MARTXA, MARTXA CON NUESTRA FANFARRE!! (QUE USTEDES LO PASEN BIEN) )

30/6/11

CRÍTICAS DE JUNIO: BRIGADA IMPRODUCTIVA & VENDETTA, DHEA, SORKUN Y RADIOGRAFÍA DE LA CANTERA DE ANTSOAIN, BUCKCHERRY Y LOS REBELDES!!


El mundo los hizo así

Concierto de Los rebeldes

Fecha: martes, 21 de junio.

Lugar: sala Tótem, Atarrabia.

Intérpretes: Los Rebeldes, formación que compareció integrada por Carlos Segarra, a la guitarra eléctrica y a la voz, Dani Pérez, al saxo, David Lluch, al contrabajo, y Wichy, a la batería; como teloneros, abrieron noche Luis Malonso y Gene Cats.

Incidencias: concierto enmarcado en la gira Rebeldes Con causa, de trigésimo aniversario de la formación del grupo. 2 horas de duración, dos bises incluidos. Asistencia discreta, público cómplice y participativo.

Como colofón de la celebración dicho martes del Día Internacional de la Música, tras comenzar a celebrar nuestro, si se nos permite, particular Día del Trabajo por la tarde, en Onki Xin, acto seguido nos desplazamos a otro referencial templo donde igualmente se honra a dicho arte habitualmente, la sala Tótem, para rematar la fiesta; para terminar de santificarla asistiendo al concierto de una banda legendaria, Los Rebeldes.

Embarcados en una gira articulada sobre los temas del CD Rebeldes con causa, disco que pasa por ser el mejor de su carrera (editado 25 años atrás y reeditado en nuestros días), de la actuación protagonizada por los de Barcelona podemos decir, a grandes rasgos, que presentó tres tramos bien diferenciados; un arranque o presentación de credenciales tan contundente como elegante, una especie de nudo (¿marinero?) –a continuación, tramo que, por diferentes circunstancias, transmitió cierta sensación de que el concierto corriera peligro de cortocircuitarse- y, felizmente reconducido, un vibrante desenlace marcado por la pasión y la adrenalina desplegadas. Y todo ello, tal y como era habitual en los 80, aliñado por la interpretación de un significativo número de covers. De versiones-tributo a los artistas de cabecera de Segarra, temas que sonaron entremezclados con éxitos propios como, además de los extraídos del CD que da nombre al tour (Colgados en la carretera, Rebelde con causa o, ya en los bises, el esperadísimo Mescalina) otros como Español en Nueva York, Harley 66, Rebeca y, en el tiempo de descuento, Bajo la luz del sol y, cómo no, Mediterráneo: composiciones todas ellas que, alargadas con provocativos desarrollos respecto a como las conocimos (principalmente las que sonaron en la recta final), lucieron materializadas en torno a dos polos principales: la imponente presencia escénica de Segarra (cercanía, mordacidad y sangre caliente a flor de piel –como todo buen rocker que se precie; lengua viperina ocasionalmente, genio y figura) y el sobresaliente hacer del saxofonista, músico que, en primera línea de fuego durante todo el concierto, marcando la diferencia con su instrumento –tal y como sucedía en los albores del género-, incluso rindió homenaje al recientemente fallecido Clarence Clemons a propósito de una interpretación. Bueno, lo mismo, marcar la diferencia, que hizo el contrabajista con el suyo, un espectacular 4/4 que tuvo a bien ceder, en la parte central del pase, al miembro fundador del grupo, antiguo contrabajista y actual mánager Aurelio Morata, quién revivió viejos tiempos interpretando hasta ¡tres! versiones con la banda, con el resultado ya comentado.

Con Carlos Segarra al frente, militante del rock –más teñido de country & swing- a tiempo completo desde más de tres décadas atrás (lo mismo que su por entonces compañero Loquillo, con el que compartió bandas como Teddy, Loquillo y sus amigos o Los Intocables), el rockabilly señero y rebelde por excelencia del Estado resonó en la sala de Atarrabia, evidenciando un estado de forma… perfecto, por partida doble: artística y emocional. Destilando rock & roll actitud, dejando claro que Segarra, él, fue y sigue siendo uno de los mejores –tirón popular aparte-, algo coyuntural que viene y va. Que su pasión rebelde sigue viva, pese a sus más de treinta años de cabalgadura noche a noche. Con causa (queremos suponer que sí) o sin ella, bien, Los Rebeldes.


