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18/5/10

¿QUÉ TAL LOS CONCIERTOS? CRÍTICAS DE MAYO; KENZAZPI, DOCTOR DESEO, ILEGALES, LAUROBA, LAS CULEBRAS, B-VIOLET Y TURBONESKAK Y PABLO MORO

Pequeños placeres pero grandes

Concierto de Pablo Moro

Fecha: viernes, 21 de mayo.
Lugar: Singular Club de Pop, Iruñea.
Intérpretes: Pablo Moro, a la guitarra acústica y a la voz.
Incidencias: presentación de Pequeños Placeres Domésticos, tercer trabajo del artista; hora y 1/2 de duración, bises incluidos. Asistencia aceptable, público joven, principalmente femenino, que disfrutó de la velada.

Siendo el placer como es, una sensación, ¿es posible calibrarlo? En caso de que sí, ¿Atendiendo a qué? ¿A su esencia, esto es, a las causas que lo producen? ¿A las consecuencias del que lo recibe? Así las cosas, pueda medirse o no la intensidad de los placeres, he aquí el porqué del título elegido para encabezar la presente crítica: es que así fueron los sugeridos por las, a nuestro juicio, igualmente pequeñas pero grandes canciones de Pablo Moro: pequeños, atendiendo a su aparente fragilidad y al formato en que fueron presentadas –si se quiere, únicamente por él defendidas en directo-, pero grandes, atendiendo a cómo las recibieron los presentes: cosa de la inmensidad de muchas de sus letras y de la intensidad con que fueron ofrecidas. Un público, dicho sea de paso, al que le costó llegar al emblemático club de pop de la ciudad, mostrándose a una con el desarrollo del pase cada vez más implicado en el concierto; demostrando con sus aplausos y sus espontáneos gritos ser pocos pero estar por la labor… hasta el punto de conseguir que Pablo, tras terminar su set, tuviera que salir hasta en tres ocasiones, logrando de ese modo, a canción por cada nueva comparecencia, satisfacer en parte las ganas de verle que sus seguidores locales demostraron tener.
Con tres discos en el mercado y una trayectoria que se nos antoja apasionante, estudiante de filología en su día por más señas (dato que tras escuchar sus letras, tan bonitas y originales como trabajadas, no nos ha sorprendido conocer), el de Oviedo, de lo más locuaz y comunicativo, arrancó con Smoking Point, tema de su brillante segundo CD al que siguió Como Caídos Del Cielo, de Emepetreses, su álbum debut: composiciones que, mostradas en esencia totalmente, sin artificios embellecedores gratuitos, trampas ni cartón, dejaron claro lo siguiente: que realmente fue un acierto asistir a esta actuación; a un concierto al que por otra parte, lo reconocemos, fuimos porque se cayó el de la formación ‘original’ de Barón Rojo. Pero lo dicho, que en buena hora decidimos ir. A caballo entre el rock melódico de corte más pop y la canción de autor, en medio de un ambiente tan familiar como distendido, pronto encontraron su lugar temas del CD que se presentaba como Aldrin, Gente Feliz o La Mejor Manera, composiciones que, pequeñas joyas musicadas en su conjunto, en la línea de las primeras ofrecidas, nos trajeron a la memoria por momentos incluso ciertas maneras de Quique González. Y en otro orden de cosas, al igual que las de aquel en los tiempos previos a hacer cumbre, llevándonos también a pensar que son merecedoras de un mayor reconocimiento. ¿Más temas a destacar? Ya nuevos, ya viejos, por su condición de poemitas llenos de reflexiva realidad, y de tantos quilates como aparente levedad, pildorazos como Bagatelas, Canción De Cuna, Empate A Cero (cuyo texto denotó a las claras que tal vez Sabina sea uno de los maestros de Moro), Jólivuz o El Último Vals, con el que el ovetense, he aquí una de las constantes de la noche, sacando todo el partido posible a la conjunción de sus cuerdas vocales y las de su guitarra, cerró en apariencia la velada; y es que, por rigurosa petición popular, tuvo que ofrecer Vozka Y Caramelos, antes de despedirse definitivamente con Sirena Varada y Chicos Listos, cantados los tres por un público que demostró saber sobradamente a quién había ido a ver y que en estas condiciones, sin agobios, disfrutó de un concierto de auténtico lujo; sí, por partida doble lo del lujo, más allá que sólo desde el prisma artístico. Se mire como se mire, lleno de pequeños y grandes placeres.


