Meloso, tempestuoso
Concierto de Lou Lesage
Fecha: viernes, 20 de
octubre.
Lugar: Auditorio Baluarte , Iruñea.
Intérpretes: Lou Lesage, a
la voz y a las programaciones, acompañada por Pierre Emery, a las guitarras y a
los coros, y Nicolas Ballay, a la batería.
Incidencias: 2ª cita del
ciclo Musiketan, 1 hora de duración.
Asistencia discreta.
Cantante y actriz, hija de
padres artistas; nueva cara sonora del
rock parisino, la jovencísima Lou Lesage subió el pasado sábado al escenario de la
sala de Cámara de Baluarte, entusiasmando con su concepción del rock a los
presentes; al discreto número de aficionados que se dio cita para degustar la
presente golosina musicada, un público no muy numeroso que se limitó
básicamente a oír, ver y, eso sí, aplaudir con fuerza después de todas y cada
una de las interpretaciones.
A caballo entre la música
facturada por la diabólica terna integrada por los Rolling Stones, la Velvet
Underground y los Stooges, destilando cierto regusto a rock alternativo; solventemente acompañada por
guitarrista y baterista (llamando nuestra atención la ausencia de bajista) y,
además de lo dicho, perfectamente respaldada
por el encargado de hacer sonar las 6 cuerdas, Lou Lesage protagonizó
una actuación marcada por el equilibrio entre sugerentes polos contrapuestos;
presidida por una voz melosa y melódica a más no poder, la suya (entre las de Cat Power y Alisson Mosshart, dos de sus
grandes influencias) que encontró su contrapunto en un hecho musical
construido en buena parte de la noche sobre la electricidad y la distorsión;
por una falta de descaro sobre el escenario totalmente premeditada, a nuestro
juicio (la cantante apenas se movió, manteniéndose totalmente estática frente
al micrófono), perfectamente compensada por la actitud rockera derrochada por
el guitarrista. Y por último, para no extendernos más en este apartado,
caracterizada la actuación igualmente por el preciosismo denotado por vocalista
y baterista, frente a la fuerza y fiereza inducida a las canciones por Pierre a
las cuerdas de acero, demostrando el citado, enfundado en su cazadora de cuero
negro, tener tablas y más, en el asunto. Tantas como imagen de niña buena, de
no haber roto nunca un plato, la cantante. Eso sí, en honor de la verdad,
apuntaremos que pese a no dar una imagen propiamente dicha –o estereotipada, si
se quiere- de líder de una banda de rock & roll, las canciones, lo
realmente importante, sí que demostraron ser propias de un grupo rockero,
siendo ello la razón que nos ha llevado a incluir voces como premedita a la hora de enjuiciar el
proceder en escena de Lesage. Unas canciones, todas las brindadas, que pidiendo
tal vez un mayor desarrollo musical en algunos de los casos, dieron lugar a un
interesante corpus de contrastes de contrastada calidad –más allá de etiqueta
alguna-, brillando con luz propia tanto los temas de esencia más tempestuosa
como, cosa del timbre de la voz de la
cantante, los medios tiempos, más que adecuados para iluminar y calentar una
tarde como la del pasado sábado: cosa de la lluvia, un tanto grisácea y triste
fuera del recinto.
Tras el bautismo de fuego
recibido el 5 de octubre concierto de Peter Hammill mediante, Lou Lesage puso
música a la segunda cita de Musiketan,
obteniendo su concierto una tímida respuesta por parte del público potencial.
Una actuación que fue todo un lujo –desde el prisma artístico-, como
seguramente lo serán todas las que están por llegar. Las once que restan por
hacer. El sábado 10 de noviembre, más.
La huella del
rock & son
Concierto de Juan Perro
Fecha:
viernes, 19 de octubre.
Lugar: Teatro Gayarre, Iruñea.
Intérpretes: Santiago Auserón, Juan Perro, a la voz y a las
guitarras, acompañado por Joan Vinyals, a la guitarra, a la armónica
(ocasionalmente) y a los coros.
Incidencias: presentación del espectáculo denominado Casa en el aire. 2 horas y 10 minutos de duración, bises incluidos. Asistencia discreta, varios centenares de personas. Público que se mostró participativo.
Incidencias: presentación del espectáculo denominado Casa en el aire. 2 horas y 10 minutos de duración, bises incluidos. Asistencia discreta, varios centenares de personas. Público que se mostró participativo.
