MARTXA, MARTXA CON NUESTRA FANFARRE!! (QUE USTEDES LO PASEN BIEN) )

21/10/12

CRÍTICAS DE OCTUBRE: LOU LESAGE, JUAN PERRO, UNISONIC, GOTTHARD, GILES ROBSON & THE DIRTY ACES, ÚLTIMOS RITOS, PETER HAMMILL,ELUVEITIE, SABATON, ENSIFERUM Y MEMO, PARA EMPEZAR!



Meloso, tempestuoso

Concierto de Lou Lesage

Fecha: viernes, 20 de octubre.
Lugar: Auditorio Baluarte, Iruñea.
Intérpretes: Lou Lesage, a la voz y a las programaciones, acompañada por Pierre Emery, a las guitarras y a los coros, y Nicolas Ballay, a la batería.
Incidencias: 2ª cita del ciclo Musiketan, 1 hora de duración. Asistencia discreta.

Cantante y actriz, hija de padres artistas; nueva cara sonora del rock parisino, la jovencísima Lou Lesage subió el pasado sábado al escenario de la sala de Cámara de Baluarte, entusiasmando con su concepción del rock a los presentes; al discreto número de aficionados que se dio cita para degustar la presente golosina musicada, un público no muy numeroso que se limitó básicamente a oír, ver y, eso sí, aplaudir con fuerza después de todas y cada una de las interpretaciones.
A caballo entre la música facturada por la diabólica terna integrada por los Rolling Stones, la Velvet Underground y los Stooges, destilando cierto regusto a rock  alternativo; solventemente acompañada por guitarrista y baterista (llamando nuestra atención la ausencia de bajista) y, además de lo dicho, perfectamente respaldada  por el encargado de hacer sonar las 6 cuerdas, Lou Lesage protagonizó una actuación marcada por el equilibrio entre sugerentes polos contrapuestos; presidida por una voz melosa y melódica a más no poder, la suya (entre las de Cat Power y Alisson Mosshart, dos de sus grandes influencias) que encontró su contrapunto en un hecho musical construido en buena parte de la noche sobre la electricidad y la distorsión; por una falta de descaro sobre el escenario totalmente premeditada, a nuestro juicio (la cantante apenas se movió, manteniéndose totalmente estática frente al micrófono), perfectamente compensada por la actitud rockera derrochada por el guitarrista. Y por último, para no extendernos más en este apartado, caracterizada la actuación igualmente por el preciosismo denotado por vocalista y baterista, frente a la fuerza y fiereza inducida a las canciones por Pierre a las cuerdas de acero, demostrando el citado, enfundado en su cazadora de cuero negro, tener tablas y más, en el asunto. Tantas como imagen de niña buena, de no haber roto nunca un plato, la cantante. Eso sí, en honor de la verdad, apuntaremos que pese a no dar una imagen propiamente dicha –o estereotipada, si se quiere- de líder de una banda de rock & roll, las canciones, lo realmente importante, sí que demostraron ser propias de un grupo rockero, siendo ello la razón que nos ha llevado a incluir voces como premedita a la hora de enjuiciar el proceder en escena de Lesage. Unas canciones, todas las brindadas, que pidiendo tal vez un mayor desarrollo musical en algunos de los casos, dieron lugar a un interesante corpus de contrastes de contrastada calidad –más allá de etiqueta alguna-, brillando con luz propia tanto los temas de esencia más tempestuosa como, cosa del timbre de la  voz de la cantante, los medios tiempos, más que adecuados para iluminar y calentar una tarde como la del pasado sábado: cosa de la lluvia, un tanto grisácea y triste fuera del recinto.
Tras el bautismo de fuego recibido el 5 de octubre concierto de Peter Hammill mediante, Lou Lesage puso música a la segunda cita de Musiketan, obteniendo su concierto una tímida respuesta por parte del público potencial. Una actuación que fue todo un lujo –desde el prisma artístico-, como seguramente lo serán todas las que están por llegar. Las once que restan por hacer. El sábado 10 de noviembre, más.


La huella del rock & son

Concierto de Juan Perro


Fecha: viernes, 19 de octubre.
Lugar: Teatro Gayarre, Iruñea.
Intérpretes: Santiago Auserón, Juan Perro, a la voz y a las guitarras, acompañado por Joan Vinyals, a la guitarra, a la armónica (ocasionalmente) y a los coros.
Incidencias: presentación del espectáculo denominado Casa en el aire. 2 horas y 10 minutos de duración, bises incluidos. Asistencia discreta, varios centenares de personas. Público que se mostró participativo.

