MARTXA, MARTXA CON NUESTRA FANFARRE!! (QUE USTEDES LO PASEN BIEN) )

4/6/10

¿QUÉ TAL LOS CONCIERTOS? CRÍTICAS DE JUNIO: ANARI, 36 CRAZYFIST, UNEARTH, ATREYU, HEVERLAND, DIABULUS IN MUSICA, JOSEBA IRAZOKI, UGE, KHAMUL Y SOULFLY


Concierto de Anari

Fecha:
jueves, 24 de junio.
Lugar: Patio de los Gigantes, Iruñea
Intérpretes: Anari Alberdi, a la voz y a la guitarra, acompañada por Maite Arroitajauregi, al violonchelo, al piano, a los sintetizadores, y a segunda voces, Borja Iglesias, a las guitarras, Drake, al bajo, y Mikel Abrego, a la batería
Incidencias: quinto concierto del ciclo Kantu eta Hitza, actuación de presentación de Irla Izan, nuevo CD del artista. Muy buena asistencia; público que se mostró interesado y participativo. 1 hora y 10 minutos de duración bises aparte.

Canciones como las que presentó Anari en el, para la música en euskera, ya referencial escenario de la calle Descalzos, es posible que surjan como consecuencia de lo siguiente: de una especial concepción del denominado ‘síndrome de Diógenes’. De algo así como un síndrome de Diógenes… emocional; de pasar por la vida recogiendo, guardando y haciendo propios todo tipo de sentimientos y emociones; unas composiciones que, partiendo de la tradición en lo que a su esencia se refiere, tomando como punto de partida la canción de autor, demostraron moverse todo el tiempo a caballo entre la experimentación y la innovación. Como es y siempre ha sido norma en la de Azkoitia, no representando lo dicho, paradójicamente, una novedad. Además, ahí están para dar cuenta de ello las a este respecto acertadísimas compañías a cuya sombra se ha arrimado Anari desde que comenzara su carrera: en esta ocasión, a músicos tan referenciales en Euskal Herria como Mikel Ábrego (a las baquetas en Inoren Ero Ni actualmente, ex baterista de BAP!!, Negu Gorriak y titular indiscutible desde 1999 en cuantos proyectos musicales ha armado Fermin Muguruza), Drake o Borja, compañero de Mikel el primero en BAP!! –asimismo- y de los dos citados en la banda de nombre con forma de palíndromo.
En una tarde marcada por la programación de diferentes e interesantes conciertos (nos hubiera gustado acercarnos al Caballo Blanco para emocionarnos con Mochila 21 o, ya en Burlata, acudir al de Gastelo), la actuación de Anari deparó hasta once cautivadores interpretaciones –antes de la propina-, composiciones que se mostraron ricas en tesón y tensión musical y emocional. Segurísima de sí misma y de sus canciones, la sui generis songwritter de electrizante voz plasmó con total acierto su rico e inquieto mundo interior por medio de las mismas, verdaderos desgarros con forma de canción; con unas composiciones tan desgarradoras como sugerentes y hermosas: envolventes y ciertamente atmosféricas, plasmadas por las sendas del post-rock y del post-folk americano -en cierto modo-, con un evidente sabor emo impregnándolo todo: unos temas que, paridos desde las propias entrañas, se revelaron disparados a dar. Concebidos para hacer diana en los corazones de los demás: y así lo entendió el gentío que acudió a la cita, una multitud que, por segunda jornada, precisó invitaciones para acceder al recinto y que un día más siguió la actuación con atención, absorbiendo todos y cada uno de los compases musicales antes de romper a aplaudir con fuerza tras cada interpretación.
Considerada por la crítica especializada como la P.J.Harvey vasca, Anari Alberdi, artista de culto y, a un tiempo, profeta en el país de los vascos en general, trajo hasta Iruñea su personal y alternativa manera de concebir la música, saldándose la última de las citas de Kantu eta Hitza con otro incuestionable éxito: lo mismo que, en otro orden de cosas, las restantes del ciclo, las de Amaia Riouspeyrous, Joseba Irazoki, Kerobia (a la que no asistimos por haber presentado ya en este espacio el montaje Epílogo) y Jabier Muguruza, de altura, todas ellas. Así las cosas, un año más, nuestra felicitación a la organización por el trabajo realizado; zorionak y hasta la próxima edición.


