MARTXA, MARTXA CON NUESTRA FANFARRE!! (QUE USTEDES LO PASEN BIEN) )

26/1/13

criticARTE, CRÍTICAS DE ENERO: GATIBU & SEIURTE, ELLIOTT MURPHY. CHRISTIAN KJELLVANDER, WILLIS DRUMMOND, CERO A LA IZQUIERDA Y EL COLUMPIO ASESINO, PARA EMPEZAR!!



A ritmo de rock dance

Concierto de Gatibu


Fecha: sábado, 26 de enero.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Gatibu, formación integrada en directo por Alex, a la voz, Haimar y Arkaitz,  a las guitarras, Mikel, al bajo, y Gaizka, a la batería. Como teloneros, abrieron noche Seiurte, quedando cerrada con la actuación de En Tol Sarmiento.
Incidencias: actuaciones celebradas en el marco de una fiesta organizada por Gaztezulo. Alrededor de tres centenares de personas. Presentación de los últimos CD de Gatibu y Seiurte, titulados Zazpi kantoietan y Atlántica, respectivamente. Gatibu actuó durante hora y ½ .

Surgida en Donostia a una con el siglo XXI bajo la denominación de Gaztetxulo, la publicación juvenil euskaldun conocida desde 2007 como Gaztezulo presentó en concierto a los veteranos Seiurte (Berriz, 1997), a los igualmente más que curtidos y experimentados Gatibu (fuera de toda duda, la gran atracción del cartel) y, procedentes de la Rioja alavesa, a En Tol Sarmiento (E.T.S.), formación a la que, contra pronóstico sobre el papel (aunque no si nos atenemos a su música, totalmente adecuada para ello), le toco  poner el punto final a la velada.
Las actuaciones arrancaron de manos de Seiurte, formación con seis álbumes a sus espaldas que, cosa del bagaje acumulado, sorprendió positivamente a los presentes. Ganadores en 2002 de la duodécima edición del concurso organizado desde 1990 por Gaztea, el cuarteto, de trayectoria injustamente desconocida para casi todos, aprovechó su gran noche en Nafarroa para reivindicarse, algo que hizo sin concesiones. Con total resolución y contundencia, de manos de un hecho musical que, trazado por las sendas de un power pop enérgico, elegante y sustancialmente rockerizado, derrochó impronta y magnetismo propio. Buen hacer y calidad. Cualidades -a fin de cuentas-, acertando de pleno en la predisposición del público a la hora de echar el ancla, atrapándolo plenamente con su gancho. Con unas canciones por medio de las que los músicos derrocharon soltura, seguridad en sí mismos e indomabilidad. Acto seguido, tras semejante preámbulo; bajo un inquietante sonido de sirenas, la noche se tiñó de ululantes haces azules para recibir a Gatibu, formación que en su décimo aniversario como banda, sonando de forma incontestable, dejó boquiabierta a la sala con su última reinvención estilística; a ritmo de rock dance, perfecta demostración de que el euskal rock puede reinventarse y, libre de prejuicios, avanzar con fuerza y entidad por el siglo XXI. Haciendo bueno aquello de  renovarse… O repetirse una y otra vez, demostrando el quinteto no estar dispuesto a ello; validando el dicho de reinventarse o morir, algo, lo primero, por lo que han apostado claramente, tal y como lo dejaron entrever desde el principio con interpretaciones de temas como Run run Kattie o Pausu bet atxera, de estreno los dos, o Kalekatue recuperado de su anterior CD, registrado en directo: composiciones con madera de hits que demostraron que Gatibu, siguiendo este camino, puede crecer exponencialmente todavía más y más; unas canciones cuyos ritmos, además, dieron un gran juego a Alex a la hora de moverse sobre el escenario, algo que hizo sobremanera, el pasado sábado. Pero, evidentemente, dicha noche tampoco faltaron parte de los éxitos imprescindibles del grupo, como Bizitxeko gogoa, Musturrek sartunde (puerta de acceso de su álbum debut, saludado con total efusión), Inpernuen ate joka o Urupel, la que cantara Fito en el atemporal Zoramena, quedando reservados para los bises los no de menor calado Bang Bang txiki txiki Bang Bang o Zeu, zeu, zeu.
Finalmente, la velada prosiguió con E.T.S., banda que la condujo solventemente a su final con sus canciones, de porte skatalítiko-bullanguero. De corte inequívocamente festivo, tal y como lo merecía la ocasión. Una fiesta que, desde el prisma artístico, dejó en Tótem muy buenas vibraciones,  en general.