La profunda huella sonora que está dejando Santiago Auserón en el panorama musical del rock mestizo escrito en castellano quedó perfectamente reflejada por medio del presente concierto; mediante una actuación concebida por el que fuese líder de Radio Futura sin ninguna concesión a la nostalgia. A su pasado artístico al frente de tan referencial formación, tal y como dejó claro el repertorio escogido para la ocasión: totalmente huérfano de hits firmados por él en épocas pretéritas, para desconsuelo –tal vez- de algunos de los presentes. De un público que, no obstante, conocedor del artista y de su coherente trayectoria, se rindió totalmente al proceder de Auserón, resignándose a la evidencia (en verdad, el citado cantó en todo momento lo que le pareció más conveniente) y participando activamente de la velada. Y es que ni tan siquiera en los bises accedió a determinadas peticiones de viejos éxitos -tras hora y ¾ de concierto-, siendo dicho tiempo extra una deferente prolongación de la sesión.
Por si alguien albergaba dudas respecto a cómo iba a transcurrir la velada; por si hubiese en el teatro quien no intuyera la dinámica que iba a seguir Auserón, el conocido desde principios de los años noventa como Juan Perro presentó credenciales con un tema inédito, A ver si cae un rayo, dando a entender que la máquina creadora continúa  a pleno rendimiento, antes de proseguir la recién desatada tormenta de canciones con José Rasca, tema dedicado a Joe Strummer, el que fuese líder de The Clash, incluido en Río Negro, quinto CD suyo bajo la denominación de Juan Perro.
Haciendo definitivamente buenas las palabras que dirigió al respetable como presentación del concierto (“vamos a tocar canciones del último disco, canciones inéditas y también, antiguas o maduritas”);  acto seguido, tras una irónica referencia a su nombre artístico (“¿Has visto que en el Reino de Navarra no han puesto el cartel de Perros No? Es un nombre artístico arriesgado”, que comentó en tono cómplice a Joan Vinyals, su partenaire dicha noche), el sobrio escenario que acogió a ambos fue testigo de la interpretación de un viejo tema, El carro, prosiguiendo con tres extraídos de Río Negro antes de brindar dos del referencial CD La Huella sonora: El ala rota (escrita a medias con el jazzman local Javier Colina) y Obstinado en mi error. Las composiciones en su conjunto fueron presentadas con grandes dosis de ironía y socarronería, destilando  en el presente formato genuina alegría con regusto a esencia rockera y son cubano y   haciéndose Auserón con la complicidad  de los presentes. Resultando siempre las canciones de su agrado, dejando claro con las mismas el carismático y visionario vocalista que ahí sigue, instigando la creatividad e investigando nuevas texturas y  sabores sonoros. Ejerciendo de embajador del más sugerente preciosismo musicado, además de con las citadas, con otras como La nave estelar (de surrealista e hilarante presentación, ofrecida mástil contra mástil por él y Vinyals, el demonio del barrio de Gracia –tal y como lo presentó- puestos en pie) o la negroide Reina Zulú, tema que condujo la velada a su final. Bueno, tras saludar desde el escenario a cuantos seguidores se acercaron al mismo, tema que dio paso a los bises, concluyendo los mismos cuatro interpretaciones después con Perla Oscura, extraída del seminal Raíces al viento, de 1995. Poniendo fin a un concierto que, damos fe, dejó huella (sonora) en los presentes. Como siempre, grande, Auserón.


. Apoteosis

Conciertos de Unisonic y Gotthard

Fecha: sábado, 13 de octubre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Integrantes: Unisonic, formación integrada por Michael Kiske, a la voz, Kai Hansen y Mandy Meller, a las guitarras, Dennis Ward, al bajo, y Kosta Zafiriou, a la batería. Gotthard, banda integrada por Nic Maeder, a la voz y a las guitarras (ocasionalmente), Leo Leoni y Freddy Scherer, a las guitarras, Marc Lynn, al bajo, Hena Habegger, a la batería, y un teclista adicional.
Incidencias: localidades agotadas. Público de distintas edades que  se mostró muy participativo. La velada arrancó a las 22.00 horas y concluyó pasadas la 1.00.