American way of rock

Concierto de Buckcherry

Fecha: sábado, 18 de junio.

Lugar: sala Tótem, Atarrabia.

Intérpretes: Buckcherry, formación integrada por Josh Todd, a la voz, Keith Nelson y Stevie D., a las guitarras, Jimmy Ashhurst, al bajo, y Xavier Muriel, a la batería. Como teloneros, abrieron Cancer..

Incidencias: asistencia aceptable, más de media sala. Público que se mostró muy participativo. Buckcherry actuó durante hora y cuarto, bises incluidos.

Fundados en 1995 (permaneciendo en activo hasta 2002 e incluso llegando a saborear cierto éxito a partir de 1999) y refundados nuevamente en 2005, los angelinos Buckcherry desplegaron recientemente sus poderes rockeros en Tótem, asombrando y maravillando con su concepción del rock a los presentes. Con su explosiva concepción del rock & roll. La noche arrancó con el rock bronco y venenoso de Cancer, trío que, de lo más impulsivo, coqueteando con parámetros musicales propios de bandas como NOFX –incluso-, se desenvolvió con inusitada energía durante la media hora de que dispuso, llevando dicho frenesí a su bajista a subirse al bombo de la batería en varias ocasiones. Y tras su pase, tan conciso como salvaje, media hora después, lo que el gentío en pleno estaba esperando: la comparecencia en carne rockera de los resucitados Buckcherry, produciéndose la misma en medio de calurosas muestras de fervor. Con todo a su favor, los supervivientes Josh Todd y Keith Nelson, perfectamente escoltados por sus desde hace ya siete años nuevos compañeros, abrieron la espita de su rock & roll genuinamente americano con Dead, tema que, extraído de All night long, su más reciente trabajo (disco que aportó buena parte de las canciones que sonaron), supuso toda una demostración de lo que se avecinaba: toda una advertencia a sus seguidores acerca de quiénes iban a ganar el recién comenzado pulso. Bueno, como la siguiente, Rescue me, derechazo sonoro que, con inherente gancho, enganchó, y cómo, a todos, tirando de la sala en su totalidad: de un gentío que, seducido y cautivado totalmente por los músicos para estas alturas de concierto, se dejó llevar con naturalidad por ellos: por un poderoso quinteto que, poso, pose y aplomo, tocó rock & roll como debe o debería tocarse el en otros tiempos provocativo y desafiante género, con provocación y desafío. Como el baterista –por ejemplo-, de imponente pegada, catapultando desde su puesto a los demás; por cierto, ¿le habrán hecho algo en otras vidas tambores y platillos? ¿Qué, para que dicha noche les inflingiese tamaño castigo? Y así, de esta guisa (tatuajes, sombreros vaqueros, slide-guitar –en algún momento: personalidad, descaro y actitud -en una palabra-), de este modo transcurrió el concierto, sonando además de temas de su quinto y a día de hoy último trabajo otros tan señeros y representativos de su peculiar circo del rock & roll como Lit up, de su primer CD, publicado en 1999 (qué apoteosis, qué apología de sus credenciales musicales la que quedó en el ambiente), Crazy bitch (de 15, su tercer álbum y primero tras el regreso: qué traca final la protagonizada) o, cerrando los bises, Crushed, recuperado del primero.

Comandados por un frontman de esos que tan caros de ver resultan actualmente, representante de una especie en verdadero peligro de extinción (si es que no ha desaparecido ya), la pasión se hizo rock y habitó en Tótem de manos de la exultante descarga de melodías y ritmos de Buckcherry, explosión cuya onda expansiva no dejará de retumbar en los espíritus de los presentes en tiempo, nos tememos. Por medio de un concierto, el presente, de verdadera exaltación del rock & roll. Grandes los de California –en verdad-, grande, su manera de sentir el rock.


