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14/5/10

IRUÑEA FREE MUSIKALDI: CRÍTICAS Y VALORACIÓN FINAL!!



La veteranía fue un grado (I)

Festival ‘Iruñea Free Musikaldia’. Actuaciones de Gualitxo, Gatibu, Toy Dolls y The Bon Scott Band>

Fecha: viernes, 7 de mayo.
Lugar: Pabellón Anaitasuna, Iruñea.
Incidencias: 1º de los dos conciertos organizados por la Federación de Peñas de Pamplona. Asistencia discreta, público preferentemente treintañero y cuarentón. Las actuaciones, de alrededor de 1 hora de duración, comenzaron a las 20.30, alargándose hasta más de las 2.00 de la madrugada.

La actualidad musical del pasado fin de semana estuvo marcada por el doble programa de conciertos organizado por las peñas, cita de la que, a grandes rasgos, podemos decir que dejó dibujada una significativa estela de luces y sombras: cosa de las actuaciones ofrecidas, de altísimo nivel todas ellas, y del poder de convocatoria de las mismas, por lo que fuera, los dos días, inversamente proporcional. Eso sí, refiriéndonos a las del viernes (mañana valoraremos el devenir de las del sábado y expondremos nuestra valoración general) podemos dar fe asimismo de que la veteranía continúa siendo un grado, demostrándose este primer día lo dicho con creces a ambas alturas del escenario: ya, sobre el mismo, con el concierto ofrecido por los veteranos Toy Dolls (de ellos fue la noche, ellos fueron quienes tiraron de la misma, a nuestro juicio) ya, a pie de cancha, a la vista de la edad de la mayoría de quienes se dieron cita, un público que no llegó a completar ni una tercera parte del recinto y que, contadas excepciones aparte, sólo se mostró participativo durante la actuación de los por el legendario ‘Olga’ comandados.
Sacada adelante como el resto de las actividades, Sanfermines aparte, llevadas a cabo por las peñas, contra viento y marea y sin subvención ni patrocinio alguno, sobre un escenario cerrado por una pancarta en la que se podía leer tanto en castellano como en euskera No + ataques a las peñas, la velada, en medio de un ambiente desangelado, comenzó a cobrar forma bajó los ritmos mestizos y festivos de Gualitxo, banda a la que le tocó en suerte luchar contra el vacío; y en tan desigual combate, ¿cómo se lo hicieron? Con soltura y buena cara, tratando de compensar la falta de espectadores con su embrujo y hechizo. A continuación, media hora después, fueron Gatibu quienes se hicieron con las riendas del escenario, banda que, perfectamente comandada por un Alex que, una vez más, se mostró imprescindible al timón (cómo llenó la tarima con sus característicos movimientos y su voz), a pesar de intentarlo una y otra vez, no terminó de conectar. De lograr que sus temas se tradujeran en efusión: y es que, tal y como hemos señalado, a pesar de que también hubiera gente suya (en las primeras filas preferentemente) nos tememos que éste no era su concierto: que el mismo era de los Toy Dolls, de quienes bien podemos decir que, con su salida, acudieron al rescate del festival, haciéndose además de con las riendas del escenario con las de la noche desde su primer minuto de actuación; logrando que el público, tras concentrarse en la cancha, no dejara de bailar y cantar. Su show, iniciado ¡40! minutos de reloj después de que terminaran Gatibu (poco, a la vista del escandaloso retraso con el que comparecieron el sábado Los Delinqüentes), se tradujo en la interpretación de buena parte de sus clásicos, dando totalmente en el clavo a la hora de encandilar a los presentes con su música, tan desenfadada como vigorosa; con esa concepción suya del punk tan rica en connotaciones y vibraciones incluso más bien propias de los dibujos animados. Como su puesta en escena, en otro orden de cosas. Finalmente, tras otros 35 minutos de espera, ante una cancha visiblemente más vacía, compareció The Bon Scott Band, grupo tributo que con sus versiones de clásicos del rock estatal de acedecera sonoridad (Hay Poco Rock & Roll, de Platero y Tú, o No Hay Tregua, de Barricada, con los que empezaron) y otras, de AC/DC, aportó su granito de arena al combate contra los elementos –más que al festival, a estas horas- en el que le tocó lidiar, poniendo de forma más que digna, eso sí, el broche final a esta primera jornada del conciertos.