Hasta arriba. Llena hasta la bandera, he aquí cómo recibió Tótem a estos dos grandes del rock: Unisonic, promesa para algunos –si se quiere- pero, para la práctica totalidad de quienes coparon la sala, absoluta realidad sobre los escenarios, y Gotthard, toda una referencia del hardrock de sonoridad más actual.
Frente a un público expectante, llegado en algunos casos de provincias limítrofes y seguidor confeso del heavy metal -en su inmensa mayoría-, la velada arrancó a las 22.00 con la esperada presencia de Unisonic, siendo la salida a escena de los liderados por el legendario Michael Kiske realmente aclamada. Ya sobre las tablas, el quinteto puso desde el primer minuto las cartas sobre la mesa, con premeditación, rotundidad… Y total predisposición y receptividad por parte del gentío: de un público que, totalmente entregado -tal y como mandan los viejos cánones del género-; tras hacer suyo con verdadera energía el estribillo del primer tema (Unisonic, precisamente), coreó con fuerza el nombre del carismático cantante, haciendo acto seguido lo propio con el del guitarrista Hansen: normal, siendo buena parte de los asistentes fans declarados de Helloween, banda en la que militaron los dos, y de Gamma Ray, formación auspiciada por el segundo. Tras corear –asimismo- con idéntico vigor el nombre de Unisonic, después de otro  tema extraído de Ignition, EP que están presentando los citados, pronto sonó la primera versión de un hit de Helloween, March of time, excelentemente recibida por todos, prosiguiendo los músicos hasta el final del show vistiendo el espíritu del heavy metal destilado con las vestimentas más características lucidas por el viejo género décadas atrás, evidentes toques de hardrock y AOR de por medio. Procediendo así hasta la conclusión de un concierto que, una hora después de que empezara (no olvidemos que, teóricamente, Unisonic era el telonero) encontró el mejor broche posible en la interpretación por parte del grupo de dos clásicos de Halloween; Future World (tema inmortalizado en un videoclip grabado en 1988 en Nafarroa, tras el histórico concierto protagonizado por la banda junto a Iron Maiden, Metallica y Anthrax en la Plaza de Toros de Iruñea), y I want out: al igual que la anterior, todo un himno en la ciudad a finales de dicha década. 
A continuación, tras la pertinente adaptación del escenario, comparecieron los suizos Gotthard, banda que, cosa de cómo dejó de caliente la sala Unisonic, si bien estuvo a la altura de sus teóricamente teloneros, en lo que a efusión y respuesta obtenida hace referencia no superó a aquellos con sus canciones; con unos temas facturados a caballo entre el rock americano más actual y un hardrock de tintes indisimuladamente comerciales entre los que, a la hora de ser cantados por los presentes, destacó… la versión del Hush ofrecida. Un tema que, popularizado por Deep Purple, sonó como si lo estuviesen tocando unos Guns´N Roses marcadamente influenciados por Europe y Bon Jovi. Y con esto no queremos decir que Gotthard no dieran la talla, nada más lejos de la realidad, sino que Iruñerria, básicamente, demostró haber acudido a ver a Unisonic. A Michael Kiske –concretamente-, claro triunfador de la noche: artífice de que su banda le comiera a Gotthard la tostada; uno de los culpables de tan catártica velada.


De altísimo octanaje 

Concierto de Giles Robson & The Dirty Aces


Fecha: viernes, 12 de octubre.
Lugar: El Bafle, Iruñea.
Intérpretes: Giles Robson & The Dirty Aces, formación integrada por Giles Robson, a la armónica y a la voz, Flip Kozlobski, a las guitarras, Ian Jennings, al contrabajo y al bajo, y Mike Hellier, a la batería.
Incidencias: presentación de Crooked heart of mine, primer CD de la banda. Asistencia discreta, público participativo. Hora y ½  de duración, bises aparte.

