Chispa, espíritu,
personalidad
Concierto de Fernando Huevos Colgando
Fecha: jueves, 12 de mayo.
Lugar: Terminal, Iruñea.
Intérpretes: Fernando Huevos Colgando, banda integrada
por Fernando, a la voz, al bajo y a las guitarras, Migortxo, a la voz, Pete, a
las guitarras, a los coros y al bajo, y Fucking Porres, a la batería.
Incidencias: presentación de El mundo hez, primer CD de la banda. 45 minutos de duración, bises aparte. Público
participativo, asistencia bastante buena.
No han inventado nada; pero en el punk no es
obligatorio inventar nada. Al menos en lo que a sostén musical del asunto se
refiere. A que la cosa no se caiga tras la primera escucha. No es obligatorio
ni necesario. Lo que se precisa básicamente es mostrarse tal y como se es y, personalidad,
estado de gracia y algo de inspiración de por medio, dar con la tecla adecuada
a la hora de escribir letras, demostrando no ser una mera caja de resonancia. Tener
cierta capacidad para contar historias, más allá de reproducir proclamas. Pues
bien, Fernando Huevos Colgando posee dichas mimbres, siendo el primer grupo de
orientación punk de cuantos han surgido en Iruñea desde Lendakaris Muertos que,
con sus canciones, nos ha hecho esbozar una sonrisa. Cómplice, la misma.
Elegantemente trajeados los vocalistas del
cuarteto (es un decir: a lo Siniestro Total de los 90), el grupo, integrado por
componentes y ex componentes de bandas locales como DKuajo, Mister Moshing y Asto Pituak, ofreció
un visto y no visto concierto erigido sobre los temas de su primer disco,
destacando entre los mismos Politxinela
(cuplé policial –en palabras de Fernando- súper irónico y festivo, reescrito,
ingeniosa función lírica mediante, sobre uno de idéntico título de Sara Montiel),
el hit S.G.A.E. in the water, Trepalari´s rock (en clave de
desenfadado rock & roll, con Bubi, de Banda Batzoki, a las voces), Nazí para partir cráneos (delirante
versión del Mediterráneo, de Serrat,
brindada en solitario por Fernando, guitarra en ristre, al más puro estilo
Kabezabolo) o el inspiradísimo La ley de
la gravedad, tocado histriónica pancarta naranja sobre el escenario pidiendo
el voto para un popular partido -en el marco de una supuesta concentración de
repulsa (suponemos que espontánea)-, al tiempo que los presentes coreaban el
surrealista slogan que titula la canción. Unas composiciones construidas en
casi todos los casos buscando, y encontrando, el primigenio espíritu del punk
de ironizar, en aras de ridiculizar aquello que se pretende criticar. Unos
temas que, de sonido y espíritu gamberro inequívocamente ochentero, convirtieron
por momentos el Terminal en un gaztetxe, quitándonos unos cuántos años de
encima y demostrando atesorar lo principal: ingenio y espíritu de transgresión,
algo, en nuestros días, no al alcance de cualquiera; ¿por qué? ¿Tal vez porque quedara
el nivel muy alto en los 80?
Fernando Huevos Colgando proclamó su buena
nueva desde el púlpito del legendario templo del rock de Calderería, y lo hizo por
las sendas del más correoso punk rock. De un género o degénero facturado y
servido sin mayores pretensiones, tensiones ni prejuicios. Parodia de petición
de bises incluida (y de los mismos, a la vista de en qué derivó la sesión), por
los parámetros del punk más genuino que se puede escuchar ahora mismo en Iruñea;
erigido sobre la irreverencia y la guasa, parodiando con gracia llegado el
momento tanto la música de la gente bienpensante como su modo de vestir,
quedando reflejado esto último dicho jueves, por ejemplo, en las americanas aparentemente
fuera de contexto lucidas por tres de los cuatro músicos. Algo, lucir
americanas convenientemente tuneadas, totalmente habitual en los albores del
género, cuando las chupas de cuero traídas ex profeso desde Londres eran
consideradas como parte del atrezzo
de los denominados punkies de postal. Fernando Huevos Colgando, gracia, personalidad
y actitud… Denotando y derrochando.