‘Iruñea Free Musikaldia’, 2ª entrega: crítica y reflexión final

Actuaciones de Espíritu de Contradicción, Des-Kontrol, La Vela Puerca, Koma y Los Delinqüentes

Fecha: sábado, 8 de mayo.
Lugar: Pabellón Anaitasuna, Iruñea.
Incidencias: 2º de los dos conciertos organizados por las Peñas de Pamplona. Las actuaciones comenzaron a las 20.00, alargándose hasta las 3.00 de la madrugada.

Salvo en lo referido a la media de edad del público asistente, de la segunda y última entrega del festival de las peñas podemos decir que, en general, discurrió por los mismos cauces que la primera: marcada por la variedad estilística, la calidad y las ganas de las distintas bandas (nada que objetar, salvo, si acaso, la duración del bolo de los sobre el papel cabezas de cartel) y por la no asistencia otra vez de todo el público que se esperaba, hecho que debería llevar a la organización a plantearse algunas cuestiones: ¿Qué falló? En un festival así, de indiscutible raigambre popular, ¿por qué casi no había gente joven (principalmente el viernes) y, más allá de los voluntarios, apenas socios de las peñas? ¿Qué pasa en Iruñea? El gris Barcina, ¿se está adueñando de todo?
La velada, condicionada también por el señalamiento de los partidos de la liga de 1ª para las 21.00, comenzó con el impulsivo rock de Espíritu de Contradicción, prosiguiendo con el frontal street-punk de Des-Kontrol: banda cuya presencia plasmó totalmente la valentía de los organizadores a la hora de programar, acertando los músicos a la hora de dar rienda suelta a su rabia contenida (motivos no les faltan) como procede en un grupo como éste; con auténtica rabia... incontenida; ¿la pena? Que apenas hubo testigos de ello, pues al grueso del público le costó llegar. Los terceros en liza fueron La Vela Puerca, multiformación uruguaya que, prácticamente desconocida para muchos (excepto para los de adelante, quienes los recibieron con cánticos y ondear de banderas del país), sorprendió y dejó buen sabor de boca: cosa del hecho musical que brindaron, el cual, rico en fusiones y coloristas vetas estilísticas, aunó a la perfección los conceptos de rock y fiesta. Y acto seguido, los a la postre llamados a llevarse el gato al agua en lo que a respuesta del público se refiere, Koma: de un público que, como siempre, disfrutó con ganas de la artillería pesada de la banda. Y es que, al igual que de los Toy Dolls el viernes, damos fe de que el sábado… de Koma fue el concierto. De unos Koma que, a una con los años, además, cada vez demuestran ser más grandes en directo. Y llegados a este punto, vayamos con el borrón de la noche… y, por extensión, del Iruñea Free Musikaldia: la actuación, la escueta actuación (de 50 minutos de duración) de Los Delinqüentes, quienes tuvieron a bien salir pasadas las 2.10: ¡70! minutos de reloj después de que concluyera la de Koma, ofreciendo un pase no exento de calidad pero que, por unas cosas u otras (estaría bien que alguien explicara qué pasó), no satisfizo a nadie.
Pasó el Festival de las Peñas, evento que, a tenor de lo contado estos días, nos lleva a hacer ciertas reflexiones; haciendo de abogados del diablo -si se quiere-, partiendo del siguiente punto de partida: a la hora de enjuiciar conciertos, ¿de qué hay que hablar? ¿Del hecho artístico, únicamente? ¿De la asistencia registrada? Si las figuras de un equipo de fútbol –por ejemplo-, en un partido importante, ante un tercio de entrada en el estadio se hinchan de meter goles, ¿de qué se habla? ¿De la falta de espectadores?
Así pues, en el caso que nos ocupa, ¿de qué hablar? La Federación de Peñas puso toda la carne en el asador, los grupos cumplieron, el sonido estuvo a la altura… Siendo esto así, ¿qué falló? ¿Qué falla, mejor dicho? A nuestro juicio, que de unos años a esta parte los festivales montados al modo de los 80 no funcionan; ojo, no el Anaitasuna como recinto para hacer conciertos (ahí están los éxitos recientemente cosechados por El Barrio o Estopa), sino dicho modelo ochentero; el agrupar bandas de diferentes estilos en pro de lo que sea, ya festivo, ya reivindicativo; ¿por qué? Por la actual oferta musical (a los grupos llamados a actuar es posible verlos en cualquier sala, algo impensable décadas atrás), y porque, por lo que sea, en lo que respecta a la asistencia a dichos festivales, no hay relevo generacional. Estaría bien pensar en ello y reflexionar.


TOY DOLLS








Y AHORA, LOS DEL VIERNES

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