El Bafle honró el carácter festivo de dicho viernes con la actuación de Giles Robson & The Dirty Aces, nueva formación de rock & blues que, surgida en Jersey Island, Reino Unido, está causando furor en las islas. Y con razón, a tenor de lo visto.
Procedentes de Bilbo, donde iniciaron la víspera a su gira estatal, los talluditos y experimentados músicos, derrochando imagen y credibilidad, dieron todo un recital de rhythm´n blues y rock & roll de muchísimos octanos, recordando por la energía desatada a directos de artistas como Dr. Feelgood y pudiendo con carros y carretas -derivados principalmente de la asistencia registrada-; esto es, no mostrándose, en una noche tan atípica como la de dicho día, amilanados por ello: marcada la misma por los postreros coletazos de las últimas fiestas de Iruñerria, como las de Echavacoiz y Villava. Con sus pertinentes conciertos gratuitos, claro está.
Articulada sobre los temas de su álbum debut, la velada destiló principalmente rhythm´n  and blues de regusto ya, genuino, ya teñido de diferentes sabores: a boogie boogie, slow blues, charlestón o a blues de Chicago o blues británico de la década de los sesenta, todo ello aderezado con aires de funk, música negra y swing, quedando en todo momento la médula espinal tejida por la base rítmica del grupo (espectacular el contrabajo lucido por Ian Jennings) inmejorablemente respaldada por el hacer de las guitarras y la armónica. ¿El resultado? Unas composiciones de interesantes desarrollos musicales cuyos títulos fueron nuestra última preocupación, sonando como lo hicieron en manos de semejante cuarteto. Homenajeando al legendario género ya, en clave de blues de sabor característico, ya más en clave de rock,  como lucieron con su sonoridad. Unos temas de elogiable plasmación en directo por parte de una banda que, integrada por músicos que han tocado con grandes como Robert Plant, Eric Clapton, Jimmy Page o James Hunter, no sólo sonó a la perfección, sino que hizo que sonara igualmente la sala, lo realmente importante. Inusualmente bien, traduciéndose lo dicho en puro sabor a rock & blues de bar y carretera. A concierto de verdad. A mezcla de olor a sudor sobre el escenario, cuerdas de guitarra incandescentes y ruedas desgastadas, prestas a encarar el próximo destino. El siguiente escenario, encontrándose Giles Robson & The Dirty Aces, pese a lo curtidos que se mostraron los músicos, haciendo su primera gira como tales. Como una banda que ¿acabara? No, que, como quien dice, acaba de empezar, circunstancia que, por otra parte, no fue óbice para que pensásemos tras todas y cada una de las interpretaciones lo siguiente: que tal vez estuviésemos ante una de las mejores formaciones de blues de cuantas hemos visto este año. Y, bandas como las de José Luis Pardo o Marcos Coll de por medio o artistas como Guitar Crusher, cuyas actuaciones presenciamos en el Burlada Blues Festival, pueden ayudar a que el lector entienda de qué estamos hablando. De lo alto que la noche de dicho viernes quedó el listón, a la vista de lo elevado que lo dejaron monstruos como los citados.
Bien, y a la vista de las circunstancias ya apuntadas que marcaron el devenir del concierto; llegados a este punto, no podemos menos que aplaudir al puñado de fieles aficionados que tuvieron a bien pagar una entrada por asistir a este concierto. Por ver a un gran grupo que, todo un lujo su cercanía y su presencia, fuera de toda duda, lo mereció.



Satánico plan

Concierto de Últimos Ritos

Fecha: sábado,  6 de octubre.
Lugar: Big Star, Atarrabia.
Intérpretes: Últimos Ritos, formación integrada por Iván, a la voz, Raúl e Iker, a las guitarras, Jaime, al bajo, y Beja, a la batería.
Incidencias: presentación de Canciones oscuras para días sin luz, 1 hora y 20 minutos de duración, bises incluidos. Asistencia discreta, público participativo.

