MARTXA, MARTXA CON NUESTRA FANFARRE!! (QUE USTEDES LO PASEN BIEN) )

2/2/15

CRÍTICAS DE FEBRERO: ATTIKUS FINCH, KELLY KAPOWSKI, DINERO, SORRY MAMMA, M-CLAN, VOLTAIA, BERRI TXARRAK, RUPER ORDORIKA, EL DESVÁN...


Mezclar agua con aceite

Conciertos de Attikus Finch, Kelly Kapowski, Dinero y Second

Fecha: sábado 14 de febrero.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Incidencias: más de 4 horas y media de música en directo. Asistencia discreta, unos tres centenares de personas.

En la variedad puede estar el gusto, no vamos a decir que no; tan cierto como lo siguiente que vamos a afirmar: que se mire como se mire, en cualquier orden de la vida,  no se puede mezclar agua con aceite. En el presente contexto, rock (el denominador común de los igualmente variados hechos musicales de los tres primeros grupos en cartel) con música indie: solo así, independientemente de la calidad atesorada por las cuatro formaciones implicadas, podemos explicarnos la asistencia registrada en Tótem; y es que sumar propuestas de diferentes calados artísticos no acostumbra a ser garantía de sumar públicos distintos, tal y como quedó demostrado en la sala de Atarrabia.
La velada, con un tiempo para los grupos locales y otro para las bandas visitantes,  arrancó con el electrizante rock-funk de Attikus Finch, plato de auténtico lujo servido a deshora –a todas luces-. Pese a dicho hándicap, tener que romper semejante hielo, damos fe de que el quinteto dejó huella con los temas de La mancha humana, generando poderosos ambientes musicales con marca propia. Con marcha y mancha propia, queremos decir. A continuación recogió el testigo la segunda formación local en liza, Kelly Kapowski, la gran sorpresa para el firmante de estas líneas: y es que los de Lizarra sorprendieron en la presentación en Iruñerria de No se ve el final, apoyándose los jovencísimos músicos en unas canciones que derrocharon vitalidad y rock alternativo del tercer milenio y fantástico octanaje. Y todo ello tintado de reggae-hot-metal (evidente la influencia de los Flitter de principios de siglo), ciertos toques punk y arrebatadores y atmosféricos aires numetaleros, representando cada uno de los temas un mundo en sí mismo. Así las cosas, intensidad y paroxismo elevado a la potencia que se quiera, Kelly Kapowski se hicieron con el fervor de los presentes: tanto con el de sus seguidores como con el de parte de quienes iban llegando para ver a cualquiera de las bandas  restantes, un público que fue acercándose a la sala durante su actuación.
Dinero, tercera formación en comparecer y primera de las foráneas, abrió la segunda parte de la noche aportando la concepción más moderna del rock, convenciendo con su melódica concepción del viejo género (¿rock poperizado? ¿Pop rockerizado?) a los ya convencidos previamente –nos tememos-. A quienes fueron expresamente a ver al grupo en esta, su tercera visita a Nafarroa: un  público que, en la noche de la puesta de largo de DNR, su último CD, disfrutó de un hecho musical ciertamente pegadizo, impetuoso y muy bien plasmado en directo.
Los paganos –tal vez- de la situación fueron quienes fueron a ver a Second, banda que compareció sobre la 1.00 de la madrugada, cambiando a partir de entonces radicalmente el decorado sonoro. En cualquier caso, en la noche de la presentación de su disco  Montaña rusa, los murcianos convencieron igualmente a los suyos, un público que siguió su actuación desde las filas delanteras –preferentemente-, cantando y bailando al compás sus canciones. ¿La pena? Que tras el pase de Dinero parte de los presentes  comenzaron a marcharse: cosa, insistimos, no de la falta de calidad de las bandas (mucho menos de la de Second), sino de la excesiva heterogeneidad del cartel. Una pena...

Viaje electro-espacial

Concierto de Sorry Mamma


Fecha: sábado, 7 de febrero.
Lugar: Zokoa, Rotxapea.
Intérpretes: Sorry Mamma, banda integrada por Piluca, a las voces, Goar, a las guitarras, a los coros y a las programaciones, Greg, al bajo y a los coros, y Tachín, a la batería.
Incidencias: presentación de 2ND, 2º CD de la banda; 1 hora de duración, bises aparte. Asistencia bastante buena, público participativo.