Demoledora caravana metálica

Conciertos de 36 Crazyfists, Unearth y Atreyu
Fecha:
miércoles, 23 de junio.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Incidencias: 1/3 largo de entrada. Público preferentemente joven y participativo. La velada arrancó a las 20.10 y concluyó a las 23.15, actuando las dos primeras formaciones alrededor de 40 minutos y Atreyu, 55.

Antes de descargar su voracidad musical por distintos países europeos, tras hacerlo el martes en Barcelona, la víspera de San Juan se dejó sentir en Atarrabia la presencia de tres de los pesos pesados de la actual escena estadounidense de metalcore: la atronadora y demoledora presencia de 36 Crazyfists, Unearth y Atreyu; como la práctica totalidad de las bandas de fuera que nos han visitado en los últimos meses (habiendo sido unas cuántas las que han hollado el escenario de Tótem), incontestables en directo.
Ante un público llegado en significativo número de herrialdes cercanos y que, coreando estribillos de todas las formaciones implicadas, demostró conocerlas sobradamente, la mecha de la presente noche de metal y decibelios fue prendida por 36 Crazyfists, banda que, originaria de Alaska, con quince años de carretera a sus espaldas, demostró combinar a la perfección, vetas de posthardcore mediante, las formas más genuinas del heavy metal de los 80 (Iron Maiden sería una válida referencia) con las más enérgicas de las nuevas concepciones metálicas de los 90, algo que saltó a la palestra con los cambios de ritmos imprimidos a los temas en las partes en que Dickinson y compañía habrían optado por punteos. Acto seguido, después de semejante primer acto, tras el típico, pertinente (e impertinente) chequeo de sonido, el derroche de energía esbozado y brutalmente plasmado por 36 Crazifists prosiguió de manos de Unearth, quienes, apoyándose en un metalcore indisimuladamente tintado de trashcore, se mostraron intratables, protagonizando con sus temas un bombardeo sonoro en toda regla: con unas composiciones interpretadas con guitarras de siete cuerdas, bajo de cinco y batería de doble bombo, con los disparos percutidos por sus mazas marcando y abriéndose paso con autoridad, como si de ráfagas de ametralladora se tratase, entre la nube volcánica (perdón, entre la nube metálica) generada, hemos querido decir. La descarga se sucedió prácticamente de tirón hasta los 25 minutos de actuación, dando lugar, junto con los temas de la trepidante recta final, a un devastador totum rovolutum sonoro que, pese a que tal vez no llevó al grupo a alcanzar el nivel de conexión logrado por los anteriores, no dejó indiferente a nadie; ¿estupefactos a algunos? ¿Noqueados? Es posible: tal vez por ello no reaccionaron ante su fuerza como ante la de los primeros en liza. Finalmente, pasadas las 22.15 horas, llegó la hora de la verdad para Atreyu, cabezas de cartel tal y como lo dio a entender el mayor volumen de la música y el funcionamiento a pleno rendimiento de los medios luminotécnicos dispuestos; el momento de Atreyu, banda en la que, con permiso del vocalista, brillaron sin excepción todos los instrumentistas: desde los guitarristas y bajista, verdaderamente espectaculares, efectivos y efectistas, hasta el baterista, quien, no contento con hacer sonar con verdadera contundencia y solvencia su instrumento de ¡triple! bombo, también hizo segundas voces durante todo el show, las de corte más melódico. Procedentes del sur de California, bajo un volumen brutal, Atreyu defendió un set que, erigido en torno a un metalcore con claras incrustaciones de hard-rock, se reveló menos borrascoso que el de los anteriores, incluso bastante claro y luminoso; llegando incluso a darnos la sensación de ser el arco iris tras la tormenta y buscando sus músicos siempre el espectáculo al más puro estilo yanqui: no en vano, ante el delirio de los poseedores de móviles con cámara, los guitarristas no dudaron en hacer sonar sus hachas a pie de suelo o, ya sobre las tablas, acompasados, de cara al público aquellas… de espaldas a los presentes. A un gentío que, si bien no muy numeroso (¿dónde estaba parte de la previsible parroquia local?) damos fe de que disfrutó del festival.