Demoledores. Bestiales. Brutales, a la hora de presentar en público este, su personal satánico plan: el CD de seis canciones que acaban de publicar. Así pues, he aquí cómo lucieron Últimos Ritos dicha noche en Big Star, local que acogió a la banda el primer sábado de octubre, día verdaderamente importante para ellos. Tintado de rojo en su calendario. De un color rojo sangre –si se quiere-… o, en cualquier caso, rico en connotaciones relacionadas con celebraciones y rituales como este: la presentación de un siempre bienvenido vástago musical.
Ante un público íntegramente integrado por acólitos confesos de la banda, plenamente conocedor de los músicos y de sus virtudes (experiencias musicales previas de los mismos incluidas; esto es, de formaciones como Stop o Kizio), la ceremonia, el ritual musical llamado a cobrar vida quedó materializado de facto con la interpretación de Ritus Maximus, tema que tuvieron a bien detonar disfrazados; himno de salutación que, erigido sobre una concepción del metal de tenebrosas y oscuras connotaciones, llevó a los presentes a comulgar de inmediato con la celebración que allí acababa de empezar. Despojados los músicos de los atrezzos mostrados, acto seguido, los comandados por Iván, quien se mostró en todo momento totalmente metido en su papel (normal,  contando el citado con la mili con que cuenta a sus espaldas: no olvidemos que fue el frontman de los prometedores Kizio, en la década de los noventa) protagonizaron una nueva deflagración, sonando a continuación el primero de los temas incluidos en la grabación llamados a hacerlo, Sin pekado entretenido: composición que, seguida de un nuevo tema inédito, encontró su lugar poco antes de que lo hiciera otro igualmente de estreno, El arte de cortar, con el oficiante y portador de la voz cantante del ritual, ejemplar –y ejemplo- de viejo rockero que nunca muere, luciendo un delantal de carnicero. Y de esta forma, entre canciones recién editadas, protagonistas por excelencia de la fiesta; temas no publicados, alguna que otra versión de legendarios hits y temas nuevos inéditos transcurrió la sesión; entre la interpretación de canciones del CD como Miedo o Progresión / Evasión (pórtico de entrada a dicho infierno musicado) o versiones como las que sonaron de Sepultura (con tres guitarras prendiendo la hoguera sonora, Iván a una de ellas además de a la imponente voz), o de grupos como Kizio y  Koma -ya en la recta final-, quedando la noche definitivamente sellada con los hits de estos últimos Suicida y Caer, respectivamente.
Fe, actitud y presencia escénica a raudales, caminando por los escenarios prestos al   encuentro con Satán, Últimos Ritos abrieron su particular caja de los truenos en Atarrabia, demoliendo el ambiente, calentándolo (o incendiándolo –mejor dicho-) y no dejando indiferente a nadie con la música brindada. Con su brutalidad ritual, en la noche de presentación de sus seis nuevas canciones, seis. 666. Últimos Ritos, quinteto que, siguiendo las ígneas sendas trazadas por grandes del metal como Sepultura, Pantera o Koma, últimamente está haciendo cierto ruido. Mediático -queremos decir- pero eso, mucho ruido. Dejándose ver y oír en los medios. Nos vemos en el próximo ritual. 



 A su libre albedrío

Concierto de Peter Hammill

Fecha: viernes, 5 de octubre.
Lugar: Auditorio Baluarte, Iruñea.
Intérpretes: Peter Hammill, a la guitarra, al piano y a la voz.
Incidencias: 1ª cita del ciclo Musiketan, concierto de hora y ½  de duración. Asistencia aceptable. Público que aplaudió con fuerza tras cada interpretación.

La sala de Cámara de Baluarte abrió sus puertas el primer viernes de octubre para acoger la puesta de largo de Musiketan, ciclo de conciertos de pequeño formato que, muy especiales en sí mismos, tras comenzar su andadura en Bilbo en 1994, ha tenido a bien el presente año extender su radio de acción hasta Iruñea, con motivo de la celebración de su vigésima edición. Así pues, siendo lo dicho así; buscando dar con apetecibles golosinas musicales, ¿con quién comenzar el ciclo? ¿Qué mejor que con alguien como Peter Hammill?
Multiinstrumentista, compositor y poeta; pionero y referencial icono del rock  progresivo de los años setenta, el camaleónico e inclasificable Hammill (Londres, 1948) compareció sobre el sobrio escenario en solitario, tocando durante hora y media sus canciones ya, sentado al frente del gran piano que presidía el entarimado, ya, acompañándose por las notas de la guitarra. Difícil de predecir el repertorio llamado a ser brindado e imprevisible y de lo más personal el artista, mostrando sin tapujos a los presentes su voz y sus circunstancias con forma de canciones. Las circunstanciales interpretaciones de las mismas –más bien-, toda vez que dudamos que, a estas alturas de su carrera, el londinense ofrezca dos conciertos parecidos: cosa de la libertad artística que demostró a la hora de plasmar sus temas en directo, absoluta. Desde una concentración máxima –a pesar de lo dicho, una cosa no quita a la otra-, cosa de su capacidad para reescribir y adaptar al hábitat de que se trate unas composiciones que, denotando intenso sabor a desnudez en un formato como este; a banda sonora de su vida, demostraron en su voz y en sus manos ser puros ambientes musicados o momentos con entidad propia en sí mismos, y como tales, irrepetibles: con sus ritmos, su musicalidad y su furia más o menos contenida (qué bien jugó Peter con los registros de su voz a la hora de enfrentarse al micrófono), ser pequeños cachitos de arte creados sin trampa ni cartón, haciendo gala para ello su autor de un total preciosismo; sí, para llevar las mismas a llegar a ser lo dicho, pese al minimalismo esgrimido. Unos temas que, explotando con diferente fuerza; dejando entrever nebulosas de corte más estridente –en unos casos-  y en otros, de más queda raigambre, delataron su genuino latido sinfónico, progresivo, dejando claro que el citado, pese a comparecer en solitario, no vino a pasar la tarde. Cabalgando su voz a lomos de las distintas notas musicales, ora de las del piano, ora de las de la guitarra; haciéndolo en estados próximos al éxtasis inducido por sus canciones, que se acercó hasta Iruñea dispuesto a marcar una nueva muesca en su carrera: forjada,  como todas, a fuego, por su irrepetible marchamo personal.
Peter Hammill abrió el presente ciclo de concierto de pequeño formato… y cercanía grande con el público, con un respetable dicha tarde noche que, sobradamente conocedor de su trayectoria; concentrado en su mayor parte de la mitad de la sala para delante e integrado por melómanos irredentos en la práctica totalidad de los casos, no dudó a la hora de premiar con fuertes y sentidos aplausos las diferentes interpretaciones, consiguiendo un bis y abandonando la sala más que satisfecho. Y, próximamente, de manos de Musiketan, Lou Lesage, Elliott Murphy, Nervous but excited o China Crisis, en este mismo marco. Más que nunca habrá que estar atentos a las agendas…