La
profunda huella sonora que está dejando Santiago Auserón en el panorama musical
del rock mestizo escrito en castellano quedó perfectamente reflejada por medio
del presente concierto; mediante una actuación concebida por el que fuese líder
de Radio Futura sin ninguna concesión a la nostalgia. A su pasado artístico al
frente de tan referencial formación, tal y como dejó claro el repertorio
escogido para la ocasión: totalmente huérfano de hits firmados por él en épocas pretéritas, para desconsuelo –tal
vez- de algunos de los presentes. De un público que, no obstante, conocedor del
artista y de su coherente trayectoria, se rindió totalmente al proceder de
Auserón, resignándose a la evidencia (en verdad, el citado cantó en todo
momento lo que le pareció más conveniente) y participando activamente de la
velada. Y es que ni tan siquiera en los bises accedió a determinadas peticiones
de viejos éxitos -tras hora y ¾ de concierto-, siendo dicho tiempo extra una
deferente prolongación de la sesión.
Por
si alguien albergaba dudas respecto a cómo iba a transcurrir la velada; por si
hubiese en el teatro quien no intuyera la dinámica que iba a seguir Auserón, el
conocido desde principios de los años noventa como Juan Perro presentó
credenciales con un tema inédito, A ver
si cae un rayo, dando a entender que la máquina creadora continúa a pleno rendimiento, antes de proseguir la
recién desatada tormenta de canciones con José
Rasca, tema dedicado a Joe Strummer, el que fuese líder de The Clash,
incluido en Río Negro, quinto CD suyo
bajo la denominación de Juan Perro.
Haciendo
definitivamente buenas las palabras que dirigió al respetable como presentación
del concierto (“vamos a tocar canciones del último disco, canciones inéditas y
también, antiguas o maduritas”); acto
seguido, tras una irónica referencia a su nombre artístico (“¿Has visto que en
el Reino de Navarra no han puesto el cartel de Perros No? Es un nombre artístico arriesgado”, que comentó en tono
cómplice a Joan
Vinyals, su partenaire
dicha noche), el sobrio escenario que acogió a ambos fue testigo de la
interpretación de un viejo tema, El carro,
prosiguiendo con tres extraídos de Río
Negro antes de brindar dos del referencial CD La Huella sonora: El ala rota
(escrita a medias con el jazzman
local Javier Colina) y Obstinado en mi
error. Las composiciones en su conjunto fueron presentadas con grandes
dosis de ironía y socarronería, destilando en el presente formato genuina alegría con
regusto a esencia rockera y son cubano y
haciéndose Auserón con la
complicidad de los presentes. Resultando
siempre las canciones de su agrado, dejando claro con las mismas el carismático
y visionario vocalista que ahí sigue, instigando la creatividad e investigando
nuevas texturas y sabores sonoros.
Ejerciendo de embajador del más sugerente preciosismo musicado, además de con
las citadas, con otras como La nave
estelar (de surrealista e hilarante presentación, ofrecida mástil contra
mástil por él y Vinyals, el demonio del barrio de Gracia –tal y como lo
presentó- puestos en pie) o la negroide Reina
Zulú, tema que condujo la velada a su final. Bueno, tras saludar desde el
escenario a cuantos seguidores se acercaron al mismo, tema que dio paso a los
bises, concluyendo los mismos cuatro interpretaciones después con Perla Oscura, extraída del seminal Raíces al viento, de 1995. Poniendo fin
a un concierto que, damos fe, dejó huella (sonora) en los presentes. Como
siempre, grande, Auserón.
. Apoteosis
Conciertos de
Unisonic y Gotthard
Fecha: sábado, 13 de octubre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Integrantes: Unisonic, formación integrada por Michael
Kiske, a la voz, Kai Hansen y Mandy Meller, a las guitarras, Dennis Ward, al
bajo, y Kosta Zafiriou, a la batería. Gotthard, banda integrada por Nic Maeder,
a la voz y a las guitarras (ocasionalmente), Leo Leoni y Freddy Scherer, a las
guitarras, Marc Lynn, al bajo, Hena Habegger, a la batería, y un teclista
adicional.
Incidencias: localidades agotadas. Público de distintas
edades que se mostró muy participativo.
La velada arrancó a las 22.00 horas y concluyó pasadas la 1.00.
Hasta arriba. Llena hasta la
bandera, he aquí cómo recibió Tótem a estos dos grandes del rock: Unisonic,
promesa para algunos –si se quiere- pero, para la práctica totalidad de quienes
coparon la sala, absoluta realidad sobre los escenarios, y Gotthard, toda una
referencia del hardrock de sonoridad más actual.