FERNANDO HUEVOS KOLGANDO, EL
MUNDO HEZ:
HAZ DE LUZ EN EL DESIERTO
De todas las contradicciones en las
que cae la actual juventud antisistema, me hace especial gracia la siguiente:
ver que mientras presumen de no comprar discos, ellos, cuando forman grupos
musicales, lo primero que hacen es tratar de vendernos sus CD´s. Y con total ‘independentzia’
respecto a su calidad. Pero este tema, nunca mejor dicho, ya sería otro cantar.
Eso sí, pese a la presunta ‘anticomercialidad’ de sus grupos… ¡a cambio de
dinero! Y teniendo en cuenta la relación entre lo invertido en los discos y su
calidad y precio final, a cambio de una cantidad poco simbólica, como cabría
esperarse; por una suma similar a la que ellos se niegan a pagar por discos de
grupos en su jerga denominados ‘comerciales’. Y todo ello, además, al tiempo
que por sistema acusan de “vendidos” a conjuntos que, por el hecho de habérselo
currado más o por lo que sea, consiguen lo que anhelaron todos desde siempre,
incluso los más punkies: ser fichados por una discográfica y triunfar.
Es por eso, por culpa de
contradicciones como esta, por lo que uno tiende a ser escéptico respecto a las
bondades de discos autoeditados que pueblan vitrinas como la de Ipar Gorri; de
CD´s que, como ciertos recopilatorios principalmente, no dejan de ser meras
cajas de resonancia de la ideología del colectivo que los sacó a la venta,
dando la sensación buena parte de las bandas de los mismos de hacer bueno
aquello de ‘cuanto peor, mejor’. De no aportar nada nuevo, y no ya en lo referido
a los temas a cantar: ni a la hora de crear ni a la de tocar. Como si no se
hubiese avanzado nada en treinta años de punk. Y es que lo que en los
excesivamente idealizados 80 era válido (cosa de que en aquellos años las
bandas punk´s accediesen a grabar discos por primera vez o, por ejemplo, de la
irrupción en el rock de reivindicaciones basadas en problemáticas políticas o
sociales) creo que ahora no lo es: que
no resulta válido lanzar dichos mensajes sin más, a la brava, denotando la
mayoría de las canciones una alarmante falta de originalidad y los grupos, de
creatividad. Que hay que currárselo mucho más o, en el peor de los casos,
reinventarse. Por eso, más allá de en el cutre CD de turno, buena parte de las
canciones de los grupos actuales no quedan grabadas en la historia. Por eso en
bares como el Ipar siguen sonando las de los viejos grupos, en vez de las de
los grupos que allí tratan de vendernos. Por eso, terminemos, se les sigue
llamando a los grupos de siempre para tocar en los festivales; ¿Que a qué viene
semejante reflexión? A que pese a que uno, en su día, se hartó de oír en
interminables debates en Eguzki Irratia que ser alternativo o ‘auténtico’ no
tenía que ser sinónimo de ‘cutre’, parece que ahí seguimos estancados…
Bien, pues en medio del habitual
magma de connotaciones punks presente en dicha vitrina, he encontrado un oasis.
Un haz de luz. Un disco que me ha hecho sonreír de manera cómplice escuchando
sus canciones, El Mundo Hez. Dieciséis
salivazos de genuino regusto lo integran, habiendo quedado grabados a fuego en
mi disco duro temas como ‘S.G.A.E. In The Water’, ‘Politxinela’, ‘Trepalari´s
Rock’, ‘La Ley De La Gravedad’ o ‘Nazí Para Partir Kraneos’, ironía y agudeza a
flor de pies. Sí, pues hablando de bandas punkies, haber dicho “a flor de piel”
habría quedado cursi. ¿Que dichas canciones han quedado grabadas en mi disco
duro, he dicho? Sí, y sin hablar metafóricamente. En el disco duro de mi
ordenador, toda vez que, escarmentado por anteriores experiencias, aún no me lo
he comprado. Eso sí, doy fe de que el CD El
Mundo Hez, de Fernando Huevos Colgando, me ha gustado; tal vez esta vez haga
una excepción…
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