Hoguera de sensaciones y canciones

Concierto de Elliott Murphy

Fecha: sábado, 12 de enero.
Lugar: Baluarte, Iruñea.
Intérpretes: Elliott Murphy a la guitarra acústica, a la armónica y a la voz acompañado por Olivier Durand a la guitarra y a los coros.
Incidencias: 6ª cita del ciclo Musiketan, presentación de Just a Story From New York, nuevo CD del artista. 1 hora y 3/ 4 de duración, bises incluidos. Lleno, localidades agotadas.

La sala de Cámara de Baluarte se llenó totalmente con motivo de la visita del legendario Elliott Murphy (Nueva York, 1949),  referencial songwritter estadounidense y uno de los platos fuertes de Musiketan, el exquisito ciclo que Iruñea está teniendo la oportunidad de degustar; y uno de los platos más esperados, a tenor no ya de la asistencia, sino de  la respuesta brindada por los presentes: por un  público de ambos sexos que, de toda edad y condición, se mostró en todo momento entregado, dando palmas con fuerza, aplaudiendo con estrépito, poniéndose en pie a propósito de algunas interpretaciones y, en suma, disfrutando con verdadera efusión de la actuación.
Pura historia del rock sureño o southern rock, portador por excelencia de las esencias de Musiketan, Murphy deleitó al gentío repasando canciones de toda su trayectoria, unas composiciones que, ya clásicas, ya en camino de serlo, derrocharon por igual magnetismo, hechuras y latido. Gusto, elegancia y pulsión, perfectamente interpretadas entre preciosistas duelos de guitarras por el sensacional Olivier Durand, todo un lujo y un seguro de vida en escena, y él.  
Los temas, a buen ritmo, sonaron enlazados en ocasiones, tirando a la perfección del concierto y de los presentes: de una sala que desde el primer minuto allanó el camino al dúo, mostrándose más que predispuesta a la recepción del hecho artístico. A disfrutar de  un concierto en el que, en otro orden de cosas, quedó claro lo siguiente: que si la materia prima es buena y los artesanos, cualificados para ello, dos músicos son  suficientes para llenar de buenas vibraciones un escenario. Para cautivar a un auditorio y, sin mayores artificios, prender una hoguera de sensaciones y canciones como la encendida en Baluarte dicho sábado, alimentada con continuas dosis de fuerte y sentida intensidad. Y, al calor de la música brindada, de poderoso crepitar e insuperable octanaje, con esa impresión nos quedamos, revelándose el presente hecho musical tan válido para encender espíritus como el fuego del hogar para calentar los cuerpos. Bueno, y siguiendo con esta reflexión, también llegamos a otra conclusión: que en un contexto como el actual, de depresión económica y encarecimiento de todo tipo de costes, el camino a la hora de salir a la carretera para artistas como Elliott Murphy tal vez pase por esto, por construir noche a noche sus conciertos desde lo pequeño: y es que mucho nos tememos que, artistas como él en solitario mediante, el formato cantautor más banda acompañante va a pasar a la historia más pronto que tarde, a no ser que de uno u otro modo escampe.
De regreso a Iruñea tras casi ocho años de ausencia, el vocalista y guitarrista Elliott Murphy vendió todo el papel en un día tan difícil a priori como el sábado 12; sí, difícil, tendiendo en cuenta factores como los tiempos que corren, el hecho de que el norteamericano no sea un artista pasto del gran público o especiales circunstancias de dicha tarde noche como la siguiente, que el concierto coincidiera en horario con el partido de fútbol del C.A. Osasuna. Así pues, toda vez que la música gano la partida, nos alegró ver llena la sala. Repleto de aficionados a la buena música el local, incondicionales o no de Murphy: ingente timonel dicha noche que, surcando al mando de su barco el mar de música creado, demostró tener cuerda para rato. Cuerdas, hablando de lo que estamos hablando. Bien, muy bien.