Goar Iñurrieta (Vitoria-Gasteiz, 1972) es un clásico de la capital navarra; no en vano su primera vez en la ciudad –en todos los sentidos- fue en 1986 en el pabellón Anaitasuna, debutando sobre un escenario invitado por Hertzainak, con quienes tocó un tema. Pronto, muy pronto, actuó en la Granja con Cicatriz, 1986, grupo con el que llenó el vetusto pabellón en 1991 y en el que permaneció hasta su disolución por imperativo vital, enero de 1996. A partir de entonces el citado ha visitado Pamplona formando parte de las bandas de Estopa y de Nacha Pop (con y sin Antonio Vega), además de comandando proyectos propios como el que nos ocupa o Malditos Bastardos, formaciones con las que actuó en 2011 en Black Rose, derrochando apertura y amplitud de mente y de miras.
Pues bien, una vez hechas las presentaciones, Goar recaló el pasado sábado en Zokoa con Sorry Mama, poniendo punto final a tres días de actuaciones por Nafarroa y protagonizando un concierto que sorprendió de manera agradable a cuantos se dieron cita; brindando un señor concierto de electro-rock.
Guitarras eléctricas en primer plano en perfecta alianza con ritmos y atmósferas  propias de  la música electrónica, el concierto se tradujo en la interpretación de temas de los dos álbumes con que cuenta la banda, I wanna know y 2ND, llenando apoteósicamente la noche de rock para bailar; de música ultra bailable, más que adecuada para santificar la noche del sábado. Y es que ya se sabe para qué se hicieron las mismas, las noches de los sábados, como proclamaran desde finales de los 70 Moris y su profeta Miguel Ríos: para bailar. Y todo ello con Piluca, la guinda perfecta del pastel; prestancia y presencia a espuertas, cantando y bailando denotando satisfacción con la mezcolanza musical final, erigida sobre una base rítmica de lo más sólida y pétrea.
Pero además de para tocar sus propios temas, Sorry Mama también tuvieron tiempo para hacer alguna versión, como la del Remember my name que sonó camino del final,  tema central de Fama que, muy bien acogido, desveló lo siguiente: que la fama cuesta, y que al igual que los protagonistas de la serie en los principios de sus carreras… ahí y así están ellos; a la espera de lo que les depare el futuro, comenzando a pagar. A hacerlo en locales como los que les acogieron dicho fin de semana –por ejemplo-, el Garazi, el Katxetas de Lizarra o el Zokoa. Sí, pese a ofrecer unos conciertos de auténtico lujo, dignos de cualquier sala de fiestas o de conciertos.
Tras concluir el viaje electro-espacial que fue el concierto, los músicos, como no podía ser de otro modo, hicieron una concesión a la vieja guardia rockera presente en el local,  materializada de la mejor de las maneras: con la interpretación de un tema de los inmortales Cicatriz, Guerra en Colombia, cantado por Kutxi Romero ante el alborozo general, quedando de este modo cerrada definitivamente la sesión: para quienes presenciaron la actuación, viendo la calidad desplegada, una noche muy especial.

Veinteañeros y maduros M-Clan

Concierto de M-Clan


Fecha: viernes, 6 de febrero.
Lugar: Zentral Café teatro, Iruñea.
Intérpretes: M-Clan, formación integrada por Carlos Tarque, a la voz y a la pandereta, Prisco Priscus y Ricardo Rupérez, a las guitarras, Lucas Albadalejo, al piano y a los teclados, Iván González, al bajo, y Toni Jurado, a la batería.
Incidencias: presentación de Dos noches en el Price, último trabajo de M-Clan. Cerca de 2 horas de duración, dos tandas de bises incluidas. Sold out, localidades agotadas. Público de ambos sexos y diferentes edades que se mostró participativo.


