MARCADOS POR LA
AUSENCIA DE PRIMERÍSIMOS ESPADAS, EN LOS CONCIERTOS HAN PINTADO OROS, BASTOS Y
COPAS
De manos de la pronta eliminación
de la selección de Vicente del Bosque de los Mundiales, el ambiente vivido alrededor
de los diferentes escenarios ha sido mundial;
excepcional, sin broncas de origen político-futbolístico, al contrario
de lo que sucediera 4 años atrás. Así pues, marcado por los Bastos –desde el prisma meteorológico- y
botellón mediante, condicionado por las Copas,
podemos decir que ha sido de Oro el
ambiente en los conciertos. Netamente sanferminero, imponiéndose el rojo propio
de las fiestas al rojo de La Roja,
tan anhelado seguramente por la casta más retorcida en aras de tratar de sacar
réditos políticos enfrentando al personal. De teñir a cualquier precio la plaza
del Castillo –por ejemplo-, de desteñidas tonalidades rojigualdas. Pero por
fortuna para todos, la cosa salió mal y tuvimos la fiesta en paz, triunfando en
lo que a nosotros atañe, y cómo, la música en directo.
Yendo con el balance de estos 9
días festivos, diremos que lo que de manos de la habitual transubstanciación
sanferminera de la ciudad ha pintado en ellos han sido Copas, Oros y Bastos, tal y como ya hemos apuntado. Como si la
capital hubiese mutado en una suerte de baraja. Una ciudad, esta, cuya doble
denominación y polarización ha quedado estos Sanfermines claramente reflejada
en las dos formas de entender la fiesta puestas sobre la mesa en el Parque de
la Runa; plasmadas a la perfección en los recintos de las barracas y Gora Iruñea!, tan cercanos y lejanos a
un tiempo. Perfecto reflejo de las dos ciudades en una encerradas en nuestra
Pamplona – Iruñea.
Cosa de nuestra peculiar ‘cultura’,
idiosincrasia
o forma de entender la diversión, al hablar de ambiente sanferminero diremos
que el mismo, durante los conciertos, ha venido marcado por las Copas. Por su ingesta poco menos que a
granel, habiendo llamado un año más la atención la práctica del botellón. La del
desmesurado consumo de alcoholes y la desmesurada tolerancia por parte de las
Autoridades de una práctica por ley
ilegal, más preocupadas como parecen por el cumplimiento de otra ley. La de
símbolos. Por buscar Ikurriñas por tierra, subsuelo y aire. Y que nadie
justifique el botellón aludiendo a los precios de los bares, no reparando en
los graves perjuicios que ocasiona. Y no solo a la hostelería, sino a la
convivencia ciudadana, a la salud de sus devotos y a la salubridad general: y que
aún menos lo justifiquen quienes se gastan incluso lo que no tienen en el consumo
añadido de substancias ilegales. Para terminar este apartado, diremos que el
único enclave que no hemos visto perjudicado por dicho mal y sus consecuencias
(hemos visto incluso gente orinando en el perímetro vallado del quiosco de la
plaza del Castillo, para desesperación de los técnicos de sonido) ha sido el
del Jai Gune de Gora Iruñea!: espacio especialmente limpio y libre de lateros y ocasionales
buscavidas.
Copas adláteres aparte, lo que ha
brillado sobre los escenarios ha sido el Oro,
a tenor de los conciertos presenciados. Oro de muchos quilates como el derivado
de las actuaciones si no de primeros espadas, sí de artistas de cualquier orden
y, salvo en el Jai Gune (aunque también algunos días) de medias
de edad alta. Así pues, muy bien las diferentes actuaciones, congregando
ingentes cantidades de personas. ¿Aspectos a mejorar? El sonido de Los Fueros,
enclave en el que, a tenor del manifiesto botellón y de la instalación de
barras adicionales, no estaría de más asimismo la de unos baños supletorios,
viéndose noche a noche totalmente desbordados los del pasadizo subterráneo.
Los Bastos, evidentemente, quedan para la meteorología, a la vista de cómo
ha castigado el cielo. De los rejones inflingidos a las noches, lo cuál no
quiere decir que no hayan pintado Bastos
en otros órdenes relacionados con la Fiesta. Por ejemplo… En el tratamiento
dado por algunos Medios al recinto de Gora
Iruñea, negándole el espacio, el pan y la sal: lo cual, por cierto, es
bueno. Pinta bonito. Y por partida doble, dando a entender a los ciudadanos con
tal silenciamiento que todo ha ido a pedir de boca. Y es que en caso contrario,
en el de que hubiese tenido lugar el más mínimo incidente, el mismo hubiese
sido portada. Así pues bravo por tal silenciamiento. El que calla, otorga. Y
han callado. Parafraseando el dicho popular, Callan, luego cabalgamos. Lo hemos hecho de la mejor forma posible
los presentes Sanfermines, buenísima señal. En 2015, más.
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