Arte, raíces y oficio

Concierto de Christian Kjellvander

Fecha: viernes, 11 de enero.
Lugar: Subsuelo, Iruñea.
Intérpretes: Christian Kjellvander, a la guitarra y a la voz.
Incidencias: presentación de The rough and rynge,, nuevo CD del artista. 50 minutos de duración, un bis incluido. Alrededor de medio aforo, público que se mostró tan interesado como bullicioso.

Integrado en la banda Loosegoats desde mitades de la década de los años noventa hasta 2001 y, desde entonces, defendiendo personal carrera en solitario, el sueco de querencias artísticas sureñas Christian Kjellvander recaló recientemente en Subsuelo, ofreciendo en formato songwritter un reseñable concierto.
A lomos de su guitarra al igual que décadas atrás, sobre su caballo, el característico y televisivo vaquero vendedor de otro genuino sabor americano, escandinavo de nacimiento pero americano -desde el prisma musical- de adopción (haciendo bueno el dicho de que uno no es de donde nace, sino de donde pace), Kjellvander dio inicio a la presente ceremonia musical de forma queda, intimista; rezumando un regusto ciertamente melancólico, antes de abrir definitivamente su particular abanico de ritmos.
Luciendo tejanos, camisa recia de cuadros y gorro de pastor, el citado se bastó y se sobró para crear con sus cuerdas vocales y las de su guitarra jugosos ambientes sonoros, ciñéndose estrictamente a su preescrito guión: pastorear de la mejor forma posible sus canciones, algo que, sin duda, consiguió. Como si se tratara de matar la soledad y de entretener el paso del tiempo en hipotéticos prados lindantes con la Ruta 66, desempeñando dicha labor de manera realmente brillante, mástil en mano al igual que cayado, el encargado de vigilar el rebaño; en su caso, de dar salida a un número de canciones de armazón sencillo y abundante corazón, con las que creó sugerentes ambientes; unas composiciones que, brillando sus notas en la noche cual pequeñas joyas sonoras, destilaron genuino regusto a rock americano, demostrando portar vetas de folk si acaso en su esencia, más que luciendo presencia. Unos temas, en resumidas cuentas, por medio de los cuales -creación artística mediante- el cantante y guitarrista se evadió momentáneamente del mundanal ruido –posiblemente-, arrastrando cual flautista de Hamelín con sus ritmos a su Arcadia feliz a los presentes.
Así las cosas, he aquí, atendiendo a la música escuchada, qué dio de sí la noche. ¿Lo peor? El, tenemos que apuntarlo, murmullo de fondo que acompañó los comienzos de buena parte de las interpretaciones, pertinaz molestia que, toda una falta de respeto para el artista y para quienes asistieron a escucharlo, en casi todos los casos remitió una vez que estos, los que sí que se mostraron realmente por la labor (clara mayoría dicha noche), pidieran silencio a los tal vez menos interesados; en fin, lances del directo. Cosa de que la actuación transcurriera en un bar y sin pago de entrada de por medio, pero bueno. Por lo demás nada que objetar, muy bien Christian Kjellvander. Muy bien el atleta de fondo que es el citado, haciendo algo realmente difícil en su caso: siendo corredor de larga distancia como es, brillar con voz propia, no pasar desapercibido en las distancias cortas.  En Subsuelo, gustó.