Frente a un público expectante,
llegado en algunos casos de provincias limítrofes y seguidor confeso del heavy
metal -en su inmensa mayoría-, la velada arrancó a las 22.00 con la esperada
presencia de Unisonic, siendo la salida a escena de los liderados por el
legendario Michael Kiske
realmente aclamada. Ya sobre las tablas, el quinteto puso desde el primer
minuto las cartas sobre la mesa, con premeditación, rotundidad… Y total
predisposición y receptividad por parte del gentío: de un público que,
totalmente entregado -tal y como mandan los viejos cánones del género-; tras
hacer suyo con verdadera energía el estribillo del primer tema (Unisonic, precisamente), coreó con
fuerza el nombre del carismático cantante, haciendo acto seguido lo propio con
el del guitarrista Hansen: normal, siendo buena parte de los asistentes fans
declarados de Helloween, banda en la que militaron los dos, y de Gamma Ray,
formación auspiciada por el segundo. Tras corear –asimismo- con idéntico vigor
el nombre de Unisonic, después de otro
tema extraído de Ignition, EP
que están presentando los citados, pronto sonó la primera versión de un hit de
Helloween, March of time,
excelentemente recibida por todos, prosiguiendo los músicos hasta el final del
show vistiendo el espíritu del heavy metal destilado con las vestimentas más
características lucidas por el viejo género décadas atrás, evidentes toques de
hardrock y AOR de por medio. Procediendo así hasta la conclusión de un
concierto que, una hora después de que empezara (no olvidemos que,
teóricamente, Unisonic era el telonero) encontró el mejor broche posible en la
interpretación por parte del grupo de dos clásicos de Halloween; Future World (tema inmortalizado en un
videoclip grabado en 1988 en Nafarroa, tras el histórico concierto
protagonizado por la banda junto a Iron Maiden, Metallica y Anthrax en la Plaza
de Toros de Iruñea), y I want out: al
igual que la anterior, todo un himno en la ciudad a finales de dicha
década.
A continuación, tras la
pertinente adaptación del escenario, comparecieron los suizos Gotthard, banda
que, cosa de cómo dejó de caliente la sala Unisonic, si bien estuvo a la altura
de sus teóricamente teloneros, en lo que a efusión y respuesta obtenida hace
referencia no superó a aquellos con sus canciones; con unos temas facturados a
caballo entre el rock americano más actual y un hardrock de tintes
indisimuladamente comerciales entre los que, a la hora de ser cantados por los
presentes, destacó… la versión del Hush ofrecida.
Un tema que, popularizado por Deep Purple, sonó como si lo estuviesen tocando
unos Guns´N Roses marcadamente influenciados por Europe y Bon Jovi. Y con esto
no queremos decir que Gotthard no dieran la talla, nada más lejos de la
realidad, sino que Iruñerria, básicamente, demostró haber acudido a ver a
Unisonic. A Michael Kiske –concretamente-, claro triunfador de la noche:
artífice de que su banda le comiera a Gotthard la tostada; uno de los culpables
de tan catártica velada.
De altísimo octanaje
Concierto de Giles Robson & The Dirty Aces
Fecha: viernes, 12 de octubre.
Lugar: El Bafle, Iruñea.
Intérpretes: Giles Robson & The Dirty Aces, formación
integrada por Giles Robson, a la armónica y a la voz, Flip Kozlobski, a las
guitarras, Ian Jennings, al contrabajo y al bajo, y Mike Hellier, a la batería.
Incidencias: presentación de Crooked heart of mine, primer CD de la banda. Asistencia discreta,
público participativo. Hora y ½ de
duración, bises aparte.
El Bafle honró el carácter festivo de dicho
viernes con la actuación de Giles Robson & The Dirty Aces, nueva formación
de rock & blues que, surgida en Jersey Island, Reino Unido, está causando
furor en las islas. Y con razón, a tenor de lo visto.
Procedentes de Bilbo, donde iniciaron la
víspera a su gira estatal, los talluditos y experimentados músicos, derrochando
imagen y credibilidad, dieron todo un recital de rhythm´n
blues y rock & roll de muchísimos octanos, recordando por la energía desatada
a directos de artistas como Dr.
Feelgood y pudiendo con carros y carretas -derivados
principalmente de la asistencia registrada-; esto es, no mostrándose, en una
noche tan atípica como la de dicho día, amilanados por ello: marcada la misma por
los postreros coletazos de las últimas fiestas de Iruñerria, como las de
Echavacoiz y Villava. Con sus pertinentes conciertos gratuitos, claro está.
