Deshojando la margarita
de la lluvia
Conciertos de La Rural
Blues Band y Rob Tognoni & band
Fecha:
viernes, 1 de agosto.
Lugar: parque Uranga, Burlata.
Incidencias:
1ª jornada de la 8ª edición del Burlada Blues Festival (B. B. F.); asistencia buena. 2 Horas y ¼ de música en directo. Público de ambos
sexos y distintas edades que se mostró receptivo.
Que
sí, que no –hasta pasadas las 23.30 horas-, finalmente, con 1 hora de retraso
sobre el horario previsto, arrancó el Festival de blues de Nafarroa por excelencia.
Sin que la lluvia, a pesar de sus reiteradas amenazas durante el día (algunas
de ellas materializadas con cierta persistencia) consiguiera aguar la fiesta.
Pero no. La noche del viernes salió Cara
en la moneda, diciendo la margarita No
finalmente al riesgo de chaparrón.
Ante
un público que, a una con el inicio de la música, no dudó en hacerse con las
posiciones más próximas al escenario (a cielo abierto el mismo, por cierto), los
encargados de abrir el cartel fueron la Rural Blues Band, banda que desplegó su
desenfadado circo musical con eficacia y acierto: poniendo al mal tiempo buena
cara con sus experimentales y desinhibidas reinvenciones en castellano de temas
clásicos de Muddy Waters, Chuck Berry, Leadbelly o Peter Green. Con unas
adaptaciones… rurales -como no podía ser
de otro modo- cuyo punto álgido vino marcado por la interpretación del Soy minero, de Antonio Molina, con
música de una composición de John Mayall. Y de esta forma, a ritmo de castizo rhythm and blues, se hicieron con los
favores de los presentes, consiguiendo que entraran en calor.
Con un ojo en el cielo por si las
moscas, a continuación compareció sobre las tablas el australiano Rob Tognoni,
puro bluesman de esencia que protagonizó un concierto de gruesa impronta
rockera. Una actuación en la que el citado, despachando canciones que denotaron
alma de blues y cuerpo inequívocamente rockero, lució como la viva
personificación del espíritu del rock & roll. Así pues, pura actitud la
suya. Pura manera de vivir y de sentir el viejo género, zambulléndose
totalmente en el hecho musical.
Marcada por la distorsión y por un
punto de suciedad genuinamente premeditado, la actuación de Rob discurrió por parámetros característicamente
setenteros, construidas sus canciones sobre su destreza a las 6 cuerdas, muy a
lo Jimi Hendrix, y el gusto del
teclista, el cual se movió como pez en el agua por derroteros sonoros
claramente lindantes con los de John Lord, el recordado músico de Deep Purple.
Dibujando unos halos sonoros que, cautivadores y psicodélicos –por momentos-, al
servicio del sonido de las cuerdas de la guitarra, demostraron ser uno de los
puntales de las composiciones, sin fisuras sobre el sólido andamiaje
representado por la base rítmica.
De iconoclastas estructuras,
diferentes densidades y regusto incluso progresivo por momentos, los temas
nunca se nos antojaron lineales, traduciéndose en ocasiones en impactantes y
abrasivas nebulosas sonoras creadas y despachadas a conciencia; huyendo de todo
tipo de prejuicios y corsés: tan extraños los mismos al rock & blues cuando
este es de verdad. Y el facturado por Rob Tognoni demostró serlo,
claro que sí.
Finalmente respetó el tiempo y
contra viento (lluvia) y marea salió adelante la primera jornada del B. B. F.. Y lo hizo ganas, esfuerzo e ingentes
dosis de tesón mediante, con mención especial para el maratoniano trabajo de
organizadores y técnicos de sonido; otro gallo cantó el sábado, para desgracia
de todos….
Pasados por agua
Conciertos de Jimmy Barbatán
Blues Band y Boney Fields
Fecha:
sábado, 2 de agosto.
Lugar: parque Uranga, Burlata.
Incidencias:
2ª jornada de la 8ª edición del Burlada Blues Festival (B. B. F.); asistencia buena. La velada quedó suspendida a la 1.15 horas por
culpa de la lluvia, sin que llegase a actuar Boney Fields.
La
suerte que acompañó el viernes al inicio del festival se mostró esquiva la
jornada del sábado, no respetando la meteorología el total desarrollo del
programa. Dando en esta ocasión la de
arena. Saliendo dicha noche, en resumidas cuentas, Cruz en la moneda, para desesperación de organizadores, público y
artistas; para frustración principalmente del estadounidense Boney Fields, afamado trompetista y cantante que no llegó a actuar.