Arrojo y pulsión propia

Concierto de Willis Drummond


Fecha: viernes, 5 de enero., 
Lugar: AKE, Txantrea.
Intérpretes: Willis Drummond, banda integrada por Jurgi, a las guitarras y a la voz, Rafa, a las guitarras y a los coros, Xam, al bajo y a los coros, y Félix, a la batería.
Incidencias: presentación de A ala B, sexto CD del grupo. Hora y 10 minutos de duración, bises aparte. Muy buena asistencia. Público participativo.

Radicados en Heleta, Iparralde, Willis Drummond cruzaron la muga en una jornada tan inusual para la programación de conciertos como la víspera de la Epifanía del Señor, antesala del final de las Navidades que el grupo, en activo de 2007, calentó con rotundidad. Con un incendiario concierto. Por medio de una incuestionable descarga,  brindada como sólo los más experimentados y pasionales rockeros saben hacer.
Con CD de estreno en las alforjas, aprovisionados de abundante material sonoro presto a ser plasmado en directo, Willis Drummond arrancó con un tema de raigambre melódica –ciertamente-; arrebatadoramente melódica, aunque denotando pulsión rockera y significativamente envuelto por un omnipresente halo de guitarras. Por unas atmósferas sonoras que, de elevado nivel de sugerencia, se mostraron de lo más reveladoras. Repitiendo machaconamente poderosas secuencias sonoras, pintando pasajes musicados de connotaciones arenosas, pantanosas –por momentos-,   anunciadoras dichas nubes de lo que estaba por llegar: la consumación de un auténtico concierto de rock´ n´roll. La materialización de una noche de rock con mayúsculas; de una actuación de más que brillante factura por parte de un cuarteto que en todo momento plantó cara y la dio, hasta terminar por meterse a los presentes totalmente en el bolsillo. Y es que menudo derroche de adrenalina el presenciado, marcando los músicos territorio desde la primera interpretación hasta la última; dejándose la piel todos ellos al 120% -por lo menos-, comenzando por el baterista, pura electricidad a las baquetas, sin desmerecer en nada a guitarristas y, especialmente, al bajista. Puro nervio. Pura fuerza todos ellos. ¿La pena y principal motivo de reflexión por nuestra parte, tras haber sido testigos de tamaña demostración?
Que, por unas cosas o por otras, la presencia de Willis Drummond en Iruñea casi pasara desapercibida. Que, por motivos extramusicales, el rock cantado en euskera deba seguir enfrentándose a un sinfín de prejuicios a la hora de encarar su exportación, y más en casos como el que nos ocupa; y es que, a la vista de características de la banda como proceder del otro lado de los Pirineos (País vasco francés, para algunos; Iparralde, para otros; Francia para casi todos, en el estado español…), siendo ya difícil de por sí vender euskal rock allende el Ebro, ¿cómo hacerlo teniendo en cuenta dicha procedencia? ¡Ay,  cuántas barreras a las que enfrentarse, tratándose el asunto en el fondo solo de rock´n´ roll! En fin.
AKE despidió las fiestas navideñas de la mejor forma posible en una noche como la del lejano día 5, regalando a sus incondicionales un señor concierto. Impetuosa, incontestable, una actuación llamada a dejar huella en el espíritu rockero de cuantos la presenciaron, a juzgar por la complicidad establecida con la banda.  Y ahora, pasito a pasito ya por el mes enero, a ver qué nos depara el nuevo año, inmersos en su transcurrir como nos encontramos. El arranque del mismo no pudo ser más demoledor.


