro y  acoso de vendedores ambulantes y de todo tipo de deambulantes buscavidas, buscando colocar sus mercancías. Latas de cerveza con especial insistencia –principalmente-, enseñándonos con su acción que no solo la piratería –tal y como la hemos conocido- puede llegar a afectar a la música. Porque eso, vender latas de forma ilegal en los conciertos, también es piratería, teniendo que hacer especial daño a las barras instaladas para ayudar a sufragar los gastos y tratar de obtener algún beneficio; ¿o es que las actuaciones las pagan los lateros?

Llegados a este punto, un año más, nada más. A ver cómo van las cosas los próximos 356 días, ¡ya falta menos!, y lo dicho: quedamos a la espera de que los escenarios de la Plaza del Castillo y Los Fueros sean también los del cambio, en clara sintonía de lo que necesariamente ha de acontecer durante el año en los escenarios del día a día la ciudad.


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