Reivindicándose el relevo

Presentación de Otsoaren abestiak

Fecha: sábado, 11 de junio.

Incidencias: actuaciones de trece bandas en total, a dos canciones por formación, comenzando a las 20.00 horas y concluyendo hacia las 23.00.

Como preámbulo del Antsoaingo Eguna, programado para el domingo, 13, las sociedades de Antsoain se liaron la manta a la cabeza y prepararon dicho sábado la puesta de largo de Otsoaren abestiak, doble CD auspiciado por la comisión de txoznas del pueblo e integrado por canciones de dieciséis bandas locales. Una presentación que, además, vino con premio. Y por partida doble, actuar, allá por septiembre, en los conciertos de fiestas del jueves (reconocimiento que, tras dejar boquiabiertos a todos con una versión de un clásico de Iron Maiden combinado con la letra del Noche de rock & roll de Barricada, recayó en Motobomba) y del viernes -junto a Obrint Pas-, distinción que fue para los jovencísimos –pero sobradamente preparados- Pottoka Punk.

Con las ausencias de Non Nahi, Mc Gregor, Fernando Huevos Colgando, Marianitoz Blai y No More Blues y las incorporaciones al cartel de bandas antsoaindarras –igualmente- como Graf Spee, Skapada y los ya citados Pottoka Punk, la velada, presentada por un popular speaker, arrancó con el folk de espíritu alegre y festivo de Iparfolk, ganadores del certamen de grupos noveles de la Carpa Universitaria 2010 que, por lindes bastante cercanas a Bizardunak –en líneas generales-, pronto cedieron el testigo a Graf Spee. Éstos, tras dejar su pop rockera huella en el ambiente y un irónico interrogante para la historia, “¿el arte no es arte si no se hace en Baluarte?”, dejaron paso a Motobomba, quienes, apoyándose en el repertorio de Maiden, dieron rienda suelta al metal que demostraron atesorar de forma más que eficiente: lo mismo que Lingua Mortis, derrochando voluntad y heavy en estado puro, antes de ceder protagonismo a Obejas Negra, quienes sorprendieron con su punk & roll experimental teñido de hardcore y ganas de pasarlo bien. O menos mal, siendo ésta como es una de las razones que llevan a formarse a muchas bandas, en la adolescencia: intentar cambiar realidades que no gustan en vez de permanecer impasibles ante ellas (antes de que la madurez, en ocasiones, muestre su imposibilidad) o, sencillamente, tratar de escapar momentáneamente de la realidad. De huir en una u otra medida, algo que, igualmente, en distintas claves estilísticas (dicho día hubo de todo y para casi todos los gustos) hicieron a su vez los restantes artistas en desfilar sobre el modesto entarimado del colegio Ezkaba: Sátiro (dúo que encandiló a todos con su rap, erigido sobre unas bases de lo más trabajadas), el sexteto Black Beltz, tintando de power metal la noche, y Galduak y Egurre -a ritmo del punk más frenético ambos-, antes de que actuaran los más veteranos del cartel, A Quemarropa (más de Antsoain que la Línea 3, pioneros de la escena rockera local desde los primeros 90) y acto seguido, los más bisoños. Los jovencísimos Imperfectos (los On Off del CD, de edades comprendidas entre los 14 y los ¡10! años; de ellos fue parte de la noche, damos fe), Skapada (en clave skatalítika, otra de las revelaciones de la noche) y Pottoka Punk, quienes, tras llevarse al público de calle –como los anteriores- se llevaron el gato al agua.

Tras apagarse los focos de Arrikurock siete días atrás, después de la avanzadilla protagonizada por Galduak en el marco del ya referencial festival, la pasada semana, en Antsoain igualmente, tomaron el relevo los músicos llamados a protagonizar el futuro del rock local; a ritmos de folk, heavy metal, rock & roll, punk, rap o ska… El vivero, la particular Masía de Antsoáin. Y, en algunos casos, reivindicándose con verdadera autoridad. Como debe ser, porque no sólo de músicos consagrados debe vivir la escena. Así las cosas, parafraseando una canción de Barón Rojo, bien podríamos decir esto, como conclusión: que, tras el sensacional homenaje a Barricada, llegó el final, cesó el clamor… mas la magia no se desvaneció. Y el escenario, aunque más pequeño, volvió a ser un volcán que bramó con sonido atronador. Zorionak a todos por su participación.