Atemporal metal

Conciertos de Eluveitie y Sabaton


Fecha: jueves 4 de octubre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Incidencias: actuaciones enmarcadas en la gira denominada Swedish Empire Tour.  Asistencia medianamente aceptable; público que se mostró participativo.

Dirección Madrid seis noches después de que arribara a Iruñerria otra caravana metálica similar, una nueva trouppé rockera se detuvo en Tótem, protagonizando las bandas cabezas de cartel sendos conciertos de primer nivel, en la conocida sala de Atarrabia.
La velada arrancó con los húngaros Wisdom, quienes apenas pudieron mostrar sus cartas en directo, a la vista de los escasos quince minutos de que dispusieron. Como si los inevitables recortes hubiesen llegado también al terreno de los teloneros. En cualquier caso, diremos que los citados exhibieron unas credenciales sonoras que, orbitando por las lindes del heavy metal más tradicional, retrotrajeron a los presentes al sonido exhibido por el legendario género en los años ochenta, recordándoles la razón de que les enganchara como lo hizo. De que, en resumidas cuentas, dicho jueves los citados estuvieran ahí. Media hora después, tras la pertinente reorganización del escenario; ante una asistencia ligeramente superior a la registrada el pasado viernes (dato reseñable –a nuestro entender- por tratarse de un día laborable), comparecieron los suizos Eluveitie, multiformación que pasa por ser uno de los principales exponentes del folk metal del continente europeo; y sí, en medio de un espectacular montaje, así lo demostraron durante cuarenta y cinco minutos de manos de su  equilibrada combinación de música tradicional celta y death & metalcore de corte melódico. De dos ambientes que, totalmente diferentes -a priori-, se mostraron perfectamente fusionados, luciendo en armónica conjunción el armamento musical propio del rock y los instrumentos característicos de la música tradicional: guitarras, bajo y batería con zanfoña, whistles y  gaitas, por citar algunos de estos últimos; y, encontrando la voz gutural del vocalista Chrigel Glanzmann el contrapunto perfecto en el angelical y dulce timbre de la también vocalista Anna Murphy (la bella y la bestia, si se nos permite el símil), dejando claro al respetable lo siguiente: que una vez llegada la noche, en la Arcadia feliz; en el país de la hadas, también se escucha rock. Que los elfos y duendecillos que entonces pueblan los bosques también pueden vestir de cuero negro. Incluso puntear al aire y cabecear; haciéndoselo ver a un público que, entregado, llegado principalmente de fuera (incluso desde Francia), saludó con fuertes ovaciones las distintas interpretaciones.
Finalmente, tras un nuevo parón de cerca de ¾ de hora; entre gritos de “Sabaton”, “Sabaton”, comparecieron los teóricamente cabezas de cartel, Sabaton, banda sueca de power metal formada en 1999 y una de las formaciones de ese estilo más en forma del momento. Sobre un entarimado prácticamente despejado presidido por una prominente batería de doble bombo; bajo tonos morados salpicados por parpadeantes haces blancos –procedentes de los focos móviles y de los estrobos-, respaldados por espectaculares columnas de luces, los comandados por Joakim Brodém, pantalones de camuflaje todos ellos prestos para el combate, dieron sin mayor dilación rienda suelta a su concepción del heavy, de inspiración tan clásica como épica y marcial. Con Judas Priest y el speed metal, con permiso de Europe, latiendo con fuerza en el espíritu de su hecho musical. En el de un concierto majestuosamente llevado por los guitarristas al mejor de los puertos, cual si de consumados remeros estuviésemos hablando. ¿El único pero? La ausencia física de un teclista, recurriendo como recurre en directo el grupo al sonido de los teclados, omnipresentes en todo momento. El hecho de que, salvo en la penúltima interpretación, en la que sacaron teclado al escenario, los mismos fuesen pregrabados. Por lo demás, convenció la banda. Las bandas. También los teloneros, pese al concierto-degustación brindado.