Articulada sobre
los temas de su álbum debut, la velada destiló principalmente rhythm´n and blues de regusto ya, genuino, ya teñido de
diferentes sabores: a boogie boogie, slow blues, charlestón o
a blues de Chicago o blues británico de la década de los sesenta, todo
ello aderezado con aires de funk, música negra y swing, quedando en todo momento la médula espinal
tejida por la base rítmica del grupo (espectacular el contrabajo lucido por Ian Jennings) inmejorablemente
respaldada por el hacer de las guitarras y la armónica. ¿El resultado? Unas
composiciones de interesantes desarrollos musicales cuyos títulos fueron
nuestra última preocupación, sonando como lo hicieron en manos de semejante
cuarteto. Homenajeando al legendario género ya, en clave de blues de sabor
característico, ya más en clave de rock, como lucieron con su sonoridad. Unos temas de
elogiable plasmación en directo por parte de una banda
que, integrada por músicos que han tocado con grandes como Robert Plant,
Eric Clapton, Jimmy Page
o James Hunter, no sólo sonó a la perfección, sino que
hizo que sonara igualmente la sala, lo realmente importante. Inusualmente bien,
traduciéndose lo dicho en puro sabor a rock & blues de bar y carretera. A
concierto de verdad. A mezcla de olor a sudor sobre el escenario, cuerdas de
guitarra incandescentes y ruedas desgastadas, prestas a encarar el próximo
destino. El siguiente escenario, encontrándose Giles Robson & The Dirty Aces, pese a lo
curtidos que se mostraron los músicos, haciendo su primera gira como tales.
Como una banda que ¿acabara? No, que, como quien dice, acaba de empezar,
circunstancia que, por otra parte, no fue óbice para que pensásemos tras todas
y cada una de las interpretaciones lo siguiente: que tal vez estuviésemos ante
una de las mejores formaciones de blues de cuantas hemos visto este año. Y, bandas
como las de José Luis Pardo o Marcos Coll de por medio o artistas como Guitar
Crusher, cuyas actuaciones presenciamos en el Burlada Blues Festival, pueden ayudar a que el lector entienda de
qué estamos hablando. De lo alto que la noche de dicho viernes quedó el listón,
a la vista de lo elevado que lo dejaron monstruos como los citados.
Bien, y a la vista
de las circunstancias ya apuntadas que marcaron el devenir del concierto;
llegados a este punto, no podemos menos que aplaudir al puñado de fieles
aficionados que tuvieron a bien pagar una entrada por asistir a este concierto.
Por ver a un gran grupo que, todo un lujo su cercanía y su presencia, fuera de
toda duda, lo mereció.
Satánico plan
Concierto de Últimos Ritos
Fecha: sábado, 6 de octubre.
Lugar: Big
Star, Atarrabia.
Intérpretes: Últimos Ritos,
formación integrada por Iván, a la voz, Raúl e Iker, a las guitarras, Jaime, al
bajo, y Beja, a la batería.
Incidencias: presentación de
Canciones oscuras para días sin luz,
1 hora y 20 minutos de duración, bises incluidos. Asistencia discreta, público participativo.
Demoledores. Bestiales.
Brutales, a la hora de presentar en público este, su personal satánico plan: el
CD de seis canciones que acaban de publicar. Así pues, he aquí cómo lucieron
Últimos Ritos dicha noche en Big Star, local que acogió a la banda el primer
sábado de octubre, día verdaderamente importante para ellos. Tintado de rojo en
su calendario. De un color rojo sangre –si se quiere-… o, en cualquier caso,
rico en connotaciones relacionadas con celebraciones y rituales como este: la
presentación de un siempre bienvenido vástago musical.
Ante un público íntegramente
integrado por acólitos confesos de la banda, plenamente conocedor de los
músicos y de sus virtudes (experiencias musicales previas de los mismos
incluidas; esto es, de formaciones como Stop o Kizio), la ceremonia, el ritual
musical llamado a cobrar vida quedó materializado de facto con la interpretación
de Ritus Maximus, tema que tuvieron a
bien detonar disfrazados; himno de salutación que, erigido sobre una concepción
del metal de tenebrosas y oscuras connotaciones, llevó a los presentes a
comulgar de inmediato con la celebración que allí acababa de empezar.