El
que sí lo hizo, y por partida triple a lo largo del fin de semana, fue su
compañero de cartel, el omnipresente estos días en Burlata Jimmy Barnatán: bluesman de voz negra y rasgada
que, de forma tan personal como pasional, aunó desde la tarde del viernes en diferentes
sesiones los sonidos del soul, el blues y el rock and roll; ¿desde el viernes, hemos dicho? Sí, pues él fue
el encargado de inaugurar una de las novedades de la presente edición del
festival: el denominado carril blues,
especie de cañada urbana estrenada dicho día por la que, acompañado por un
guitarrista, tuvo a bien hacer una ronda por la localidad, dando vida a una
experiencia que se repetirá mañana.
En lo que respecta a su concierto del sábado, diremos que
acompañado por sus músicos de cabecera, el pequeño gran Barnatán demostró el
porqué de su regreso a Burlata por tercera vez en menos de un año, tras
triunfar en noviembre pasado y en julio en Black Rose: cosa de la elevada
pureza del rhythm and blues, por él facturado; de cómo hilvanó a sus sones notas y
compases, dando como resultado unas interpretaciones elegantemente rockerizadas
y de muy elevado octanaje. Unas composiciones de hechuras similares a las que
ofreció en formato acústico la mañana del domingo, protagonizando en el parque
Uranga tras el precipitado final de la noche de dicho sábado una animada sesión
vermouth. Precipitado final también para él pese a que actuara cerca de una
hora, viéndose abocado como se vio a abandonar el escenario una vez que sobre
la medianoche comenzara a llover.
Una hora después de que dicha borrasca amainara (telonera
dicha lluvia de la que estaba por llegar), con la amenaza de nuevas
precipitaciones cual espada de Damocles sobre los presentes, subió al escenario
la banda de acompañamiento de Boney Fields, la Baking Blues Band, formación que
prácticamente no tuvo tiempo de nada: para saludar diciendo “Que Dios nos
ampare, Burlada” –puesta la vista en el cielo-, brindar un par de temas… y
buscar refugio a la vista del comienzo del aguacero. De la desbandada general.
En fin. A ver si se asienta la meteorología y este fin de semana no se aguan
los conciertos.
‘Tótum revolútum’
Conciertos de Paúl San
Martín, Fernando Beíztegui, Big Yuyu Band y James Amstrong
Fecha:
viernes, 8 de agosto.
Lugar: casa de cultura de Burlata.
Incidencias:
3ª jornada de la 8ª edición del Burlada Blues Festival (B. B. F.); cerca de 5 horas de música en directo. Asistencia muy buena.
Contra
todo pronóstico, las cosas vinieron torcidas desde el principio dicho viernes,
comenzando porque, pese a las oscuras previsiones meteorológicas, ni lluvias ni
tormentas hicieran amago de presencia, quedando condenado el blues a sonar a
cubierto; pasando por una cierta sensación de caos que, sin que se sepa por
qué, acompañó al desarrollo de la velada, (hubo momentos en los que no se sabía
quién o quiénes estaban tocando ni por qué) y concluyendo con el sonido que
acompañó a los artistas hasta la 1.00, muy opaco y apagado. Incidiendo para
terminar esta primera valoración en la falta de sonido –más bien- que deslució
los pases de Paúl San Martín, al piano; Fernando Beíztegui, a la guitarra (en
acústico ambos, ¿a quién se le ocurrió la idea de arrancar así, siendo viernes
y derrochando ganas de fiesta el personal?) y de la Big Yuyu Band, banda que
compareció en formato trío (pese a estar anunciada como más numerosa; con
teclados y ‘potente sección de metales’), y que ofreció dos pases: uno, de 1
hora, ellos solos, y un segundo como backing
band de James Amstrong, sesión que se alargó desmesuradamente. Hasta las
4.00 horas.
La
noche arrancó con sorpresa; con la comparecencia en solitario del donostiarra no
anunciado Paúl San Martín, quien durante ½ hora demostró que con el piano
también se puede tocar blues. Genuino y de
contrastado regusto, poniendo a bailar sus dedos las teclas del piano haciendo
gala de pasión y maestría: lo mismo que hicieron a continuación los dedos del
granadino Fernando Beíztegui con las cuerdas de su guitarra, completando 20
minutos en solitario recibidos por el público con cierta división de opiniones
pese a los aplausos. Quedando flotando en el ambiente la sensación de que nadie
sabía concretamente qué estaba pasando. Ni qué iba a pasar. Por ejemplo, si Beíztegui,
quien protagonizara el jueves una actuación no prevista en el Ostarte y la
kalejira por el carril blues dicho
viernes, iba a tocar posteriormente o no en eléctrico junto con la banda de
respaldo, no quedando disipadas las dudas hasta bien entrada la actuación de la
Big Yuyu Band. Hasta que, varios temas después de que empezaran, comprobásemos
por la vía de los hechos que los citados estaban ofreciendo un concierto propio. Y así lo hicieron durante
cerca de 1 hora, bajo un sonido, las cosas como fueron, pobre de solemnidad.