Una fiesta-degustación de buenos, buenísimos momentos con forma de canciones, he aquí en qué se transformó la noche en el Zentral brindada por M-Clan; el concierto de rock sureño con solera e impronta propia por ellos protagonizado, banda que, de imprescindible presencia en la ciudad desde que la visitaran por vez primera en los 90 (la cita fue en el antiguo de Donibane) se dio un baño de masas... Incluso en el sentido literal de la expresión, como más adelante contaremos.
En loor de multitudes todo el tiempo, la velada siguió más o menos el guión del CD que se presentaba, documento sonoro grabado en Madrid para conmemorar el vigésimo cumpleaños del grupo, generando en el público idénticas sensaciones que las percibidas en la grabación: el convencimiento de estar siendo testigos del momento especialmente dulce que están viviendo los de Murcia.
El concierto dio inicio con Calles sin luz, encendiéndose las mismas, quedando encendidas de forma definitiva a partir de entonces: cosa de la característica voz de Tarque, auténtico banderín de enganche de la banda. Acto seguido, en imparable increscendo, sonaron Para no ver el final y Basta de blues, con parte de los presentes trazando coreografías al ritmo de la canción: al compás de un hecho musical –en líneas generales- que, abrazando y abrazándose a las almas del gentío, en todo momento se dejó querer, buscando el grupo subir la temperatura (algo que fue muy bien recibido)  alargando y alargando las interpretaciones: tal y como por otra parte se tiende a hacer siempre con los buenos momentos; con las buenas sensaciones en cualquier orden de la vida, se trate de lo que se trate.
Con los músicos disfrutando en primer lugar de su cosecha de canciones; del camino que ha llevado a M-Clan hasta el presente punto de no retorno, la fiesta que en todos los sentidos fue el repertorio deparó como cuarta canción Llamando a la Tierra, latiendo con poderío propio el show hasta ver el final bajo los sones, entre otras, de Me estás atrapando otra vez (versión del tema de Ariel Roth), Las calles están ardiendo (con especial recuerdo para El Drogas, quien aportó su voz en el CD Dos noches en el PriceUsar y tirar o, especialmente, Maggi despierta, con el carismático Carlos Tarque cantándola entre el público bajo el espectacular hacer de las cámaras de los móviles, a caballo entre el desenfado y lo caótico.
Ya en tiempo de descuento, la primera tanda de bises acercó hasta el Zentral a Carolina (cómo la hizo suya el público, disfrutando plenamente de sus encantos; explotando al unísono en el momento álgido representado por su estribillo) y Pasos de equilibrista, quedando para un segundo y definitivo bloque Quédate a dormir.
A caballo entre los medios tiempos y su rock-soul con tintes de blues & rhythm and blues, dejando con todas ellas los músicos los a un mismo tiempo maduros y  veinteañeros M-Clan, un muy buen sabor de boca en la fiesta conmemorativa de sus dos primeras décadas de vida: y que cumplan muchas más.


Incontestable sensación de libertad

Concierto de Berri Txarrak

Fecha: sábado 31 de enero.
Lugar: sala Tótem, Atarrabia.
Intérpretes: Berri Txarrak, trío integrado por Gorka, a las guitarras y a la voz, David, al bajo y a los coros, y Galder, a la batería. Como teloneros abrieron noche Voltaia.
Incidencias: presentación de Denbora poligrafo bakarra, nuevo CD de la banda. Más de dos horas de duración. Lleno, localidades agotadas. Público entregado.