Despojados los músicos de los atrezzos mostrados, acto seguido, los comandados
por Iván, quien se mostró en todo momento totalmente metido en su papel
(normal, contando el citado con la mili con que cuenta a sus espaldas: no
olvidemos que fue el frontman de los
prometedores Kizio, en la década de los noventa) protagonizaron una nueva
deflagración, sonando a continuación el primero de los temas incluidos en la
grabación llamados a hacerlo, Sin pekado
entretenido: composición que, seguida de un nuevo tema inédito, encontró su
lugar poco antes de que lo hiciera otro igualmente de estreno, El arte de cortar, con el oficiante y
portador de la voz cantante del ritual, ejemplar –y ejemplo- de viejo rockero
que nunca muere, luciendo un delantal de carnicero. Y de esta forma, entre
canciones recién editadas, protagonistas por excelencia de la fiesta; temas no
publicados, alguna que otra versión de legendarios hits y temas nuevos inéditos
transcurrió la sesión; entre la interpretación de canciones del CD como Miedo o Progresión / Evasión (pórtico de entrada a dicho infierno musicado)
o versiones como las que sonaron de Sepultura (con tres guitarras prendiendo la
hoguera sonora, Iván a una de ellas además de a la imponente voz), o de grupos
como Kizio y Koma -ya en la recta
final-, quedando la noche definitivamente sellada con los hits de estos últimos
Suicida y Caer, respectivamente.
Fe, actitud y presencia
escénica a raudales, caminando por los escenarios prestos al encuentro con Satán, Últimos Ritos abrieron su
particular caja de los truenos en Atarrabia, demoliendo el ambiente,
calentándolo (o incendiándolo –mejor dicho-) y no dejando indiferente a nadie
con la música brindada. Con su brutalidad ritual, en la noche de presentación
de sus seis nuevas canciones, seis. 666. Últimos Ritos, quinteto que, siguiendo
las ígneas sendas trazadas por grandes del metal como Sepultura, Pantera o
Koma, últimamente está haciendo cierto ruido. Mediático -queremos decir- pero
eso, mucho ruido. Dejándose ver y oír en los medios. Nos vemos en el próximo
ritual.
A su libre albedrío
Concierto de Peter Hammill
Fecha: viernes, 5 de
octubre.
Lugar: Auditorio Baluarte , Iruñea.
Intérpretes: Peter Hammill, a la guitarra, al piano y
a la voz.
Incidencias: 1ª cita del
ciclo Musiketan, concierto de hora y ½
de duración. Asistencia aceptable. Público
que aplaudió con fuerza tras cada interpretación.
La sala de Cámara de
Baluarte abrió sus puertas el primer viernes de octubre para acoger la puesta
de largo de Musiketan, ciclo de
conciertos de pequeño formato que, muy especiales en sí mismos, tras comenzar
su andadura en Bilbo en 1994, ha tenido a bien el presente año extender su
radio de acción hasta Iruñea, con motivo de la celebración de su vigésima
edición. Así pues, siendo lo dicho así; buscando dar con apetecibles golosinas
musicales, ¿con quién comenzar el ciclo? ¿Qué mejor que con alguien como Peter
Hammill?
Multiinstrumentista, compositor y poeta; pionero y referencial
icono del rock progresivo
de los años setenta, el camaleónico e inclasificable Hammill (Londres, 1948)
compareció sobre el sobrio escenario en solitario, tocando durante hora y media
sus canciones ya, sentado al frente del gran piano que presidía el entarimado,
ya, acompañándose por las notas de la guitarra. Difícil de predecir el repertorio
llamado a ser brindado e imprevisible y de lo más personal el artista,
mostrando sin tapujos a los presentes su voz y sus circunstancias con forma de
canciones. Las circunstanciales interpretaciones de las mismas –más bien-, toda
vez que dudamos que, a estas alturas de su carrera, el londinense ofrezca dos
conciertos parecidos: cosa de la libertad artística que demostró a la hora de
plasmar sus temas en directo, absoluta. Desde una concentración máxima –a pesar
de lo dicho, una cosa no quita a la otra-, cosa de su capacidad para reescribir
y adaptar al hábitat de que se trate unas composiciones que, denotando intenso
sabor a desnudez en un formato como este; a banda sonora de su vida, demostraron
en su voz y en sus manos ser puros ambientes musicados o momentos con entidad
propia en sí mismos, y como tales, irrepetibles: con sus ritmos, su musicalidad
y su furia más o menos contenida (qué bien jugó Peter con los registros de su voz
a la hora de enfrentarse al micrófono), ser pequeños cachitos de arte creados
sin trampa ni cartón, haciendo gala para ello su autor de un total preciosismo;
sí, para llevar las mismas a llegar a ser lo dicho, pese al minimalismo
esgrimido. Unos temas que, explotando con diferente fuerza; dejando entrever
nebulosas de corte más estridente –en unos casos- y en otros, de más queda raigambre, delataron
su genuino latido sinfónico, progresivo, dejando claro que el citado, pese a
comparecer en solitario, no vino a pasar la tarde. Cabalgando su voz a lomos de
las distintas notas musicales, ora de las del piano, ora de las de la guitarra;
haciéndolo en estados próximos al éxtasis inducido por sus canciones, que se
acercó hasta Iruñea dispuesto a marcar una nueva muesca en su carrera: forjada,
como todas, a fuego, por su irrepetible
marchamo personal.