Triste hasta decir basta. Y no por culpa del equipo de la sala ni de los
técnicos: cosa de que se presentaran sin backline
–más bien-, para desesperación de la organización.
Finalmente,
para sorpresa de todos, una vez concluido su pase retornaron al escenario,
respaldando junto con el pianista que actuó en primer lugar al californiano James
Amstrong. Y de manos de la voz y la guitarra del veterano bluesman diremos que se enderezó la noche. Y el sonido –curiosamente-,
con su guitarra, con voz y brillo propio, poniendo luz a la oscuridad.
Iluminando el último tramo de la jornada con el brillo de unas canciones que, de
regusto genuinamente sureño, cautivaron totalmente a los presentes, quedando el
respetable más que resarcido tras su concierto; tras una actuación de ¡3! horas
de duración...
Derrochando altos vuelos
y nivel
Conciertos de Tonky
Blues Band y A Contra Blues
Fecha:
sábado 9 de agosto.
Lugar: casa de cultura de Burlata.
Incidencias:
4ª jornada de la 8ª edición del Burlada Blues Festival (B. B. F.); asistencia buena. Más de 3 horas de música en directo.
Finalmente
La Tonky Blues Band y los A Contra Blues dieron la de cal el sábado, poniendo
un brillante broche final a la actual edición del B. B. F; ciclo desarrollado de forma un tanto accidentada en
general por causa de las amenazas y las previsiones meteorológicas
–principalmente-, no saliendo las cosas totalmente a pedir de boca salvo en
esta última jornada: obviando, claro está, que los músicos, por si acaso, se
viesen abocados a tocar por segundo día bajo techo.
Con
¾ de hora de retraso sobre el horario previsto, la música se hizo blues de
manos de los aclamados y reconocidos Tonky Blues Band, cuarteto con 25 años de
historia a sus espaldas que, liderado por el referencial Tonky de la Peña, hizo
que los presentes disfrutasen de la noche desde el principio. Desenfadadamente.
Y vaya que si gozaron, haciendo suyas las melodías de cuantas composiciones
sonaron durante la hora y ¼ de concierto; durante los 75 minutos de una
actuación que giró todo el tiempo alrededor del mejor rhythm and blues, rindiendo total pleitesía al sonido de Chicago. ¿Aspectos
a destacar? La presentación y ejecución del repertorio, luciendo las
composiciones perfectamente engarzadas, con la banda ejerciendo de perfecta
locomotora a la hora de sacarlas adelante; tirando de las mismas con solvente
poderío.
Y
así, con igualmente con contrastada fuerza sobre el escenario, lucieron
igualmente los A Contra Blues, una de las sorpresas de la noche y, si se nos
apura, del festival. Ganadores de la 4º edición del European
Blues Challenge, celebrado en Riga, Letonia, los catalanes con cantante
gasteiztarra al frente hicieron lo que quisieron durante cerca de las 2 horas en
las que fueron los amos de las tablas, brindando un concierto, dejando entrever
una concepción del blues tan heterodoxa y rupturista como sugerente; comenzando
y terminando por las sendas del swing
y el rockabilly, resultando su propuesta de lo más atractiva para los
asistentes.
El concierto de A Contra Blues,
viento a favor a toda vela, alternó interpretaciones de temas propios y
versiones, destacando por encima de todo la voz del vocalista. Mostrando a las
claras todo el tiempo dicho músico, también guitarrista, una capacidad poco
menos que innata para cantar lo que quisiera. Incluso para hacer una versión de
un tema como En el lago, de Triana, tan
complicado –se supone- para una banda de un estilo tan definido como el blues, dando
lugar dicho acto de valentía a uno de los momentos más iconoclastas de la noche:
de una actuación marcada por el valor –en todos los sentidos- de los músicos y por
los sonidos de un blues, llegados a este punto, riquísimo en todo tipo matices:
incluso tintados de aires flamencos y psicodélicos, como acabamos de contar.
¿Valientes los músicos, hemos dicho? Sí, toda vez que hay que serlo para acudir
a festivales como este con un repertorio como el suyo, siendo el blues tan cerrado y poco dado a innovaciones como
es. Pero ellos, inasequibles a todo -pongámoslo en negro sobre blanco-, osaron
salirse del camino y triunfaron, damos fe. Al igual que sus compañeros de
cartel dicho sábado. ¿Cómo? derrochando altos vuelos y nivel.
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