En la pomada. En la pelea

Concierto de Memo

Fecha: sábado, 29 de septiembre.
Lugar: AKE, Txantrea.
Intérpretes: Memo, banda integrada por Iñigo, a la guitarra y a la voz, Mikel, a la guitarra y a los coros, Raúl, al bajo, y Metal, a la batería.
Incidencias: presentación de Libre, responsable y sin excusas, 4º CD de la banda; hora y 50 minutos de duración, bises incluidos. Asistencia aceptable.

Con motivo del 7º aniversario de la constitución del AKE como tal, Memo, uno de los grupos habituales del local, subió dicho sábado a su escenario, aprovechando la ocasión para presentar su nuevo CD. Los temas de su nuevo disco –mejor dicho-, toda vez que el compacto, en lo que a soporte físico de las canciones se refiere, no llegó a la cita. Vamos, que todo por el disco… Pero sin el disco, he aquí en qué se tradujo el concierto de presentación del mismo; de un nasciturus que, autoeditado por la banda, para cuando se publiquen estas líneas ya habrá visto la luz.
El concierto, sorprendentemente largo –a nuestro juicio-, se tradujo en la interpretación de treinta y tres composiciones, convenientemente distribuidas en dos partes: en una primera, de quince temas, articulada alrededor del corpus de Libre, responsable y sin excusas (sonando la totalidad de las canciones que lo integran), y una segunda construida sobre los grandes éxitos del grupo, con especial presencia de temas de su tercer CD: el laureado La alegría de molestar.
Combinando las habituales dosis de mordacidad, ironía y realidad, las nuevas canciones se sucedieron mostrando sus armas sin ambages: haciendo gala de unas letras afiladas y afinadas perfectamente fusionadas con la música, acerada y acelerada; cultivadas las composiciones con la aparente sencillez con que parece hacerlo el grupo, sosteniendo la urgencia musical con total solvencia la precisión casi quirúrgica mostrada por las letras, a la hora de analizar las cosas. El porqué de lo que pasa… A ritmos del punk-hardcore melódico practicado. Las razones de  que no todo vaya bien. De que vaya mal, muy mal -en realidad- en unos tiempos como estos, llamados a ser buenos, muy buenos  -paradójicamente- para el rock y el punk de verdad; caldo de cultivo ideal para que cerebros como el de Iñigo den lo mejor de sí a la hora de ponerse a escribir. De componer canciones como, por citar una al hilo de la más reciente actualidad, Huelga general, banda sonora más que perfecta para la que se avecina: y no para la televisiva serie así titulada, precisamente.
Y respecto a las canciones viejas, ¿qué decir? Que, tal y como sucede en el punk cuando es de calidad, el tiempo demostró no pasar por ellas; no haberlo hecho, y en caso de que sí, para mejor, por hits (a nivel local si se quiere, pero hits) como Akellos días o Fan Nº 1 (de su CD debut); Legoland o Huele a podrido, extraídos de Todo va bien, o, principalmente, del ampliamente representado La alegría de molestar; por temas como El punk de ayer, Soy guay, Un idiota en el sol y, evidentemente, la que dio título al CD, clarividente tarjeta de presentación del grupo.
Decorado cual si de un castillo medieval se tratase; de uno de aquellos tan presentes en la Nafarroa anterior a 1512, AKE abrió sus puertas a Memo, banda con unos cuántos años de trayectoria a sus espaldas que ahí demostró seguir estando: en la pomada. En la pelea. Incansables, inasequibles al desaliento en la puesta de largo de sus nuevos temas… Pese al hándicap apuntado: no disponer del disco en una fecha tan señalada –y propicia- para ello. Para venderlo, hemos querido decir.
Con arrojo, libres y sin excusas, a la chita cantando, demostrando continuar su camino, haciéndolo y transitándolo. A su ritmo, seguir adelante o tratar de hacerlo con sus nuevas canciones; pa´ lante, como buenos hijos de Nafarroa Memo, siempre pa´lante!