Caminando hacia la perfección

Concierto de Diabulus in musica

Fecha: sábado, 5 de junio.
Lugar: sala Movie, Aizoáin

Intérpretes: Diabulus in musica, formación integrada en directo dicho sábado por Zuberoa, a la voz, Gorka, a los teclados y a los coros, Adrián, a las guitarras, Alex, al bajo, Xabi, a la batería, y un coro integrado por seis personas. Como teloneros actuaron Vakumm e Hiverland.
Incidencias: concierto de presentación de Secrets, primer CD de la banda. 1 Hora de duración, bises aparte. Cerca de 2/3 de entrada, público de ambos sexos y diferentes edades que se mostró participativo.

Formados en 2006, enraizados en la tradición del heavy metal local aunque con indisimulados toques góticos, épicos y sinfónicos, Diabulus in musica presentaron en Movie los temas de su primer disco, y, como es norma en el género, lo hicieron a lo grande; incluso con el brillante concurso de un coro y con un buen número de amigos, como colaboradores estelares, haciendo justicia a su música… y suya igualmente la noche. Ante una asistencia discreta (el grueso del público llegó durante los pases de los grupos teloneros), la velada arrancó con Vakumm, novel formación de Iruñea que, tras descargar durante ½ hora su fuerza musicada, cedió el testigo a Hiverland; con disco nuevo bajo el brazo, The Return (algo así como una biografía cantada del grupo, un viaje por su historia a través de sus canciones), éstos, de Donostia, llenaron sus 30 minutos con un heavy metal facturado a caballo entre el power alemán más duro, derivado lo dicho de la ausencia de teclados, y, con vetas de speedmetal, la genuina sonoridad alcanzada por el género en los 80: con un acerado hecho musical que, rico en contundentes y adherentes melodías, nos recordó por momentos a los defendidos en la citada década gloriosa para el género por bastiones como Iron Maiden o Halloween. Y finalmente, presentado por Rudy Goroskieta, bajo la artificial nebulosa generada por la máquina de humo y la lluvia de haces blancos provocada por los móviles (qué contraste con el fuego simulado de los pequeños pebeteros rojos que flanqueaban la batería), perfectamente respaldados por las notas de un violín y los gritos de sus incondicionales, lo esperado por todos: Diabulus in musica a darlo todo, algo que, tal y como ya hemos apuntado, hicieron como se acostumbra a hacer en las grandes ocasiones: perfectamente acompañados sobre el escenario; no en vano, además del coro, integrado por cuatro voces femeninas y dos masculinas y presente en casi todas las canciones, subieron a las tablas hasta tres invitados más: Iván Marauri (vocalista en su día de Kizio), la soprano Maite Itoiz (a destacar el dueto ofrecido por ella y Zuberoa, por lindes más que cercanas a la lírica, sobre un fondo musical tejido únicamente por el teclista) y, en algunos temas, una violinista, llegando a coincidir en algún momento hasta ¡trece! músicos en escena… con lo que ellos supuso a la hora de sonorizar. Traduciéndose lo dicho en algún que otro acople que bueno, tampoco desvirtuó el concierto: una actuación de más que cuidada puesta en escena, diabólicamente celestial en lo que a orquestación, ropajes y plasmación final de las canciones se refiere, en la que, entre otras cosas, llamó nuestra atención el contraste, el premeditadamente buscado contrate entre las voces de Zuberoa y el teclista Gorka, antojándosenos ambas como las de la bella y la bestia.
Hacia la perfección, camino de dicho estado, he aquí hacia dónde demostraron marchar los músicos de Diabulus in musica, cualidad a la que, al igual que al horizonte de las utopías, se va, no sabiéndose si es posible o no llegar. En cualquier caso, rayando a gran altura, en ello demostró estar la banda por medio de este concierto, actuación con pretensiones (de perfección, toda vez que el heavy es uno de los estilos más perfeccionistas: no se nos malinterprete), en la que, como no podía ser de otro modo, todo se cuidó al detalle. Mediante un concierto que, a decir verdad, satisfizo a ellos y a los presentes.


