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14/4/11

CRÍTUICAS DE ABRIL: MAITE ITOIZ & JOHN KELLY, LOQUILLO Y NO WAY OUT, PARA EMPEZAR


Fiesta en el bosque secreto

Representación de The blue elf´s dream, espectáculo de Maite Itoiz y John Kelly

Fecha: sábado, 9 de abril.

Lugar: casa de Cultura de Burlata.

Intérpretes: Maite, a la voz, a las guitarras, y a la flauta, John, a las guitarras y a la voz, acompañados por Marina, al piano y a la voz, Linda, al bajo, a la voz y al baile, Dimitrij, al violonchelo y Dominique, a la batería. Además, se contó con David Mejías (encarnado al elfo), y con las bailarinas Soraya y Andrea.

Incidencias: presentación de The blue elf´s dream, 2 horas y 1/2 de duración, bises aparte. Buenísima entrada. Gente de todas las edades, niños incluidos; público participativo y entregado procedente en algunos casos de distintos lugares del Estado.

Al igual que sucediera en 2008 con Tales from the Secret Forest, Maite Itoiz y John Kelly volvieron a triunfar en todos los sentidos con la presentación de The blue elfo´s dream; con la representación de una nueva ópera rock de argumento claramente continuista respecto al de la anterior, volviendo a traducirse su puesta en escena, a caballo entre la música, el teatro, la expresión corporal y la danza, en lo siguiente: en un show que, se mire como se mire, fue mucho más que un concierto. Un espectáculo para todos los públicos. Para todo tipo de públicos, como los más legendarios cuentos.

Sobre un escenario presidido por el elfo, que, perfectamente decorado y ambientado (cosa, entre otros atrezzos, de la sugerente atmósfera azulona creada) simulaba una mágica noche de solsticio; con el igualmente azulón duendecillo despertando a la ficción del bosque secreto a una con el bucolismo sonoro facturado por la banda y tomando presto el nuevo libro de cuentos (relativos, en esta ocasión, a historias relacionadas con los humanos), la fiesta, en tan onírico y animado bosque, arrancó definitivamente con la comparecencia de Maite y John y una primera interpretación, saludada con fuertes aplausos. Bueno, como todas las que dicha hada madrina y su príncipe azul brindaron dicha noche, mostrándose en su torre de marfil de mundos fantásticos y alegorías como peces en el agua, cautivando con su embrujo a los presentes. Con sus musicadas historias mágicas, presentadas por Maite con la lectura previa de breves reflexiones al respecto; con sus animadas composiciones de genuino regusto a heavy metal épico y folk irlandés, revelándose erigidas sobre las guitarras (las de corte más heavy) o sobre los teclados, las cantadas por lindes más líricas por Maite. Y éstas últimas, perfectamente matizadas por la flauta o el violonchelo. Y de este modo transcurrió la noche, entre elfos y duendes, hadas y ninfas. Entre aires musicales de indisimulada fiesta pagana, ritmos de exquisita orquestación siempre, siendo ésta totalmente compatible con la alegría y el desenfreno mostrados. ¿Más aspectos a destacar? La presencia de colaboradores de la talla de Mikel, ex vocalista de Idi Bihotz (actualmente al frente de Jare, su más que prometedor nuevo proyecto), Gorka, Zuberoa y Alex, de Diabulus in Music (a los teclados, a la voz y a la guitarra –respectivamente-) o de la categoría y nivel del referencial Carlos Itoiz, padre de Maite y toda una autoridad de la guitarra flamenca, como tuvo a bien demostrar. Finalmente, de manos de la colaboración del pianista Pedro José Rodríguez, Maite dio rienda suelta definitivamente a su faceta de cantante de ópera, antes de que, con la hora de las brujas en lontananza, la magia comenzara a disiparse...

El bosque secreto auspiciado por Maite Itoiz y John Kelly destapó el tarro de sus esencias en Burlata, haciendo partícipe a los presentes de sus sugerentes y hechizantes nuevos cuentos musicados. De su particular sueño de una noche… mágica, más que de estación alguna. Si acaso, de una noche de primavera, a una con la reciente llegada de la misma. En cualquier caso, compartiendo con tan excepcionales habitantes del bosque dicha noche de sábado sus historias, perfectamente aderezadas por el duende de músicos y bailarinas. Y siendo él el protagonista, santo y seña, por la magia del elfo.