Peter
Hammill abrió el presente ciclo de concierto de pequeño formato… y cercanía
grande con el público, con un respetable dicha tarde noche que, sobradamente
conocedor de su trayectoria; concentrado en su mayor parte de la mitad de la
sala para delante e integrado por melómanos irredentos en la práctica totalidad
de los casos, no dudó a la hora de premiar con fuertes y sentidos aplausos las
diferentes interpretaciones, consiguiendo un bis y abandonando la sala más que
satisfecho. Y, próximamente, de manos de Musiketan,
Lou Lesage, Elliott Murphy,
Nervous but excited o China Crisis, en este mismo marco. Más que nunca habrá
que estar atentos a las agendas…
Atemporal metal
Conciertos de
Eluveitie y Sabaton
Fecha: jueves 4 de octubre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Incidencias: actuaciones enmarcadas en la
gira denominada Swedish Empire Tour.
Asistencia medianamente
aceptable; público que se mostró participativo.
Dirección Madrid seis noches después de que
arribara a Iruñerria otra caravana metálica similar, una nueva trouppé rockera se detuvo en Tótem,
protagonizando las bandas cabezas de cartel sendos conciertos de primer nivel,
en la conocida sala de Atarrabia.
La velada arrancó con los húngaros Wisdom,
quienes apenas pudieron mostrar sus cartas en directo, a la vista de los
escasos quince minutos de que dispusieron. Como si los inevitables recortes
hubiesen llegado también al terreno de los teloneros. En cualquier caso,
diremos que los citados exhibieron unas credenciales sonoras que, orbitando por
las lindes del heavy metal más tradicional, retrotrajeron a los presentes al
sonido exhibido por el legendario género en los años ochenta, recordándoles la razón
de que les enganchara como lo hizo. De que, en resumidas cuentas, dicho jueves
los citados estuvieran ahí. Media hora después, tras la pertinente
reorganización del escenario; ante una asistencia ligeramente superior a la
registrada el pasado viernes (dato reseñable –a nuestro entender- por tratarse
de un día laborable), comparecieron los suizos Eluveitie, multiformación
que pasa por ser uno de los principales exponentes del folk metal del
continente europeo; y sí, en medio de un espectacular montaje, así lo
demostraron durante cuarenta y cinco minutos de manos de su equilibrada combinación de música tradicional
celta y death & metalcore de corte melódico. De dos ambientes que,
totalmente diferentes -a priori-, se mostraron perfectamente fusionados, luciendo
en armónica conjunción el armamento musical propio del rock y los instrumentos
característicos de la música tradicional: guitarras, bajo y batería con
zanfoña, whistles y gaitas, por citar
algunos de estos últimos; y, encontrando la voz gutural del vocalista Chrigel
Glanzmann el contrapunto perfecto en el angelical y dulce timbre de la también
vocalista Anna Murphy (la bella y la bestia, si se nos permite el símil),
dejando claro al respetable lo siguiente: que una vez llegada la noche, en la
Arcadia feliz; en el país de la hadas, también se escucha rock. Que los elfos y
duendecillos que entonces pueblan los bosques también pueden vestir de cuero
negro. Incluso puntear al aire y cabecear; haciéndoselo ver a un público que,
entregado, llegado principalmente de fuera (incluso desde Francia), saludó con
fuertes ovaciones las distintas interpretaciones.