Las chicas son rockeras

Concierto de Las Culebras

Fecha: viernes, 14 de mayo.
Lugar: Big Star Music Club, Atarrabia.
Intérpretes: Las Culebras, banda integrada por Kriss Teen y Olaia Heep, a las guitarras y a las voces, Marga Malaria, al bajo y a la voz, y Karmen Kobra, a la batería y a la voz. Como teloneras, abrieron la velada Turboneskak y B-Violet.
Incidencias: concierto de presentación de Marvellous, nuevo CD de Las Culebras. Hora y 15 minutos de duración. Buena entrada finalmente. Los conciertos comenzaron a las 22.00 horas, actuando las bandas teloneras durante 45 minutos cada una.

Como si de celebrar el Día de la Mujer Rockera se tratara, de un 8 de marzo –musicalmente hablando-, el 14 de mayo se citaron sobre el pequeño escenario de la otrora Tótem Classic tres bandas integradas por mujeres: las gasteiztarras Turboneskak (las más bisoñas de la tríada, con chico a la batería -dicho sea de paso-), las catalanas B-Violet, las más laureadas y en activo desde 1995, y Las Culebras, anfitrionas por su condición de grupo local, cabezas de cartel y en la palestra estos días por estar presentando su segundo CD. Unas bandas estas tres que, veintinueve años después de que Coz proclamara a los cuatro vientos su convicción de que las chicas eran guerreras, vinieron a corroborar lo dicho con sus instrumentos y canciones, mostrándose así sus integrantes en escena. Bueno, guerreras o, como hemos titulado estas líneas, rockeras. Guerreras y rockeras, voces sinónimas fuera de toda duda, da lo mismo o lo mismo da.
Ante una asistencia que, paupérrima en un principio, nos hizo temer lo peor, la noche comenzó con el agreste y voluntarioso hacer de Turboneskak, banda que trató de compensar su comprensible falta de tablas con enormes dosis de audacia: con la ilusión del debutante –poco menos-, imprescindible la misma para todo aquel, aquella –en este marco-, que decide lanzarse a la piscina; y más si decide hacerlo a una piscina como ésta, la del rock & roll, algo que saltó a la vista de manos de unas canciones que, más o menos trabajadas, apuntando maneras, luciendo distintos niveles de transparencia musical, demostraron cierta falta de empaque. Necesitar más horas de bajera… o de ensamblaje y rodaje fuera de ella. Con la mayoría de los presentes ya en la sala, a continuación ocuparon el escenario B-Violet, vencedoras del prestigioso ‘Villa de Bilbao’ en 1997 que ahí siguen, con cierta aureola de grupo de culto, pateándose clubes y garitos con su personal propuesta musical: erigida la misma sobre una concepción del hardcore que, ecléctica por definición (en la línea del crossover defendido por las bandas catalanas de los 90, una de las señas de identidad de casi todas ellas) escorada hacia lo que desde finales de los 80 se dio en llamar post-hardcore, se nos antojó una vez más tan pasional, atormentada y tempestuosa como sugerente. Eléctrica, electrizante y riquísima en atmósferas de rock progresivo y psicodélico, algo que quedó de manifiesto por medio de unas canciones cuyos impulsivos ritmos y carga emocional en todo momento fueron increscendo: algo, además, acrecentado por la actitud de las instrumentistas, quienes sintiendo las vibraciones musicales como nadie, moviéndose cual resortes a su compás, a pesar de su papel de sherpas, se hicieron, a nuestro juicio, con la cima artística de la velada. De una noche que, a partir de las 0.00 horas, pasó a pertenecer a Las Culebras, quienes totalmente echadas hacia delante, con su viperina tripleta atacante de hachas y voces, perfectamente ensambladas las mismas, batiéndose con arrojo y descaro desde la primera línea, acertaron a hacer diana con sus picaduras con formas de canción; a inocular el veneno del rock a los presentes con unos temas pegadizos, perfectamente accesibles y muy bien plasmados: cosa de los juegos de voces y de los timbres de las cuatro ‘culebras’ implicadas, más que idóneos para un hecho musical así. Para unas canciones que, al igual que las de las bandas restantes, hicieron buena la condición por excelencia de todas las chicas esta noche; fuera de toda duda, por su música y sus ganas y actitud.