Versatilidad a prueba de canciones

Concierto de Sorkun

Fecha: jueves, 16 de junio.

Lugar: Patio de los Gigantes, Iruñea

Intérpretes: Sorkunde Rubio, a la voz, acompañada por Gorka Sesma, a las guitarras ac´sutica y eléctrica, Tanausú Santana, al bajo y a los coros, y Juanma Urriza, a la batería.

Incidencias: 5º concierto del ciclo Kantu eta Hitza. Lleno; público de distintas edades que se mostró participativo. 1 Hora, bises no incluidos.

Sorkunde Rubio, vocalista de Orereta de larga y fructífera trayectoria -desde que supimos de ella, en 1995-, repasó con mimo su carrera en esta, su visita al Patio de los Gigantes, aderezando dicho repaso en una suerte de no va más con significativas y, para algunos, sorprendentes interpretaciones en inglés de unas cuántas versiones de clásicos del blues.

Erigido alrededor de joyitas musicadas recuperadas de los diferentes CD por ella registrados y de temas legendarios de grandes del blues como Skip James o J.B.Lenoir; orbitando, entre sugerentes virajes sonoros, sobre atmósferas propias del rock euskaldun más exquisito y del rock americano verdaderamente genuino (¿derivado esto último, tal vez, de que para grabar el CD que registró al frente de Vicepresidentes marchara al desierto estadounidense de Palm Springs?) el concierto arrancó con el viejo Egusentian, tema extraído del álbum debut de su primer grupo, Kashbad, banda que aportó al repertorio temas como Mattin, Hesiak, Soilik o 7 X 4: unas composiciones que, revisitadas con motivo de una gira como esta, de especial espíritu acústico, sonaron especialmente revestidas para la ocasión. Perfectamente arregladas por unos sastres musicales de tan acreditado gusto y contrastada valía como Gorka Sesma, compañero de la artista desde los años de los citados Kashbad, o los músicos de jazz Tanausú Santana o Juanma Urriza, habitual de las formaciones de referentes del género como Iñaki Salvador, este último; en resumidas cuentas, unas canciones rescritas a medida de la voz de la artista para que la misma sonara y resonara con elegancia y poderío, tal y como ocurrió también en otras comoLurra o Lekitxotik, además de en viejos hits desempolvados de la atemporal historia del blues, como Alabama Blues: tema que, entre otras cosas, sirvió para que los presentes tomasen nota de la actual amplitud de registros y miras de Sorkun, a la hora de cantar.

Dueña de una de las voces más representativas y características de la escena euskaldun de los últimos quince años (ya al frente de su banda primigenia, ya compartiendo primera línea en proyectos del comandante vasco de la canción como Fermin Muguruza Dub Manifest o su kontrabanda; ya, comandando su propia carrera en solitario o al grupo Vicepresidentes), Sorkun, la versátil y veterana -pese a su juventud- vocalista de eterna sonrisa, aunó sensaciones tan diferentes como sugerentes por medio de este concierto, penúltimo de la presente edición deKantu eta Hitza: de una programación que hoy, jueves, por idénticas lindes en lo que exquisitez respecta, será cerrada por otro grande de nuestra escena, Gari, no habiendo podido desarrollarse mejor el ciclo –a nuestro juicio-, a la vista de los éxitos artísticos y de asistencia cosechados. De la formidable respuesta de un público que, como el jueves pasado, se vio abocado a seguir el dinámico ritmo de la música incluso desde fuera del perímetro acristalado, espacio en el que también se colocaron sillas, ante la previsible demanda. El trepidante devenir de una actuación que, intensa pese a su caparazón de aparente fragilidad, recreación de viejos y conocidos temas mediante, se tradujo en la creación a prueba de canciones de atmósferas de excitante y rica versatilidad.


Potentes, imponentes

Concierto de Dhea

Fecha: jueves, 9 de junio.

Lugar: Terminal, Iruñea.