Regalo de Reyes

Concierto de El Columpio Asesino

Fecha: viernes, 4 de enero.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: El Columpio Asesino, formación integrada por Albaro Arizaleta a la batería, a la voz y a los coros, Raúl Arizaleta, a las guitarras, Daniel Ulezia, al bajo,  Cristina, a las guitarras, a los coros y la voz, e Iñigo Sola, a los teclados, programaciones, percusiones y trompeta. Como teloneros, abrieron noche Polyester y Cabezafuego y Los Brutales.
Incidencias: último concierto en Nafarroa de la gira de presentación de Diamantes, 4º CD de la banda. ½ sala aproximadamente, público joven que disfrutó de la velada.

Triunfadores por méritos propios de la 4ª edición de los Premios de la Música Independiente tras imponerse en un total de cinco categorías (mejor artista del Estado,  mejor canción, Toro; mejor álbum, Diamantes; mejor directo y mejor producción),  encarando la recta final de la a todas luces exitosa gira de presentación del ya citado CD, El Columpio Asesino recaló en Tótem adelantando un día una de las noches más esperadas del año: la noche de Reyes, a la vista de lo que fue su concierto para sus incondicionales seguidores: un auténtico regalo de Sus Mágicas Majestades.
La velada fue abierta por Polyester, banda cuyo pase no llegamos a presenciar por encontrarnos en otra actuación, compareciendo como segundo entrante Cabezafuego y Los Brutales. Presentándose como sugerente cuarteto integrado por violín, tuba, banjo y customizada washboard, los comandados por el brutal (por excelencia) Iñigo Garcés mostraron desinhibidamente a los presentes la última propuesta que el citado se ha sacado de la chistera, dejando la sala a punto de caramelo de cara a la actuación estelar: la llamada a ser protagonizada por El Columpio Asesino, una de las bandas del año, fuera de cualquier duda.
Haciendo bueno el dicho de que de primeras es mejor sugerir que enseñar, el balanceo musical característico del laureadísimo quinteto comenzó a dejarse sentir con suavidad, Ye ye yee, rompiendo aguas la noche pronto en lo que a materialización de ritmos de naturaleza indiscutiblemente bailable se refiere, Your man is dead: en lo referido a activación total de la batidora de músicas y ritmos, labor a la que, en este arranque, contribuyó decisivamente On the Floor. Imparable, el nivel del mar de incandescentes y pasionales sensaciones continuó increscendo de manos de hits como Castigadora, levantando la banda acto seguido el pie del acelerador con temas como Un arpón de grillos (por las sendas del electro progresivo) o Corazón anguloso, de corte más psicodélico, antes de encarar una recta final que, precediendo a los esperados bises (una auténtica y sentida vuelta al ruedo –más que una mera propina-, he aquí qué representaron los mismos) estuvo totalmente a la altura de la celebración: Diamantes, Perlas, Toro… Y, ya en el tiempo extra, pildorazos como Cha cha cha, Floto o Lucas 44-48, composiciones que dieron lugar a momentos de máxima intensidad.
Camino de las últimas etapas de su presente tourné de presentación de Diamantes, El Columpio Asesino, aprovechando las fechas, quiso regalarse una especie de paseo triunfal ante los suyos, convirtiendo Tótem en sus particulares Campos Eliseos ante el inminente final del tour. De su particular grande boucle, gira de la que han salido como indiscutibles vencedores: cosa de la fuerza que transmiten en directo, y, claro está, del cancionero que han estado presentado: en resumidas cuentas, de un hecho musical que, inclasificable, articulado sobre una concepción del indie y el post punk aliñada con todo tipo de ritmos y especias estilísticas, nunca ha dejado indiferente a nadie. Y así lo volvieron a poner de manifiesto en Tótem, brindando un original presente a cuantos acudieron a la cita. Estando en la fecha que estamos (toda vez que hoy, día 7, es festivo por tal motivo), todo un regalo de Reyes, en verdad. Qué grandes…

Valor en positivo 

Concierto de Cero a la Izquierda


Fecha: jueves, 3 de enero.
Lugar: Black Rose, Burlata.
Intérpretes: Cero a la Izquierda, banda integrada por Robles, a la voz, Jon y Sergio, a las guitarras, Dani, al bajo, y Lukas, a la batería.
Incidencias: presentación de La vela muda, primer CD del grupo. Hora y 20 minutos de duración, bises incluidos; lleno. Público de diferentes edades que se mostró participativo.