Espadas con forma de guitarras

Concierto de Ensiferum

Fecha: viernes, 28 de septiembre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Integrantes: Ensiferum son Petri Lindroos, a las voces, a las guitarras y a los coros;  Markus Toivonen, a las voces y a las guitarras; Sami Hinkka, a las voces, al bajo y a los coros; Emmi Silvennoinen, a los teclados y a los coros, y Janne Parviainen, a la batería. Como teloneros abrieron velada Profane Omen y Amoral.
Incidencias: asistencia discreta. Público que se mostró participativo. La velada arrancó a las 21.30 horas y concluyó pasadas la 1.00, actuando los cabezas de cartel hora y ½.

Tras descargar las noches previas su fuerza musicada en Barcelona y Madrid, los finlandeses Ensiferum (voz latina cuyo significado es portador de la espada) hicieron lo propio en Tótem, desenvainando enérgicamente sus hachas y ofreciendo un concierto que causó una muy buena impresión: tanto por la calidad esgrimida por dichos gladiadores como, e igualmente importante lo que vamos a apuntar -estando como estaba una banda foránea de por medio-, por su duración, de más de hora y media: circunstancia que no pasó desapercibida a los asistentes.
La velada arrancó de manos de los también finlandeses Profane Omen, formación de grrove & death metal a la que no llegamos a ver, por encontrarnos en otra actuación; lo mismo –prácticamente- que a Amoral, segundos espadas de la noche, quinteto que, por las lindes del heavy metal más genuino, dejaron la sala perfectamente caldeada para recibir a Ensiferum, los cabezas de cartel.
Saludados con palmas y cuernos al aire desde su salida, los citados ofrecieron un repertorio que giró básicamente alrededor de los temas de Unsung heroes, su último CD, un disco si bien, concebido por las lindes más características del metal combinado con música tradicional finlandesa; por los parámetros del viking folk metal por ellos postulado, demostró ser menos sinfónico que los anteriormente grabados por la banda y más directo, como pudimos constatar en el presente coliseo: tal y como lo dejaron entrever buena parte de los temas que sonaron, de estreno en su gran mayoría –tal y como ya hemos apuntado-, quedando, salvo puntuales excepciones, los clásicos para los bises: temas como Twilight tavern, Lai lai hey o Battle song, con los que dejaron más que satisfecho al respetable.
Torsos al aire y melenas al viento los portadores de los mástiles, el hecho musical practicado por el quinteto, por unos músicos que, cual si de miembros de una tribu se tratasen, comparecieron con sus rostros semi pintados, lució asimismo en su conjunto claramente influenciado por el power metal germano, briosamente propulsado desde la batería; por el impresionante set de platillos y tambores instalado a uno de los lados del entarimado, quedando al otro, sobre una plataforma y en su parte trasera igualmente, los teclados, guardando la retaguardia musical. Sobre un escenario decorado con motivos ricos en connotaciones épico-medievales, trazando desde su atalaya la teclista el colchón musical y adornando a la perfección el resultado final, erigido sobre los demoledores riffs de los guitarristas, con sonidos de flautas y violines, disparados en función de cada interpretación: de la plasmación de unos temas que, con dos vocalistas alternándose al micro principal y tres músicos repartiéndose los coros, demostraron portar tatuado en sus almas el espíritu del más puro metal guerrero, en líneas generales.
Y este jueves, en este mismo marco, nueva parada de una gira internacional; del Swedish Empire Tour, con Abaton y Eluveitie. Ánimo, que esto no ha hecho más que empezar.

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