Lluvia de magia y poderío

Concierto de Joseba Irazoki

Fecha: jueves, 3 de junio.
Lugar: Patio de los Gigantes, Iruñea
Intérpretes: Joseba Irazoki, a la guitarra y a la voz, acompañado por Felix Buff, a la batería, a los coros y segundas voces y a las percusiones menores.
Incidencias: segundo concierto del ciclo Kantu eta Hitza, actuación de presentación de Euria Ari Du, nuevo CD del artista. Muy buena asistencia; público de distintas edades que se mostró participativo. 1 hora de duración, bises incluidos.

Tal y como acostumbra cada vez que nos visita, el beratarra Joseba Irazoki compareció en Iruñea con nuevo CD bajo el brazo, Eruria Ari Du: disco cuya puesta de largo se tradujo en una auténtica lluvia de canciones especiales; de sugerentes sensaciones con forma de canción. O, si se prefiere, en una especial lluvia de canciones… realmente auténticas. En la línea de las de Irazoki, con su indiscutible marchamo más que presente en todas ellas, de lo más ricas en intensidad y poderío.
Ante un público que abarrotó el escogido recinto de Descalzos, acompañado únicamente por un baterista (curioso formato el elegido por Joseba en esta ocasión, y para actuar en eléctrico, no en acústico: creemos que hay que tenerlo muy claro, estar y sentirse muy preparado para salir así a tocar rock), el minoritario pero reconocido músico que llegó del norte acertó desde el principio a crear la atmósfera que mejor plasma cómo son sus canciones en directo: una atmósfera realmente envolvente para un hecho musical que, de fuerte impronta propia, gusto y preciosismo –a la hora de plasmarlo- a espuertas, se reveló, como siempre, a caballo entre lo sicodélico y lo progresivo. De una profundidad inusitada… para otros, que no para él o sus seguidores; unas composiciones que, excitantes paisajes musicados en cualquier caso, dejaron entrever latidos de fondo tan variados como interesantes: desde los de paisanos como Mikel Laboa o el siempre referencial Niko Etxart (nunca nos cansaremos de nombrar y reivindicar su figura, a descubrir todavía por muchos cuyas bocas se llenan de nombres bastante menos seminales) hasta, ya de la escena internacional, los procedentes de grandes pero poco conocidos o reconocidos por el gran público, como Leonard Cohen, Jim O’Rourke (de quien ofreció una versión) o Six Organs of Admittance. Los temas, de ritmos ya más pesados, ya más pensados o pausados, luciendo distintas sonoridades entre sí -como si fuesen pequeños mundos independientes-, se movieron como pez en el agua entre el folk rockerizado más experimental y el post folk, demostrando su interpretación ser toda una liturgia: y así lo pusieron de manifiesto hechos como sus trabajados desarrollos musicales (haciendo crecer las canciones, en todos los sentidos, siempre de menos a más), la presencia de los dos micrófonos que utilizó Irazoki para recoger su voz o la exquisita manera de tocar del baterista, el cual, de fina y contundente pegada, transmitiendo tanta seguridad como elegancia, damos fe de que llevó a cabo a las baquetas un trabajo tan delicado e intenso como Joseba a las guitarras, utilizando para hacer sonar su set ya baquetas, ya escobillas, y llegando a hacerlo incluso puesto en pie para acariciar o golpear, más allá de parches y platillos, donde creyó conveniente hacerlo. Incluso en los contornos de los tambores. Y todo ello, todo este universo sonoro, creado en medio de un ambiente tan distendido sobre como bajo el escenario, pergeñado sólo por guitarra y batería, sin que en ningún momento se echase en falta la presencia de más instrumentos.
Rara avis para algunos, parte de ese selecto club de artistas que de intuitivos y buenos en lo suyo, difícilmente llegan al gran público, Joseba Irazoki, si bien no tan mediático como otros, todo un clásico de nuestra escena, trajo gota a gota, nota a nota a Iruñea su nueva lluvia de canciones, ofreciendo una descarga de muchos octanos. Genio y figura, llena de magia y poderío.


