Poco, muy poco rock & roll ha habido este mes... Y tampoco es cuestión de subir críticas de pop, ¿no?
Zarpazos de funk & roll
Lugar: Black Rose, Burlata.
Intérpretes: Kaskezur, banda integrada por Iturria, a la guitarra, a la armónica y a la voz, Mende, a la guitarra y a la voz, Ainara, al bajo y a la voz, y Philippe, a la batería.
Incidencias: concierto de presentación de Gure Jokua, segundo CD de la banda. 1 hora de duración, bises incluidos. Asistencia muy discreta.
Con CD nuevo bajo el brazo, el cuarteto abrió fuego con Gure Jokua, tarjeta de presentación del mismo que sorprendió a los presentes por los senderos musicales por los que discurrió, tras una introducción de cierto regusto stoner: por los de un funk poderosamente rockerizado. Con las guitarras, ciertamente sólidas sobre la compacta base rítmica, marcando territorio desde este arranque con inusitada fuerza, sacando bajo dichos ritmos bíceps con autoridad, algo que, por las mismas coordenadas estilísticas, recordándonos por momentos a bandas como Red Hot Chilli Peppers, también hicieron en la siguiente en sonar, Ireki Begiak, demoledor zarpazo en el que brilló en especial Iturria, a los punteos. A los enérgicos, elegantes y explosivos punteos que rubricaron su entramado musical, tan pegadizo como rico en potencia y melodías. Con la voz de Ainara aportando luminosidad a los coros, el repertorio escogido, a continuación, apostó por los derroteros del rock & roll, del rock & roll killer más echado hacia delante, quedando plasmado lo dicho con hachazos como los deparados por Hur Aisit y Erromeria Bagdag Hirian: temas ambos, al igual que los primeros, extraídos del disco que se presentaba y que, en conjunto, pusieron de primeras sobre el tapete el verdadero hecho diferencial de la banda: las inclinaciones de los músicos ante dos estilos –principalmente-, el funk (marcadamente rockerizado, tal y como ya hemos apuntado) y el rock & roll. Un estilo éste, el rock esgrimido por Kaskezur, que se mostró claramente influenciado ya por el practicado por pioneros como The Rolling Stones, ya por el reinventado por bandas como las que surgieron en el norte de Europa en los 90; ora más clásico, ora más salvaje, dando lugar a una aleación con la que, con permiso del funk, crearon una letal bola de sonido que, realmente intensa, se adueñó sin concesiones del local: lo cual, como suele suceder, pasó a una con la en teoría última canción, Jainkoa Ni Naiz, dando paso la misma, como consecuencia de lo dicho, a unos bises que tras dos temas del primer álbum del grupo desembocaron en la nueva Martziano Inbasioa.
Contundente y recomendable ración de rock la servida el pasado jueves por Kaskezur, grupo hecho (expresiones como ‘formación promesa’ o similares no caben en este apartado) que, actitud y ganas, madurez y buen hacer con avaricia, demostró sonar… y más, dejando claro con ello lo siguiente: que a partir de ahora a todos debería sonarles. Comenzar a sonar su nombre al gran público, por su bien. Por el del grupo y, principalmente, el de la escena en general, cada vez más cerca de verse afectada, si no por una falta de relevo generacional, sí por cierta carencia de grupos llamados a poder estar en el candelero, en un futuro cada vez más próximo. Bueno, dejando claro eso y otra verdad: que, tal y como acostumbramos a oír por la calle, hay grupos hasta debajo de las piedras. Cada día más. Y, añadimos desde aquí, buenos además.
Intenso, cómplice, sugerente
Concierto de Big Member
Lugar: Subsuelo, Iruñea.
Intérpretes: Big Member, banda integrada por Unai Amezketa, a la guitarra y a la voz, Carlos Lorente, a la guitarra, Josemi Díaz, al bajo, y Sergio Izquierdo, a la batería.
Incidencias: concierto de presentación de ¿Quién mató a Pepito Grillo? Hora y 40 minutos de duración. Lleno.
Aunque nos quedó una duda… trascendental –a la vista del título del disco presentado-, la de saber quién mató a Pepito Grillo (si es que, como la banda se ha empeñado en hacernos creer desde la portada de éste, su tercer disco, la voz de la conciencia está muerta… ¿No estaría por el local echando cañas?), una cosa quedó clara dicho sábado: que el calibre pop-rockero de Big Member, grueso –más que grande-, sigue excitando a sus fans. Que el magnetismo entre la banda que ganó los Encuentros de Jóvenes Artistas en 2003 y el público se mantiene. Que, a pesar de los años de barbecho transcurridos entre la publicación de su segundo disco y el tercero, la espera ha merecido la pena. Que, en resumidas cuentas, el rock edulcorado de Big Member, intenso, cómplice, sugerente, denotó nuevamente tener cuajo, mostrando a un grupo maduro… y en plenitud de gracia y forma, estados todos ellos perfectamente compatibles.
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