Finalmente, tras un nuevo parón
de cerca de ¾ de hora; entre gritos de “Sabaton”, “Sabaton”, comparecieron los
teóricamente cabezas de cartel, Sabaton, banda sueca de power metal formada en
1999 y una de las formaciones de ese estilo más en forma del momento. Sobre un
entarimado prácticamente despejado presidido por una prominente batería de
doble bombo; bajo tonos morados salpicados por parpadeantes haces blancos
–procedentes de los focos móviles y de los estrobos-, respaldados por
espectaculares columnas de luces, los comandados por Joakim Brodém, pantalones
de camuflaje todos ellos prestos para el combate, dieron sin mayor dilación
rienda suelta a su concepción del heavy, de inspiración tan clásica como épica
y marcial. Con Judas Priest y el speed metal, con permiso de Europe, latiendo
con fuerza en el espíritu de su hecho musical. En el de un concierto
majestuosamente llevado por los guitarristas al mejor de los puertos, cual si
de consumados remeros estuviésemos hablando. ¿El único pero? La ausencia física de un teclista, recurriendo como recurre
en directo el grupo al sonido de los teclados, omnipresentes en todo momento.
El hecho de que, salvo en la penúltima interpretación, en la que sacaron
teclado al escenario, los mismos fuesen pregrabados. Por lo demás, convenció la
banda. Las bandas. También los teloneros, pese al concierto-degustación
brindado.
En la pomada. En la pelea
Concierto de Memo
Fecha: sábado, 29 de
septiembre.
Lugar: AKE, Txantrea.
Intérpretes: Memo, banda
integrada por Iñigo, a la guitarra y a la voz, Mikel, a la guitarra y a los
coros, Raúl, al bajo, y Metal, a la
batería.
Incidencias: presentación de
Libre, responsable y
sin excusas, 4º CD de la banda; hora y 50 minutos de duración, bises incluidos. Asistencia
aceptable.
Con motivo del 7º
aniversario de la constitución del AKE como tal, Memo, uno de los grupos habituales
del local, subió dicho sábado a su escenario, aprovechando la ocasión para
presentar su nuevo CD. Los temas de su nuevo disco –mejor dicho-, toda vez que
el compacto, en lo que a soporte físico de las canciones se refiere, no llegó a
la cita. Vamos, que todo por el disco… Pero sin el disco, he aquí en qué se
tradujo el concierto de presentación del mismo; de un nasciturus que, autoeditado por la banda, para cuando se publiquen
estas líneas ya habrá visto la luz.
El concierto,
sorprendentemente largo –a nuestro juicio-, se tradujo en la interpretación de
treinta y tres composiciones, convenientemente distribuidas en dos partes: en una
primera, de quince temas, articulada alrededor del corpus de Libre, responsable y sin excusas (sonando la
totalidad de las canciones que lo integran), y una segunda construida sobre los
grandes éxitos del grupo, con especial presencia de temas de su tercer CD: el
laureado La alegría de molestar.
Combinando las habituales
dosis de mordacidad, ironía y realidad, las nuevas canciones se sucedieron
mostrando sus armas sin ambages: haciendo gala de unas letras afiladas y
afinadas perfectamente fusionadas con la música, acerada y acelerada;
cultivadas las composiciones con la aparente sencillez con que parece hacerlo
el grupo, sosteniendo la urgencia musical con total solvencia la precisión casi
quirúrgica mostrada por las letras, a la hora de analizar las cosas. El porqué
de lo que pasa… A ritmos del punk-hardcore melódico practicado. Las razones de que no todo vaya bien. De que vaya mal, muy mal
-en realidad- en unos tiempos como estos, llamados a ser buenos, muy buenos -paradójicamente- para el rock y el punk de verdad;
caldo de cultivo ideal para que cerebros como el de Iñigo den lo mejor de sí a
la hora de ponerse a escribir. De componer canciones como, por citar una al
hilo de la más reciente actualidad, Huelga
general, banda sonora más que perfecta para la que se avecina: y no para la
televisiva serie así titulada, precisamente.
Y respecto a las canciones viejas,
¿qué decir? Que, tal y como sucede en el punk cuando es de calidad, el tiempo demostró
no pasar por ellas; no haberlo hecho, y en caso de que sí, para mejor, por hits
(a nivel local si se quiere, pero hits) como Akellos días o Fan Nº 1 (de
su CD debut); Legoland o Huele a podrido, extraídos de Todo va bien, o, principalmente, del
ampliamente representado La alegría de
molestar; por temas como El punk de
ayer, Soy guay, Un idiota en el sol y, evidentemente, la
que dio título al CD, clarividente tarjeta de presentación del grupo.