Tras iniciar su andadura en verano de 2008 y comenzar a dejarse ver sobre los escenarios en 2010; después de imponerse en 2012 a veintiocho bandas  en el Concurso de Pop-Rock y cantautores de la UNAV, Cero a la Izquierda registró recientemente La vela muda, CD que desnudaron íntegramente en Black Rose.
Comandados por la seguridad y desparpajo de un jovencísimo vocalista, el quinteto, integrado por músicos muy jóvenes –igualmente-, abrió fuego con dos temas del CD que actualmente están presentando, Libertad y Contra el viento y la marea, retratándose por vez primera a la hora de mostrar sus influencias mediante la interpretación de En vela, de La Fuga: banda, La Fuga, de la que llegaron a ofrecer hasta dos versiones más. Por las sendas del rock urbano de corte más melódico, aportando oxígeno, sangre nueva a las marcadas venas del viejo género, pronto sonaron otros tres temas nuevos de factura propia (uno de ellos, Hasta el amanecer, cantado por los presentes), llegando posteriormente uno de los momentos destacados de la velada: la comparecencia en escena de Gabri, de El Desván de Peter, quien, acústica en ristre, ofreció junto al cantante una versión de un tema de los uruguayos La Vela Puerca, antes de acompañar al quinteto en su conjunto en la interpretación del tema Motxila 21, compuesto por Cero a la Izquierda y Gabri para la citada formación. Y así, de esta forma, llegamos hasta el final: alternando el quinteto temas propios (De tanto, Quiero), algún que otro inédito y unas cuántas versiones de bandas espejo en las que se han mirado hasta hartar, como Marea, Extremoduro, Barricada o Txarrena, dando lugar a una recta final que, con permiso de La Fuga (terminaron con su Por verte sonreír) fue un sincero tributo a los citados estandartes.
Una semana después de que otra jovencísima formación local, Ruleta Rusa, pusiera de forma igualmente exitosa sus cartas sobre el tapete, meses más tarde de que flamantes grabaciones en mano lo hicieran con idéntica contundencia nuevos nombres, valores en positivo –igualmente- como Proyecto Pez, Lady Tripi o Tinko, el primer jueves de enero pasaron por el veterano local de Burlata Cero a la Izquierda, banda que, teniendo en cuenta las edades de sus integrantes, se lo hizo bien, en directo. Muy bien. Insultantemente bien, demostrando que sí, que hay cantera. Que si tienen un mínimo de constancia y son capaces de mantener los pies en el suelo demostraron andar sobrados (de ganas y fe), parte del futuro puede ser suyo. ¿Que hubo cosas a mejorar? Por supuesto, pero tienen todo a favor para ello, comenzando por tiempo, siendo jóvenes de verdad, no únicamente de espíritu, como son. ¿El único pero? El hecho, comprensible –por otra parte-, de terminar actuación con hasta cuatro grandes éxitos… De otros. Con cuatro versiones; ¿el lado positivo de lo dicho? Que contribuyeron a aumentar el enardecimiento general, la temperatura ambiente del local. Y, evidentemente, su contribución a dar lugar a un concierto de una más que digna duración, algo de agradecer. ¿El lado menos positivo… sin ser necesariamente negativo? Que las composiciones propias de la banda tal vez quedaran un tanto solapadas, tras haber sido las protagonistas de la noche. Pero bueno, tampoco pasa nada. Cuestión de ajustar y reorganizar repertorio, no más. Por lo demás, nada que objetar. Buen concierto el presenciado para empezar el año, en general.

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