Militante del rock & roll

Concierto de Loquillo

Fecha: viernes, 8 de abril.

Lugar: sala Tótem, Atarrabia.

Intérpretes: José María Sanz Beltrán, Loquillo, a la voz, acompañado por Jaime Stinus, a las guitarras, Igor Paskual, a las guitarras y a los coros, Laura Gómez, al bajo, Santi Comet, a los teclados y a los coros, y Laurent Castagnet, a la batería.

Incidencias: concierto enmarcado en la gira de 30 aniversario denominada Loquillo Rock & Roll Star 30 años. Hora y media de duración. Buenísima asistencia, público de edades preferentemente adultas que se mostró muy entregado.

Como un grande, algo que demostró ser en todos los sentidos. Como un militante del rock & roll tan verdadero como grande, derrochando maneras y actitud a raudales: he aquí cómo se mostró la semana pasada el legendario e incombustible músico catalán, uno de los iconos del rock estatal por excelencia.

Sobre un escenario rematado por un telón con la imagen del pájaro loco sobre las habituales dos tibias cruzadas; tras una intro perfectamente rematada por la guitarra del colosal Jaime Stinus, el Loco, aclamado en loor de multitudes, compareció bajo los ritmos de En las calles de Madrid, dando rienda suelta al repaso de sus más de tres décadas de mili musical con María, Pégate a mí(primer tema cantado por la totalidad de los presentes) y Rock & roll actitud –entre otras-, antes de saludar con un potente y sentido “Gabon Iruña, Nafarroa” respondido por gritos de “Loco”, “Loco” prorrumpidos por la sala en su totalidad. Por un público que cantó Rock & roll actitud, dicha declaración de intenciones, con tanta rabia como fe. A enervante ritmo todo el tiempo (he aquí una de las tónicas de la velada), con la banda, sensacional, transmitiendo con su hacer la chulería y el orgullo propios del rock & roll, el aclamado artista prosiguió entregándose en cuerpo y alma por entero ya cantando con arrojo, ya, trazando característicos pasos de baile -o incluso jugando desafiante con el pie de micro al tiempo que los haces de luz lo hacían con él-, con temas como Arte y ensayo o Memoria de jóvenes airados, tan enérgicamente cantada por todos como defendida a las seis cuerdas por Stinus: junto con el referencial cantante, de negro, como siempre, e Igor Pascual, a las guitarras igualmente, uno de los protagonistas artísticos de la noche. Junto a un guitarrista (este último) que encontró su primer gran momento con la interpretación de El rompeolas, primer éxito en sonar realmente merecedor de tal denominación, si hacemos caso a cómo fue recibido (tarareada su música con indisimulable gozo y fuerza y cantada su letra a viva voz) y un segundo, a continuación, de manos de Rock suave, himno generacional brindado en pleno e imparable increscendo por el Loco a pie de sala –prácticamente- y por Igor, al filo del escenario, haciendo sonar de espaldas su guitarra. En medio de un pleamar total –se mire como se mire-, con la sala rebosando vibraciones rockeras de altísimo octanaje, efervescencia y ganas por demás. En el fragor de una marea que, con temas como Carne para Linda, Todo el mundo ama a Isabel, Autopista (protagonizando su arranque uno de los momentos de más efusión de la velada y su desarrollo, uno de los de mayor fuego guitarrero) o, principalmente, La mataré, no hizo sino subir y subir, antes de tocar techo de manera apoteósica. Catártica –incluso- a juzgar por cómo cantaron los presentes temas como con Feo, fuerte y formal, Ritmo de garaje, Rock & roll star o, finalmente, Cadillac solitario.

Arte, imagen y actitud perfectamente aunados en su planta, con la locura –entendida por pasión por la música- venciendo a la vejez, tal y como cantó en el primer tema ofrecido: así pasó Loquillo por Tótem; en plenitud de facultades, demostrando el otrora chico de la calle ser un artista único. Todo un militante del rock & roll que ahí sigue, más de treinta años después, viviendo su canción. Sus canciones. Grande el Loco, se mire como se mire. Y en concierto, espectacular. Muy bien.