Brutal

Concierto de Soulfly

Fecha: viernes, 28 de mayo.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Integrantes: Soulfly, formación integrada por Max Cavalera, a las guitarras y a la voz, Marc Rizzo, a la guitarras, Bobby Burns, al bajo, y Joe Nuñez, a la batería. Como teloneros, abrieron noche Khamul.
Incidencias: concierto de presentación de Omen, 8º CD de Soulfly. Hora y 10 minutos de duración, bises incluidos. ½ entrada larga, público que se mostró participativo.

Visceral, bestial. Brutal, he aquí, como si del sumatorio de las primeras palabras apuntadas se tratase, cómo se mostró el seminal Max Cavalera (Belo Horizonte, Brasil, 1969), al frente de Soulfly: formación que lidera desde 1997, una vez que abandonara Sepultura. La ceremonia metálica de alto voltaje que fue la velada arrancó con el asimismo visceral y bestial buen hacer de Khamul, teloneros de lujo que aprovecharon los 45 minutos de que dispusieron para desplegar su habitual contundencia; con catorce años de historia a sus espaldas y tres discos en su haber, los de Burlata salieron, en primer lugar, a disfrutar; a pasarlo bien en su día grande –fuera de cualquier duda-, pues no todas noches se comparte escenario con alguien como Cavalera: para ellos verdaderamente referencial. Así las cosas, dándolo todo física, espiritual y artísticamente, totalmente echados hacia delante; conscientes de que nada tenían que perder y sí seguidores que ganar, los comandados por Mikel… se salieron –directamente-, demostrando una vez más con sus canciones estar preparados para afrontar mayores cotas; con unos temas que, ya conocidos, ya inéditos, destilaron más, bastante más que buenas vibraciones, poniendo a ¿bailar? A prueba más bien, a temblar –incluso- los cimientos de la sala. Y a continuación, ante una asistencia a la que no sabemos si calificar de aceptable, de floja o de discreta (al igual que sucedería en otros casos, no tiene que sonar a nuevo decir que Cavalera, fuera de Sepultura, no arrastra lo que arrastraría en la banda madre), a las 23.15, Soulfly a escena. Sobre un escenario adornado con una bandera de Brasil (colores y escudo de la misma también lucieron serigrafiados en una de las guitarras de Max), entre constantes y acertadísimos cambios y volantazos rítmicos (una de las señas de identidad de la casa), la descarga, tan breve –a nuestro parecer- como contundente, se tradujo en un electrizante y devastador repaso por lo mejor de Omen y de la discografía de la banda, encontrando igualmente entre la omnipresente nebulosa de hardcore y metal, en dicho magma su lugar tres temas de los compuestos por Max en Sepultura: con su genuino regusto brasileiro, sus inequívocas y señeras connotaciones tribales y claras reminiscencias de batucada iluminándolos, claro está. Como, en líneas generales, parte de los que ha firmado en Soulfly; y es que la sombra de la primigenia y seminal formación sigue siendo alargada, toda vez que, además, Cavalera fue uno de sus fundadores. Bueno, y además de lo dicho, entre continuas arengas de éste al público en pro de su participación en la orgía de vatios y ritmos, algo que el respetable hizo dando palmas, botando sin piedad (lo mismo que el segundo guitarra, qué actitud la suya todo el tiempo) o, evidentemente, cantando en los temas más conocidos: fuera de toda duda los popularizados en su día por Sepultura, Refuse/Resist (ofrecido a la media hora de concierto), Troops Of Down o Roots, ya en los bises.
Dos meses después de que lo hicieran los actuales Sepultura, su alma mater pasó con Soulfly por Tótem, cerrando así el círculo de posibilitar a la afición local el poder comparar ambas formaciones; el pasado y el presente del seminal Max Cavalera. Bueno, y gozar de emblemáticos temas de los primeros por partida doble. Al igual que el pase de aquellos en abril, brutal.