Berri Txarrak la volvieron a armar en Tótem con motivo de la presentación de Denbora poligrafo baharra, su laureadísimo último trabajo. Y, en abrumador loor de multitudes, lo hicieron dando un nuevo paso hacia delante. Brindando un concierto de dos partes claramente definidas, una primera en la que abordaron la totalidad de los temas de estreno y una segunda en la que se centraron en el repaso de hits de toda su carrera.
Ante una sala que para las 21.30 ya presentaba un buenísimo aspecto, la velada empezó  con Voltaia, power trío radicado en Zumaia que sorprendió moviéndose como pez en el agua por derroteros de marcada sonoridad stoner punk. Plasmando con pasmosa brutalidad y naturalidad los temas de su primer CD, unas canciones de gruesos y polvorientos trazos que, estando Berri Txarrak de por medio, dejaron claro una vez más lo siguiente: que los comandados por ese gigante llamado Gorka Urbizu siguen apostando por hacerse acompañar por muy buenas bandas para abrir sus conciertos.
Y a continuación… Con un par y a por todas, he aquí cómo salieron Berri Txarrak, haciendo gala de escenografía y espectáculo de luces concebido para esta gira y descerrajando de tres en tres, sin concesiones, todas las composiciones de su triple CD Denbora poligrafo baharra: desde Lanbroan, primera en sonar, hasta la que da título al trabajo, última en hacerlo. Brillando, reivindicándose entre increíbles cambios rítmicos y estilísticos temas como Bigarren itzala, Orain norbait zara, Lemak aingurak, Armak, Ordaina, Alegia o, en la recta final, Bigarren eskuko amets, con cuya interpretación Gorka, David y Galder, momentáneamente convertidos en estatuas, sorprendieron a los presentes. Acto seguido, tras un brevísimo parón, llegaría la segunda parte, comenzando del mejor modo posible: con ese himno imprescindible en Nafarroa titulado Stereo, hit al que siguieron otros como Bisai berriakOreka (con coreografías y guiños de connotaciones propias de la música disco) o Ikasten, imposible nombrar todos.
Desafiando el paso del tiempo, único polígrafo, con el poso adquirido a lo largo de los años, Berri Txarrak hicieron gala en Tótem de una incontestable y absoluta libertad, llevada a primer plano tanto a la hora de componer como a la de tocar; rompiendo todo tipo de fronteras estilísticas. Conjugando crudeza y belleza (buscando la crudeza de y en la belleza y viceversa) y, tras hacer suyos diferentes estilos musicales, llevándoselos a su terreno con la seguridad de que saldrán ganando: ellos y los estilos moldeados, ahora con sus propias señas de identidad. Algo, poder obrar así y hacerlo con la solvencia demostrada, únicamente al alcance de los grandes. Y Berri Txarrak lo son, tras 20 años rompiendo todas las barreras posibles: estilísticas –así las cosas-, generacionales o incluso idiomáticas: no en vano estamos hablando del grupo euskaldun que más lejos ha llevado a lo largo y ancho del mundo la lingua nabarrorum, expresándose en euskera desde su primer día. Berri Txarrak, suyas siguen siendo las mejores noticias. Incontestables una noche más.

Sobrio y exquisito a un tiempo

Concierto de Ruper Ordorika


Fecha: viernes 30 de enero.
Lugar: teatro Gayarre, Iruñea.
Intérpretes: Ruper Ordorika a las guitarras eléctricas, acústicas y a la voz, acompañado por Arkaitz Miner, a los coros, a la guitarra, a la mandolina y al violín, Lutxo Neira, al bajo, y Hasier Oleaga, a la batería, a las percusiones de mano y a los coros.  
Incidencias: presentación de Lurrean etzandanuevo CD del artista. Hora y 30 minutos de duración, bises incluidos. Varios cientos de personas, público que premió todas las interpretaciones con aplausos.

Un año después de que visitase Nafarroa con CD nuevo bajo el brazo, Ruper Ordorika, el carismático songwritter de Oñati, regresó a nuestro herrialde con nuevo álbum de estreno, Lurrean etzanda; décimo cuarto trabajo de su carrera -recopilatorios y directos aparte-, recalando en esta ocasión en el teatro Gayarre. Desgranando sus canciones ante un público que, si bien no completó el aforo, protagonizó una aceptable entrada: ¿la pena? La coincidencia del evento con la gala de presentación de la Korrika, programada a la misma hora en Zentral Café Teatro.
Erigida sobre temas de estreno principalmente, la actuación del carismático cantante transcurrió por los habituales cauces de sobriedad y exquisitez, derrochando Ordorika tablas, timbre característico y planta escénica a la hora de defender los nuevos temas: canciones como Zerutik gertu ez da ondo egoten o Giltz-gordea –en el inicio de la velada-, combinadas con otras más conocidas, como, especialmente, Martin Larralde, primera saludada con aplausos: erigidas sobre medios tiempos principalmente, unas composiciones todas ellas marcadas por la exquisitez y el preciosismo de los músicos presentes; por unos instrumentistas que, acompañantes habituales de Ruper, no solo supieron encontrar su punto exacto, sino que, a la búsqueda de la perfección, controlaron todo el tiempo hasta el último detalle: dando cuerpo musical a la chispa prendida por Ordorika; avivando la hoguera en su justa medida el guitarrista Arkaitz Miner (siendo suyos buena parte de los momentos más brillantes del concierto); arrullando el baterista al público con sus manos y escobillas –más allá que tirando de baquetas solamente: generando la brisa necesaria para reivindicar su presencia lejos de innecesarias estridencias-, y, finalmente, mostrándose sutil y discreto siempre el bajista.  En suma, dotando de esta forma los tres de un envoltorio de altura a la lírica de unas canciones ya, nuevas (Liluraren ondotikAtako bandan para cruzar el ecuador de la sesión), ya más viejas, como Haizea garizumakoa, de ritmos más vivos y brindada antes de afrontar una recta final presidida por temas nuevos de corte más rockero, como Euria atergabeBizitza eder denean o Egia da, última sobre el papel y primera tímidamente secundada por palmas por los presentes: por un público que supo leer las interpretaciones a la perfección, premiándolas con aplausos a su conclusión y, llegado el momento, pidiendo más, siendo por dos veces recompensado. Premiado con temas extra como Ene begiek (bajo juegos de luces propios de una sala de conciertos, rompiéndose la sobriedad luminotécnica reinante hasta entonces) y Gure bazterra –entre otros-, versión del inmortal patriarca euskaldun Mikel Laboa.
Elegancia personificada sobre los escenarios música mediante, Ruper Ordorika demostró en el Gayarre mantenerse en forma. Mantener sus constantes artísticas en buenísimos niveles. Ser, seguir siendo uno de nuestros artistas imprescindibles.

