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1/6/12

FERNANDO HUEVOS COLGANDO, VIEJA CRÍTICA Y ARTÍCULO "REIVINDICATIVO"


Chispa, espíritu, personalidad

Concierto de Fernando Huevos Colgando


Fecha: jueves, 12 de mayo.
Lugar: Terminal, Iruñea.
Intérpretes: Fernando Huevos Colgando, banda integrada por Fernando, a la voz, al bajo y a las guitarras, Migortxo, a la voz, Pete, a las guitarras, a los coros y al bajo, y Fucking Porres, a la batería.
Incidencias: presentación de El mundo hez, primer CD de la banda. 45 minutos de duración, bises aparte. Público participativo, asistencia bastante buena.

No han inventado nada; pero en el punk no es obligatorio inventar nada. Al menos en lo que a sostén musical del asunto se refiere. A que la cosa no se caiga tras la primera escucha. No es obligatorio ni necesario. Lo que se precisa básicamente es mostrarse tal y como se es y, personalidad, estado de gracia y algo de inspiración de por medio, dar con la tecla adecuada a la hora de escribir letras, demostrando no ser una mera caja de resonancia. Tener cierta capacidad para contar historias, más allá de reproducir proclamas. Pues bien, Fernando Huevos Colgando posee dichas mimbres, siendo el primer grupo de orientación punk de cuantos han surgido en Iruñea desde Lendakaris Muertos que, con sus canciones, nos ha hecho esbozar una sonrisa. Cómplice, la misma.
Elegantemente trajeados los vocalistas del cuarteto (es un decir: a lo Siniestro Total de los 90), el grupo, integrado por componentes y ex componentes de bandas locales como  DKuajo, Mister Moshing y Asto Pituak, ofreció un visto y no visto concierto erigido sobre los temas de su primer disco, destacando entre los mismos Politxinela (cuplé policial –en palabras de Fernando- súper irónico y festivo, reescrito, ingeniosa función lírica mediante, sobre uno de idéntico título de Sara Montiel), el hit S.G.A.E. in the water, Trepalari´s rock (en clave de desenfadado rock & roll, con Bubi, de Banda Batzoki, a las voces), Nazí para partir cráneos (delirante versión del Mediterráneo, de Serrat, brindada en solitario por Fernando, guitarra en ristre, al más puro estilo Kabezabolo) o el inspiradísimo La ley de la gravedad, tocado histriónica pancarta naranja sobre el escenario pidiendo el voto para un popular partido -en el marco de una supuesta concentración de repulsa (suponemos que espontánea)-, al tiempo que los presentes coreaban el surrealista slogan que titula la canción. Unas composiciones construidas en casi todos los casos buscando, y encontrando, el primigenio espíritu del punk de ironizar, en aras de ridiculizar aquello que se pretende criticar. Unos temas que, de sonido y espíritu gamberro inequívocamente ochentero, convirtieron por momentos el Terminal en un gaztetxe, quitándonos unos cuántos años de encima y demostrando atesorar lo principal: ingenio y espíritu de transgresión, algo, en nuestros días, no al alcance de cualquiera; ¿por qué? ¿Tal vez porque quedara el nivel muy alto en los 80?
Fernando Huevos Colgando proclamó su buena nueva desde el púlpito del legendario templo del rock de Calderería, y lo hizo por las sendas del más correoso punk rock. De un género o degénero facturado y servido sin mayores pretensiones, tensiones ni prejuicios. Parodia de petición de bises incluida (y de los mismos, a la vista de en qué derivó la sesión), por los parámetros del punk más genuino que se puede escuchar ahora mismo en Iruñea; erigido sobre la irreverencia y la guasa, parodiando con gracia llegado el momento tanto la música de la gente bienpensante como su modo de vestir, quedando reflejado esto último dicho jueves, por ejemplo, en las americanas aparentemente fuera de contexto lucidas por tres de los cuatro músicos. Algo, lucir americanas convenientemente tuneadas, totalmente habitual en los albores del género, cuando las chupas de cuero traídas ex profeso desde Londres eran consideradas como parte del atrezzo de los denominados punkies de postal. Fernando Huevos Colgando, gracia, personalidad y actitud… Denotando y derrochando.