Decorado cual si de un
castillo medieval se tratase; de uno de aquellos tan presentes en la Nafarroa
anterior a 1512, AKE abrió sus puertas a Memo, banda con unos cuántos años de trayectoria
a sus espaldas que ahí demostró seguir estando: en la pomada. En la pelea.
Incansables, inasequibles al desaliento en la puesta de largo de sus nuevos
temas… Pese al hándicap apuntado: no disponer del disco en una fecha tan
señalada –y propicia- para ello. Para venderlo, hemos querido decir.
Con arrojo, libres y sin
excusas, a la chita cantando, demostrando continuar su camino, haciéndolo y
transitándolo. A su ritmo, seguir adelante o tratar de hacerlo con sus nuevas
canciones; pa´ lante, como buenos hijos de Nafarroa Memo, siempre pa´lante!
Espadas con forma de
guitarras
Concierto de
Ensiferum
Fecha: viernes, 28 de septiembre.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Integrantes: Ensiferum son
Petri
Lindroos, a las voces, a las guitarras y a los coros; Markus Toivonen, a las
voces y a las guitarras; Sami Hinkka, a las voces,
al bajo y a los coros; Emmi Silvennoinen, a los
teclados y a los coros, y Janne Parviainen, a la batería. Como teloneros
abrieron velada Profane Omen y Amoral.
Incidencias: asistencia discreta. Público que se mostró
participativo. La velada arrancó a las 21.30 horas y concluyó pasadas la 1.00, actuando
los cabezas de cartel hora y ½.
Tras descargar las noches previas su fuerza
musicada en Barcelona y Madrid, los finlandeses Ensiferum (voz latina cuyo
significado es portador de la espada)
hicieron lo propio en Tótem, desenvainando enérgicamente sus hachas y
ofreciendo un concierto que causó una muy buena impresión: tanto por la calidad
esgrimida por dichos gladiadores como, e igualmente importante lo que vamos a
apuntar -estando como estaba una banda foránea de por medio-, por su duración, de
más de hora y media: circunstancia que no pasó desapercibida a los asistentes.
La velada arrancó de manos de los también
finlandeses Profane Omen, formación de grrove & death metal a la que no
llegamos a ver, por encontrarnos en otra actuación; lo mismo –prácticamente-
que a Amoral, segundos espadas de la noche, quinteto que, por las lindes del
heavy metal más genuino, dejaron la sala perfectamente caldeada para recibir a
Ensiferum, los cabezas de cartel.
Saludados con palmas y cuernos al aire desde
su salida, los citados ofrecieron un repertorio que giró básicamente alrededor
de los temas de Unsung heroes,
su último CD, un disco si bien, concebido por las lindes más características
del metal combinado con
música tradicional finlandesa; por los parámetros del viking folk metal por ellos postulado, demostró ser menos sinfónico que los anteriormente grabados por la
banda y más directo, como pudimos constatar en el presente coliseo: tal y como
lo dejaron entrever buena parte de los temas que sonaron, de estreno en su gran
mayoría –tal y como ya hemos apuntado-, quedando, salvo puntuales excepciones,
los clásicos para los bises: temas como Twilight
tavern, Lai lai hey o Battle song, con los que dejaron más que
satisfecho al respetable.
Torsos al aire y melenas al
viento los portadores de los mástiles, el hecho musical practicado por el
quinteto, por unos músicos que, cual si de miembros de una tribu se tratasen,
comparecieron con sus rostros semi pintados, lució asimismo en su conjunto claramente
influenciado por el power metal germano, briosamente propulsado desde la batería;
por el impresionante set de platillos y tambores instalado a uno de los lados
del entarimado, quedando al otro, sobre una plataforma y en su parte trasera igualmente,
los teclados, guardando la retaguardia musical. Sobre un escenario decorado con
motivos ricos en connotaciones épico-medievales, trazando desde su atalaya la
teclista el colchón musical y adornando a la perfección el resultado final, erigido
sobre los demoledores riffs de los
guitarristas, con sonidos de flautas y violines, disparados en función de cada
interpretación: de la plasmación de unos temas que, con dos vocalistas alternándose
al micro principal y tres músicos repartiéndose los coros, demostraron portar
tatuado en sus almas el espíritu del más puro metal guerrero, en líneas
generales.
Y este jueves, en este mismo marco, nueva parada de una gira
internacional; del Swedish Empire Tour,
con Abaton y Eluveitie. Ánimo, que esto no
ha hecho más que empezar.
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