A la segunda va la vencida

Concierto de El Desván


Fecha: sábado, 24 de enero.
Lugar: Zentral Café Teatro, Iruñea.
Intérpretes: El Desván, formación integrada actualmente por Paxi Morillas, a las guitarras, Gabriel Gainza, a las guitarras y a las voces, Iñaki de Castro, al bajo, y Juanra Alduán, a la batería. Además, previamente, actuó el grupo Escarabajos.
Incidencias: presentación de Al descubierto, nuevo trabajo de El Desván. 1 Hora de duración. Más de media sala con importante presencia de mujeres.

A la segunda va, ha de ir la vencida. Y ha de hacerlo necesariamente para El Desván, banda con dos grabaciones en su haber y experta en reventar y reinventar dichos populares, tal y como demostró dos años atrás dejando claro que las prisas sí son buenas. Que le sientan bien a un cuarteto como el liderado por Gabri & Patxi: a la  segunda –también a este respecto-, esperamos que consolidado finalmente. A una banda que, digámoslo con claridad, el sábado arrasó en la presentación en Zentral de su primer disco largo.
La velada fue abierta de igual a igual por Escarabajos, señera formación cuyo hacer ya ha sido profusamente reseñado en este espacio y a la que no vimos por encontrarnos en otro escenario, haciendo acto de presencia inmediatamente después El Desván. El reconvertido cuarteto, conocido como El Desván de Peter hasta tiempos no muy lejanos, comenzó a poner sus cartas al descubierto con Es verdad, prosiguiendo los comandados por Gabri con Los nudos del alba, perfecto botón de muestra del rock sin complejos y rico en pegadizas melodías que, recién comenzado el concierto, estaba por llegar.
Lo que llegó de inmediato fue la colaboración de El Piñas, reconocido bajista y vocalista de Marea y Malaputa que aportó sus cuerdas vocales en El vagamundo, cruzando en un visto y no visto el ecuador la velada con la primera de las dos versiones que sonarían hasta el final; La mataré, de Loquillo, tema encargado de guiar el concierto hacia su conclusión, interpretaciones mediante de dos de las canciones más esperadas y celebradas de la noche: Si apareces, hit incluido en Las prisas sí son buenas, regrabado en Al descubierto e himno por derecho de El Desván, y La impotencia de quererte, primer single extraído del nuevo CD, brindado tras el igualmente pegadizo Cosa de dos y con el que terminó la actuación… Que no la velada. Y es que como colofón final comparecieron las dos bandas sobre el escenario, Escarabajos y El Desván, poniendo el mejor broche a la noche con una irrepetible versión conjunta del Hace calor, de Los Rodríguez.
Creciendo desde sus inicios de forma exponencial en todos los sentidos, cuantitativa y cualitativamente, El Desván, tras haberse dejado parte del nombre en el intento, protagonizó en Zentral un señor reventón… en el mejor sentido de la expresión, dejando muy buenas sensaciones en los presentes. En un público que a todas luces  engrandeció con su presencia su ya de por sí día grande: el de la presentación sobre un escenario acorde a su potencial valía de Al descubierto, su flamante última colección de canciones. Nada que objetar.




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