Tragando y escupiendo rock & roll

Concierto de UGE

Fecha: jueves, 27 de mayo
Lugar: Black Rose, Burlata
Intérpretes: Eugenio Ortiz, UGE, a la guitarra y a la voz, acompañado por Turi, a la guitarra y a los coros, Charly, al bajo, y Adriá, a la batería. Como teloneros, abrieron noche Enblanco.
Incidencias: concierto de presentación de Escupes o tragas?, 2º CD de UGE. Hora y cuarto de duración, bises aparte. Público curioso, expectante y participativo.

Guitarrista de Extremoduro durante dos años (banda en la que entró en 1993 procedente de Los Q3, paralela a la citada y con Roberto Iniesta también a la voz) y fundador en su día de Clandestinos, UGE anda actualmente enfrascado en la presentación de nuevo CD, puesta de largo que arrastró hasta el Black Rose a un número… aceptable de personas. Eso sí, tan dispuestas como predispuestas a disfrutar de la actuación. En el marco de un programa realmente ambicioso (en primer lugar actuaron los riojanos Enblanco, a quienes no llegamos a ver), la actuación se centró en la interpretación de temas de Escupes O Tragas? –principalmente-, composiciones como Hasta Los Huevos, Revolución o Voy A Consumir que, ricas en transgresión y actitud, pusieron de manifiesto que el de Badalona ha dado un importante paso hacia delante en su carrera, demostrando las mismas tener impronta propia; madera de rock. Transmitir orgullo, credibilidad y talento, no tratando por decreto de reproducir los esquemas de las de Extremoduro: todo un acierto lo dicho, ya que, por otra parte, se nos antojaría suicida –desde el prisma artístico- y condenado de antemano al fracaso lo contrario; cosa de que Extremoduro ya esté inventado y de que, para bien o para mal, sea irrepetible. Y eso, madera de rock igualmente, de impenitente rockero, demostró atesorar a espuertas UGE dicho jueves, puntuando al respecto a su favor factores como el descaro, la acritud o las ganas echadas a la hora de tocar. El morro, el atrevimiento, plasmados en estos tiempos tan asépticos y políticamente correctos, por ejemplo, en la osadía de titular un disco Escupes O Tragas? Sí, en la línea de lo que hiciera el kíe de Extremoduro en 1997, cuando no dudó en titular su a la postre más vendido CD Iros Todos A Tomar Por Culo, demostrando al público, a la crítica y al sector más bienpensante de la industria que el rock, para ser superventas, no tiene por qué ser fino o condescendiente. Que dicho estilo ha sido, es y, en aras de su credibilidad, debe seguir siendo descarado, rupturista y provocador, adjetivos que, en el caso que nos ocupa, demostraron ir como anillo al dedo a propósito de temas como Me Gusta Que Me Digas Lo Puta Que Eres, Pepe Botika (¿Dónde están Mis Amigos?) –recuperado de la ‘mili’ de UGE en Extremoduro- o Una Bomba K Mate Solo Gilipollas, ofrecida como bis. Que el rock, en resumen, es y ha de seguir siendo lobo, no ovejita. Que no ha de esconderse bajo formalismos ni piel de cordero alguna. Bajo ropajes y formas más propias del pop, al gato, gato, y a la liebre, liebre: y es que, en caso contrario, el hecho artístico resultante sería otro cantar, no rock: pop-rock, punk-pop o pop a secas, pasto de habituales de estanterías de planta joven de grandes almacenes: algo, por otra parte, igualmente respetable… Pero no rock.
El último jueves de mayo teníamos una cita con el viejo UGE, y nos alegramos de redescubrirle; de comprobar que tras años de tragar y tragar rock & roll ahí está, escupiéndolo. Esparciendo, allí donde le dejan, vida y rock & roll genuino del que escupían los bafles de bares como el Black en los 90. Devolviendo desde los escenarios parte del aliento, del alimento recibido, y haciéndolo con corazón. Con el corazón, como si de un movimiento de sístole y diástole se tratara. Demostrando fuera de toda duda, en suma, que es posible la esperanza; que el rock transgresivo sigue vivo.

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