Intensidad, fuerza y personalidad

Concierto de Lauroba

Fecha: Miércoles, 12 de mayo.
Lugar: Ake, Txantrea.
Intérpretes: Lauroba, grupo formado por Iker, a la guitarra y a la voz, Alain, a la guitarra, Borja, al bajo y a los coros, y Haritz, a la batería.
Incidencias: concierto de presentación de …Egunarekin, 2º CD de la banda. ½ hora de retraso, hora y 10 minutos de duración. Asistencia muy discreta.

Lauroba, banda donostiarra que toma el nombre del apellido de los hermanos Iker y Haritz (vocalista y baterista del grupo respectivamente) regresó a AKE con motivo de la puesta de largo de su segundo trabajo, protagonizando un concierto tan intenso… como cercano, para quienes se dieron cita. Para las poquísimas personas que dicha noche acudieron a la sociedad de la Txantrea. La actuación, de marcada intensidad guitarrera, se tradujo básicamente en la interpretación de los temas del flamante nuevo disco, aunque tampoco faltaron pelotazos como Ez Nintzen Irten Behar, Nun Zaude o Hemen, ofrecidos en la recta final y extraídos de su a nuestro juicio sobresaliente álbum debut.
Como si de rendir homenaje a sus orígenes se tratara, la velada arrancó con un tema de la primera maqueta del grupo, composición que dio paso a Larrosa Usainik Ez, del gran Gauari Gauarekin; y tras ofrecer los citados como si la cuestión fuera telonear con ellos a los nuevos, comenzaron a sonar éstos: los llamados el miércoles, su día –en otro orden de cosas-, a protagonizar el plato fuerte.
Las nuevas composiciones de Lauroba, articuladas nuevamente sobre poderosas melodías y con marcada impronta propia todas ellas, dejaron claras dos cosas, desde el principio: lucir una misma esencia -pese a brillar, cosa de los destellos propios de cada una, con diferente fuerza-, y, rezumando sonoridad y fuerte personalidad propia, sonando a ellos (tal y como ya ocurrió con las de su álbum debut), tener gancho suficiente como para cautivar a cuantos potenciales oyentes les pongan por delante. Las canciones, perfectamente arregladas, se mostraron ricas en desarrollos musicales y en vetas estilísticas realmente coloristas, luciendo siempre a caballo entre el rock con regusto a pop guitarrero y viceversa; transportando, eso sí, de un ambiente musical a otro a los asistentes sin pronunciados saltos. Sin sobresaltos: cosa, esto último, de lo bien empastados que demostraron estar en todo momento música, espíritu artístico y voz, una voz que, a nuestro juicio, viene a matizar a la perfección el resultado final: sin aportarle rabia pero, a un tiempo, sin restarle fuerza. Claro, lo hasta aquí apuntado está muy bien, pero, a tenor de lo visto, ¿cuál puede ser el problema? Que el hecho musical final tal vez resulte light para los rockeros… y duro para los seguidores del pop.
Lauroba, he aquí un apellido poco común dando nombre, personalizando el de un grupo poco común asimismo. Dotando de personalidad al proyecto. Al igual que apellidos como… Amaral –por ejemplo-. El de Eva Amaral, ¿os suena la historia? Otro apellido que tal, que viene a denotar fuerza, tras personificar a las claras un proyecto. Una propuesta que, en el caso de la banda que hoy nos ocupa, no debería pasar desapercibida; un grupo éste que completó el repertorio con paso firme y seguro, comportándose en escena como si el local estuviera lleno. Sin ningún tipo de reproches (algo que no siempre pasa en estos casos), dando a entender con su actitud que quienes asistieron, pese a ser pocos, no eran culpables de que otros no lo hubiesen hecho. ¿Algo más que decir? Que, en resumidas cuentas, Lauroba va. Que prosigue viaje con su segundo CD, lo que no es poco. Y editado por sello discográfico, un valor añadido en nuestros días; y que tal vez exploten tarde o temprano, como en su día los actualmente triunfantes Kenzazpi, banda a la que le costó despegar: que a nadie pille de sorpresa. En fin, a ver si se hacen con su hueco sin morir en el intento.