Intérpretes: Dhea, banda integrada por Gorka, a las guitarras, Eder al bajo, Irati, a la voz y Torete, a la batería y a las programaciones.

Incidencias: presentación de Bipolar, primer CD de la banda. 1 hora de duración, bises aparte. Asistencia bastante buena.

Tras vivir mil historias forjadas a ritmos de metal –sostenidas discográficamente por la publicación de dos álbumes- el grupo Zyfra, después de un tiempo de letargo, vive estos días su particular resurgir reencarnado como Dhea, formación que ve la luz comandada por Irati, a la voz cantante, e integrada, salvo por Joselu Romero (vocalista de los ya extintos Zyfra) por quienes fueran los músicos de dicha formación de Berriozar. Y para ello, para tratar de volver a plasmar sobre un escenario su gran sueño de música y juventud (suponemos que volver a tener una banda de rock & roll), para volver a ver finalmente dicho anhelo hecho realidad, qué mejor que tras meses de intensidad y trabajo en el local coger los bártulos y encaminarse hasta la estación del rock por excelencia de la ciudad, el Terminal, cosa que el carismático Torete y compañía hicieron el día de autos… y, además, con doble objetivo: presentarse como banda en vivo y en directo (de hecho, este fue su primer concierto) y, no contentos con ellos, presentarnos a su primer retoño, un EP de cinco temas denominado Bipolar que, en primer lugar, hace más que bueno el deseo de la banda al elegir Dhea como nombre: reivindicar que el rock siempre, en cualquier tiempo y lugar, es joven.

Derrochando ganas y, briosas notas musicales mediante, elixir de la eterna juventud, la música facturada por la banda comenzó a resonar contundentemente con el tema Oscuridad, con el espectacular chorro de voz de Irati abriéndose paso a la perfección entre la metálica maraña facturada por guitarrista y bajista; por el desfiladero sonoro trazado por Gorka, Eder y Torete –ocasionalmente-, disparando cuando la ocasión lo requería secuencias pregrabadas. Acto seguido, dibujando diferentes ambientes sonoros –tal y como mandan los cánones de las nuevas tendencias del metal-, imponentemente propulsados por Torete desde su asimismo imponente batería, sonaron Elixir y Libertad –entre otras-, igualmente cantadas por Irati: fuera de toda duda, la revelación de la noche para muchos, de manos de su enorme chorro de voz. Unas canciones éstas, al igual que todas las que sonaron (inéditas incluidas –asimismo-, buena parte del repertorio) que lo hicieron totalmente echadas hacia delante, brillando en ellas especialmente las guitarras de Gorka, ya, afiladas y agresivas marcando y cortando los patrones de los temas, ya, más melosas, si su misión era abrigar. Aportar calor y complicidad a la ya de por sí tórrida y potente voz de la cantante. ¿La más destacada? La última antes de los bises, Déjame salir, con Irati desgañitándose como un león henchido o herido de gozo, tras superar su bautizo de fuego como lo hizo.

Haciendo gala a su nombre (Dhea, he aquí cómo se conoce a la hormona de la juventud), sin remilgos ni complejos, la presente nueva formación de Berriozar pasó la ITV sin problemas, en su concierto debut: por medio de una actuación de estreno por partida doble, marcando bíceps y territorio y demostrando una perfecta puesta a punto, pese a algunos peros propios de los nervios de la primera vez; y es que, aunque hayamos hecho algo cientos de veces, siempre, en cualquier orden de la vida, vuelve a haber una primera vez. En fin, que lo hicieron poniendo de manifiesto que la apuesta es buena, no habiendo hecho el nuevo viaje más que empezar. Suerte para Torete y sus compañeros en su nueva singladura.


Desde el epicentro de la fiesta

Concierto de Vendetta

Fecha: viernes, 3 de junio.

Lugar: plaza de Galle, Arrosadia

Intérpretes: Vendetta, banda integrada por Jabiero, a las guitarras y a la voz, Luisillo, al bajo, a los coros y a la voz, Rubén, a la trompeta y a la voz, Pello, al trombón y a la voz, y Enrique, a la batería y a las programaciones. Como teloneros, abrieron velada Brigada Improductiva (B.I.) y Siroka.