Para consumo adolescente

Concierto de No Way Out

Fecha: sábado, 2 de abril.

Lugar: bar Subsuelo, Iruñea.

Intérpretes: No Way Out, banda integrada por Noel, a la voz y a la guitarra, Félix, al bajo y a la voz, y Sergi, a la batería. Como teloneros comparecieron Marvin.

Incidencias: presentación de Tabula rasa, nuevo CD de No Way Out. 1 Hora de duración. Bastante buena asistencia en general; público muy joven que mostró diferentes niveles de implicación.

Los ya veteranos No Way Out (N.W.O.) descargaron recientemente su furia eléctrica en Iruñea, dándose todo un baño de juventud y multitudes y suscitándonos los remolinos sonoros deparados por su descarga, más allá de la corrección del hecho artístico y de su triunfo cosechado, algunas reflexiones.

La velada, al igual que sucediera a propósito de una de sus últimas visitas, arrancó con los locales Marvin, a quienes no llegamos a ver, compareciendo los cabezas de cartel sobre las 22.00 horas. Perfectamente comandados por las voces de Noel y Félix, sin fisura alguna desde el prisma artístico, los de Barcelona dispararon sus canciones con tanta seguridad como rotundidad, resultando los acelerados cañonazos de pop-punk del total agrado de los presentes: del, en algunos casos, jovencísimo público que se dio cita, no dudando parte del mismo en protagonizar incluso conatos de pogo adelante, a propósito de los momentos de mayor efervescencia: energía y melodía a partes iguales en los temas, plasmados con la velocidad del hardcore, pura zapatilla y suela. Eso sí, en el presente contexto, pura zapatilla… de marca, claro esta. Sí, en un marco musical como este, de esencia –más que de connotaciones únicamente- no precisamente punk. Y es que, pese a que N.W.O. se valgan de herramientas del punk-rock a la hora de actuar (ritmos enérgicos, sonoridad guitarrera al rojo –en líneas generales-), lo suyo, su latido en esencia, es de naturaleza y raigambre bien distinta, no yendo sus canciones más allá de ser adecuados calmantes de ansias y urgencias propias de la adolescencia; relacionadas con la rebeldía de dicha etapa. Con la sed de emociones propia de adolescentes como los que se dieron cita, ávidos de una identidad. Así las cosas, ¿qué deparó la actuación? Generosas dosis de rock, digámoslo claramente, de centro comercial. De música tejida a trepidante ritmo, correctamente facturada en lo que a las formas hace referencia, pero totalmente adoleciente de esencia transgresora, verdadero cimiento del punk y del hardcore, en otros tiempos: género este último surgido en los 80 para tratar de desmitificar y normalizar el punk, en respuesta a los punkies de postal que ya comenzaban a proliferar y que, por desgracia, ya vemos en qué ha podido acabar: dando lugar a canciones como las de N.W.O., de ligera digestión y totalmente vacías en lo referido a razón de ser del género, más allá de entretener. Más allá de poder llegar a conformar, al igual que en casos como el de Despistaos, bandas sonoras de televisivas series de media tarde inspiradas en pobladores de institutos, que no estudiantes; de servir de música de fondo de anodinas vidas de ni-nis y demás juventud conformista actual, pese a sus ropajes presuntamente inconformistas. Vamos, que aunque muy bien tocadas, pese a la corrección esgrimida en las formas, el presente show vino a ser a un concierto de punk-rock lo que un kalimotxo normal a uno fabricado con vino light: Además, he aquí el principal quid de la cuestión: en el caso de que N. W. O. hicieran hardcore punk de verdad, ¿habrían actuado en Subsuelo? No.

No Way Out, concluyamos; ¿tabula rasa, como dicen en las entrevistas? Creemos que tampoco, visto lo visto. Y es que, al igual que dijimos a propósito de la veraniega visita de Pignoise, en su caso la vida también demostró seguir igual. Y en todos los órdenes: como ya sucediera en 2008, incluso con Marvin, de teloneros…





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