Ilegal chulería y arrogancia

Concierto de Ilegales

Fecha: sábado, 1 de mayo
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Ilegales, trío integrado por Jorge, a la guitarra y a la voz, Alejandro, al bajo, y Jaime, a la batería.
Incidencias: Concierto enmarcado en la gira Adiós, amiguitos, de despedida de la banda. Actuación de dos horas de duración, un bis incluido. Asistencia discreta, público de ambos sexos que, integrado por incondicionales, se mostró participativo.

La gira de despedida de los legendarios Ilegales (en activo bajo tan impactante nombre desde 1980) pasó por Iruñerria dejando muy buen sabor de boca en general. Muy buenas vibraciones, tanto las canciones en sí (verdaderos himnos o anti himnos generacionales muchas de ellas) como la forma de Jorge de plasmarlas en directo: de un frontman que, muy locuaz y comunicativo, haciendo gala una y otra vez de la chulería y la arrogancia que se le presupone al rock & roll –o que al menos, en tiempos, se le presuponía-, demostró desenvolverse en escena como pez en el agua; tener el culo pelado –que se dice-, tan pelado (dicho con todos los respetos) como su cabeza, algo que hizo ya cantando, ya presentando u opinando sobre los temas y sus circunstancias sin pelos en la lengua. Sin dejar indiferente a nadie: mucho menos a su pequeña legión de seguidores, un público que, aunque se dio cita en la sala de Atarrabia en número menor de lo esperado, se volcó con total complicidad en la actuación.
Tras caerse del cartel L2 a última hora por inoportuna afonía de su vocalista, Ilegales abrieron fuego pasadas las 22.30 con Motín En La Prisión, tema de su último CD, Si La Muerte Me Mira De Frente Me Pongo De Lao, al que siguió el referencial, atemporal y definitorio Tiempos Nuevos, Tiempos Salvajes, todo un golpe de mano para empezar. El viaje en el tiempo que, en buena medida, vino a ser el concierto (todo un lujo el mismo para los seguidores más acérrimos, poder disfrutarlo sin agobios, en estas condiciones) continuó con temas como Hacemos Mucho Ruido y Hombre Solitario, composiciones que sonaron enlazadas dejando entrever con claridad una de sus principales señas de identidad: su capacidad para aunar las melodías, realmente pegadizas, con el carácter enigmático, crudo o, directamente, provocativo de sus textos: de unas letras que, inquietantes siempre, en casos como los de Yo Soy Quien Espía Los Juegos De Los Niños u Hola Mamoncete demostraron no haber perdido ni un ápice de actualidad; ¿otros a destacar? De sencillas pero efectivas hechuras en todo momento (otra de las señas de identidad de las canciones), Chicos Pálidos Para La Máquina, Lavadora Blues (la más antigua del repertorio y de discutible letra en los presentes tiempos… salvajes para muchas mujeres; ¿que cómo justificó Jorge su composición? ¡Echándole la culpa a la influencia de los hippies! ¡Al Hey Joe de Jimy Hendrix, tema que acto seguido, tras socarronas críticas a los mismos, versioneó!), o, dentro de un mare magnum de clásicos, Caramelos Podridos (más conocida por su estribillo, Soy un borracho), Odio Los pasodobles, Problema Sexual y Destruye, con la que se despidieron antes de volver al escenario del crimen para ofrecer el hit Soy Un Macarra.
Capitaneados por un Jorge que, tan carismático como personal y peculiar, cumpliendo su rol a la perfección, se mostró en ocasiones ácido, caústico y sarcástico por demás (cómo le hace justicia lo que canta), Ilegales trajeron por última vez a Nafarroa su estimulante propuesta musical, una de las más rupturistas y desafiantes de cuantas avivaron los 80. De las más originales (esencia, sonoridad y marchamo propio a espuertas, lo que tanto echamos en falta en las actuales bandas de rock) y, por ello, atemporales. Llena la misma de rock & roll y, por ello, de chulería y arrogancia. De ilegal chulería y arrogancia.