Incidencias: concierto enmarcado en las fiestas populares de Arrosadia, 3 horas y 40 minutos de música en directo. Presentación de Puro Infierno, 2º CD de Vendetta.

Cartel de lujo el presente, preparado por la Comisión de Festejos de Arrosadia para la segunda noche de fiestas del barrio. Y la verdad es que las tres bandas cumplieron con las respectivas expectativas, tanto Vendetta, en la puesta de largo de su sensacional nuevo disco, como B.I. y Siroka, en sus papeles de convidados no de piedra precisamente: principalmente los primeros, quienes firmaron una gran actuación; así pues, atención a su concierto de Sanfermines en Los Fueros, donde comparecerán con La Pegatina. Atención a una cita que, a la vista del momento de forma desplegado por el grupo, debería significar su despegue definitivo.

Y es que los skatalítikos B.I., finalistas de la última edición de Encuentros, demostraron encontrarse en un momento especialmente dulce por medio de sus temas: ya extraídos de su primera maqueta (como los pegadizos Carta a SS.MM., Ska-nfermín, o Eres la kaña,), ya inéditos (señal de que la banda, especialmente inspirada, continúa trabajando) o versionados de maestros para ellos como Betagarri o La Pulquería, composiciones que, a dos voces y catorce manos –ocupadas las mismas en hacer sonar violín, acordeón (instrumentos diferenciales del septeto), vientos, teclados, guitarra, bajo y batería- pusieron en pie de baile a la totalidad de los presentes: a un público que, tan joven y con tantas ganas de fiesta como dicha brigada musical, fue llenando el recinto a una con el transcurso de la noche. De una velada que tras acercarnos al epicentro de la fiesta, deparó la actuación de los vizcaínos Siroka, euskal rock correoso facturado con imponente voz femenina al frente. Un pase el de estos del que, erigido sobre los temas de su CD Karosi, sin ánimo de hacerles de menos, diremos que a tenor del ambiente festivo sembrado por los primeros y del desconocimiento manifiesto de la banda por aquí, pese a sus buenísimas intenciones, fue una especie de travesía del desierto camino de la comparecencia de Vendetta.

Con los factores meteorología (qué buena noche la de dicho día), ambiente y campo a su favor (toda vez que jugaban en casa de Jabiero), los comandados por éste comenzaron a propagar su contagiosa y rockerizada concepción del ska bajo los sones del tema nuevo Alerta, ofreciendo un show articulado sobre temazos ya, de estreno, como La familia, Begitara begira (cantado por Pello, al igual que el viejo Kolorez busti) o La diabla, ya, de su ópera prima, como Cómo sube, Es mentira, Soy libre o Ciudad desolación: al igual que el igualmente nuevo Pasos de acero, cantado por Luisillo y de idéntico y característico regusto a The Clash que aquel.

Toda vez que Vendetta es sinónimo de fiesta, de pura, infernal y colorista fiesta de color ska, viendo dónde iban a actuar, en el contexto de unas fiestas, ¿cómo no íbamos a asistir a este concierto, ofrecido en su marco más natural? Y más siendo en estas, las de Arrosadia o El Mochuelo, enclave en el que Vendetta demostraron ser profetas: he aquí el porqué de que apostásemos por el presente evento, comandando su cartel el relevo natural de Skalariak. Vendetta, una de las escasas bandas surgidas tras el parón o separación de una banda madre y que, con indiscutible personalidad propia (algo que salta a la vista viendo, por ejemplo, que nunca se han cobijado –versiones mediante- bajo el paraguas de Skalariak) está logrando hacer carrera lejos de su sombra. Desde el epicentro de la fiesta –más bien-, siendo esta inherente al grupo como es. Muy bien.





1 comentario:

  1. Me copio tu reseña del concierto de buckcherry para mi blog en español dedicado a la banda http://buckcherry-fans.blogspot.com/

    Ando de viaje por vacaciones y no lo he podido actualizar pero me ha gustado tu reseña, espero estes de acuerdo...

    Gracias y saludos desde Venezuela...

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