FERNANDO HUEVOS KOLGANDO, EL MUNDO HEZ:
HAZ DE LUZ EN EL DESIERTO

De todas las contradicciones en las que cae la actual juventud antisistema, me hace especial gracia la siguiente: ver que mientras presumen de no comprar discos, ellos, cuando forman grupos musicales, lo primero que hacen es tratar de vendernos sus CD´s. Y con total ‘independentzia’ respecto a su calidad. Pero este tema, nunca mejor dicho, ya sería otro cantar. Eso sí, pese a la presunta ‘anticomercialidad’ de sus grupos… ¡a cambio de dinero! Y teniendo en cuenta la relación entre lo invertido en los discos y su calidad y precio final, a cambio de una cantidad poco simbólica, como cabría esperarse; por una suma similar a la que ellos se niegan a pagar por discos de grupos en su jerga denominados ‘comerciales’. Y todo ello, además, al tiempo que por sistema acusan de “vendidos” a conjuntos que, por el hecho de habérselo currado más o por lo que sea, consiguen lo que anhelaron todos desde siempre, incluso los más punkies: ser fichados por una discográfica y triunfar.

Es por eso, por culpa de contradicciones como esta, por lo que uno tiende a ser escéptico respecto a las bondades de discos autoeditados que pueblan vitrinas como la de Ipar Gorri; de CD´s que, como ciertos recopilatorios principalmente, no dejan de ser meras cajas de resonancia de la ideología del colectivo que los sacó a la venta, dando la sensación buena parte de las bandas de los mismos de hacer bueno aquello de ‘cuanto peor, mejor’. De no aportar nada nuevo, y no ya en lo referido a los temas a cantar: ni a la hora de crear ni a la de tocar. Como si no se hubiese avanzado nada en treinta años de punk. Y es que lo que en los excesivamente idealizados 80 era válido (cosa de que en aquellos años las bandas punk´s accediesen a grabar discos por primera vez o, por ejemplo, de la irrupción en el rock de reivindicaciones basadas en problemáticas políticas o sociales)  creo que ahora no lo es: que no resulta válido lanzar dichos mensajes sin más, a la brava, denotando la mayoría de las canciones una alarmante falta de originalidad y los grupos, de creatividad. Que hay que currárselo mucho más o, en el peor de los casos, reinventarse. Por eso, más allá de en el cutre CD de turno, buena parte de las canciones de los grupos actuales no quedan grabadas en la historia. Por eso en bares como el Ipar siguen sonando las de los viejos grupos, en vez de las de los grupos que allí tratan de vendernos. Por eso, terminemos, se les sigue llamando a los grupos de siempre para tocar en los festivales; ¿Que a qué viene semejante reflexión? A que pese a que uno, en su día, se hartó de oír en interminables debates en Eguzki Irratia que ser alternativo o ‘auténtico’ no tenía que ser sinónimo de ‘cutre’, parece que ahí seguimos estancados…
Bien, pues en medio del habitual magma de connotaciones punks presente en dicha vitrina, he encontrado un oasis. Un haz de luz. Un disco que me ha hecho sonreír de manera cómplice escuchando sus canciones, El Mundo Hez. Dieciséis salivazos de genuino regusto lo integran, habiendo quedado grabados a fuego en mi disco duro temas como ‘S.G.A.E. In The Water’, ‘Politxinela’, ‘Trepalari´s Rock’, ‘La Ley De La Gravedad’ o ‘Nazí Para Partir Kraneos’, ironía y agudeza a flor de pies. Sí, pues hablando de bandas punkies, haber dicho “a flor de piel” habría quedado cursi. ¿Que dichas canciones han quedado grabadas en mi disco duro, he dicho? Sí, y sin hablar metafóricamente. En el disco duro de mi ordenador, toda vez que, escarmentado por anteriores experiencias, aún no me lo he comprado. Eso sí, doy fe de que el CD El Mundo Hez, de Fernando Huevos Colgando, me ha gustado; tal vez esta vez haga una excepción…



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