Un grupo de 10

Concierto de Kenzazpi

Fecha: viernes, 30 de abril.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Eñaut Elorrieta, a la guitarra acústica, eléctrica, y a la voz, Beñat Serna, a la guitarra eléctrica, Igor Artzanegi, al bajo, Iñaki Zabaleta, a los teclados, y Ion Fresko, a la batería.
Incidencias: concierto de presentación de Ken Zazpi Urte, nuevo CD de la banda. 2 horas de duración, bises incluidos. ½ entrada, público mayoritariamente femenino que se mostró participativo.

Se llaman Kenzazpi, son uno de los puntales artísticos, de los valores más solventes de la actual escena de Euskal Herria, y están presentando Ken Zazpi Urte, un CD grabado en directo y titulado así por lo siguiente: jugando con su nombre y con el tiempo transcurrido entre la publicación de su álbum debut (Atzo Da Bihar, GOR, 2001) y el comienzo de la gira que dio lugar a la grabación de dicho directo, iniciada en 2008. Eso sí, a tenor de lo visto en Tótem, damos fe de que aunque zazpi, el siete, sea por excelencia el número de referencia de la banda, ésta es una formación de 10: cosa de la calidad de las canciones y de la que demostró atesorar el pasado viernes el quinteto que las defendió en directo; de la sobresaliente puesta en escena en general.
Ante una sorprendente media entrada, sobre un escenario repleto de útiles sonoros y de iluminación (los músicos tuvieron que acceder al mismo por delante ante la imposibilidad de entrar por detrás), la actuación comenzó con Hegoak Astindu, tema nuevo que, de sonoridad a medio camino entre la ya característica de la banda y otra, ciertamente más ‘disco’, dio paso a tres de las que abren Ken Zazpi Urte: Nire Lurrari, Itxaropena y Ez Nau Izutzen. Perfectamente cantadas por Eñaut, uno de los vocalistas más efectivos del país; entre efectistas y espectaculares juegos de luces, bajo un señor arco iris creado sobre uno de los puentes por los mismos (no diremos ‘colorista’ para no caer en innecesarias redundancias), la exquisita y, a un tiempo, poderosa concepción del rock de Kenzazpi encontró su siguiente estación en Irri Bat, tema de su referencial primer CD: junto con Argiak, el cuarto, principal yacimiento de canciones del directo que están presentando, tal y como lo dejaron entrever en los puntos más calientes de la velada interpretaciones como las de Olatuz Olatu o Bihar, del susodicho Argiak, o las ya legendarias Malen y Haizea, del primero; de poderoso latido artístico y emocional todas ellas, dando sus ritmos la sensación de hacer bailar incluso a los haces disparados por los móviles a pie de entarimado: los cuales, alborozados, se movían imparables a su compás; ¿más momentos a destacar? Los vividos a propósito de la plasmación en vivo de Gernikan (bajo significativos tonos rojos y el inquietante rugir de una aviación para nada en son de paz: qué espectáculo cargado de significado en días como éstos, en los que se conmemora el vigésimo tercer aniversario del bombardeo), los ofrecidos por el homenaje brindado a Mikel Laboa, con la sala en pleno entonando su Txoria Txori o, durante la interpretación de Bihar, los deparados por Eñaut, cantando ya a ras del suelo, ya ¡sobre la barra! Finalmente, tras ofrecer un segundo tema nuevo (la banda tiene intención de publicar nuevo disco en diciembre), el concierto, la presente explosión de sentimientos, luz y sonido, encaró sus últimas txandas con Zapalduen Olerkia (a la primera), Askatasun Oihua, Noizbait y Zebat Min, a la segunda, y, por petición popular masiva, con Illargia a la tercera, siendo ésta la vencida y definitiva.
Pese al omnipresente y emocional cordón umbilical motivado por las sempiternas circunstancias, el rock euskaldun del tercer milenio, en verdad, poco tiene que ver con el de los 80: y así lo demostró Kenzazpi por medio de este concierto, en el que no escamotearon ni arte musical ni medios para plasmar sus canciones. Un vez más, de 10 la banda en directo.


Bosquejando la cartografía del deseo

Concierto de Doctor Deseo

Fecha: sábado, 24 de Abril.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Doctor Deseo, banda formada por Aitor Toro, a la guitarra y a los coros, Josi al bajo y a los coros, Francis a la voz, a la guitarra y a la pandereta, Raúl a los teclados, y Txanpi a la batería, apoyados por un VJ y, en algunos temas, por un violinista adicional.
Incidencias: Concierto de presentación de Deseo, Cartografía Imposible, nuevo CD del grupo. 2 horas y media de duración, bises incluidos. Muy buena entrada, casi lleno. Público que, con importante presencia femenina, se mostró participativo.



Tratando de poner puertas al campo de dibujar el mapa, la imposible cartografía del deseo, como llevan haciéndolo desde mitades de los 80: con tan sugerente como utópica intención -y nuevo CD bajo el brazo, conceptual, con dicho tema como eje en esta ocasión- regresó Doctor Deseo a Nafarroa, protagonizando un gran y, para muchos, balsámico concierto: tanto desde el prisma de la asistencia registrada como desde el terapeútico-emocional o el puramente artístico. Sobre un escenario en el que llamaban la atención la presencia de tres pantallas leds, bajo pasionales haces color rojo intenso (he aquí la tonalidad dominante de la noche), la música, tras una introducción rica en aires árabes y connotaciones de deseo, se hizo canción de manos de lo que, con enormes dosis de deseo, lujuria –en algunos casos- y avaricia, demostraron sentir la totalidad del público asistente y la banda, de forma recíproca: Hambre Y Sed… de Ti, tema cuya interpretación dio paso a otro del disco que se presentaba, Destrozos, Promesas Y Arrepentimientos, antes de ofrecer uno más viejo entre sugerentes sombras chinescas que dibujaban insinuantes posturitas en la pantalla de fondo, Jugaba El Placer Al Escondite. Siguiendo como principal tónica la alternancia de temas nuevos (sonaron los diez que integran la nueva grabación) con la de otros, en algunos casos, realmente legendarios, el show paralelo al musical que siempre desarrolla Francis en directo se plasmó por vez primera a propósito de En Aquellos Ojos Negros, tema que, como si el frontman estuviese en un cabaret, ofreció paseando sobre una de las barras. ¿Canciones nuevas a destacar? Que Amanece De Nuevo, vals para el que se contó con la complicidad de María Martín al baile y a la voz, y De Chocolate Y Vainilla, una de las cimas artísticas del nuevo disco, ofrecida con colaboración de bailarina virtual incluida desde la pantalla. Y de las viejas… Casi todas que sonaron: Abrázame (por siempre una de las cotas emocionales del repertorio de la banda), A Mi Pequeña María o Danzing In The Hell, perfecta muestra de la adaptación del grupo a los sonidos del nuevo siglo: con sus bases realmente escoradas hacia el tecno, claro estandarte de la nueva sonoridad de la formación, algo que también dejaron entrever temas como Mi Torpe Corazón, La Química Precisa o Fugitivos Del Paraíso, último en sonar antes de unos bises que, entre otras, se tradujeron en las interpretaciones de la nueva Lágrimas De Placer (de impactante y reflexivo final) y Una Mujer Rota, Suspira Y Conspira y la referencial Corazón De Tango, antes de cerrar con Morir En Bilbao: ofrecida ésta con Iñaki Uoho Antón, ingeniero de grabación y productor del nuevo disco, a la guitarra de Francis.
Entrega, gusto y actitud a la hora de plasmar los temas, unas composiciones, sobre un fondo tintado de noches, amores y desamores, ricas en amoralidad y deseo. Arte, calidez (puro fuego, mejor dicho) y calidad a espuertas a la hora de hacerlo, he aquí las claves para entender el desarrollo del presente concierto. El porqué de las caras de satisfacción de los y las pacientes de tan peculiar doctor cuando abandonaban Tótem: dicho sábado, no menos peculiar consultorio. Una vez más, cantando al deseo sin tapujos ni tabúes, tratando de definir, de cartografiar lo imposible, muy bien Francis y los suyos.

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